Cómo el dominante manipula la mente de la sumisa en el BDSM
¿Qué es mind-fucking?
Quizás hayas escuchado la expresión en inglés "mind-fucking" y te preguntes qué es. Literalmente, significa "joder la mente", así que una traducción al español podría ser "follada mental" o "polvo mental". ¿"Chingada mental" para los mexicanos? Mejor que inventarme una traducción que quizás no le guste a la gente, usaré el término inglés en este artículo.
Mind-fucking se refiere a prácticas bien establecidas en técnicas de interrogatorio, en la escritura de novelas y películas, el abuso de personas bajo la influencia de las drogas y en el BDSM.
En muchas ocasiones, el mind-fucking no es ético. Puede ser una forma de tortura psicológica o de manipular a las personas en relaciones o sectas. Pero también se puede utilizar de forma lúdica para el entretenimiento en novelas y películas.
Definiría el mind-fucking como una manipulación psicológica que utiliza el engaño, la confusión, la sobrecarga sensorial, bromas, predicamentos y tareas agotadoras para alterar el sentido de la realidad de una persona.
Luz de gas (“gaslight”) es una forma particular de mind-fucking en la que a alguien se le hace cuestionar su cordura a través de mentiras o información errónea. Es una forma de abuso y manipulación emocional.
Mind-fucking en el BDSM
En BDSM, el mind-fucking consiste en juegos mentales que el dominante juega con la sumisa, entretejiendo una fantasía colectiva que lleva la sumisa a un estado de derrota y rendición.
Siempre debe hacerse con el pleno consentimiento la sumisa y de tal manera que no perjudique su seguridad física y mental.
Un mind-fucking suave forma parte de muchas sesiones BDSM y es bastante seguro. Sin embargo, un mind-fucking elaborado y prolongado que afecte la psicología de la sumisa debe considerarse un juego extremo y debe realizarse con precaución.
El BDSM abarca las ataduras (“bondage”), la dominación-sumisión y el sadomasoquismo. El mind-fucking es más propio de la dominación-sumisión, pero también puede ser parte del sadomasoquismo y el bondage. Para simplificar las cosas, en este artículo me referiré a los participantes como “el dominante” y “la sumisa”, aunque estos términos no son los apropiados para el sadomasoquismo y el bondage, y los roles BDSM pueden darse en todas las combinaciones de géneros.
Considero que el mind-fucking es una de las actividades más difíciles del BDSM, porque requiere una enorme creatividad y un conocimiento íntimo de la sumisa por parte del dominante.
Mind-fucking no es tanto algo que el dominante le hace a la sumisa como algo que crean juntos. Sin la colaboración voluntaria de la sumisa, todo el proceso fracasaría.
¿Por qué se practica el mind-fucking?
Quizás te preguntes por qué puede querer alguien ser manipulado mentalmente por otra persona. Hacer trucos con la mente de la sumisa puede ser una experiencia de poder para el dominante, pero ¿por qué iba a aceptar esto la sumisa? ¿Acaso el dominante usa el compromiso de la sumisa de obedecerlo para obligarla a someterse al mind-fucking?
Al contrario: la motivación para hacer mind-fucking a menudo proviene de las sumisas.
Éstas son algunas de sus razones:
Las sumisas quieren ser llevados a una realidad alternativa en la que se ven envueltas por el poder del dominante y experimentan un estado de sumisión más profundo.
Muchas sumisas explican que tienen mentes hiperactivas que nunca se callan, lo que lo puede conseguir un buen mind-fucking.
También pueden tener un ego poderoso y arrogante, que puede ser derrotado por el mind-fucking. Paradójicamente, esto les trae una sensación de liberación y paz.
Un buen mind-fucking también puede inducir catarsis: una experiencia de limpieza emocional en la que las emociones y los traumas reprimidos se liberan en forma de llanto, risa o gritos.
Mind-fucking puede ser una forma de inducir el espacio de sumisión, un estado alterado de conciencia en el que las sumisas se sienten eufóricas, relajadas y en paz.
Para algunas sumisas experimentados, el mind-fucking es un camino de autodescubrimiento, curación y transformación. El mind-fucking saca a la luz hábitos emocionales ocultos y defensas del ego que necesitan ser entendidos y gestionados.
Para los dominantes, el mind-fucking es sin duda una experiencia de poder. Sin embargo, también quieren brindarles a las sumisas una experiencia agradable y ayudarlas a lograr la catarsis, la curación y el autodescubrimiento.
¿Sirve el mind-fucking para llegar al espacio de sumisión?
No deberíamos dar por sentado que el mind-fucking inducirá el espacio de sumisión; al menos no el espacio de sumisión mediado por endorfinas que produce una sensación de flotar y relajación. Este tipo de espacio de sumisión requiere que la sumisa se vuelva pasiva, mientras que la mayoría de estos juegos mentales la involucran activamente al exigirle que tomen decisiones, imagine lo que sucederá a continuación, adivine lo que está haciendo el dominante o realice una tarea intelectual.
Aun así, estas actividades pueden inducir un tipo diferente de espacio de sumisión en el que el dolor es inhibido por la liberación de norepinefrina en el cerebro y de adrenalina en la sangre. Este espacio de sumisión se caracteriza por un mayor estado de alerta y sentimientos de miedo y sorpresa.
A diferencia de otras actividades BDSM, es posible que el mind-fucking ni siquiera inhiba el dolor, sino que lo aumente. El sumisa puede volverse más sensible y frágil emocionalmente. De hecho, éste podría ser uno de los objetivos del mind-fucking.
Sin embargo, el mind-fucking puede servir como un primer paso para romper algunas barreras a la inducción del espacio de sumisión de endorfinas. Como mencioné antes, muchas sumisas están demasiado tensas, preocupadas por su imagen o tienen mentes hiperactivas. Un mind-fucking al comienzo de una sesión podría agotar sus mentes y conseguir que se dejen llevar.
A continuación, voy a describir algunas estrategias que se pueden usar para el mind-fucking en el BDSM.
Juegos de decepción
Websites como Ontario Kink, Fetish.com, Kinky Craft and Kinky World describen el mind-fucking como juegos de decepción o engaño que llevan a la sumisa a creer que le están haciendo algo que en realidad no sucede.
Un ejemplo que dan muchos de estos sitios es hacer creer a la sumisa que está siendo marcada con un hierro al rojo. Se les enseña el hierro de marcar en las brasas. A la sumisa se le vendan los ojos y se le toca la piel con hielo, quizás mientras se sumerge el hierro candente en agua para que emita el siseo característico. La sumisa grita de dolor, pensando que acaba de ser marcada.
No estoy seguro de si esto puede funcionar en realidad. El marcar con un hierro candente es una de las formas más extremas de BDSM, por lo que no sería ético hacerlo sin el consentimiento de la sumisa. Y éste es un consentimiento que hay que darlo después de ser informado y de haber reflexionado durante algún tiempo, ya que la marca es permanente. Además, el dolor por frío es bastante diferente del dolor por quemadura. Aun así, estoy dispuesto a creer que algunas personas son sugestionables hasta este extremo.
Otro engaño puede ser un juego con cuchillos, usando un cuchillo romo en lugar del cuchillo afilado que se le mostró previamente a la sumisa. También se podría usar un líquido tibio y viscoso para hacerle creer a la sumisa que está sangrando, si tiene los ojos vendados, o agregando colorante rojo al líquido si no los tiene.
El dominante también puede fingir estar enfadado o decepcionado con la sumisa, o ser cruel y sádico, para asustarla.
Vagas amenazas
Otro mind-fuck que se menciona a menudo son las amenazas vagas. Por ejemplo, decirle a las sumisas que serán castigadas de la peor manera posible. No se les dice cuál será el castigo, por lo que su imaginación hiperactiva comienza a generar ideas sobre lo que les va a pasar.
A veces, se les puede dar una descripción del castigo en líneas generales para darle material de partida a la mente sumisa. Por ejemplo, el dominante podría decir que será castigada con “ataduras dolorosa” o “sexo horrible”.
Sin embargo, éstas no deben ser amenazas vacías, porque entonces la sumisa aprenderá a no confiar en el dominante. Pero no pasa nada si el castigo real es menos severo de lo que se imaginó la sumisa, porque entonces se le puede culpar a su imaginación. A fin de cuentas, el dominante nunca dijo cuál iba a ser el castigo.
Ilusiones y sobre-estimulación sensorial
Otra forma de mind-fucking que se menciona con frecuencia son ruidos amenazadores, como el chasquido del cinturón en el suelo cerca de una sumisa desnuda y con los ojos vendados.
En mi experiencia, un juego que puede inducir un potente espacio de sumisión es el hacer que varias personas toquen a una sumisa desnuda, atada y con los ojos vendados. La multiplicidad de estímulos táctiles y el tratar prestar atención lo que ocurre en diferentes partes del cuerpo conduce a una sobrecarga sensorial. Y encima está el problema de no saber quién te está tocando.
Como dije antes, algunas personas usan hielo para crear la ilusión de una quemadura, pero tengo mis dudas sobre si esto es efectivo. Una forma mejor de simular una quemadura es usar capsaicina, la sustancia que hace que piquen los pimientos. La capsaicina activa los receptores de calor, haciendo que lo que normalmente se sentiría como un calor suave se sienta como una quemadura. No hay daño real en la piel, pero la sensación puede ir de leve a extremadamente dolorosa, dependiendo de la cantidad de capsaicina que se use.
En el otro extremo está la privación sensorial. Vendar los ojos, combinado con tapones en los oídos y envolver el cuerpo en algo con un tacto neutro, puede conducir a un estado alterado de consciencia caracterizado por la ensoñación y la pérdida del sentido de la realidad. Al salir de ese estado, una persona se vuelve extremadamente sensible y emocionalmente vulnerable.
Humillación y tareas vergonzosas
La vergüenza es una emoción poderosa que puede usarse para el mind-fucking. Hay muchos tabúes sociales, como la desnudez y el excitarse sexualmente en público, que pueden usarse para alterar la mente.
Ahí van algunos ejemplos:
Una mujer con falda es obligada a quitarse las bragas en un lugar público.
O se le bajan las bragas hasta la parte superior de sus muslos y se la hace caminar así.
A un hombre se le hace ponerse lápiz de labios en público.
Llevar un butt plug en público.
Llevar puesto un vibrador que el dominante puede encender y apagar a distancia.
A una sumisa tímida se le ordena cantar o contar un chiste vergonzoso.
Ponerse ropa ridícula, o prendas demasiado sexys o reveladoras.
Llevar orejas de conejo, orejas de perro o cola.
Ser llevado con un collar y una correa, como un perro.
Éstas son cosas que se hacen mejor en una fiesta quinqui u otro entorno seguro. No se debe poner a las sumisas en situaciones que puedan dañar su imagen social o profesional. Además, exponer a terceros a tus juegos pervertidos se considera una violación de su consentimiento. Cosas que le haces a tu pareja en público pueden despertar un trauma en otras personas. Tenga en cuenta que los extraños no tienen los medios para distinguir un juego pervertido de un abuso.
Juegos de confianza
A la sumisa se la pone en una situación vulnerable en la que tiene que confiar en el dominante para su protección. Esta vulnerabilidad puede provenir de un peligro o una situación vergonzosa que no es real.
Una manera simple de inducir vulnerabilidad es vendarle los ojos en un lugar desconocido. La sumisa tendrá que confiar en el dominante para que la guíe. Para complicarle las cosas aún más, el dominante pude describirle algo que pasa a su alrededor que no es real. Poco a poco, puede guiar a la sumisa a una realidad alternativa llena de imaginarios peligros o recompensas. Por ejemplo, el dominante puede decirle a la sumisa que todo el mundo la está mirando, o que se ríen de ella. O puede decirle que alguien sexy no le quita el ojo.
Juegos mentales
Este tipo de juegos consisten en darle al sumisa una tarea mental para impedirle pensar en otra cosa. Esto ayuda a las sumisas que no pueden acallar sus mentes hiperactivas o que critican al dominante en su interior. Para obligar a la sumisa a poner toda su atención en la tarea, habrá un castigo que sufrirá inmediatamente si no la hace bien.
He aquí un ejemplo. Se le ordena a la sumisa contar los golpes que recibe, empezando desde 100 y de 7 en 7. Los resultados son 93-86-79-72-65-58-51-44-37-30-23-16-9-2, que el dominante tendrá apuntados en una hoja para facilitar su tarea. La azotaina terminará cuando se la sumisa llegue a 2 en la cuenta, pero una equivocación hará que la cuenta vuelva a empezar por 100. Si realiza la tarea correctamente, la sumisa recibiría sólo 14 golpes. Sin embargo, los errores prolongarán considerablemente la azotaina. A medida que se acumula el dolor, se vuelve más difícil presar atención y resulta más fácil equivocarse, con lo que la tarea se puede volver eterna, llevando a la sumisa a la desesperación. Encima, la sumisa percibe los errores como un fracaso, y la prolongación de la paliza como un merecido castigo. Esto conduce a la pérdida de confianza en sí misma y a un estado de derrota.
Hay que tener en cuenta que tareas mentales como ésta evitan que la sumisa entre en el espacio de sumisión, porque la liberación de endorfinas es incompatible con un estado de tensión y concentración mental. Por lo tanto, la sumisa trasero seguirá siendo vulnerable al dolor, volviéndose incluso más sensible si se siente fracasada y derrotada.
Tareas imposibles
En el ejemplo anterior, puede suceder que la sumisa sea completamente incapaz de realizar la tarea. El dominante puede aumentar la follada mental fingiendo que la tarea es fácil y que no hay ninguna razón para que la sumisa no pueda llevarla a cabo. Sigue azuzando a la sumisa diciéndole "lo puedes hacer" y "esto lo hace cualquiera". Éste es un elemento de luz de gas: el dominante engaña a la sumisa sobre la dificultad de la tarea.
Otras tareas imposibles pueden consistir en encontrar un objeto bien escondido, en seguir un ritual elaborado, o en limpiar algo que es imposible de limpiar. La sumisa se llega a sentir como Sísifo empujando esa roca montaña arriba.
Por supuesto, la sumisa puede darse cuenta de que la tarea es imposible. Intentarla de todos modos se convierte en una prueba de su sumisión y entrega al dominante.
Este juego también enseña a las sumisas a aceptar el fracaso, lo que suele ser un bloqueo emocional en personas con profesiones exigentes.
Humor
El humor es una forma de mind-fucking que proporciona un escape emocional de la seriedad de la sesión. Hacer un giro en la sesión hacia lo gracioso puede servirle al dominante para rescatar al sumisa de su estado de desesperación antes de que le cause daño psicológico.
Por ejemplo, volvamos al ejercicio de contar de siete que describí anteriormente. Puede suceder que llegue el momento en que quede claro que la sumisa no va a conseguir llegar hasta 2 y así terminar la azotaina. El dominante puede hacer un giro hacia el humor diciéndole:
“¡Así no vamos a ninguna parte! Tal y como te he puesto el culo, mañana no vas a poder sentarte. Así que, como eres una inútil en las matemáticas, con cada golpe me vas a decir una cosa que requiera sentarte y que no vas a poder hacer.”
Así el dominante tendrá una excusa para terminar la paliza remar después de unos pocos azotes más.
Aun así, el mind-fuck continúa, ya que la gracia consiste en burlarse de la sumisa.
Predicamento
El predicamento consiste en poner al sumisa en una situación en la que tiene que elegir entre dos resultados desagradables.
A veces, la elección en sí misma es engañosa, porque una de las opciones es mejor que la otra pero la sumisa no lo sabe. Aún más diabólico sería hacer que la elección que parece ser la mejor resulte ser la peor.
Los predicamentos tienen más carga psicológica de lo que parece. Le dan a elegir a la sumisa pero, de hecho, la sumisa acaba por optar por hacerse daño a sí misma con una opción o la otra. Se ha descubierto que el dolor auto-infligido es un poderoso mecanismo de tortura.
Estos son algunos ejemplos de predicamentos físicos:
Se coloca a la sumisa a horcajadas sobre una barra colocada a una altura tal que la hace ponerse de puntillas para evitar una presión dolorosa en la entrepierna. A medida que sus pantorrillas se cansan, la sumisa se ve obligada a elegir entre dos formas de dolor, que van aumentando paulatinamente.
Un bondage con un sistema de cuerdas que obliga a la sumisa a elegir entre un doloroso tirón en los pezones o un strappado de los brazos.
Hacer que la sumisa elija entre dos castigos, cuanto más diferentes, mejor.
Hacerla elegir entre placer sexual (por ejemplo, un vibrador en la entrepierna) y dolor (un objeto punzante o una posición incómoda en el bondage). Por supuesto, la sumisa inicialmente elegirá el placer, pero eventualmente la estimulación se volverá demasiado fuerte y tendrá que soportar el dolor.
Los predicamentos también pueden ser psicológicos. Por ejemplo, tener que elegir entre disculparse con alguien que la desagrada ser castigada.
Mind-fucking profundo
La clave para un buen mind-fucking es encontrar los puntos de resistencia y los conflictos internos de la sumisa, y poco a poco hacerla enfrentarse con ellos. A menudo, el conflicto interno es tan fuerte que el sólo evocarlo provoca una fuerte reacción emocional.
Ten en cuenta que estos conflictos serán los límites de la sumisa, aunque a veces ella no se dé cuenta de que lo son. Cuando un dominante los descubre, lo ético es hablar con la sumisa sobre ellos y averiguar si quiere enfrentarse con ellos en una sesión un tanto extrema.
Todos tenemos conflictos emocionales. Miedos secretos. Traumas oculto. Cosas de nuestro pasado que no hemos resuelto. Sueños a los que hemos renunciado. Los practicantes del BDSM con suficiente experiencia a veces eligen afrontarlos en una sesión profunda de mind-fucking con un dominante de confianza.
El mind-fucking profundo sería participar en un juego que intencionalmente sacaría a la luz nuestros demonios para que podamos exorcizarlos.
Un dominante en una relación prolongada con una sumisa puede tener un conocimiento tan íntimo sobre ella que sabe dónde encontrar a sus demonios interiores. Es posible que los dos hayan creado un espacio íntimo donde se sientan seguros para explorar estos rincones peligrosos de la mente.
Desde fuera, los factores desencadenantes no parecen gran cosa: una cierta postura, ponerse una prenda de ropa particular, pretender ser alguien, una frase pronunciada de cierta manera. A veces, es lo desconocido. Sabemos que hay algo ahí, acechando en los oscuros rincones de nuestra mente, pero no sabemos qué es.
Esto requiere mucha atención y habilidad por parte del dominante. Necesita mantener una profunda empatía con la sumisa a lo largo de toda la sesión, tirando de sus hilos emocionales, listo para sacarla si hay problemas. Si se tiene éxito, este tipo de sesión puede conducir al autodescubrimiento y la auto-transformación.
El mind-fucking es BDSM extremo
Excepto en sus formas más leves y de corto plazo, el mind-fucking debe considerarse un juego extremo. Debe hacerse después de una cuidadosa negociación y con buen conocimiento de la salud mental de la sumisa.
En el próximo artículo, exploraré en detalle los temas de consentimiento y seguridad en el mind-fucking.
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