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  • Dopamina: Por qué la heroína es adictiva pero la pornografía no

    Diferentes pautas de liberación de dopamina en la vía de la recompensa median la motivación y la adicción Las vías neuronales de la dopamina en el cerebro. Shutterstock 2328747187 Los mitos de la dopamina Hay mucha confusión en estos días sobre lo que hace la dopamina en el cerebro. La lógica es la siguiente: Las drogas producen adicción al liberar dopamina en el cerebro. Las actividades placenteras liberan dopamina en la misma región del cerebro. Por lo tanto, las actividades placenteras también deben producir adicción. No es una lógica demasiado sólida. Los detalles son importantes. A fin de cuentas, la dopamina se libera constantemente en el cerebro. Cuando se bloquea la liberación de dopamina en ratones, eso los priva de motivación para hacer nada, por lo que acaban muriéndose de hambre y de sed ( Wise and Jordan, 2021 ). Hay quien va incluso más allá ( Lembke, 2021 ). Razonan que demasiado placer debe acabar por agotar la dopamina del cerebro, lo que lleva a un estado insalubre de falta de motivación. Por lo tanto, debemos tratar de conservar la dopamina evitando placer excesivos. Como masturbarnos o ver porno. Hoy en día estas ideas empiezan a aparecer por doquier. Son la base del movimiento contra la masturbación NoFab . Sus ideas han sido absorbidas por movimientos masculinistas que buscan hacer a los hombres más varoniles, poderosos y menos dependientes del sexo. Pero también cuentan con el apoyo de feministas radicales, que llevan haciendo campaña contra la pornografía desde los años 70 . Y, por supuesto, a los conservadores religiosos siempre les encanta encontrar argumentos en contra de la pornografía, la masturbación, el sexo y cualquier cosa placentera. He aquí algunos ejemplos de estos mitos sobre la dopamina: La pornografía y la masturbación son adictivas. Los videojuegos son adictivos. Las redes sociales y los móviles son adictivos. Puedes volverte adicto al amor hacia una persona. Demasiado placer agota la dopamina del cerebro, lo que lleva a un estado de malestar, falta de motivación y falta de voluntad. El ayuno de dopamina (abstenerse de la droga o del comportamiento adictivo durante 30 días) puede usarse para salir de una adicción. ¿Hay comportamientos adictivos? Estas creencias se defienden en el libro Dopamine Nation , por la doctora Anna Lembke . Hace tres afirmaciones principales: Que comportamientos como la masturbación, ver pornografía, leer novelas románticas, videojuegos, usar las redes sociales y usar el móvil son tan adictivos como la cocaína y la heroína. Que el placer y el dolor deben mantenerse en equilibrio. Si se experimenta demasiado placer, se paga con dolor. Que las drogas y los comportamientos mencionados anteriormente requieren un ayuno de dopamina de 30 días para salir de la adicción. Estas creencias sobre la dopamina también aparecen en algunos episodios del podcast de Andrew Huberman , particularmente el del 16 de agosto de 2021, donde entrevista a la doctora Lembke, y el del 27 de marzo de 2023, “Aprovecha la dopamina para superar la procrastinación y optimizar el esfuerzo." En general, me gusta el Huberman Podcast. Proporciona buena información sobre neurociencia y buenos consejos para la vida. Sin embargo, hay veces (como estos episodios sobre la dopamina) en los que carece de rigor científico y pensamiento crítico. El libro The Compass of Pleasure , del Dr. David Linden, también defiende la idea de que podemos volvernos adictos al sexo y al amor. Sin embargo, lo hace como un añadido marginal. Su objetivo principal es explicar la implicación de la vía de recompensa de la dopamina en el placer. Es preocupante que estos prestigiosos neurocientíficos defiendan la idea de que las conductas pueden ser adictivas. Este artículo quiere analizar este tema a base de profundizar en los detalles de la liberación de dopamina en la vía de recompensa del cerebro. Para no alargarme, dejaré otras afirmaciones relacionadas con la dopamina para otra ocasión. Este es un tema polémico con importantes ramificaciones sociales y políticas. Si no se cuestiona, esta tendencia a considerar al sexo y al placer como adictivos puede iniciar una nueva era de puritanismo y represión. De ahí la importancia de tratarlo con el rigor científico necesario. Además de mi carrera de investigación de 40 años en la neurociencia del dolor y los opioides, he estudiado este tema de manera exhaustiva, aportando referencias a artículos científicos pares que respalden lo que digo. La vía neuronal de la recompensa En 1953, James Olds y Peter Milner eran becarios posdoctorales en la Universidad McGill de Montreal. A base de ser un pelín torpes, hicieron un descubrimiento de gran trascendencia ( Olds and Milner, 1954 ; Olds, 1958 ; Linden, 2012 ). Trabajaban en el laboratorio del neuropsicólogo Donald Hebb , famoso por formular una hipótesis sobre los mecanismos de la memoria. Olds y Milner estaban investigando el sistema reticular, un área en el mesencéfalo que controla los ciclos de sueño y vigilia. Pero los electrodos que implantaron en una rata en particular se desviaron y fueron a parar el en septum en lugar de la formación reticular. Cuando la rata se recuperó de la cirugía, la colocaron en una caja rectangular. Cada vez que la rata estaba en un rincón en particular, Olds le estimulaba su cerebro haciendo pasar corriente a través del electrodo. La rata pronto aprendió a volver a ese rincón. Aparentemente, le gustaba que su cerebro fuera estimulado en el septum. En esto se comportaba de forma distinta a las ratas que tenían electrodos en el sistema reticular. Olds y Milner pronto aprendieron hasta qué punto les gustaba a las ratas de que les estimularan el cerebro en esa región. Usaron un instrumento llamado caja de Skinner , en el que las ratas pueden presionar una palanca para enviarse un estímulo eléctrico al cerebro. Cuando les implantaron electrodos en esta región del cerebro, las ratas presionaban la palanca miles de veces por hora. Si se les ofrecía elegir entre agua o comida, por un lado, o presionar la palanca, por el otro, las ratas siempre optaban por presionar la palanca. Las ratas macho preferían presionar la palanca a aparearse con ratas hembra en celo. Las ratas hembras abandonan a sus crías para presionar la palanca. Era tentador llamar a esta vía neuronal la vía camino del placer. En cambio, lo llamaron la vía de la recompensa, o con el nombre más técnico de vía mesolímbica . A base de colocar sistemáticamente electrodos en diferentes partes del cerebro de ratas, los científicos trazaron un mapa de esta vía de recompensa. Recorre la mitad de la parte inferior del cerebro, de atrás hacia adelante, desde el área tegmental ventral (VTA) hasta el núcleo accumbens. También manda axones que contienen dopamina a la corteza prefrontal, la corteza cingulada anterior, el tálamo y el hipotálamo. Vías de la dopamina a diferentes zonas del cerebro. El VTA, junto con la substancia nigra, contiene muchas de las neuronas con dopamina del cerebro. Las neuronas de la VTA también mandan axones con dopamina ( dopaminérgicos ) a la corteza prefrontal (voluntad), la corteza cingulada anterior (toma de decisiones y planificación), la amígdala (miedo y la ansiedad) y el hipotálamo (control de las funciones corporales). Esto es importante porque la dopamina mantiene la función de estas áreas del cerebro durante largos períodos de tiempo. Por ejemplo, los efectos de la dopamina en la corteza cingulada anterior y la corteza prefrontal son esenciales para el estado de fluidez mental ( Kotler et al., 2022 ), un estado mental de esfuerzo sin esfuerzo aparente, atención concentrada y creatividad. Lo explico con detalle en mi artículo La neurociencia de la fluidez mental . ¿Qué se siente cuando te estimulan la vía de la recompensa? Inevitablemente, se colocaron electrodos en la vía de recompensa de humanos para ver qué sentían cuando se estimulaba. Al igual que las ratas, cuando a estas personas se les dio la oportunidad de estimular su propia vía de recompensa presionando una palanca, lo hicieron sin parar. Pero, ¿qué sintieron? En su libro The Compass of Pleasure , el neurocientífico David Linden dice que experimentaron euforia, un estado de bienestar y excitación, pero no nos da ninguna referencia a artículos que lo sustente. ¿Es la vía de la recompensa una vía del placer? Para empezar, veamos qué pasa con el orgasmo. En efecto, la VTA y el núcleo accumbens se activan durante el orgasmo ( Wise et al., 2017 ). Sin embargo, varias otras regiones del cerebro también lo hacen: la ínsula, el opérculo, la corteza cingulada anterior, la corteza orbitofrontal, la circunvolución angular derecha, el lóbulo paracentral, el cerebelo, el hipocampo, la amígdala, el hipotálamo y el núcleo rafe dorsal. En particular, la ínsula y el opérculo median emociones asociadas con sensaciones corporales, por lo que pueden ser clave para el placer que produce el orgasmo. El cíngulo anterior y la corteza prefrontal pueden mediar el deseo de continuar con la estimulación sexual. El hipotálamo media la liberación de oxitocina, que produce vinculación durante las relaciones sexuales. ¿Qué pasa con otros tipos de placer? El gusto por los dulces está mediado por una “zona hedónico” en la corteza del núcleo accumbens ( Mitchell et al., 2018 ). El placer que produce la música está asociado con la liberación de dopamina en el cuerpo estriado, que incluye el núcleo accumbens ( Salimpoor et al., 2011 ). Este estudio utilizó tomografía por emisión de positrones (PET) para obtener imágenes del cerebro cuando la dopamina desplaza las sustancia [11C]racloprida de los receptores de dopamina. La liberación de dopamina ocurrió cuando el gusto por la música alcanzó su punto álgido, según lo que decían los sujetos y medidas de la activación de su sistema nervioso autónomo. Ver fotos de la persona amada disminuye el dolor al activarse el núcleo accumbens, la amígdala y la corteza frontal ( Younger et al., 2010 ). Algunas neuronas dopaminérgicas en la vía de la recompensa responden a estímulos aversivos: cosas que nos desagradan, como el dolor y la angustia. La activación de algunas neuronas en el núcleo accumbens con receptores de dopamina se correlacionó con la faceta emocional del dolor ( Scott et al., 2006 ). La parte anterior (rostral) de la corteza del núcleo accumbens reacciona a cosas que nos gustan, mientras que su parte posterior (caudal) reacciona a los estímulos aversivos ( Hurley et al., 2017 ). Un artículo de revisión ( Salamone and Correa, 2012 ) objetó el nombre de vía de la recompensa, argumentando que en realidad es una vía de la motivación porque media el esfuerzo sostenido para lograr un objetivo. Otra revisión( Paredes and Agmo, 2004 ) argumentó que la dopamina no es importante para la motivación sexual o la recompensa sexual. Aunque este tema sigue siendo controvertido, yo diría que existe una gran evidencia de que la vía de la recompensa está involucrada tanto en el placer como en el dolor. Sin embargo, los científicos utilizan términos más precisos: recompensa en vez de placer y aversión en vez de dolor. Receptores de dopamina Hay cinco receptores de dopamina, numerados de D1 a D5 ( Seeman and Van Tol, 1994 ). Son proteínas en la membrana de las neuronas a las que se une la dopamina para enviar su señal. Estos cinco receptores se dividen en dos grupos: los receptores similares a D1, que incluyen los receptores D1 y D5, y los receptores similares a D2, que son D2, D3 y D4. Es importante destacar que estos dos grupos de receptores de dopamina tienen efectos opuestos en las neuronas. Los receptores D1 funcionan estimulando una proteína de señalización intracelular denominada proteína G alfa-s, que aumenta la producción de cAMP, un segundo mensajero que excita la neurona. Los receptores D2-like, en cambio, disminuyen la síntesis de cAMP activando una proteína G diferente: la proteína G alfa-i. Por lo tanto, inhiben las neuronas. Un subtipo de receptores D2, los D2-cortos, se localizan en los terminales presinápticos e inhiben la liberación de dopamina. Los receptores que proporcionan este tipo de retroalimentación negativa se denominan autorreceptores. Los receptores de dopamina más importantes en la vía de la recompensa son D1 y D2 ( Wise y Robble, 2020 ). Aproximadamente la mitad de las neuronas del núcleo accumbens tienen receptores D1, que tienen baja afinidad por la dopamina. Esto significa que su activación completa requiere altas concentraciones de dopamina. La otra mitad de estas neuronas tienen receptores D2, que tienen alta afinidad por la dopamina. Esto significa que concentraciones relativamente bajas de dopamina en el núcleo accumbens son capaces de activar la mayoría de los receptores D2. Dado que los receptores D2 son inhibidores, la liberación de pequeñas cantidades de dopamina inhibe el núcleo accumbens. Cuando la dopamina se libera en mayor cantidad, excita las neuronas del núcleo accumbens activando los receptores D1. Sin embargo, como los receptores D1 y D2 se encuentran en neuronas diferentes, el efecto final de su activación sobre el funcionamiento del núcleo accumbens depende del papel de estas neuronas. Desentrañar todo esto no es sencillo. Lo que está claro es que no podemos suponer que la liberación de dopamina en el núcleo accumbens tenga un efecto simple, como darnos placer o producir adicción. Depende de cuánta dopamina, dónde se libera, qué neuronas se activan y cuánto dura la liberación de dopamina. Por lo tanto, los patrones de liberación de dopamina son cruciales para determinar su efecto. Liberación de dopamina La clave para distinguir el efecto sobre la dopamina de drogas adictivas del efecto de conductas como masturbarse, ver pornografía o jugar a videojuegos reside en unos conceptos un tanto oscuros: liberación tónica y fásica de dopamina. Neurona y sinapsis de dopamina. Shutterstock image ID 1400463092. La dopamina, como otros neurotransmisores, se libera cuando los potenciales de acción en el axón de la neurona dopaminérgica alcanzan el terminal presináptico, que consiste en una ampolla separada por un estrecho hendidura del terminal postsináptico, que contiene los receptores de dopamina. En el terminal presináptico, la dopamina está almacenada en vesículas sinápticas. Cuando un potencial de acción alcanza el terminal presináptico, algunas de estas vesículas se fusionan con la membrana, liberando dopamina que luego atraviesa la sinapsis y se une a los receptores de dopamina en el terminales postsináptico. La dopamina no se queda en la sinapsis por mucho tiempo. Hay proteínas llamadas transportadores de dopamina (o sistemas de recaptura) que sacan a la dopamina de la hendidura sináptico y la devuelven a la terminal presináptica. Luego, la dopamina se vuelve a almacenar rápidamente en las vesículas sinápticas, o es degradada por una enzima llamada monoamino oxidasa (MAO). Liberación tónica de dopamina Las neuronas generan potenciales de acción en diferentes pautas. El disparo tónico es la pauta más simple. Consiste en potenciales de acción individuales separados por intervalos de tiempo de 150 a 500 milisegundos (ms). Un ms es una milésima de segundo, por lo que 500 ms es medio segundo. El disparo tónico libera pequeñas cantidades de dopamina que se une a los receptores D2 presentes no sólo en la sinapsis, sino en toda la superficie de la neurona postsináptica. La liberación tónica de dopamina no se genera por estímulos sensoriales provenientes del exterior, sino que está controlada por el estrés y hormonas relacionadas con la alimentación, como la leptina, la insulina y la grelina ( Wise and Robble, 2020 ). La liberación tónica de dopamina controla el estado motivacional del individuo, es decir, su voluntad por esforzarse para lograr un objetivo. Una tasa sostenida de liberación tónica mantiene los niveles basales de dopamina lo suficientemente altos como para activar los receptores D2 inhibidores de baja afinidad. Esto disminuye la excitación en el núcleo accumbens, lo que conduce a un estado de satisfacción. No hay necesidad de actuar. Cuando la liberación tónica es baja, la dopamina cae por debajo de los niveles en los que activa los receptores D2. Esto crea un estado de inquietud que impulsa al individuo a buscar algo para aliviarlo. Basándose en el aprendizaje previo, la persona se motiva a encontrar una recompensa (comida, sexo, una meta laboral) que incremente nuevamente la liberación tónica de dopamina. Por ejemplo, las hormonas de la alimentación pueden causar una caída en la liberación de dopamina tónica, lo que motiva al individuo a buscar comida. Liberación fásica de dopamina El disparo en ráfaga de potenciales de acción es más complejo que el disparo tónico . Consiste en varios grupos (ráfagas) de potenciales de acción a alta frecuencia: hasta 100 Hz, lo que significa un potencial de acción cada 10 ms. Disparo en ráfaga de potenciales de acción. Wikimedia Commons. El disparo en ráfaga cambia las sinapsis en base al proceso de plasticidad sináptica , que es como el cerebro almacena recuerdos. La plasticidad sináptica se compone de dos mecanismos opuestos: la potenciación a largo plazo (LTP), que aumenta la eficacia de la neurotransmisión, y la depresión a largo plazo (LTD), que la disminuye. El disparo en ráfaga de las neuronas dopaminérgicas induce la liberación fásica de dopamina. Fásico significa intermitente: se libera mucha dopamina muy rápidamente durante cada ráfaga de potenciales de acción. Esto aumenta tanto las concentraciones de dopamina en la sinapsis que los receptores D1 se activan por completo. Junto con la ráfaga de potenciales de acción, los receptores D1 inducen LTP en estas sinapsis, haciendo que el estímulo gratificante se grabe en la memoria . Algunas de estas sinapsis se encuentran en la corteza prefrontal o en la corteza cingulada anterior, donde impulsan las decisiones futuras. Parte de esta dopamina sale de la sinapsis y activa los receptores D2. Si los receptores D2 están en los cuerpos neuronales, esto amortigua el deseo. Pero cuando los receptores D2 están en sinapsis cercanas, las concentraciones más bajas de dopamina inducen LTD en ellas, con lo que estas sinapsis son menos eficaces en el futuro. Esto establece un contraste de señal/ruido entre las sinapsis activadas por un estímulo gratificante y las que no están relacionadas con él, aumentando el aprendizaje. La liberación fásica de dopamina está impulsada por estímulos sensoriales relacionados con recompensas (placer) o aversión (dolor). Se envían a la vía VTA-accumbens desde regiones del cerebro que asignan un valor emocional positivo o negativo a las señales sensoriales. Por ejemplo, la amígdala puede asignar miedo a una percepción, o la ínsula puede asignar placer a otra. Cómo media la dopamina la adicción a la cocaína y las anfetaminas Aunque todo esto pueda parecer muy técnico, la diferencia entre la liberación tónica y fásica de dopamina es esencial para explicar por qué las drogas son adictivas y comportamientos como ver porno o masturbarse no lo son. Comencemos con la cocaína . Actúa bloqueando la recaptura de dopamina: las proteínas que transportan la dopamina de regreso al terminal presináptico para terminar su efecto. Cuando las neuronas no pueden recapturar la dopamina, se sale de la sinapsis durante la liberación fásica de dopamina y activa a los receptores D2 de forma desmesurada. También la liberación tónica de dopamina produce niveles más altos de dopamina. La cocaína aumenta de 3 a 5 veces el nivel basal de dopamina en el núcleo accumbens ( Wise and Robble, 2020 ). Pero igualmente importante es que estos altos niveles de dopamina están presentes durante largos períodos de tiempo, mientras el efecto de la cocaína se hace sentir. Expuestos a demasiada dopamina durante largos períodos de tiempo, los receptores D2 disminuyen: se sacan de la membrana y se degradan. Así que ahora hay menos receptores D2 para señalar la satisfacción, lo que nos lleva a un estado de ansia. Al mismo tiempo, el placer que produce la cocaína envía una señal a través de los receptores D1 que crea una asociación de cocaína con recompensa. Esto, junto con el estado de ansia inducido por la disminución de los receptores D2, es lo que impulsa la búsqueda compulsiva de la droga que constituye la adicción. La anfetamina y la metanfetamina actúan de manera similar a la cocaína, excepto que no solo inhiben el transportador de dopamina, sino que lo invierten. También liberan dopamina de las vesículas sinápticas. Esto da como resultado aumentos en la dopamina extrasináptica incluso mayores que los producidos por la cocaína. Lo importante aquí es que los aumentos de dopamina producidos por la cocaína y las anfetaminas no están mediados por cambios en la liberación tónica o fásica de dopamina. No están relacionados con recompensas o aversiones. Es una interferencia antinatural que estropea completamente la vía de la recompensa. Cómo media la dopamina la adicción a los opiáceos Opiáceos como la heroína, la morfina, el fentanilo y la oxicodona (el infame OxyContin que provocó la epidemia de opiáceos en los EE. UU.) actúan mediante un mecanismo diferente. Las neuronas que liberan el neurotransmisor GABA son el principal sistema de frenos en el cerebro. El GABA es un neurotransmisor inhibidor que reduce el disparo de potenciales de acción en otras neuronas. Hay neuronas liberadoras de GABA ( GABAérgicas ) que hacen sinapsis con las neuronas de dopamina de la vía de la recompensa, proporcionando una retroalimentación negativa. Cuando hay demasiada liberación de dopamina en el núcleo accumbens, las neuronas GABAérgicas que van al VTA se activan, disminuyendo la liberación de dopamina. Estas neuronas GABAérgicas contienen receptores opioides mu, que son el sitio de acción de los opiáceos mencionados anteriormente. Cuando los receptores opioides mu se activan, la liberación de GABA disminuye. Esto alivia la liberación de dopamina de su inhibición, aumentándola, un fenómeno llamado desinhibición . Así es como los opioides aumentan la liberación de dopamina en la vía de la recompensa ( Johnson and North, 1992 ; Saigusa et al., 2017 , 2021 ). Como en el caso de la cocaína y las anfetaminas, se producen aumentos elevados y sostenidos de dopamina, lo que conduce a la disminución de los receptores D2. Esto genera un estado de ansia. Además, la activación anormal de los receptores opioides mu por los opiáceos parece inducir cambios a largo plazo en las neuronas GABAérgicas que reducen su capacidad para controlar la liberación de dopamina. Esto puede explicar por qué los opiáceos son aún más adictivos que la cocaína. Curiosamente, las endorfinas — los péptidos que activan de forma natural los receptores opioides — no producen adicción ( Stoeber et al., 2018 ). La razón de esto es complicada. Las endorfinas se degradan rápidamente por enzimas llamadas peptidasas ( Song and Marvizon, 2003 ), y esto limita la cantidad de tiempo que tienen para activar los receptores opioides. Otra razón es que los receptores opioides envían diferentes señales al interior de la célula dependiendo de si son activados por endorfinas o por drogas. Las señales intracelulares enviadas por las endorfinas terminan la acción de los receptores opioides mu al internalizarlos en la neurona, mientras que la morfina y drogas similares no producen la internalización de los receptores opioides mu ( Keith et al., 1996 ; Stoeber et al., 2018 ). Esto es importante porque significa que estímulos naturales que liberan endorfinas, como el sexo y el ejercicio, no producen adicción. Tanto las endorfinas como la morfina activan los receptores mu-opioides, pero no de la misma manera. El cannabis El delta9-tetrahidrocannabinol (THC) y el cannabidiol (CBD) son dos de los más de cien compuestos psicoactivos que se encuentran en la marihuana. Actúan sobre los receptores CB1, CB2 y GPR55 ( Lauckner et al., 2008 ; Pertwee, 2008 ). Los ligandos naturales de los receptores CB1 y CB2 son los endocannabinoides anandamida y 2-araquinodilglicerol (2-AG). Se llaman neurotransmisores retrógrados porque mandan señales en sentido contrario a los neurotransmisores normales: se sintetizan en los terminales postsinápticos y difunden al terminal presináptico, donde inhiben la liberación de neurotransmisores. Al igual que los opiáceos, los cannabinoides inhiben la liberación de GABA hacia las neuronas de dopamina de la vía de recompensa, lo que aumenta la liberación de dopamina por desinhibición ( Szabo et al., 2002 ). Sin embargo, el cannabis es mucho menos adictivo que los opioides y no produce síndrome de abstinencia ( Wise and Robble, 2020 ). Hay varias razones que explican esto. Los receptores CB1 también inhiben la liberación de glutamato hacia las neuronas de dopamina, y el glutamato aumenta la liberación de dopamina. El resultado final de esto es que los cannabinoides inhiben la liberación de dopamina, lo que modera su efecto estimulador a base de inhibir las neuronas GABAérgicas. Los cannabinoides aumentan la liberación fásica de dopamina ( Wise and Robble, 2020 ), en vez de su liberación tónica. También interactúan con las endorfinas para aumentar el "gusto" en lugar del "deseo" ( Mitchell et al., 2018 ). En estas dos cosas, el effecto del cannabis se parece más al efecto de estímulos naturales que al efecto de drogas adictivas. El CBD, actuando en los receptores CB2, disminuye la adicción a la cocaína ( Galaj et al., 2020 ). Otras sustancias adictivas Otras drogas adictivas tienen sus propios mecanismos de acción ( Wise and Robble, 2020 ). El alcohol es adictivo cuando se toma a menudo en grandes cantidades. A diferencia de otras drogas, sus efectos en el cerebro no están mediados por un receptor de neurotransmisor en particular, sino por su interacción con muchos receptores, que incluyen los receptores de glicina, los receptores de serotonina 5-HT3 y los receptores nicotínicos de acetilcolina. El alcohol produce solo pequeños aumentos en los niveles basales de dopamina, pero parece aumentar la liberación fásica de dopamina. Aun así, los alcohólicos muestran una disminución baja de los receptores D2 de dopamina similar a la producida por la cocaína, las anfetaminas y los opioides. La nicotina , la sustancia psicoactiva del tabaco, es un agonista de los receptores nicotínicos de acetilcolina, algunos de los cuales se encuentran en las neuronas dopaminérgicas del VTA. La nicotina aumenta la liberación de dopamina de estas neuronas. A largo plazo, disminuye los receptores D2de dopamina. Las benzodiacepinas (Valium) y los barbitúricos (fenobarbital) actúan modulando los receptores GABA-A, aumentando los efectos inhibidores del GABA. Parecen desinhibir la liberación de dopamina, como los opioides. Por qué los estímulos naturales producen liberación de dopamina pero no adicción Examinemos ahora cómo algunos comportamientos considerados adictivos afectan a la vía de la dopamina VTA-núcleo accumbens. Estos comportamientos incluyen ( Potenza, 2006 , 2014 ): comida: comer dulces y otros alimentos sabrosos ( Lindgren et al., 2018 ); sexo: masturbarse, ver pornografía, leer novelas románticas y eróticas, fetichismo, perversión; jugar: videojuegos, apuestas, juegos de azar; relaciones: redes sociales, apego ansioso, amor obsesivo ( Burkett and Young, 2012 ); compras; autolesionarse, como cortarse; ejercicio: cualquier deporte practicado en exceso; trabajo: adictos al trabajo. Todas ellas son actividades naturales. Aunque los videojuegos y las redes sociales se basan en la invención del ordenador y de la internet, los juegos, el cotilleo y las relaciones siempre han sido actividades humanas. Lo mismo puede decirse del sexo. La gente se ha masturbado, ha tenido sexo y ha visto a otros tener sexo desde los albores de la humanidad. Vivir hoy es mucho menos peligroso y aterrador que en la antigüedad. Es sólo que nuestra estimulación sensorial se ha vuelto más intensa con alimentos más sabrosos, imágenes sexuales más atractivas, juegos más emocionantes, etc. Los estímulos sensoriales fuertes activan la vía de la recompensa. Sin embargo, lo hacen induciendo la liberación fásica de dopamina . Esto es completamente diferente de las elevaciones prolongadas de los niveles basales de dopamina producidas por psicoestimulantes como la cocaína y las anfetaminas. Los estímulos sensoriales tampoco interfieren con la inhibición GABAérgica de la liberación de dopamina, como hacen los opiáceos . Los estímulos naturales afinan la liberación tónica de dopamina para ir modulando nuestra motivación a medida que ciclamos entre el deseo y la satisfacción . Por lo tanto, los estímulos que nos proporciona la tecnología moderna no son cualitativamente diferentes, en términos de liberación de dopamina, de las recompensas ancestrales con las que evolucionamos. No hay razón para pensar que cualquier actividad es capaz de producir los deseos aniquiladores y los síndromes de abstinencia que producen las drogas adictivas. Aun así, es cierto que algunas personas desarrollan fuertes compulsiones por los juegos de azar, comer en exceso o ver pornografía. Sin embargo, esto se explicaría mejor como una focalización excesiva del sistema de la dopamina hacia recompensas específicas (apuestas, comidas sabrosas, sexo excitante, etc.) y no como la corrupción de la vía de la recompensa que hacen las drogas adictivas. La vía de la recompensa también es sensible a los conflictos mentales. Por ejemplo, se activa con la decepción: cuando esperamos una recompensa y no la obtenemos. Cuando nuestros impulsos naturales hacia la comida o el sexo entran en conflicto con la vergüenza y la culpa derivadas de la imagen corporal (la desaprobación social por estar gordo) o la represión sexual de la religión, eso aumenta la liberación de dopamina en el núcleo accumbens. Es este conflicto, y no el placer de comer o masturbarse, lo que conduce a los comportamientos compulsivos. Cuanto mayor es el conflicto entre los impulsos naturales y la represión, más sentimos que no podemos controlar nuestro comportamiento. Esto explica por qué la "adicción al porno" se da a menudo en personas con una educación religiosa. ¿Es adictivo el sexo? Por desgracia, la ciencia se ha usado a menudo en el pasado para justificar el puritanismo y la represión sexual. Aún hoy en día, el deseo sexual excesivo se considera una enfermedad, denominada donjuanismo y satiriasis en los hombres y ninfomanía en las mujeres. Y no olvidemos que, hasta hace poco, la homosexualidad fue considerada un trastorno mental. Algunos artículos contemporáneos ( Blum et al., 2015 ) continúan esta tradición al asumir que desviaciones de las normas sexuales sancionadas por la sociedad son "mal-adaptativas" y necesitan ser curadas. Por ejemplo, Bloom et al. definen la adicción sexual como “cualquier conducta sexual compulsiva que interfiere con la vida normal y causa un estrés severo en la familia, los amigos, los seres queridos y el entorno laboral de uno”. Sin embargo, el estrés severo puede deberse a que familiares, amigos y compañeros de trabajo se niegan a aceptar formas no convencionales de sexualidad, como todavía sucede con la homosexualidad. El problema, entonces, no radica en con el comportamiento sexual en sí, sino en las actitudes intolerantes de la sociedad. De hecho, en su revisión de la literatura, Bloom et al. no encuentran evidencia alguna de que la hipersexualidad produce síndrome de abstinencia cuando se para la actividad sexual. Afirman que “las tasas de prevalencia de los trastornos relacionados con la adicción sexual oscilan entre el 3 % y el 6 %”, pero estos incluyen “masturbación excesiva, cibersexo, uso de pornografía, comportamiento sexual aberrante con adultos que dan su consentimiento, sexo telefónico, visitas a clubes de striptease y otros conductas adictivas”. Sin embargo, estos son comportamientos aceptados por la mayoría de las personas en las sociedades occidentales. Llamar adictivos a estos comportamientos se basa más en supuestos puritanos que en evidencia científica. Otros científicos se alinean mejor con los puntos de vista sexo-positivos modernos al mostrar que el comportamiento hipersexual es sólo el extremo en el rango normal del deseo sexual ( Steele et al., 2013 ; Prause et al., 2017 ). El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, Quinta Edición ( DMS-5 ) rechaza el concepto de adicción sexual ( Potenza, 2014 ). Se trata del documento estándar par el diagnóstico de enfermedades mentales en Estados Unidos. ¿Adicciones o compulsiones? La comunidad científica sigue debatiendo acaloradamente si algunos comportamientos son adictivos ( Potenza, 2006 , 2014 ). Un punto de vista emergente es que comportamientos compulsivos como comer en exceso, ludopatías, videojuegos y ver porno no son adicciones, sino que reflejan un déficit subyacente en la vía de la recompensa que hace que estas personas sientan que les falta algo y estén en un estado permanente de ansia. Este trastorno subyacente de la vía de la recompensa puede ser genético, producido por una enfermedad o derivado de un trauma. Solo abordando su verdadera causa pueden estas personas liberarse de su anhelo básico. Por lo tanto, curarlos de una "adicción" solo serviría para cambiar su compulsión a otro comportamiento. Por ejemplo, cuando los “adictos al sexo” no tienen acceso al sexo, comienzan a fumar o a comer en exceso. Intentar curar a estas personas de un comportamiento compulsivo corre el peligro de que al final caigan en el consumo de drogas adictivas, una situación mucho peor que el problema original. Conclusiones El cerebro es mucho más que la vía de recompensa del VTA al núcleo accumbens. Como cualquier otro sistema del cerebro, esta vía neuronal no funciona de forma aislada. Su función está íntimamente conectada con los sistemas sensoriales que sopesan la importancia de la información que nos llega y con las regiones del córtex que planifican las acciones. Intentar estudiar el comportamiento humano a través de la mirilla de la adicción es miope. Sí, hay muchas cosas en el mundo moderno que luchan por captar nuestra atención, pero no tienen el mismo control sobre nuestra voluntad que tienen las drogas sobre los adictos. Por supuesto, la búsqueda obsesiva del placer puede ser un problema. Pero también lo es encadenarnos a la represión del sexo y de otros placeres de la vida. Demasiada autodisciplina, culpa y vergüenza pueden causarnos sufrimiento al llevarnos a una búsqueda de éxito, dinero y fama impulsada por el ego. El puritanismo ha estado en la mente colectiva de los estadounidenses desde el nacimiento de esa nación. Dio origen a la Prohibición ya la Guerra contra las Drogas , intentos nefastos de eliminar el alcoholismo y la drogadicción a través de la criminalización. Una de las razones por las que libros como Dopamine Nation tienen tanto éxito es porque la narrativa del pecado y la redención — que subyace a los ciclos de abuso y sobriedad de muchos adictos — está profundamente arraigada en la psique americana. Decir que la pornografía y los videojuegos son adictivos socava la importancia que deberíamos darle al trágico problema de la adicción a las drogas. La actual epidemia de opiáceos en los Estados Unidos fue iniciada en 1996 por Purdue Pharma , dirigida por la familia Sackler, con su agresiva comercialización de OxyContin a los médicos estadounidenses. No fue causada por personas que perseguían el placer, sino por el ánimo de lucro. Su balance supera las 300.000 muertes. Nadie ha muerto por ver demasiado porno o jugar a videojuegos. Decir que la pornografía, la masturbación, los videojuegos y los móviles son problemas similares a la drogadicción es simplemente ridículo. Es un insulto a los millones de personas que han perdido seres queridos a causa de adicciones reales. Espero haber demostrado en este artículo que los mecanismos neuronales que subyacen a la drogadicción son distintos de los que nos motivan a hacer cualquier otra cosa en nuestras vidas. Incluyendo disfrutar de placeres como los juegos, el porno, el sexo y el amor. Referencias Blum K, Badgaiyan RD, Gold MS (2015) Hypersexuality Addiction and Withdrawal: Phenomenology, Neurogenetics and Epigenetics. Cureus 7:e348. Burkett JP, Young LJ (2012) The behavioral, anatomical and pharmacological parallels between social attachment, love and addiction. Psychopharmacology (Berl) 224:1-26. Galaj E, Bi GH, Yang HJ, Xi ZX (2020) Cannabidiol attenuates the rewarding effects of cocaine in rats by CB2, 5-HT(1A) and TRPV1 receptor mechanisms. Neuropharmacology 167:107740. Hurley SW, West EA, Carelli RM (2017) Opposing Roles of Rapid Dopamine Signaling Across the Rostral-Caudal Axis of the Nucleus Accumbens Shell in Drug-Induced Negative Affect. Biological psychiatry 82:839-846. Johnson SW, North RA (1992) Opioids excite dopamine neurons by hyperpolarization of local interneurons. J Neurosci 12:483-488. 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  • ¿Es verdad que a los hombres no les gusta comerte el coño?

    Lo que dice la ciencia sobre los gustos en sexo oral de los hombres y las mujeres Caracola rosa. Foto del autor. Este escrito se inspiró en un artículo publicado en Medium  en el que se afirmaba que a la mayoría de los hombres no les gusta dar sexo oral a las mujeres. Encima, culpa a los hombres de arrogarse derechos y tratar a las mujeres injustamente cuando tienen relaciones sexuales. Y te dicen que si no estás de acuerdo, esto sólo demuestra que eres culpable de eso — lo que se ha vendido a llamar una trampa de Kafka . Esto forma parte de un hábito desagradable en las discusiones en internet: convertir una conversación sobre un tema general en una inquisición sobre el comportamiento personal de uno de los interlocutores. Por favor, intentemos evitarlo. Creo que es importante abordar esta cuestión porque forma parte de una creencia popular en estos días: que los hombres son egoístas y maliciosos en el sexo. Debido a estas implicaciones éticas, es importante comparar las actitudes de los hombres hacia el sexo oral con las de les gusta respecto a recibir y dar sexo oral. Para tener en cuenta el efecto de la frecuencia de las relaciones sexuales, compararé las preferencias por el sexo oral con las preferencias por el coito pene-vagina (PIV), el acto sexual más estereotípico. Los datos que examinaré proceden de trabajos del grupo de investigación dirigido por Debbie Herbenick , profesora del Centro de Promoción de la Salud Sexual de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Indiana. La considero una de las mejores sexólogas de Estados Unidos. Sus investigaciones consisten principalmente en examinar actitudes y comportamientos sexuales, basándose en encuestas. ¿Cuántos hombres dicen que les gusta comer coños? La respuesta se da en este artículo (Herbenick et al., 2017) : Diversidad sexual en Estados Unidos: Resultados de una muestra probabilística representativa a nivel nacional de mujeres y hombres adultos . Herbenick, D., Bowling, J., Fu, T.J., Dodge, B., Guerra-Reyes, L. & Sanders, S. PLoS One. 2017. Número 7. Páginas e0181198. El hiperenlace lleva al PDF del documento completo. Se trata de un estudio exhaustivo de las preferencias sexuales de hombres (N=975) y mujeres (N=1046) estadounidenses. Se examinaron muchas prácticas sexuales, como el porno, el spanking, los tríos, el bondage y el uso de juguetes sexuales. El 91% de los encuestados eran heterosexuales, el 2,8% bisexuales y el 3,6% homosexuales. Por lo tanto, el efecto sobre los resultados del sexo oral entre hombres y entre mujeres debería ser pequeño. El documento contiene varias tablas de varias páginas en las que se enumeran muchas prácticas sexuales diferentes. La tabla 5 muestra en el porcentaje de hombres y mujeres a los que les gusta una determinada actividad sexual. Se dedican dos filas a recibir y dar sexo oral a mujeres, respectivamente, indicando los porcentajes de hombres y mujeres que lo encuentran muy atractivo, algo atractivo, nada atractivo o nada atractivo. Los hombres encuentran dar sexo oral: muy atractivo 41,3%, algo atractivo 35,2%, poco atractivo 10,6%, nada atractivo 12,8%. Las mujeres encuentran recibir sexo oral: muy atractivo 43,3%, algo atractivo 29,7%, poco atractivo 10,3%, nada atractivo 16,7%. Sumando las dos primeras cifras y las dos últimas cifras, obtenemos que al 76,5% de los hombres les gusta comer coños, mientras que al 23,4% no les gusta comer coños. Por lo tanto, sólo a 1 de cada 4 hombres no le gusta comer coños, lo que está lejos de ser una mayoría. Inesperadamente, los porcentajes de hombres a los que les gusta y a los que no les gusta practicar sexo oral coinciden en gran medida con los porcentajes de mujeres a las que les gusta y a las que no les gusta recibirlo. Mientras que al 73% de las mujeres les gusta el cunnilingus, al 27% no les gusta. Se trata de una cifra considerable, sobre todo si se tiene en cuenta que a casi el 17% no le gusta en absoluto. Comparemos con el gusto por dar y recibir mamadas Los hombres encuentran recibir sexo oral: muy atractivo 60,5%, algo atractivo 24,2%, nada atractivo 4,8%, nada atractivo 10,6%. Las mujeres encuentran dar sexo oral: m uy atractivo 21,3%, algo atractivo 36,6%, poco atractivo 20,0%, nada atractivo 22,1%. Aquí, las diferencias entre sexos son bastante pronunciadas. Mientras que al 84,7% de los hombres les gusta que se la chupen, sólo al 57,9% de las mujeres les gusta hacerlo. Sigue siendo una mayoría de mujeres, pero aquí es donde encontramos una diferencia significativa entre los sexos entre quienes dan y quienes reciben sexo oral. Comparemos esto con el coito pene-vagina (PIV) ¿Cuánto le gusta follar a la gente? Los hombres lo encuentran: muy atractivo 72,8%, algo atractivo 13,0%, poco atractivo 2,6%, nada atractivo 11,6%. Las mujeres lo encuentran: muy atractivo 69,9%, algo atractivo 19,7%, poco atractivo 3,5%, nada atractivo 7,0%. ¡Sorpresa! A las mujeres les gusta el coito PIV tanto como a los hombres: al 85,8% de los hombres y al 89,6% de las mujeres les gusta. La única diferencia es que a los hombres les gusta mucho, mientras que a las mujeres les entusiasma un poco menos. Sin embargo, el porcentaje de mujeres a las que no les gusta (10,5%) es menor que el de hombres a los que no les gusta (14,2%). Esto es lo contrario de lo que venimos escuchando de las feministas radicales desde los años 70: que las mujeres tienen sexo PIV sólo para satisfacer los deseos de los hombres.   "¡Pero espera!", dices. "¡Muy pocas mujeres llegan al orgasmo con el coito PIV!". Otro mito. Lo he desmentido en este artículo. Dogmas políticamente correctos que son falsos - "La mayoría de las mujeres no tienen orgasmos con la penetración" Es cierto, sin embargo, que el porcentaje de mujeres que llegan al orgasmo con el coito PIV, que es el 54,6% (Herbenick et al., 2018), o el 40%-60% de las mujeres de 25-54 años (Kontula y Miettinen, 2016), es menor que el casi 90% de las mujeres que dicen que les gusta. Aparentemente, una mujer no necesita experimentar un orgasmo durante el coito para que le guste. Follar es mucho más que correrse. Comparando el coito PIV con el sexo oral, a las mujeres les gusta más el coito PIV que el cunnilingus, el 90% frente al 73%. A los hombres, sin embargo, les gusta recibir mamadas tanto como el coito PIV, el 85% frente al 86%. ¿Si pero, cuántos hombres comen coños en realidad? Vale, eso es lo que dicen los hombres. ¿Pero qué es lo que realmente hacen? ¿Podrían estar mintiendo algunos de ellos? La respuesta está en la tabla 2 del mismo artículo científico. Aquí los datos son más complejos, porque se clasifican entre siete grupos de edad y si el sexo oral se practicó en el último mes, en el último año o a lo largo de la vida. Ignoremos los datos de toda la vida y examinemos los del último mes y los del último año. Hombres que practicaron sexo oral en el último mes Edades (años): 18-24, 25-29, 30-39, 40-49, 50-59, 60-69, 70+ Porcentajes: 32.9, 50.7, 41.5, 34.0, 36.8, 21.7, 21.4 Media = 34,0 Mujeres que recibieron sexo oral en el último mes Edades (años): 18-24, 25-29, 30-39, 40-49, 50-59, 60-69, 70+ Porcentajes: 35.8, 48.1, 51.3, 34.7, 28.3, 17.0, 8.5. Media = 31,8 En el caso de los hombres, el dar sexo oral alcanza su máximo entre los 25 y los 29 años, para luego disminuir con la edad. Esto es lógico, la gente tiene menos sexo a medida que envejece. Además, los hombres mayores pueden tener actitudes más conservadoras hacia el sexo. Por este motivo, utilizar el valor medio puede inducir a error. Una ligera mayoría de hombres (50,7%) en su apogeo sexual practicó sexo oral a mujeres. Como era de esperar, hay una buena correspondencia entre los hombres que dan y las mujeres que reciben sexo oral. Las principales discrepancias parecen producirse a partir de los 60 años. Los hombres mayores dan más sexo oral que las mujeres mayores reciben. ¿Quizás los hombres de más edad practican sexo oral a mujeres más jóvenes? Hay que reconocer que menos de la mayoría de los hombres practicaron, y las mujeres recibieron, sexo oral en el último mes. ¿Y en el último año? Hombres que practicaron sexo oral en el último año Edades (años): 18-24, 25-29, 30-39, 40-49, 50-59, 60-69, 70+ Porcentajes: 49.5, 69.4, 71.3, 67.9, 57.7, 42.3, 33.7. Media = 56,7 Mujeres que recibieron sexo oral en el último año Edades (años): 18-24, 25-29, 30-39, 40-49, 50-59, 60-69, 70+ Porcentaje: 59,7, 69,5, 68,7, 54,9, 49,4, 27,7, 16,2. Media = 49,2 En este caso, la mayoría de los hombres dieron, y las mujeres recibieron, sexo oral, hasta los 60 años. Para personas en su apogeo sexual, entre los 25 y los 40 años, las cifras son elevadas. Por lo tanto, la mayoría de los hombres comen coños. Sólo que muchos de ellos no lo hacen con tanta frecuencia. Sin embargo, dicen que les gusta hacerlo. ¿Están mintiendo? No, creo que muchos no tienen la oportunidad de hacerlo tan a menudo como quisieran. Como veremos, se produce un desajuste similar entre lo mucho que les gusta a los hombres recibir mamadas o tener relaciones sexuales PIV y lo que lo consiguen. De nuevo, hay una buena correspondencia entre los porcentajes de hombres que dan y los porcentajes de mujeres que reciben sexo oral hasta los 60 años. A partir de esa edad, muchas mujeres dejan de recibir sexo oral, mientras que los hombres siguen dándolo. Lo contrario ocurre en el grupo de edad de 18 a 24 años, donde un 10% más de mujeres recibieron sexo oral que hombres lo dieron. La explicación es probablemente que las mujeres tienden a recibir sexo oral de hombres mayores que ellas. Lo que probablemente ocurre no es que los hombres de más de 60 años les coman el coño a las mujeres menores de 24, sino que las mujeres reciben sexo oral de hombres de grupos de edad superiores, quizá sólo un poco mayores que ellas. ¿Cuántas mujeres hacen mamadas? Hombres que recibieron sexo oral en el último mes Edades (años): 18-24, 25-29, 30-39, 40-49, 50-59, 60-69, 70+ Porcentajes: 36.4, 66.0, 44.9, 42.4, 36.7, 27.9, 19.2 Media = 38,4 Mujeres que practicaron sexo oral en el último mes Edades (años): 18-24, 25-29, 30-39, 40-49, 50-59, 60-69, 70+ Porcentajes: 44.7, 53.5, 53.0, 41.6, 31.9, 19.7, 8.0. Media = 35,7 Aunque las medias no están muy alejadas, vuelve a haber un desajuste por edades. Los hombres mayores reciben más mamadas que las mujeres mayores. Supongo que las reciben de mujeres más jóvenes. Quizá por eso los hombres de 18 a 24 años reciben menos mamadas. El número de hombres que reciben mamadas mensualmente (38%, de media) es sólo un poco mayor que el número de hombres que comen coños (34%, de media). Esto no me parece terriblemente injusto, sobre todo teniendo en cuenta que a los hombres les gusta mucho más la felación que a las mujeres el cunnilingus. Hombres que recibieron sexo oral en el último año Edades (años): 18-24, 25-29, 30-39, 40-49, 50-59, 60-69, 70+ Porcentajes: 61.7, 76.1, 71.0, 75.1, 59.6, 46.2, 33.4. Media = 60,9 Mujeres que practicaron sexo oral en el último año Edades (años): 18-24, 25-29, 30-39, 40-49, 50-59, 60-69, 70+ Porcentajes: 57.3, 76.4, 73.8, 63.0, 54.3, 27.4, 16.2. Media = 52,6 De nuevo, más hombres mayores reciben más mamadas que las mujeres mayores proporcionan. Puede ser que las reciban de mujeres más jóvenes. Sin embargo, esta vez esto no representa una pérdida de mamadas por parte de hombres jóvenes. Se las chupan, sólo que no tan a menudo. Anualmente, las mujeres reciben menos cunnilingus (49%, de media) que las felaciones que dan (53%, de media). Pero, de nuevo, las diferencias son pequeñas. ¿Cuántos coitos PIV se producen? Relaciones sexuales vaginales en el último mes, hombres Edades (años): 18-24, 25-29, 30-39, 40-49, 50-59, 60-69, 70+ Porcentajes: 39.3, 68.9, 63.2, 62.3, 49.1, 44.1, 37.2. Media = 52,1 Relaciones sexuales vaginales en el último mes, mujeres Edades (años): 18-24, 25-29, 30-39, 40-49, 50-59, 60-69, 70+ Porcentajes: 52.1, 72.6, 77.3, 62.0, 52.8, 32.6, 14.6. Media = 52,6 Relaciones sexuales vaginales en el último año, hombres Edades (años): 18-24, 25-29, 30-39, 40-49, 50-59, 60-69, 70+ Porcentajes: 53.3, 74.4, 74.9, 79.3, 65.6, 57.5, 50.6. Media = 65,8 Relaciones sexuales vaginales en el último año, mujeres: Edades (años): 18-24, 25-29, 30-39, 40-49, 50-59, 60-69, 70+ Porcentajes: 62.1, 83.6, 85.3, 74.2, 64.5, 39.3, 23.8. Media = 62,4 Las mujeres tienen más relaciones vaginales que los hombres hasta los 60 años, edad en la que disminuye sustancialmente. Esto no es sorprendente, ya que las mujeres mayores sufren un adelgazamiento de las paredes de la vagina que puede hacer que las relaciones sexuales sean dolorosas y peligrosas (por las infecciones del tracto urinario y otros problemas). Sorprendentemente, las mujeres del grupo de edad de 18-24 años tienen coitos PIV con más frecuencia (cifras mensuales) que los hombres de la misma edad. Esto se corresponde con las mayores tasas de coitos PIV de los hombres mayores de 60 años, y no puede ser que las tengan con mujeres de su misma edad. Si comparamos el sexo oral con el sexo PIV, las cifras mensuales de los hombres son menores para las mamadas: el 34,4% recibió felaciones y el 52,1% practicó PIV. Anualmente, están mucho más cerca: 60,9% felaciones y 65,8% coitos PIV. Por lo tanto, los hombres reciben mamadas no tan a menudo como follan. En cuanto a las mujeres, el 31,8% recibió cunnilingus frente al 52,6% que practicó el coito PIV mensualmente, muy similar a los hombres. Anualmente, el 49,2% de las mujeres reciben cunnilingus frente al 62,4% que practican el coito PIV. Por lo tanto, a las mujeres se les come el coño menos de lo que follan. Sin embargo, a más mujeres les gusta el PIV que el cunnilingus, por lo que esto no me parece injusto. Otros estudios sobre el sexo oral Hay dos trabajos más del grupo de Herbenick con datos sobre sexo oral, pero sus resultados son similares a los que he dado antes. El primero se publicó en 2010 (Herbenick et al., 2010), por lo que las encuestas que presenta se realizaron una década antes. La evolución de los gustos sexuales es el tema del segundo trabajo, publicado en 2022 (Herbenick et al., 2022). Su principal conclusión es que la gente en EE.UU. tiene menos sexo. No sólo coito vaginal, sino también sexo oral y otros tipos de sexo en pareja. Lo único que aumentó fue la masturbación en solitario. El porcentaje de adultos que practicaron sexo oral en el último año disminuyó del 65,3% en 2009 al 60,4% en 2018. Los adultos que recibieron sexo oral en el último año pasaron del 67,1% en 2009 al 62,2% en 2018. En cuanto al coito PIV, las cifras son del 76,5% en 2009 y del 71,9% en 2018. Por lo tanto, una disminución del 5% en todos los casos. Las comparaciones entre géneros en ese estudio son bastante limitadas. No hay ninguna crisis de que los hombres no quieran comer coños Creo que las pruebas son bastante concluyentes. Una gran mayoría de hombres (75%) afirma que le gusta practicar sexo oral. El porcentaje de hombres que lo hacen con regularidad —mensualmente— es mucho menor (34%), pero eso incluye a hombres de todas las edades, de 18 a más de 70 años. Los hombres en su plenitud sexual comen coños con mucha más frecuencia. Además, el desajuste entre que los hombres deseen hacer algo y lo que realmente hacen también se da en otras actividades sexuales, como recibir mamadas (el 60% lo desea, el 38% lo consiguió en el último mes), y el coito PIV (el 73% lo desea, el 52% lo consiguió en el último mes). O entre mujeres que desean el coito vaginal (el 70% lo desea) y lo consiguen (el 53% lo consiguió en el último mes). Como cantaban los Rolling Stones , "no siempre puedes conseguir lo que quieres". Algo parecido ocurre con las mujeres que hacen mamadas: el 60% de ellas dice que le gusta hacerlo, pero sólo el 36% lo hizo en el último mes. Esto depende de la edad: el 53% de las mujeres de entre 35 y 40 años realizaron mamadas mensuales. Sí, son más que los hombres de la misma edad que hacen cunnilingus, pero eso no significa que los hombres sean injustos, si se tiene en cuenta que a más hombres les gusta recibir mamadas (85%) que a las mujeres recibir cunnilingus (73%). Y un 27% de las mujeres no quieren que les coman el coño. ¿Por qué los hombres que quieren comer coño no lo hacen? Tus conjeturas son tan buenas como las mías. Los artículos que cito no se dedican a buscar las causas. Sin embargo, es probable que haya otras causas aparte de la falta de disposición de los hombres a practicar sexo oral. Puede ser que los hombres a los que les gusta comer coños estén emparejados con mujeres a las que no les gusta, de las que hay un porcentaje considerable (27%). La diferencia entre las cifras mensuales y anuales podría explicarse porque los hombres entran y salen de relaciones, o mantienen relaciones a larga distancia. En el caso de parejas de mayor edad, parejas con hijos y los matrimonios de larga duración, no es infrecuente mantener relaciones sexuales menos de una vez al mes. Moraleja Hablemos de qué es justo. El asumir que los hombres no quieren comer coños lleva a culpar a los hombres de no respetar los cuerpos de las mujeres o de no tener en cuenta su placer. Esas acusaciones se han convertido en algo común en el feminismo de cuarta ola, que no para de culpar a los hombres. Eso está alejando a los hombres, no sólo del feminismo, sino del progresismo en general. Y así pasa lo que pasa: Trump. Por eso me parece tan importante desmentir esa desinformación. Los hombres consideran que estas acusaciones son injustas. La evidencia que aporto en este artículo demuestran que tienen razón, al menos en lo que se refiere al sexo oral. He demostrado que los hombres quieren comer coños tanto como las mujeres quieren dar mamadas. Y que lo hacen tan a menudo como las mujeres dan mamadas. Y no es que los hombres coman coños para convencer a las mujeres de tener coitos vaginales. Las mujeres no necesitan que las convenzan porque desean el coito vaginal tanto como los hombres. Y lo hacen más a menudo que los hombres. Pero hay una cuestión ética más profunda. Una de las victorias del feminismo fue establecer que las mujeres tienen derecho a decir no al sexo, y a decir no a determinados actos sexuales. Si una mujer no quiere hacer mamadas, nadie cuestionaría su derecho a no hacerlo. Al menos, no en un entorno progresista. No se debe avergonzar, culpar ni coaccionar a las mujeres para que realicen actos sexuales que no quieren hacer. Lo mismo debería aplicarse a los hombres. A menos que queramos imponer un doble rasero que contradiga cualquier afirmación de que el feminismo se basa en la igualdad entre los géneros. Dicho de otro modo, los hombres y las mujeres tienen derecho a la autonomía personal, lo que significa que no se les debe obligar a hacer cosas contra su voluntad. Cuando culpas y avergüenzas a la gente por no tener el sexo que no quieren tener, estás violando su autonomía personal. Eso no significa que no debamos hacer cosas sexuales que no nos gusten para complacer a nuestra pareja. Pero debemos hacerlas por voluntad propia. Por generosidad, no por coacción. El podcaster Dan Savage #savagelovecast dice que el sexo debe ser bueno, generoso y enrollado. Bueno significa que tienes las habilidades y conoces tu cuerpo y el de tu pareja lo suficientemente bien como para tener buen sexo. Generoso significa que tratas el sexo como un regalo de placer a tu pareja. Enrollado significa que estás abierto a probar cosas sexuales que interesan a tu pareja, aunque no te gusten al principio (a menos que sean límites definitivos para ti). Tenemos que dejar de llevar la política al dormitorio. Tenemos que dejar de tratar el sexo como una reivindicación. Tenemos que dejar de ser tan críticos con el sexo, examinándolo bajo un microscopio en busca de cualquier signo de injusticia. El sexo debe ser generoso y juguetón, no una transacción o un campo de minas político. Quizá si lo tratáramos así, se invertiría esa tendencia a que la gente tenga menos relaciones sexuales. Referencias Herbenick D, Fu TJ, Arter J, Sanders SA, Dodge B (2018) Women's Experiences With Genital Touching, Sexual Pleasure, and Orgasm: Results From a U.S. Probability Sample of Women Ages 18 to 94. J Sex Marital Ther 44:201–212. Herbenick D, Rosenberg M, Golzarri-Arroyo L, Fortenberry JD, Fu T-c (2022) Changes in Penile-Vaginal Intercourse Frequency and Sexual Repertoire from 2009 to 2018: Findings from the National Survey of Sexual Health and Behavior. Arch Sex Behav 51:1419–1433. Herbenick D, Reece M, Schick V, Sanders SA, Dodge B, Fortenberry JD (2010) Sexual behavior in the United States: results from a national probability sample of men and women ages 14-94. The journal of sexual medicine 7 Suppl 5:255–265. Herbenick D, Bowling J, Fu TJ, Dodge B, Guerra-Reyes L, Sanders S (2017) Sexual diversity in the United States: Results from a nationally representative probability sample of adult women and men. PLoS One 12:e0181198. Kontula O, Miettinen A (2016) Determinants of female sexual orgasms. Socioaffective neuroscience & psychology 6:31624–31624.

  • Tú eres tu inconsciente

    Deja de rechazar tu inconsciente si quieres tener una mente integrada Si la consciencia es la cascada, el inconsciente es el río que la alimenta. Cataratas de Yosemite. Foto del autor. Junio de 2024. El consciente y el inconsciente He llegado a la conclusión de que estamos planteando mal los principales problemas de la mente: el problema de la consciencia y el problema del libre albedrío. Pensamos que nuestra experiencia subjetiva es todo lo que ocurre en nuestra mente cuando, en realidad, es sólo una pequeña parte. Una de las muchas tonterías que oímos decir sobre la consciencia es que es una ilusión. No lo es, la consciencia es real. Lo que es una ilusión es considerarla algo separado del resto de la mente, que es inconsciente. Si miras a la evidencia, te das cuenta de que hay una separación difusa entre lo consciente y lo inconsciente. Hay un constante flujo entre los dos. Como sostiene Daniel Dennett  en su libro Consciousness Explained (La consciencia explicada ), el que consideres consciente o inconsciente algo que ocurre en tu mente depende de si lo estás experimentando ahora o intentas recordarlo más tarde. Algo que es ahora claramente consciente puede parecer inconsciente más tarde porque lo has olvidado. En otras palabras, somos conscientes de las cosas que están presentes en la memoria de trabajo, el espacio en nuestra mente donde manipulamos sensaciones, ideas, recuerdos y emociones. Sin embargo, tendemos a olvidar la mayoría de las cosas que estaban en la memoria de trabajo hace un momento. Entonces, ¿cómo sabemos que éramos conscientes de ellas? El falso conflicto entre lo consciente y lo inconsciente La cuestión clave es: ¿quiénes somos? La gente piensa que sólo somos la parte consciente de su mente. Si es así, todo lo que hace el inconsciente les parece que lo hace otra persona. Cuando se dan cuenta de la fuerte influencia que el inconsciente tiene sobre ellos, sienten que pierden el control. Es como si otra persona dirigiera sus mentes. Esto, inevitablemente, lleva a la conclusión de que no tenemos libre albedrío. De hecho, somos tanto nuestro consciente como nuestro inconsciente, porque no hay separación entre ellos. Cuando nos damos cuenta de que somos la totalidad de nuestra mente, consciente e inconsciente, comprendemos que realmente somos capaces de tomar decisiones, aunque siempre surjan del inconsciente. Lo que arroja una nueva luz sobre el problema del libre albedrío. Cómo funciona la mente Recopilando todo lo que sé sobre neurociencia, así es como creo que funciona nuestra mente. Nuestro cerebro está siendo constantemente bombardeado por un aluvión de sensaciones: visuales, auditivas, táctiles, olfativas, gustativas, dolor, picor y sensaciones internas. Estas sensaciones deben priorizarse en función de su valor para la supervivencia y su relevancia para lo que estamos haciendo en ese momento. El cerebro lo hace asignando una emoción a cada sensación. Las sensaciones que despiertan emociones fuertes —por ejemplo, el dolor— tienen mayor prioridad, lo que se denomina saliencia . Otras sensaciones adquieren prioridad porque son relevantes para lo que estamos haciendo. Por ejemplo, si estoy escalando, la sensación táctil de las presas en mis manos gana saliencia. Las sensaciones más destacadas se reúnen en una representación del mundo construida en un espacio de trabajo  en nuestra mente, donde se utiliza para tomar decisiones sobre qué hacer a continuación. En mi ejemplo de la escalada, la representación visual de la pared rocosa se une a las sensaciones de mis manos y pies y a las sensaciones internas sobre la posición de mi cuerpo y la tensión de mis músculos. Esto me permite tomar la decisión sobre el siguiente movimiento. Puedo soltar la mano derecha sin caerme y agarrarme a lo que veo a mi alcance. Sólo soy consciente de lo que hay en el espacio de trabajo en cada momento. La consciencia y el espacio de trabajo son similares. Sin embargo, esto es sólo una parte de la historia. El espacio de trabajo funciona porque hay una serie de sensaciones entrantes que se alinean para entrar en él en la parte inconsciente de la mente. Una vez que las sensaciones dejan de ser relevantes, pierden saliencia y son relegadas de nuevo al inconsciente. El inconsciente fluye hacia el consciente y de vuelta al inconsciente. Si la consciencia es una cascada, el inconsciente es el río. El río desemboca en una cascada, que vuelve a formar un río. No hay cascada sin río. Según esta visión, el inconsciente es algo intrínseco al funcionamiento de la mente. No es ese cuarto oscuro lleno de monstruos que pintaron los primeros psicoanalistas. No se crea porque reprimamos ciertos contenidos mentales que nos resultan traumatizantes. Es posible que exista un subconsciente reprimido, pero formaría una pequeña parte del inconsciente. Cómo se toman las decisiones Por lo tanto, las decisiones no las toma la consciencia. Durante la escalada, el ensamblaje de los movimientos para alcanzar el siguiente punto de apoyo se produce inconscientemente en el córtex motor y el cerebelo. Incluso la orden de "adelante" para iniciar la acción del siguiente movimiento la da el inconsciente y se presenta a la consciencia después del hecho. Esto se debe a que se necesita un tiempo relativamente largo para construir una representación en el espacio de trabajo de la consciencia, por lo que todo tiene que suceder antes de que nos demos cuenta de que ha sucedido. El neurocientífico Antonio Damasio resumió esta idea diciendo que "siempre llegamos tarde a la consciencia". Si creemos que las únicas decisiones que cuentan para el libre albedrío son las decisiones tomadas por la consciencia, entonces no tenemos libre albedrío, porque cada decisión es ensamblada y tomada por el inconsciente. Pero si creemos que las decisiones que ocurren en mi mente son mis decisiones, entonces que se tomen a nivel inconsciente no invalida el libre albedrío. Yo decido, porque ese "yo" es mi inconsciente y mi consciente trabajando juntos. No hay separación entre el inconsciente y el consciente. La mente no funciona así. Emociones Empezando por el famoso caso de Phineas Gage y siguiendo por los numerosos experimentos realizados en humanos por Antonio Damasio y su esposa Hanna Damasio , hay abundantes pruebas de que las emociones son una parte esencial de la toma de decisiones. Toda decisión implica asignar un valor a cada una de las opciones que tenemos. Ese valor es una emoción. Es algo parecido o como las emociones establecen la saliencia de las sensaciones para determinar si se hacen conscientes o no. Por lo tanto, la antigua división entre las partes racional y emocional de la mente no existe. Razonamos con nuestras emociones. Cada pensamiento está cargado de emociones. Lo que pasa es que no reconocemos algunas de las emociones que intervienen en el razonamiento porque no son las habituales —como la ira, la tristeza o el miedo—, sino otras más oscuras como la curiosidad, el interés, la sorpresa ("esto es inesperado"), el descubrimiento ("¡ajá!"), la veracidad ("esto es correcto") y la falsedad ("esto es incorrecto"). La próxima vez que leas un artículo de mala calidad, presta atención a las fuertes emociones que surgen cuando te das cuenta de que el autor se equivoca en su razonamiento o se está inventando las cosas. Intuición Hay un gran componente inconsciente en el razonamiento porque la información que se procesa en la mente es demasiado grande para ser representada en su totalidad en la consciencia. Por lo tanto, nuestro inconsciente puede llegar a conclusiones que, para nuestra mente consciente, parecen surgir de la nada. Eso es lo que llamamos intuición. La intuición no es mágica. No sale de nuestras entrañas. Es simplemente un razonamiento inconsciente. Mientras hacía ciencia, a menudo tenía corazonadas e inspiraciones repentinas. Aunque iban acompañadas de la fuerte sensación de que son ciertas, luego necesitaba examinar su racionalidad, paso a paso, para comprobar si tienen sentido. Las intuiciones son baratas. No siempre podemos fiarnos de ellas, a menudo se equivocan. Sin embargo, a menudo el razonar en base a la intuición sirve para reconstruir algo que mi inconsciente ya ha hecho. Otro tipo de intuición consiste en saber lo que sienten y piensan los demás. Esto se llama “teoría de mente” y es una facultad exclusivamente humana. Procesamos inconscientemente mucha información sobre otras personas en base a la expresión de su cara, el tono de su voz, la posición de su cuerpo y la construcción de sus frases, que integramos como una representación interna de la mente de la otra persona. Sentimos lo que ellos sienten. Empatizamos. El ego El ego —o lo que los psicoanalistas llaman el superego— es una parte de nuestra mente inconsciente que nos reprende cuando hacemos algo mal y se lleva el mérito cuando tenemos éxito. Se basa en las emociones opuestas del orgullo y la vergüenza. Interiorizamos las amonestaciones de nuestros padres y profesores y creamos una figura interna que nos dirige en nuestra vida. El ego es especialmente fuerte en las personas de éxito y puede hacerlas desgraciadas, lo que podría ser el origen del estereotipo del triunfador deprimido. Hay varios problemas con el ego. Puede convertirse en un dictador interno que intenta controlar todo lo que ocurre en nuestra mente. Como se basa en una validación externa a nosotros, crea objetivos que están en desacuerdo con lo que realmente queremos, con las cosas que nos hacen felices. El ego se fija en la meta, no en el proceso, lo que nos impide entrar en el estado de fluidez mental. Cuando el ego intenta controlar otras partes de nuestro inconsciente, obstaculiza su actividad y frena la creatividad. Como todo lo demás en la mente, el ego tiene su sitio. Sin embargo, en nuestra sociedad excesivamente competitiva, tendemos a desarrollar egos sobredimensionados que nos hacen la vida imposible. La ética puritana, las religiones y ciertas filosofías fomentan el crecimiento de egos malsanos y nos impiden ver el daño que causan. ¿Existe un inconsciente reprimido? La idea del subconsciente surgió en el siglo XIX y se convirtió en el centro del psicoanálisis. Sigmund Freud se dio cuenta de que hacemos cosas por motivos distintos de los que pensamos, normalmente relacionados con el sexo o con traumas infantiles. Para él, el inconsciente existe porque somos incapaces de enfrentarnos a esos motivos ocultos. El inconsciente reprimido es diferente de la idea de inconsciente que he explicado antes. El inconsciente está ahí, no porque haya ideas y motivaciones reprimidas, sino porque así es como funciona el cerebro. Aun así, puede ser cierto que algunas ideas tengan suficiente carga emocional para entrar en la consciencia, pero crean tal conflicto interno en la mente que algún mecanismo protector las mantiene en el inconsciente. Sin embargo, se trata de una anomalía y no de cómo funciona normalmente la mente. Carl Gustav Jung , otro de los padres del psicoanálisis, propuso la idea del inconsciente colectivo. Consiste en una serie de mitos y arquetipos que absorbemos de nuestra cultura porque resuenan profundamente con nuestras necesidades psicológicas. La idea del inconsciente colectivo ha sido útil para entender la literatura y el arte. Por ejemplo, Joseph Campbell la utilizó para encontrar los mitos comunes que forman parte de distintas culturas y que aparecen, una y otra vez, en novelas y películas: la Senda del Héroe. Expandir la consciencia El inconsciente es la mayor parte de nuestra mente, porque sólo una pequeña fracción de lo que experimentamos en cada momento tiene suficiente relevancia para entrar en la consciencia. Si no fuera así, nuestro espacio de trabajo mental estaría tan abarrotado que no podríamos hacer nada. Sin embargo, la consciencia puede funcionar de muchos modos. Puede estar concentrada en un pequeño conjunto de sensaciones, ideas y emociones. O puede estar difusa, abierta a muchas de las cosas que experimentamos. Es como uno de esos objetivos fotográficos que pueden ir de gran angular a teleobjetivo. Muchas de las cosas que hacemos en la vida moderna tienden a poner nuestra consciencia en un estado de concentración. Así, cuando vemos una película excluimos todo excepto lo que aparece en la pantalla. Algo parecido ocurre cuando leemos un libro, estudiamos o escuchamos una conferencia. Esto crea el hábito de estar en un estado focalizado de consciencia. En la situación extrema, caemos en la visión de túnel. Las emociones fuertes hacen que nuestra consciencia se centre tanto en alguna idea que se vuelve obsesiva y no podemos quitárnosla de la cabeza. En cambio, los cazadores-recolectores de nuestro entorno evolutivo tenían que vivir en un estado de consciencia amplia, para ser conscientes de pequeños cambios en su entorno que podían señalar la presencia de un depredador o un cambio social en su tribu. La atención plena (“mindfulness”) y algunas formas de meditación contrarrestan nuestros hábitos de consciencia focalizada prestando atención deliberadamente a tantas sensaciones como sea posible. Al mismo tiempo, reducimos nuestras emociones sin juzgarlas, de modo que ninguna emoción se haga lo suficientemente fuerte como para dar saliencia a un contenido mental en particular. Drogas como el cannabis y los psicodélicos (psilocibina, LSD, mezcalina, etc.) aumentan la saliencia de nuestras sensaciones y alteran todo el proceso de presentación de contenidos mentales a la consciencia. De este modo, una parte de la mente inconsciente de la que no solemos ser conscientes se hace consciente, revelando aspectos ocultos de nosotros mismos. Así es como el mindfulness y los psicodélicos expanden verdaderamente nuestra consciencia: amplían nuestro abanico de experiencias dándonos acceso al inconsciente. Hacen que la consciencia se expanda hacia el inconsciente. No existe la ‘consciencia pura’ Hay algunas ideas místicas sobre la consciencia que parecen intentos de recuperar el concepto religioso de un alma inmortal. El racionalizar nuestros deseos nos hace resistirnos a la idea de que un día moriremos: que nuestra mente, consciente e inconsciente, simplemente dejará de existir. Por eso nos atrae la idea de que nuestra consciencia es algo mágico, imposible de explicar, que existe independientemente del resto de nuestra mente. Así, esperamos que pueda desprenderse de algún modo de nuestro cerebro cuando muramos e irse a vivir a otra parte. Personas como Sam Harris  creen que pueden experimentar la consciencia pura . Dicen que, cuando meditan, experimentan un estado en el que sólo hay consciencia, sin sensaciones, ideas o emociones que la llenen. Al igual que San Harris, yo también he meditado mucho, pero nunca he experimentado ese estado de consciencia pura. Lo consideraba como algo que dicen los principiantes en meditación cuando experimentan estados de silencio interior que nunca antes habían vivido. El diálogo interno y la música constante que suenan normalmente en nuestra mente desaparecen. Puede parecer que no hay ideas, ni recuerdos, ni sensaciones. Por lo tanto, sólo hay consciencia. Sin embargo, esto no es más que una ilusión. Si sólo hubiera consciencia, entonces no podríamos recordar la experiencia, porque el registro de la experiencia sería algo que llena la consciencia. El meditador se dice a sí mismo: "estoy experimentando la consciencia pura", pero eso ya es un contenido de la consciencia. Por lo tanto, no está experimentando la consciencia pura. De hecho, grabaciones de electroencefalograma (EEG) durante la meditación de monjes Zen con mucha experiencia muestran que se vuelven más sensibles a los estímulos externos, no menos (Tomio Hirai, Zen Meditation and Psychotherapy ). Aprender a vivir con el inconsciente Mi práctica espiritual actual se centra en integrar mi mente abriendo mi consciencia a mi inconsciente. También intento disipar la ilusión de que yo soy mi consciencia. Ambas cosas pueden lograrse practicando la atención plena para desarrollar la meta-atención : la capacidad de ser conscientes de a qué estamos prestando atención y de cómo dirigimos nuestra atención. Al hacerlo, me doy cuenta de cómo mis contenidos mentales fluyen dentro y fuera de la consciencia. Al cultivar la fluidez mental , experimento estados mentales de falta de ego y creatividad. De hecho, la fluidez mental significa un flujo sin obstáculos de contenidos del inconsciente al consciente. Al abandonar la ilusión del control consciente sobre la mente inconsciente, podemos liberar todo el potencial creativo de nuestra mente. La mayor parte del tiempo, voy por la vida como un zombi inconsciente, y eso no es un problema. Cuando conduzco, una parte inconsciente de mi mente está al volante. Cuando esquío, mi cuerpo fluye automáticamente en cada curva y, si intento controlarlo en exceso, meto la pata. Cuando escalo, mi mente consciente vacila ante un movimiento aparentemente imposible, pero entonces mi cuerpo va y lo hace de todos modos. Esto no significa que vaya por la vida sin control. De hecho, la gente que me conoce se maravilla de mi autodisciplina. Hago ejercicio con regularidad, no como en exceso, escribo varias horas todos los días y no tengo malos hábitos ni compulsiones. No es que tenga una voluntad férrea, sino que he llegado a un buen acuerdo con cada parte de mí sobre lo que "queremos" hacer. Hábitos mentales La mejor manera de desarrollar autodisciplina es cultivar buenos hábitos. Entonces, el inconsciente hace lo que hay que hacer y no hay necesidad de presionarme ni de darme sermones a mí mimo. Es como ducharme y lavarme los dientes: se hace una y otra vez hasta que no hay duda de que hay que hacerlo. Los hábitos más importantes que hay que cultivar son los emocionales. Si te permites estar enfadado, temeroso o triste, desarrollas una inercia a tener esas emociones. Por el contrario, si cultivas la paciencia, el coraje y la alegría, adquirirán permanencia. Del mismo modo, los estados de consciencia forman hábito. Si entras en fluidez mental todos los días, entrarás en ese estado de forma natural. Si trabajas la atención plena, tendrás la meta-atención necesaria para descubrir tus estados mentales negativos y corregirlos. Pero si vives rodeado de confusión, confrontación y negatividad, esos estados se harán permanentes en tu consciencia. El Disk Jockey Otra cosa que hago es familiarizarme con las distintas partes de mi mente inconsciente. Me hago amigo de ellas, en lugar de intentar controlarlas. Por ejemplo, está el disk jockey. Probablemente tú también lo tengas. Es la parte de tu mente encargada de poner constantemente canciones y música de fondo. Todos hemos tenido la experiencia de que nuestro disk jockey se queda atascado en una canción pegajosa. Cuando eso ocurre, tal vez el disk jockey está intentando alertarte de que estás en un estado mental de baja energía o cayendo en emociones negativas. El disk jockey es un buen tipo, aunque a veces es un poco tontorón. Háblale amablemente. Dile: "¡Eh, disk jockey, ya basta! ¿Qué tal la canción que va...?". Luego ponle una canción en tu mente. En la mayoría de los casos, le gustará. Si no, sugiérele otra canción. ¡Es mejor que Spotify, te lo aseguro! El diálogo interno También está el diálogo interno. Yo lo tengo en dos idiomas, inglés y español. Es útil darme cuenta de en qué idioma hablo conmigo mismo porque tengo personalidades diferentes en cada uno. El español es la parte más antigua, emocional e infantil de mí, mientras que el inglés es más reciente, racional y serio. Hay una parte molesta de mi inconsciente que me dice cosas desagradables (siempre en español) cuando siento miedo o vergüenza. Durante mucho tiempo, intenté apartarla. Ahora me he dado cuenta de que es una parte infantil de mí que necesita que la tranquilicen y la consuelen. Me hace saber que las cosas no están tan bien como creo, que debo tener más cuidado con lo que hago. Gestionar el diálogo interno es clave para muchas cosas que hacemos en la vida. En The Rock Warrior's Way , Arlo Ilgner explica cómo utilizar el diálogo interno para dirigir la atención mientras se practica la escalada. Esto es esencial para lograr la famoso fluidez mental del escalador. Del mismo modo, la fluidez mental al escribir escritura consiste en evocar un diálogo interno sobre lo que vamos a escribir. Lo más sorprendente es cuando escribo ficción. He creado varios personajes tan bien desarrollados que hablan con voz propia dentro de mi cabeza. Sólo tengo que teclear lo que les oigo decir. De hecho, eso es lo que ocurre con el diálogo interno: no tenemos más remedio que escucharlo. Sin embargo, se puede dirigir. Cómo hacerlo implica una sutil negociación en tu interior, algún empujoncito aquí y allá. Lograr una mente integrada Algunas partes de tu inconsciente son infantiles. Les afectan fácilmente tus emociones y a menudo necesitan que las consueles y tranquilices. Otras partes son inesperadamente sabias, como un viejo gurú sentado dentro de tu cerebro. El ego intenta controlar a las otras partes, a menudo sin mucho éxito. El diálogo interno y el disk jockey aumentan el ruido dentro de tu cabeza. Sí, hay un ‘yo’ consciente que parece tomar decisiones y dirigir a  demás partes de la mente. El cerebro anterior y el córtex del cíngulo anterior trabajan juntos para tomar decisiones. Pero gran parte de su trabajo permanece oculto tras las cortinas. Una mente sana es una mente en la que todas las partes trabajan juntas, en lugar de estar en conflicto unas con otras. Tienes que aprender a hacer las paces con tu inconsciente. Sólo entonces integrarás verdaderamente tu mente. Y sólo una mente integrada es una mente sana. No puedes integrar tu mente si rechazas tu inconsciente, si lo consideras algo que no eres tú. Ésta es quizá la tarea más difícil. Abandonar la ilusión de que sólo eres lo que eres capaz de ver dentro de tu mente. Tenemos que aceptar que hay partes invisibles de nuestro ser que son tan ‘yo’ como nuestra consciencia.

  • Tipos de ego

    Con su aspectos beneficiosos y dañinos La pista de esquí Wipeout Chute, en Mammoth Mountain, California. Foto del autor. Soy de la opinión de que el ego es la parte de nuestra mente que dirige nuestro comportamiento, basándose en nuestras emociones autoconscientes de vergüenza, orgullo y culpa (Lester, 1997; Bastin et al., 2016). El ego se forma mediante la interiorización de la instrucción que recibimos de nuestros padres y educadores. En un camino de autodescubrimiento y autotransformación, es crucial comprender el papel que desempeña nuestro ego en nuestras vidas. Al hacerlo, me di cuenta de que puede haber distintos tipos de egos. Este es un intento de clasificarlos. Ego de supervivencia En los primeros años de vida, los niños aprenden que son diferentes de su entorno. Se dan cuenta de que tienen necesidades: de bebida, de comida, de sueño, de calor, de contacto con la piel, de palabras de afecto. En el lado negativo, experimentan dolor, miedo y angustia. Todas estas experiencias están relacionadas con su cuerpo, con su yo. Así es como se forma el ego más básico, lo que yo llamo el ego de supervivencia. Nos impulsa a satisfacer nuestras necesidades básicas y a la autoconservación. Se ocupa de mantenernos a salvo, calientes y alimentados. Por lo tanto, responde a las emociones básicas de sed, hambre, dolor, placer y miedo. No podemos ignorar este ego básico. Nos impulsa a atender nuestras necesidades básicas y nos mantiene alejados de comportamientos imprudentes. En algunas enfermedades mentales, este ego está debilitado, lo que hace que los pacientes dejen de cuidar de sí mismos. No se lavan ni se acicalan, comen irregularmente y no duermen bien. Sin embargo, cuando este ego se vuelve demasiado fuerte, nuestras necesidades se exageran. Caemos en una mentalidad de escasez, comiendo y descansando en exceso. Nuestro instinto de autoconservación se exagera, nuestros miedos aumentan. Este ego nos impide abandonar nuestra zona de confort, lo que es necesario para aprender. Perseguidos por imágenes de cómo pueden ir mal las cosas, podemos caer en catastrofizar. El ego atrevido Un niño también necesita explorar. Un desarrollo sano implica un ciclo de búsqueda de aventuras y repliegue en una base segura. La base segura es una figura materna que proporciona consuelo. Los retos los proporciona una figura paterna. El comportamiento audaz consiste en hacer algo a pesar de que nos da miedo. Cuando lo hacemos con éxito, experimentamos la emoción del triunfo, que es esencial para construir algo llamado antifragilidad. Las personas que no desarrollan antifragilidad durante su infancia y adolescencia son más propensas a sufrir trastornos de ansiedad como adultos (Haidt, 2024). No han aprendido a procesar el miedo, por lo que cada reto en su vida se convierte en una barrera insalvable. El ego atrevido equilibra al ego de supervivencia. En la vida, actúan juntos para guiarnos entre el desafío a nosotros mismos y la búsqueda de la autoconservación. Representan una interiorización del padre y de la madre, respectivamente. El ego atrevido puede llegar a ser demasiado fuerte, especialmente en los hombres jóvenes, que buscan construir su imagen de sí mismos en torno al ideal de ser valiente. El subidón de adrenalina de experimentar emociones fuertes se convierte en compulsivo, lo que lleva a un aumento de los comportamientos de riesgo. Por el lado bueno, un ego atrevido fuerte impulsa a los deportistas a enfrentarse al miedo. Por el lado negativo, produce delincuentes que han perdido el miedo al castigo. El ego cuidador Cuando se convierten en madres, las mujeres a menudo experimentan un impulso de cuidar de su hijo tan poderoso que se convierte en el centro de sus vidas. Sin embargo, el amor y el cuidado de los demás también pueden darse fuera de la maternidad. El ego cuidador se construye en torno a la idea del amor y la entrega. Personas en una relación romántica pueden llegar a amarse tanto que el cuidado mutuo se convierte en algo primordial. Algunas profesiones, como la enfermería y la terapia, se benefician enormemente de un ego cuidador. Algunas personas religiosas centran su vida en la entrega desinteresada a las personas necesitadas. Obviamente, éste es uno de los egos más saludables. Sin embargo, no deja de ser un ego, por lo que puede llevar a estados mentales poco saludables. Un peligro en el chantaje emocional, en el que el dar no es tan generoso como parece, sino que se hace para crear una deuda psicológica y dependencia. Otro peligro es la sobreprotección. Al igual que el ego de supervivencia puede crear una necesidad exagerada de autoprotección, el ego cuidador puede vivir con el miedo de que algo malo le ocurra a nuestro ser querido. Cuando se trata de un niño, esto puede llevarnos a impedirle afrontar retos y experimentar triunfo, lo que conduce a una personalidad ansiosa en la edad adulta. El ego autocontrolador Este ego se centra en la idea del éxito, especialmente en los logros profesionales. Es fuerte en personas con carreras, es decir, trabajos que conllevan una mejora constante y competencia. Los padres y los educadores nos recompensan con elogios cuando tenemos éxito y nos castigan con vergüenza cuando fracasamos. Esto se interioriza en nuestra mente y se convierte en un impulso interno. El ego se convierte en nuestra principal fuente de motivación, lo que nos lleva a hacer sacrificios para alcanzar nuestros objetivos, a veces en detrimento de nuestra salud. El ego autocontrolador se opone al ego de supervivencia, privándonos de sueño, tiempo libre y alimentación saludable. Se culpa erróneamente al sistema de recompensa de la dopamina, situado en el estriado basal del cerebro, de hacernos buscar el placer. Sin embargo, no se trata de un centro de placer, sino de lo que proporciona la motivación para los sacrificios del ego (Wise y Robble, 2020). Esa palmada en la espalda que nos damos por un trabajo bien hecho es una oleada de dopamina en el núcleo accumbens. Por eso se lo llama el sistema de la recompensa. El ego autocontrolador también nos hace actuar de forma ética. Nos hace perseguir nuestra imagen de buenas personas: trabajadores esforzados, cónyuges fieles, padres cariñosos, amigos de confianza, miembros valiosos de la comunidad. Si no cumplimos con nuestros altos estándares en estas cosas, el ego nos castiga con vergüenza. Es evidente que un ego fuerte y controlador es necesario para llevar una buena vida. Está detrás de cada persona con éxito. Y, sin embargo, el ego autocontrolador nos puede causar mucho sufrimiento. Es lo que llamamos quemarnos en el trabajo. El ego es un amo insaciable. No tolera la más mínima imperfección, lo que nos convierte en perfeccionistas. Ningún logro es suficiente para el ego. Inmediatamente señala el siguiente objetivo, una cima más alta que escalar. El éxito se da por hecho, por lo que no se nos permite celebrarlo. El fracaso hace que el ego saque su látigo de vergüenza. En algún momento de nuestra vida, es posible que se nos caiga la venda de los ojos. Podemos darnos cuenta de que todas nuestras luchas han sido en vano. Hemos estado corriendo en una cinta, persiguiendo zanahorias fantasmas. Detrás del éxito profesional más asombroso, hay una insatisfacción básica. La victoria esconde un vacío emocional. En el peor de los casos, el choque contra este vacío puede hacer que el ego se derrumbe, llevando a la depresión, incluso al suicidio (Lester, 1997). El ego posesivo Al igual que el ego autocontrolador, el ego posesivo está obsesionado con el control, pero en lugar de controlarse a sí mismo, quiere controlar su entorno. Este ego es el que nos lleva a acumular dinero y posesiones. También quiere controlar a las personas que queremos. El ego posesivo puede ser una degeneración del ego de supervivencia. Satisfacer tus necesidades básicas ya no es suficiente; necesitas asegurarte de que todo lo que te rodea esté listo para satisfacerte en cualquier momento. Por lo tanto, acumulas cosas. Te rodeas de personas que satisfacen tus más mínimos caprichos. La forma más obvia de lograrlo es tener mucho dinero, lo que te permite comprar cosas y servicios. El ego posesivo es lo que te hace codicioso. Si el dinero es difícil de conseguir, recurres a formas tortuosas de manipular a las personas. Las asustas, las chantajeas, las manipulas o las haces dependientes de ti. El ego posesivo es la base de muchos abusos. La persona con un ego posesivo piensa que todo está a su servicio. Si no consigue lo mejor, lo toma como una afrenta personal. Quieren ser los primeros en la fila, conseguir el mejor asiento en el cine, el mejor servicio, el trozo más grande del pastel. Los celos son un síntoma de tener un ego posesivo: quieres poseer a la persona que amas, por lo que temes que alguien más te la robe. La envidia y la schadenfreude son otros síntomas. El ego herido Asociamos la idea del ego con algo que nos impulsa a ser más poderosos. Sin embargo, algunos tipos de ego debilitan a las personas. El ego herido se desarrolla tras un trauma psicológico o experiencias repetidas de derrota. Los experimentos con roedores demuestran que la derrota social puede provocar graves daños en la mente y el cuerpo: disminución del aprendizaje, susceptibilidad al estrés, comportamiento inhibido y supresión inmunológica (Reyes et al., 2015; Wood et al., 2015). Se trata de un estado denominado «indefensión aprendida» (Maier y Seligman, 2016), provocado por la experiencia de un dolor ineludible: hagamos lo que hagamos, sufrimos. Así que aprendemos a no hacer nada. En los seres humanos, puede tratarse de traumas como el abuso durante la infancia, o el abandono o la muerte de un cuidador, pero también de experiencias de rechazo social o de fracaso continuo en todo lo que hacemos. La principal preocupación del ego herido es evitar más sufrimiento. Las personas con un ego herido se protegen del peligro, escondiéndose y retirándose. Se dedican a rutinas diarias que les hacen sentir seguros. La novedad es mala. Evitan el contacto social excesivo, especialmente encontrarse con desconocidos. El ego herido ve cualquier nueva interacción social como una amenaza, por lo que se retrae en sí mismo. La buena noticia es que tener un ego herido suele ser una situación temporal. Con el tiempo, estas personas pueden encontrar formas de empoderarse y desarrollar otros tipos de ego. El ego víctima Sin embargo, la ideología política atrapa a algunas personas en sus egos heridos al fomentar una mentalidad de víctima. El ego de la víctima se basa en la creencia de que la lucha entre opresores y víctimas forma el núcleo de la sociedad. Dado que ser un opresor es inaceptable para nuestra imagen des nosotros mismos, necesitamos encontrar la manera de ser considerados víctimas. A menos que seas un hombre súper rico, siempre hay una forma de presentarte como víctima.   Puede ser la raza. ¿Eres negro, árabe o asiático? O podría ser el género. Si perteneces a la mitad femenina de la humanidad, ya lo has conseguido. ¿Eres trans? ¿No binario? ¡Mejor aún! Si eres hombre, ¿quizás eres gay, o al menos bisexual? ¿No? ¿Sufriste abusos de niño? ¿Ni siquiera eso? Entonces identifícate como pobre o explotado. Eso debería bastar. Una vez que has determinado que eres una víctima, tienes derecho a pedir reparación. El mundo te lo debe. Deberían ponértelo todo fácil, ya que has sufrido tanto. Y, si eso no ocurre, ¡pues eso te hace aún más víctima! El problema de tener un ego de víctima es que renuncias a tu capacidad de actuar. Te han hecho cosas malas. Necesitas que algo externo suceda para que todo se arregle. Esto te quita la motivación para tomar las riendas de tu propia vida. No voy a negar que muchas personas (la mayoría, de hecho) han sido víctimas. Sin embargo, cuando construimos nuestra identidad en torno a esa victimización, renunciamos a nuestro poder. Porque entonces nuestra identidad queda definida por lo que nos ha sucedido. Y lo que es peor, buscamos el remedio a nuestro sufrimiento en el mundo externo, en vez de en nuestro interior. Ego grandioso El ego grandioso se construye en torno a la creencia de que estás destinado a hacer algo grande en la vida. Serás rico, famoso, un político poderoso, un gran artista, un científico genial. El ego grandioso puede desarrollarse a partir del ego autocontrolador cuando el éxito continuo nos hace sobreestimar nuestras capacidades. Es común en los narcisistas, pero no es necesario serlo para tener un ego grandioso. Por supuesto, los egos grandiosos suelen chocar con la realidad. Solo unos pocos pueden alcanzar el éxito verdadero. Cuando eso no ocurre, el ego grandioso sufre una curiosa transformación. Eres tan grande como pensabas; el problema es que nadie te entiende. Eres el político que se negó a venderse. Tu arte es demasiado puro para las masas. Tus ideas científicas son demasiado avanzadas para ser comprendidas en este momento. El ego espiritual El ego espiritual es un tipo de ego grandioso que a menudo encontramos en personas religiosas o espirituales. Se desarrolla cuando llegamos a creer que nuestro objetivo en la vida es ser santos. O, si nos inclinamos por el hinduismo o el budismo en lugar del cristianismo, el objetivo puede ser alcanzar la iluminación. Incluso los ateos pueden caer en esta trampa al querer ser virtuosos, tal y como predica el estoicismo u otras filosofías de la antigüedad. En mi propia búsqueda espiritual, conocí a un santo católico, un gurú hindú y varios maestros zen. Me decepcionó vislumbrar sus egos desmesurados. Los gurús espirituales sienten la necesidad de cultivar una imagen pública de ser mejores que los demás. Lo necesitan para manipular a las personas, utilizando su dinero y su esfuerzo para construir sus templos, ashrams o comunidades. No están libres del ego. Solo tienen uno más tortuoso. No hace falta ser un gurú para tener un ego espiritual. Es un error común cuando se lucha por la autorrealización. Para mí, el camino espiritual debe conducir a la libertad interior y al descubrimiento del sentido de la vida. Cualquier tipo de ego nos atrapa en una lucha sin sentido, persiguiendo objetivos definidos externamente en lugar de responder a nuestras aspiraciones profundas. El ego espiritual quiere que seamos moralmente superiores. Nos impulsa a ser generosos y serviciales... siempre y cuando todos nos estén mirando. Hacemos alarde de nuestra práctica espiritual o de nuestra religiosidad. Sin embargo, existe un conflicto interno sin resolver entre nuestros objetivos espirituales y nuestras «pasiones básicas», como la comida, la bebida y el sexo. Aprender a vivir con el ego Esta clasificación del ego se hizo de forma improvisada, así que puede que no sea perfecta, ¡pero seguro que te ayudará a empezar! A lo mejor se me ha pasado por alto algún tipo importante de ego, quién sabe. Es probable que todos tengamos un ego que combina algunos de estos tipos. Todos tenemos un ego que nos ayuda a sobrevivir. Los egos autocontroladores, grandiosos y espirituales parecen combinarse entre sí . Lo mismo ocurre con los egos heridos y egos víctimas. No creo que nuestro objetivo deba ser deshacernos del ego. Lo necesitamos para vivir, especialmente el ego de supervivencia. Otros tipos de ego también tienen muchos aspectos beneficiosos. Tal vez la clave esté en aceptar el ego como una parte más de nuestra mente, en lugar de dejar que tome el control. En otros artículos, compartiré mis pensamientos y experiencias sobre cómo llevar el ego al lugar que le corresponde en nuestras vidas. Referencias Bastin C, Harrison BJ, Davey CG, Moll J, Whittle S (2016) Feelings of shame, embarrassment and guilt and their neural correlates: A systematic review. Neurosci Biobehav Rev 71:455-471. Haidt J (2024) The anxious generation : how the great rewiring of childhood is causing an epidemic of mental illness. In, p 1 online resource. New York: Penguin Press,. Lester D (1997) The role of shame in suicide. Suicide Life Threat Behav 27:352-361. Maier SF, Seligman ME (2016) Learned helplessness at fifty: Insights from neuroscience. Psychol Rev 123:349-367. Reyes BA, Zitnik G, Foster C, Van Bockstaele EJ, Valentino RJ (2015) Social Stress Engages Neurochemically-Distinct Afferents to the Rat Locus Coeruleus Depending on Coping Strategy. eNeuro 2. Wise RA, Robble MA (2020) Dopamine and Addiction. Annu Rev Psychol 71:79-106. Wood SK, Wood CS, Lombard CM, Lee CS, Zhang XY, Finnell JE, Valentino RJ (2015) Inflammatory Factors Mediate Vulnerability to a Social Stress-Induced Depressive-like Phenotype in Passive Coping Rats. Biological psychiatry 78:38-48.

  • Dos vejetes en el Caribe

    De las Islas Vírgenes a Trinidad en un barco de vela El vuelo, miércoles 23 al jueves 24 de abril, 2025 Era una oportunidad de las que llegan pocas veces en la vida. Mi amigo Noël había cruzado el Atlántico a vela en diciembre, desde las islas de Cabo Verde a la isla de Barbados, una de las más occidentales de las Antillas menores. En abril estaba en las Islas Vírgenes británicas, cerca de Puerto Rico, y quería llevar el barco a la isla de Trinidad, próxima a Venezuela, para dejarlo en tierra durante la temporada de huracanes. Nos invitaba a mi esposa y a mí a recorrer con él todo el arco de las Antillas menores. Después de pensárselo mucho, mi mujer decidió no ir. La situación política desde la elección de Trump la tiene muy nerviosa, por lo que no le apetecía viajar al extranjero, aunque los dos somos ciudadanos americanos y no deberíamos tener problemas para salir y entrar en EE.UU. Además, Noël nos advirtió que el viaje incluiría varias etapas largas a vela, incluso navegando de noche. A ella no le gusta la vela tanto como a mí, así que esa perspectiva no le parecía nada atractiva. La mejor manera de cuadrar las fechas era volar de noche, lo que los americanos llaman un "red eye" - los ojos rojos por falta de sueño. Así que mi esposa me dejó en el aeropuerto de Los Ángeles, conocido localmente como LAX, a las 7 de la tarde. Después de deambular por el terminal de American Airlines siguiendo la cambiantes instrucciones de los monitores, llegué a mi vuelo a Charlotte, North Carolina, para las 21:45. No recuerdo gran cosa del vuelo, así que debí dormir todo el rato. Aterrizamos en Charlotte a las 5 de la mañana. Entre telarañas de sueño, encontré la puerta para mi siguiente vuelo, a Saint Thomas, en las Islas Vírgenes de Estados Unidos. A pesar de la hora, tenía hambre, así que devoré una bandeja de sushi antes de unirme al grupo de gente con atuendos tropicales. Yo había comprado un asiento de ventanilla en el lado derecho del avión, esperando ver los arrecifes de las Bahamas. La cubierta de nubes sólo me permitió algún vistazo, hasta que llegamos a Puerto Rico. Luego, ya descendiendo, vi las Islas Vírgenes y saqué la foto que pongo arriba. Islas Vírgenes, jueves 24 al viernes 25 de abril A la salida del aeropuerto de Saint Thomas, un montón y turistas y yo no apelotonamos en una furgoneta que nos llevaría al puerto de barcos para ir a la isla de Tortola, en las Islas Vírgenes británicas. 'Tortola' no se pronuncia como esdrújula, como el nombre del pájaro en español, sino con acento en la segunda 'o'. Curiosamente, aunque Saint Thomas es parte de Estados Unidos, se conduce por la izquierda, como en Inglaterra. En cada isla del Caribe se conduce de forma distinta, según el país europeo con el que estén relacionadas. Compré el billete para el barco de las 13:30. Decidí esperar en el terminal. El pueblo de Saint Thomas no parecía ofrecer un especial atractivo. Dos enormes cruceros en el puerto anunciaban que estaría lleno de turistas. Almorcé una ensalada de caracola ("conch" en inglés, "limpi" en creole) y un refresco de tamarindo. La caracola estaba cocida, no en ceviche, como yo la había comido antes en Belice. En vez del sabor fresco con el zumo de lima, tenía un gusto pesado y un olor que noté por todas las islas del Caribe. Fue mi primer aviso de que la comida del Caribe no es gran cosa. Pero yo iba a ser el cocinero en nuestro velero, así que dependía de mí. Había algunos barcos modernos en el puerto, pero me tocó viajar en este barco vetusto que apestaba a gasoil. Sin embargo, una vez se puso en camino, se movía a una velocidad considerable. Me acomodé en primera línea de la cubierta de arriba, al aire libre, para disfrutar de mi primer vistazo a las islas del Caribe. Nada más desembarcar en Road Town, en la isla de Tortola, tuve que hacer cola para pasar la inmigración al Reino Unido. Tanto la señora que miró mi pasaporte como el tipo que inspeccionó mis maletas parecieron sorprenderse cuando les dije que iba a abandonar las islas en un barco de vela, y que mi destino final era el isla de Trinidad, cerca de Venezuela. Luego arrastré mi maleta hasta un muelle junto a un bar, donde Noël me recogió en la pequeña neumática de su velero, Lala. Lo de 'vejetes' lo digo en broma. Yo tengo 68 años y Noël 73. Sin embargo, estamos los dos en excelente forma física. Yo escalo, esquío pistas negras y hago montañismo y submarinismo. Noël se acaba de cruzar el Atlántico en su catamarán de 48 pies, con una tripulación consistente en una joven holandesa y un italiano, quienes lo dejaron al final de la travesía. Yo iba a ser su único tripulante en nuestro viaje de isla en isla hasta Trinidad. Las Antillas están llenas de barcos hundidos por los huracanes. Por suerte, la temporada de huracanes no empieza hasta junio. Para entonces, Noël planeaba dejar su barco en tierra en Trinidad, que está fuera del recorrido de los huracanes. Tras aprovisionarnos en Road Town, decidimos ir a pasar la noche en Virgin Gorda, una de las Islas Vírgenes más al este. Eso nos acercaría a nuestro destino. Al acercarnos a Virgin Gorda, asistimos a una bonita puesta de sol sobre Tortola. Virgin Gorda a Saint Martin, sábado 26 a domingo 27 La mayor atracción de la isla de Virgin Gorda son The Baths : una serie de grandes bloques de granito con cuevas bajo ellos donde entra el mar, creando piscinas naturales. Noël ya los había visto. Decidimos que, al amanecer, él me llevaría con el barco frente a The Baths . Yo iría a nado hasta la playa con mis aletas, con calzado de agua y una toalla en una bolsa impermeable. Recorrí The Baths en las dos direcciones. Eran las 7 de la mañana, así que aún no había ningún turista. Decidí no arriesgarme a que se me mojara el móvil, por lo que no hice ninguna foto. La foto de abajo la sacó Noël con su cámara sumergible, cuando visitó The Baths en su viaje de ida a las Islas Vírgenes. Cuando volví al barco, todas las boyas de fondeo que hay frente a The Baths estaban ocupadas por barcos. El cielo estaba lleno de nubes negras que anunciaban lluvia y los alisios soplaban con fuerza del este, hacia donde debíamos ir para llegar a la isla de Saint Martin. Tuvimos problemas en izar la vela mayor. Paro ello hay que aproar el barco al viento, lo que lo llevaba hacia los barcos amarrados a las boyas y a las rocas de la costa. Las rachas de viento hacían que la vela se enredara en los cabos de los rizos y el que sostiene la botavara. Cuando por fin acabamos de izarla, estábamos peligrosamente cerca de otro barco. Noël me entregó el timón y me dijo que dirigiera el barco por una canal entre Virgin Gorda y un islote al sur de ella. Me advirtió que había un arrecife en medio del canal, por lo que debía mantenerme cerca del islote. La vela mayor se llenó de viento en cuanto marqué el rumbo. Entramos en el canal a buena velocidad, mientras Noël desenrollaba el foque. Empezó a llover, el viento arreciaba y las olas hacían cabecear el barco. Le entregué gustoso el timón a Noël, quien puso el piloto el automático en una ceñida apretada contra el viento. Tendríamos que hacer bordos, zigzagueando contra el viento para llegar a la isla de Saint Martin. Noël calculó que nos llevaría más de 24 horas. Tendríamos que navegar todo el día y toda la noche. Me había tomado una pastilla de Bonine (meclizina) contra el mareo esa mañana, pero no me estaba haciendo efecto. Con el trajín de la salida, me empecé a marear. Intenté calmarlo acostándome en mi litera. Dicen que tumbado te mareas menos, pero el cabeceo del barco en su rumbo contra las olas era implacable. Tuve que ir corriendo al baño a devolver el desayuno. Navegando con Noël en Lanzarote, cuando él iba a cruzar el Atlántico, el mareo se me había pasado al vomitar. Pero esta vez no fue así. El resto del día fue un tormento de náuseas continuas y arcadas con el estómago vacío, que son de lo más desagradables No osaba comer ni beber nada. Apenas podía ayudar con la maniobra del barco. Había algo en esa experiencia horrible que me pareció fascinante. Era un estado alterado de consciencia, de los que tanto me interesan. Por un lado, tenía síntomas de depresión: no me apetecía moverme y todo me daba igual, incluso si me moría. Una serie de recuerdos desagradables invadían mi mente, sobre todo de previos episodios de mareo. Como cuando viajé con mis padres y hermanos desde Tenerife a Vigo en el Cabo San Roque, cuando tenía seis años. Era un barco lujoso para aquellos tiempos, pero yo me pasé todo el rato en cama sin poder moverme. Cuando tenía 13 años, fui a hacer pesca submarina a la Isla de Ons con unos amigos de mi padre, pioneros de ese deporte en Galicia. Me mareé en el primer sitio, una entrada en los acantilados del lado de fuera de Ons con fuerte oleaje. Me subí el pantalón de neopreno hasta mitad de los muslos, y allí se quedó cuando me dijeron que no me podía echar al agua, porque era demasiado peligroso para mí. Más recientemente, me mareé varias veces saliendo a hacer submarinismo desde mi kayak en la costa de Malibú, en California. Tozudamente, me eché al agua y bajé hasta el fondo, agarrándome a las rocas para intentar recuperarme. Tuve que quitarme el regulador de la boca para no llenarlo de vómito, y luego metérmelo enseguida para poder respirar. Volviendo a nuestro viaje, tendríamos que navegar toda la noche para llegar a la isla de Saint Martin. Eso requería que Noël y yo hiciéramos guardias de 3 horas, para que hubiera siempre alguien despierto en el barco escudriñando la oscuridad del mar y mirando el radar para evitar chocar con otro barco. Un programa en el ordenador de Noël nos indicaba el rumbo en un mapa, así como la posición y la velocidad de barcos que tuvieran encendido su transponder. Yo estaba decidido a hacer mis guardias, mareo o no mareo. Conforme caía la tarde, Noël me dio varios consejos sobre cómo evitar el mareo. Me explicó que el mareo es la respuesta del cerebro al recibir señales contradictorias de los sentidos de la vista, el equilibrio y la posición del cuerpo. Para resolver esa contradicción, debía fijar la vista en el horizonte y dejar que mi cuerpo se moviera con el barco, en vez de mantener una postura rígida. Todo eso coincidía con mis conocimientos de neurociencia. De hecho, podía utilizar mi experiencia en meditación Zen para descubrir lo que estaba pasando en mi cuerpo. Me senté en la banqueta de popa, con la espalda bien derecha, las manos juntas sobre el regazo y la vista en el horizonte. Entré en un estado de meditación de forma natural, gracias a mis años de práctica. El movimiento del barco en la ceñida al viento, golpeando contra las olas, tenía algo de agresivo, pero no dejaba de ser natural. En vela, el barco y el viento se funden en una sola cosa. El mareo se resistía a desaparecer, pero yo podía aprender a aceptarlo. Siguiendo mi filosofía del camino del guerrero, debía asumir las consecuencias de mi decisión de embarcarme en ese viaje, las buenas y las malas. A las ocho era ya noche cerrada. En el ordenador de Noël podía ver nuestro lento progreso hacia la isla de Saint Martin, no derechos a ella, pues estaba en el ojo del viento, sino dando un bordo a estribor, luego otro a babor, con un ángulo de 37 grados contra el viento, lo más que nos permitía la vela génova.. Noël me aconsejó que me fuera a la cama. Le dije que no tenía sueño. -Tu verás, a las doce te voy a despertar para tu guardia, de todas formas. Me acosté y, para mi alivio, pronto me quedé dormido. A las doce, cuando Noël me despertó, subí al puente con la cabeza llena de telarañas. Me enseñó las luces de dos barcos que acabábamos de pasar y unas luces en la distancia. -Eso es Saint Martin. Me pareció increíble que pudiéramos ver ya la isla. En el mapa del ordenador, todavía estaba lejos. Otras luces a nuestra derecha eran la isla de Saba. Al sur de ella, hay una amplia zona de bajos llamada The Bottom . El mareo persistía, pero más como una amenaza que como las náuseas continuas de antes. Me acosté por periodos de 15 minutos en el sillón del puente, levantándome para revisar el mapa del ordenador, el radar, y las luces a través del mar. Las tres de la madrugada llegaron antes de lo que me esperaba. Desperté a Noël para que hiciera su turno de guardia. La isla de Saint Martin, domingo 27 de abril Llegamos a Saint Martin bien entrada la mañana. Fondeamos frente a una amplia playa, en la que empieza la pista de aterrizaje del aeropuerto. Los habitantes locales desarrollaron un entretenimiento que consiste en agarrarse a la valla que separa la playa de la pista cuando va a despegar un jet. El chorro de aire del avión es tan fuerte que llega a levantarlos del suelo. Al parecer, ha habido alguna muerte haciendo esto. Saint Martin fue dividida amistosamente entre Francia y Holanda hace siglos. La parte sur, donde estábamos, es holandesa. La parte norte, más pobre, es francesa. Al norte de Saint Martin hay una isla larga llamada Anguilla. Bajamos la neumática al agua y nos fuimos de compras. Un canal con un puente levadizo conduce a una amplia laguna interior, con algunos yates lujosos atracados dentro. Usamos la neumática como un coche, yendo de un pontón a otro. Noël necesitaba cosas para el barco y yo, unas aletas. Intenté traerme las mías de Los Ángeles, pero no cabía en la pequeña maleta que traje como equipaje de mano. Encontré unas de color amarillo brillante que me dieron muy buen resultado en el viaje. Luego fuimos al supermercado. Nada más subir del pontón, tuve que avisar a Noël para que no tropezara con esta enorme iguana, de más de un metro de largo. Había otras más pequeñas a lo largo del camino. Cerca de donde fondeamos había una estructura de hierro oxidado que parecía flotar en el agua. Resultó ser una barcaza, hundida y en ruinas, que antes se usaba para sacar barcos del agua para repararlos. Ese pecio resultó un lugar perfecto para bucear, estrenando mis nuevas aletas y probando una pequeña cámara submarina que me prestó Noël. Sacar fotos bajo el agua a pulmón libre y sin flash para resaltar los colores no es nada fácil. No queda más remedio que sacar un montón de fotos y esperar que alguna salga bien. Éste es un pterois ( lion fish en inglés), un pez con espinas venenosas originario del Pacífico. Pterois liberados de acuarios se han convertido en una especie invasora en el Caribe. Saint Kitts y Nevis, lunes 28 al miércoles 30 de abril La siguiente singladura nos llevaría a las islas de Saint Kitts y Nevis, que son una nación independiente. Vimos en Windy, el programa meteorológico que usamos, que el viento sería favorable durante el lunes 28 día y noche, pero se nos pondría en contra el martes. Así que salimos temprano por la mañana. Era un recorrido largo y de ceñida, por lo que tuvimos que navegar todo el lunes y pasar otra noche de guardias. Esta vez me tomé la pastilla de Bonine bien a tiempo, tomando todas las precauciones para no marearme. Avistamos las islas de Saint Kitts y Nevis al amanecer del martes 30. La montaña que se ve al fondo es Nevis. Está siempre coronada de nubes blancas, por lo que Cristóbal Colón le puso Nieves. Conmigo al timón, cruzamos el canal entre las dos islas. Anclamos en una playa que separa el mar Caribe de una laguna interior, que luego visitamos con la neumática. Mientras cenábamos, asistimos a una bonita puesta de sol. Al día siguiente, salimos al amanecer, rumbo a la isla de Guadalupe. Las nubes nunca abandonaron la cima de Nevis. De Saint Kitts a Guadalupe, miércoles 30 de abril El viento seguía siendo desfavorable, así que tuvimos que dar varios bordos, ciñendo hacia la isla de Montserrat. En el Caribe, los alisos soplan del este, pero varían del noreste and sureste. Tuvimos la mala suerte de que nos tocó viento del sureste. Como antes se navegaba a vela, las Antillas menores se dividieron entre las islas de barlovento, más al este, y las islas de sotavento, más al oeste. Ir desde islas de sotavento a islas de barlovento, como hacíamos nosotros, es siempre más laborioso. Con carabelas, que apenas pueden ceñir, era imposible. Lo primero que pasamos fue la isla de Redonda, un peñasco surgiendo del mar. En esta foto la vemos bajo una impresionante tormenta tropical. Pronto nos acercamos a Monserrat, que tiene un volcán activo. En esta foto podemos verla fumarola de humo blanco la ladera del volcán. Tuvimos que dar varios bordos de ceñida hacia el lado de sotavento de Montserrat mientras caía la tarde. No íbamos a fondear en esa isla, sino que seguiríamos navegando toda la noche hasta la isla de Guadalupe. El sol iba descendiendo y todavía estábamos al lado de Montserrat. Hicimos guardias toda la noche, acercándonos lentamente a Guadalupe. Durante mi guardia de media noche, el viento cambió a favorable. Pude cambiar el rumbo para seguir la costa oriental de Guadalupe. Guadalupe, jueves 1 al sábado 3 de mayo Cuando me desperté, era ya de día. Al contrario de las otras islas Antillas que habíamos visto, Guadalupe parecía plana y sin montañas. Es una isla con forma de mariposa. Noël me dijo que la otra ala de la mariposa era más montañosa. Es una isla grande, con una extensión de 848 km cuadrados. Como comparación, Mallorca tiene 3,640, Tenerife 2,035, Gran Canaria 1,569 y Lanzarote 846 km cuadrados. Guadalupe, junto con Martinica, son colonias francesas. Pasamos al lado de esta curiosa roca con forma de seta, donde parecen anidan naves marinas. Rodeamos esta punta de rocas que forma el extremo sureste de la isla. Nos dirigimos al puerto de Saint Francis, rodeado por un arrecife de coral que crea una laguna con una entrada estrecha marcada por boyas. Estaba llena de barcos fondeados, por lo que acabamos anclando junto al puerto. Había muy poca profundidad, poco más de dos metros, y Noël estaba preocupado de que tocáramos fondo con marea baja. El agua era verdosa y no invitaba al baño. Pero lo peor es que los sargazos se acumulaban en la playa a nuestras espaldas. Cuando se descomponen huelen a huevo podrido. Quizás tengan un alto contenido de azufre, que genera sulfuro de hidrógeno, que es lo que huele tan mal. En mi adolescencia, aprendí a fabricarlo para hacer bombas fétidas. Un enorme pelícano se posó en el barco. Noël lo espantó antes de que se cagara en cubierta. Los excrementos de los pelícanos son abundantes y malolientes. El pelícano empezó a zambullirse a nuestro alrededor para pescar. Estaba tan cerca que podía verle los peces que capturaba en el pico. Por lo visto, habíamos invadido su territorio de pesca. Después de salir a explorar la laguna en la lancha neumática, decidimos cambiar el fondeo a un sitio más cercano a la barrera de coral. Luego fuimos tierra con la neumática, a hacer la compra. No nos dimos cuenta que el primero de mayo es fiesta en Francia, por lo que el supermercado estaba cerrado. Nos compramos un par de pizas para cenar. A Noël se lo veía contento de estar en su país, hablando francés. Él y yo hablamos en español, cambiando al inglés si estamos con mi esposa. Guadalupe tiene un aspecto más próspero que las islas que son naciones independientes. En el siglo 21, el colonialismo no es tan malo como en siglos anteriores. Fuimos al supermercado a la mañana siguiente, el 2 de mayo. Luego Noël cogió el autobús a la capital. Yo me quedé en el barco y luego cogí la lancha para ir a bucear en el arrecife. Cruzando el canal de entrada, di con otro canal de desagüe de la laguna, de mucha menos profundidad, pero que me permitió nadar hasta la parte exterior del arrecife. Había mucho coral muerto, que formaba como apilamientos de árboles caídos. En otros sitios había unas enormes protuberancias bulbosas. Que son creadas por corales como éste. Había más tipos de corales vivos. Y corales blandos meciéndose con las olas. Pasando Dominica, lunes 5 de mayo El miércoles 3 de mayo nos despedimos de Guadalupe para ir a nuestro siguiente destino: la isla de Martinica, otra colonia francesa. Pasaríamos a barlovento de dos islas. Marie-Galante es una isla redonda que solía servir de refugio a los piratas debido a su costa inaccesible. La isla de Dominique es una nación independiente, por lo que desembarcar en ella significa más papeleo. Por eso la pasamos de largo. Aquí la vemos al atardecer. Martinica, domingo 4 al martes 6 de mayo Al día siguiente, seguimos navegando a barlovento de Martinica, rodeando su extremo sur para ir a fondear al puerto de Le Marin, en una amplia ensenada llena de veleros. El barco marrón que se ve en primer término resultó ser de un alemán muy simpático, barbudo y panzudo. Me contó que había cruzado el Atlántico en solitario, sin piloto automático, a base de atar la barra del timón a la botavara para irse a dormir por las noches. No quise preguntarle los detalles, que no estaba seguro de poder comprender. Le pregunté si iba a seguir hasta el Pacífico. Me respondió que cruzar el canal de Panamá costaba $3,000. Como no tenía ese dinero, planeaba ir por el norte, por el infame "Nortwest Passage" al norte de Canadá. Creía que podría hacerlo en verano. Le pregunté si no le tenía miedo al frío. Me dijo que ya había navegado en aguas frías, hasta el extremo norte de Noruega. Habíamos fondeado en un sitio profundo, con el ancla a ocho metros de profundidad. Me eché al agua y bajé hasta el ancla, que estaba bien enterrada en la arena. El fondo era una mezcla de arena y rocas, con algo de coral y muchos peces. En realidad, nos había tocado la lotería con el fondeo. Noël me había encargado que limpiara los cascos de Lala de percebes, no de los que se comen, sino esos pequeños conos rocosos que te pinchan los pies en las rocas de entremareas de Galicia. Estaba dándole a la rasqueta cuando vi algo en el fondo, casi debajo de Lala. ¡Un barco hundido! Cogí la cámara submarina y bajé a hacer fotos. Ésta es la proa del barco. Se trataba de un pequeño velero, el casco casi intacto, que servía de refugio a numerosos peces. Había dos Pterois, uno muy grande con estrías negras en vez de rojas, pero no salió muy bien en la foto. Éste es el otro. A nueve metros de profundidad, no se aprecian bien los colores. Santa Lucía, martes 6 de mayo Al día siguiente, dejamos Martinica para cruzar las pocas millas que la separan de la isla de Santa Lucía. Nuestro plan era hacer noche en Rodney Bay, una ancha playa a sotavento del extremo norte de la isla. Hay un islote unido a la isla por un istmo de arena, donde fuimos a fondear. Un lugareño se nos acercó en un bote a vendernos fruta. Compramos mangos y fruto de la pasión, que tiene un olor delicioso pero es un poco ácido para comer solo. Días más tarde, descubrí que es un buen desayuno mezclado con yogurt y muesli. Almorzamos e intentamos echar la siesta. Pero la playa tenía mucho ambiente, con música a todo volumen y un DJ que no paraba de hablar sobre ella. Así que levantamos anclas y seguimos hacia el sur por la costa oeste de Santa Lucía. Como la isla bloquea los alisios, fuimos a motor. Vimos hoteles y varias mansiones, como este palacete estilo oriental. Finalmente, fondeamos en esta playa, donde no había ningún otro barco. Fui a bucear a las rocas de la derecha, que tenían varias cuevas que se adentraban en los acantilados. Pero el agua estaba turbia. Las cuevas eran más anchas bajo el agua que sobre ella y tenían un aspecto tenebroso. Encima, al entrar en una me cayó encima un cangrejo, dándome un susto de muerte. Después de dar un paseo por la playa, llena de cocos secos, volví a nadar hacia el barco. Otro susto: una serpiente nadando por el fondo debajo de mí. Saint Vincent, miércoles 7 de mayo Al día siguiente, miércoles 7 de mayo, seguimos hacia el sur para cruzar hasta la isla de Saint Vincent. Navegando a vela con poco viento, pronto avistamos los espectaculares "pitones" de Santa Lucía. Saint Vincent tiene una costa tan abrupta como la de Santa Lucía, con acantilados y montañas cubiertas de bosques. Pequeños pueblos con casa multicolores rodean las calas. Bequia, miércoles 7 al viernes 9 de mayo No hicimos noche en Saint Vincent, sino que seguimos hasta la isla de Bequia, la primera del archipiélago de las Granadinas, una serie de islas, islotes y atolones que van desde Saint Vincent hasta la isla de Grenada. Forman una nación con Saint Vincent, menos Carriacou, la isla de más al sur, que pertenece a la nación de Grenada. Bequia es la mayor y la más norteña de las Granadinas. Fuimos a fondear a Port Elizabeth, al final de la bahía en su lado oeste. Aquí nos estamos aproximando a esa bahía. Al día siguiente fuimos a tierra. Mientras Noël hacía el papeleo de inmigración y compras para el barco, yo fui a dar un paseo. Hacia el norte había casas de lugareños y esta cabaña abandonada con curiosos grafitis de rastafaris , aunque no sé hasta qué punto representan a esta religión. Volví sobre mis pasos y me dirigí al sur, donde encontré un sendero que bordea la orilla, mucho más atractivo que el otro. Había dos negocios de buceo, donde me paré a preguntar sus precios. Luego el sendero trepa sobre unos acantilados para bajar a una playa. Desde lo alto de los acantilados pude sacar esta foto de Lala, el catamarán de Noël en el que viajaba. Tiene 48 pies de eslora. Fue fabricado por los astilleros Outremer de Francia. Noël hizo modificar la proa y la popa, dándole más eslora y velocidad. Hay dos velas enrolladas en la proa: una génova adelante (más grande, para menos viento) y un foque más atrás. Ya no se fabrican barcos como éste. Los nuevos modelos Outremer de 45 pies de eslora tienen una cabina más amplia y con más ventanas, pero menos aerodinámica. Lo que hay detrás es un bar flotante, al que acuden las tripulaciones de los barcos en sus neumáticas. Aquí lo tenéis, lleno de gente en una preciosa puesta de sol. No me hacía falta bucear con botellas. Nadando desde el barco a la orilla, a muy poca profundidad, pude ver una gran variedad de vida marina. Incluyendo una tortuga, pero no pongo la foto porque saqué otras mejores más adelante. Bajo una roca encontré varias langostas. Un pez globo con piel de leopardo. Peces globo de lunares. Y un pez trompeta rodeado de salmonetes. Al día siguiente, 9 de mayo, fuimos a explorar el lado oriental de Bequia. Levamos ancla al amanecer. Rodeamos los islotes de la punta oeste de la isla. Y fuimos a fondear a Friensdship Bay. La idea era de bucear en un arrecife que hay entre un islote y la isla principal. En Bequia todavía se practica la caza de ballenas, aunque afortunadamente se matan pocos ejemplares. En el islote que cierra Friendship Bay por el oeste, hay una rampa donde descuartizan las ballenas. Vimos algo blanco en la rampa y nos acercamos con la neumática a investigar. Eran los restos descompuestos de una ballena. Le dije a Noël que nos marcháramos, antes de que el viento cambiara y nos trajera el mal olor. En ese momento, las olas nos empujaron sobre el arrecife hasta que la neumática casi encalló en las rocas. Noël tuvo que sacar la cola del motor del agua. Ponerme en pie sobre las rocas con los pies descalzos era arriesgarme a pisar un erizo o a cortarme con un coral. Ya había tenido problemas similares en mi juventud, haciendo pesca submarina en Galicia, y todavía tengo cicatrices de pinchazos de erizos. Me puse las aletas para protegerme los pies. Antes de que pudiera echarme al agua, Noël se las apañó para sacarnos de allí manteniendo el motor levantado con la hélice apenas sumergida en el agua. Fuimos a anclar a la playa y nos echamos al agua para bucear. El arrecife forma una pared que se adentra en el mar, con cuevas, grietas y corales. Hice algunas fotos, pero no las pongo porque no son tan buenas como las de otros sitios. Decidimos no pasar la noche en Friendship Bay. Tras una corta visita a la isla de al lado, Petit Nevis, donde había un puerto ballenero, seguimos a nuestra siguiente parada: la isla de Canouan. De Bequia a Canouan, viernes 9 de mayo Con mar cruzada y poco viento, dejamos a estribor la Isle A Quatre, pasando por el canal entre ella y Petit Nevis. A lo lejos, a babor se divisaban las islas de Baliceaux y Mustique. La foto muestra las islas de Mustique y Petit Mustique bajo grandes cumulonimbos. Así como una serie de islotes y arrecifes llamados The Pillories. Frente a nosotros estaba la isla de Canouan. El sol se puso justo antes de llegar. Fondeamos en Soho Beach, en la amplia bahía que hay al oeste de Canouan. Aquí la vemos al caer la noche. Con el mar en calma, cenamos y nos fuimos a la cama. En las Antillas, aun cerca del solsticio de verano, el sol se pone a las seis y a las siete ya es de noche. Buceando en Canouan, sábado 10 de mayo Como de costumbre, me fui a nadar al amanecer, nada más levantarme. Con aletas, gafas y snorkel, me dirigí hacia las rocas que flanqueaban el norte de la playa. Me encontré con una sorpresa: ¡Otro barco hundido! Era más grande y estaba a menos profundidad (unos 4 metros) que el que había visto en Martinica. Volví a Lala a por la cámara. Hice un montón de fotos pero, cuando las quise bajar al ordenador, habían desaparecido. Noël se puso a investigar el problema mientras yo desayunaba. Al mediodía, con la cámara ya arreglada. Noël y yo volvimos al barco hundido. Estaba lo suficientemente cerca de la superficie para que Noël pudiera bucear a verlo. El barco estaba partido en dos. A un lado estaban los restos de la cubierta de proa, bocabajo. La popa estaba más intacta, con el timón, cornamusas y uno de los winches. Y la hélice... Bajo la popa había escondidas un montón de langostas. Claro que hay que tener cuidado de donde echas la mano, porque también hay murenas. Cansados de fotografiar peces, Noël y yo nos pusimos a sacar fotos de nosotros mismos. Éste soy yo, al timón del barco fantasma. Y éste es Noël. La sombra tras él es lo que queda de una de las velas del barco. Por la tarde fuimos a comprar comida al pueblo de Canouan. Subimos andando hasta el collado desde donde se divisa el otro lado de la isla. Había casas sin tejado, abandonadas, resultado del paso del huracán Beryl el verano anterior. Isla de Mayreau, sábado 10 al domingo 11 de mayo Luego zarpamos a la isla de Mayreau, donde íbamos a hacer noche antes de ir al atolón de Tobago Cay. Es un parque nacional donde hay que pagar para fondear, así que ahorramos dinero pasando la noche en Mayreau para ir al atolón temprano al día siguiente. Fuimos a fondear a Carnash Bay, en el extremo norte de la isla de Mayreau. No éramos los únicos en tener esa idea: la pequeña cala estaba llena de barcos. Un vigilante en su motora nos indicó que echáramos el ancla casi en la barra de arena que la cierra por el este, formando un istmo a un islote. A la seis, me despertó la lluvia cayendo con fuerza sobre el barco. Decidí que un temporal de lluvia y viento no me iba impedir hacer mi buceo matutino. Me encanta bañarme cuando llueve. Total, dentro del agua ya estás mojado. Es bonito ver caer las gotas sobre la superficie mirando desde abajo. Llovía tan fuerte que las gotas me hacían daño en la piel desnuda. Me apresuré a ponerme las aletas, las gafas y el snorkel. En el agua se estaba más caliente que afuera. Al principio, no había gran cosa que ver, sólo una pradera submarina de posidonia y otras plantas. Luego vi una serpiente deslizándose entre unos cantos rodados. Me piré enseguida, sin pararme a investigar más. Las serpientes de mar gozan de fama de ser muy venenosas. Se me metió en la cabeza la canción de la Orquesta Mondragón, Viaje con nosotros : "gozará de la amistad de sirenas y de serpientes de mar". No, gracias! En la entrada de la cala, el mar se hacía más profundo y empezaba el arrecife. Me divertí un rato viendo peces loro, pargos, peces globo y otros que no sabría nombrar. Cayo Tobago, domingo 11 y lunes 12 de mayo Cayo Tobago es un gran atolón parecido a los del Pacífico, con un arrecife barrera que circunda a una amplia laguna. Ésta es una foto satélite que me bajé de la app de meteorología Windy: Continuó lloviendo mientras desayunaba. A pesar del mal tiempo, salimos para Cayo Tobago, a motor, ya que el viento nos venía de frente y la distancia era demasiado corta para que valiera la pena poner velas. Pronto nos recibió un chubasco. Apenas escampó, llegamos al canal entre las dos islas en el centro de la foto satélite de arriba. Cayo Tobago es un parque nacional donde no se permite anclar para pasar la noche. Hay que amarrar el barco a una de las boyas puestas para eso. Noël me instruyó sobre cómo atrapar la boya a mano, por la aleta de popa. La primera boya que atrapé no tenía cuerda para atar el barco. La segunda sí, acabada en un ojal metálico por donde pasé un cabo, que Noël luego llevó a proa. Bajamos la neumática. Sorteando la isleta de la derecha y los numerosos veleros atracados en boyas junto a ella, fuimos a bucear al borde occidental del arrecife. Sin embargo, no había ningún canal que nos permitiera pasar al otro lado de la barrera de coral, ni siquiera a nado. Dentro de la barrera de coral había muy poco profundidad y pocos peces, menos que en mi buceo matutino en Mayreau. Volvimos al barco y me eché a bucear en las aguas profundas a su lado. Había 9 metros de profundidad bajo Lala, más de lo que había dado el sonar en toda la travesía desde Mayreau. Siguiendo el borde de la isla, encontré muchas más cosas interesantes que en la barrera de coral. Las siguientes fotos las hice al día siguiente, en mi buceo matutino. Éste es un tiburón nodriza ( Ginglymostoma cirratum ). Pasan la mayor parte del tiempo durmiendo. Son inofensivos, si no se los molesta. Esto es una langosta mocha ( Scyllarides latus ) de considerable tamaño, como unos 30 cm de largo. En Galicia las hay mucho más pequeñas. Los llaman 'santiaguitos' porque dicen que tienen la cruz de Santiago en la cabeza. Un pez loro dándome la bienvenida. Este pez amarillo y azul parece la bandera de Ucrania. Peces mariposa ( Chaetodontidae ). Un pargo de rayas amarillas. Otro pargo con un pez loro verde. Pez tropical posando para la cámara. Más tarde ese lunes cambiamos el fondeo a una boya cerca de la isleta de la derecha. Allí hay una llanura de arena y plantas a poca profundidad donde se pueden ver muchas tortugas marinas. Las boyas están muy cerca una de otra, y ya había muchos barcos fondeados en ellas. Elegimos una cerca de la isla, entre dos barcos ya amarrados a sus boyas. De nuevo, agarré la boya por la popa y dispusimos un cabo para llevarla a proa. Sin embargo, esta vez el viento soplaba fuerte, presionando sobre el barco. El cabo que iba a la boya se tensó sobre cubierta, doblando uno de los candeleros de proa. Los candeleros son unos postes de acero que sujetan los cables de seguridad que rodean la borda del barco. Noël se puso a gritar cuando vio lo que había pasado, pero dijo enseguida que a culpa era suya. Nos echamos los dos al agua con nuestras gafas y aletas. Esta vez le di la cámara a Noël, ya que, con la poca profundidad que había, podía hacer fotos desde la superficie. Sacó muy buenas fotos, como éstas de tortugas... Tortuga sumergiéndose después de subir a respirar: Una raya moteada: Luego cogí yo la cámara. Saqué fotos desde el fondo. En ésta hay dos tortugas, una de ellas pastando las hierbas subacuáticas de las que se alimentan: Otras dos tortugas, una con un color oscuro poco corriente: Junto al muerto que anclaba nuestra boya había una enorme raya enterrada en la arena: Agarrado a la cadena de la boya, sin moverme, esperé a que los peces se acercaran a curiosear, lo que me permitió sacar algunas buenas fotos, como la de este pez globo: De Cayo Tobago a la isla Unión a la isla de Carriacou, martes 13 de mayo Escribo esta parte el mismo día que hicimos esta singladura, para que sea más un diario que unas memorias. El viento sopló fuerte toda la noche, tanto que levantó olas en la laguna que hay entre el arrecife barrera y el sitio donde estábamos anclados. Me levanté a las 6 y decidí pasar de mi baño matutino, para acabar mi desayuno antes de que Noël diera la orden de ponernos en marcha. Desayunamos viendo las peripecias de un catamarán lleno de turistas para amarrar en la boya de fondeo a nuestro lado. Una chica casi se tuvo que descolgar de la proa para atraparla con un gancho, que era demasiado corto para la altura de la borda de ese barco. Salimos hacia la isla Unión por un estrecho canal que sorteaba arrecifes. La isla Unión tiene un perfil bonito, con un picacho espectacular en el centro. Sin embargo, el puerto ofrecía un panorama de bastante pobreza, con gente viviendo en tiendas. Teníamos que ir a tierra a hacer el papeleo para autorizar al barco a estar en las Granadinas y, de paso, comprar algo de comida. El primer muelle en el que intentamos amarrar la neumática estaba destruido. En el segundo, nos ofrecieron todo tipo de ayuda: para vigilar la lancha, para que compráramos pescado. Nos sentimos tan atosigados que ignoramos a un grupo de jóvenes que nos querían indicar cómo llegar a inmigración, lo que los hizo sentirse ofendidos. En inmigración, esperamos con un grupo variopinto de gente de barcos: canadienses, franceses, ingleses y americanos. Despotricamos sobre Trump y hablamos de nuestros planes de viaje. La razón de la pobreza de la isla Unión es que pasó por ella el ojo del huracán Beryl , el 1 de julio del 2024. Golpeó como huracán de categoría 4 la isla de Carriacou, y luego pasó sobre Unión, Mayreau y Canouan. Esta foto muestra una casa de la isla Unión, aún sin techo casi un año después. De vuelta al barco, decidimos almorzar, descansar un rato y luego seguir hacia Carriacou. Había fuerte viento por la aleta, casi en popa, por lo que fuimos sólo con el génova. Ésta es la isla Unión vista desde popa. En Carriacou también se ven los efectos del huracán Beryl. La inevitable foto de la puesta de sol... Camino de Grenada, miércoles 14 de mayo La isla de Carricou es parte de las Granadinas, pero forma parte de otro estado, el de la isla de Grenada. Sólo nos detuvimos en ella para pasar la noche. Salimos a media mañana, con viento del través, rumbo a Grenada. Carricou y los islotes circundantes, vistos desde popa:la de Carricou es parte de las Granadinas, pero forma parte de otro estado, el de la isla de Grenada. Salimos a media mañana con buen viento del través rumbo a Grenada. Éstos son Carricou y los islotes circundantes, vistos desde popa: De camino, teníamos que pasar cerca de varias islas pequeñas, como este impresionante peñasco llamado el Diamante: Con Grenada ya viéndose al fondo, navegamos entre dos escollos: El de la izquierda es una interesante formación de granito, dividida en dos por una ranura. Grenada, miércoles 14 al domingo 18 de mayo Poco después empezamos a pasar la isla de Grenada por su lado de sotavento. Yo sólo conocía a Grenada a raíz de su invasión  por tropas americanas que ordenó el presidente Ronald Reagan el 25 de octubre de 1983. Me la imaginaba una pequeña isla de desolada. En realidad, es una gran isla con una superficie de 344 kilómetros cuadrados. Como comparación, Ibiza tiene una superficie de 572 kilómetros cuadrados. Es una isla muy verde, cubierta de bosques tropicales, con picachos que se pierden en las nubes. Navegamos un buen trecho hacia el sur de la isla. A pesar de estar del lado de sotavento. El viento continuó soplando bastante fuerte, de través, lo que nos proporcionaba buena velocidad. Noël decidió fondear en una playa que nos recibió con un arco iris. Había un pueblo de pescadores con algunos edificios modernos. En general, Grenada parece un país más rico que las islas Granadinas . Al día siguiente, jueves 15, fui a bucear nada más despertarme. En una de las puntas de la playa había un bonito arrecife de coral. Sin embargo, esta vez no hice fotos. Difícil de superar las de Cayo Tobago. Poco después, bajamos a motor hasta la capital de Grenada, Saint George. Noël fue a visitarla en la neumática. Yo me quedé en el barco, leyendo y escribiendo. Esto es Saint George, visto cuando nos marchamos. Estábamos ya en el extremo suroeste de la isla de Grenada, que es una zona turística con hoteles elegantes. Al doblar la punta está el aeropuerto. La pista de 3 km de largo fue lo provocó la invasión de EEUU. Se construyó con ayuda de los cubanos, y los americanos pensaron que se podría usar para el aterrizaje de aviones de la Unión Soviética. Esto es lo que pudimos ver del aeropuerto desde el mar. Entramos en una de las profundas bahías que se internan como dedos en el sur de la isla de Grenada: Mt Hartman Bay, a la izquierda del mapa. Conmigo vigilando en la proa, Noël fue sorteando los muchos barcos que había fondeados desde la misma entrada de la bahía. Aprovechando el poco calado de Lala, acabamos echando el ancla a pocos metros de una playa rodeada de hoteles y mansiones, la playa de L'anse aux Épines. Al día siguiente, 17 de mayo, decidimos ir a fondear a otra bahía más al este, Phare Bleu Bay. Está en el centro del mapa. Como la distancia era corta y el viento venía de frente, fuimos a motor. Los alisios soplaban con fuerza, levantando olas grandes que rompían en arrecifes todo a nuestro alrededor. Noël los sorteaba mirando al mapa en su ordenador, que indicaba nuestra posición por GPS. Además, la entrada en las bahías está marcada por boyas. La convención de EE.UU, usada aquí es la de las 3 Rs: “return, red, right” – Al volver a tierra, dejad la boya roja a la derecha. Navegar en esas aguas en el pasado, sin GPS ni boyas, debía ser una auténtica pesadilla. Por fin entramos en la bahía. Anclamos al socaire de la isla Adam, ocupada en su totalidad por un lujoso hotel que me recordaba a los de la serie de televisión The White Lotus . Fui a bucear al arrecife que forma un istmo sumergido a la isla, pero el agua estaba revuelta con muy poca visibilidad. El tiempo parecía estar cambiando, con viento más fuerte y nubes cargadas de lluvia. Fin de trayecto: Trinidad El 18 de mayo amaneció desapacible, con un cielo gris uniforme que no acababa de soltar su lluvia. El viento seguía siendo fuerte, pero había rolado al sureste, por lo que no podríamos ira Trinidad con el viento al través, como habíamos esperado, sino en ceñida . Olas grandes se veían romper en los arrecifes que cerraban la bahía. Noël planeaba viajar de noche, para asegurarse de que llegáramos a Trinidad de día. Fue adelantando nuestra hora de salida hasta las tres de la tarde, cuando izamos la mayor y empezamos la última singladura de nuestro viaje. Tras sortear cuidadosamente los arrecifes de la entrada, desenrollamos el foque, apagamos los motores y pusimos rumbo a Trinidad. Noël puso rumbo más al este de lo necesario. Eso compensaba nuestra deriva y aseguraba que no tendríamos que dar bordos de ceñida si el viento rolaba a desfavorable. Pero había una razón más tétrica. A medio camino entre Grenada y Trinidad hay una plataforma petrolífera. En ocasiones, motoras llenas de hombres armados habían esperado bajo la plataforma para asaltar cruceros como el nuestro. Lo de los piratas del Caribe no es sólo una atracción de Disneylandia. Por si acaso, Noël planeaba pasar bien a barlovento de la plataforma. Además, es mejor navegar de noche, cuando los barcos son difíciles de ver, mientras que de día las velas se ven desde muy lejos. Ese rumbo nos ponía en ceñida cerrada. Las olas eran grandes y formaban mar cruzada, que es cuando se combinan dos grupos de olas que viajan en distintas direcciones. Con mar cruzada, el mar se llena de picos y agujeros, que mueven el barco en todas direcciones. ¡Menos mal que me había tomado pastillas contra el mareo! Al caer la noche organizamos las guardias. Como de costumbre, a mí me tocaría la de media noche, de doce a tre de la mañana. No me podía quejar. A Noël le tocarían dos guardias, de nueve a doce y de tres a seis. Poco antes de anochecer, vi un ave marina de alas puntiagudas pasar cerca de las velas. Pronto supe por qué. El pájaro giró en nuestra popa y aterrizó a sotavento de nuestra cabina. Al ajustar las velas, llegué a acercarme mucho a él, pero eso no pareció preocuparlo. Se quedó con nosotros toda la noche. A las seis cenamos una ensaladilla rusa que yo había dejado preparada. A las siete me fui a dormir, dispuesto a aprovechar el mayor número posible de horas de sueño. Noël me despertó poco antes de las doce. La plataforma petrolífera de la que hablamos antes quedaba ya a popa, iluminada como un árbol de Navidad en medio de la oscuridad del mar. Otras dos plataformas petrolíferas se veían en la distancia, una el este y otra al oeste. Al pasar la plataforma petrolífera habíamos cambiado a un rumbo más favorable al viento. Las olas habían disminuido de tamaño y ya no había mar cruzada. El viento también era más flojo. Nos permitía desenrollar la génova, pero no hacía falta aumentar nuestra velocidad. Ya estábamos cerca de Trinidad, y llegar allí de noche sólo nos iba a complicar la vida. A Noël se le veía cansado. Lo dejé acostarse sin hacerle más preguntas. El rumbo nos daba para abrir las velas pero, ¿tal vez no debía hacerlo? Fui a su ordenador a ver el mapa de nuestros curso. El AIS me señaló un barco justo enfrente. Salí afuera, pero no vi sus luces. Encendí el radar, pero tampoco lo señalaba. ¡Qué raro! ¿Un barco fantasma? No, probablemente otro velero, demasiado pequeño como para verlo o incluso reflejar el radar. Me daba una disculpa para virar treinta grados a sotavento. Ahora, claramente, hacía falta abrir más las velas. Eso me tuvo entretenido un rato. Más barcos aparecieron en la pantalla del ordenador. Uno grande de pasajeros se acercaba por babor y nos iba a pasar por popa. El primer barco quedaba ahora también a babor. Por fin conseguí verlo: una luz roja en la distancia. Los dos barcos pasaron muy cerca el uno del otro. Delante, ya se adivinaba el perfil montañoso y algunas luces de Trinidad. Podía olerla, un perfume de bosques y maleza bastante agradable. . Las tres de la noche llegaron enseguida. Desperté a Noël y me bajé a dormir. Entre sueños, sentí que las olas disminuían de tamaño. El barco pareció ralentizarse. Incluso oí flamear las velas. El sonido del motor acabó por despertarme. Miré el reloj: las seis y media. Se suponía que mi guardia empezaba a las seis. Subí a ver qué pasaba. Noël me dijo que habíamos avistado tierra demasiado temprano. Como no había casi viento, dejó el barco parado y se echó a dormir. El sol ya había salido tras las nubes. Los montes cubiertos de selva de Trinidad casi se podían tocar con la mano. Un estrecho canal nos conducía al golfo de Paria, un mar interior que separa a la isla de Trinidad de Venezuela. Adelante, vimos el catamarán tipo Catana que había estado anclado junto a nosotros en Grenada. Luego supimos que se llama Nirvana. Fui a proa para ver mejor el paisaje. Un grupo de tres delfines salieron a darnos la bienvenida, jugando bajo las proas. A la salida del canal, viramos a la izquierda para seguir la costa hacia nuestro destino final: Chaguaramas, un pueblo al norte de la capital de Trinidad, Port of Spain. Allí, Noël sacaría su velero Lala fuera del agua para almacenarlo en tierra durante la temporada de huracanes. En noviembre, volverá a ponerlo en el agua para proseguir su viaje, yendo hacia el norte por la costa este de EE.UU. para luego cruzar el Atlántico y volver a Francia. Las islas de Trinidad y Tobago forman una nación independiente. Mientras que la isla de Tobago está mar adentro y puede ser considerada una de las Antillas, Trinidad claramente forma parte de la masa continental de Sudamérica, estando separada de Venezuela por el amplio golfo de Paria y dos estrechos. Sin embargo, Trinidad tiene una cultura distinta del resto de Sudamérica: hablan inglés y conducen por la izquierda. Sus habitantes son descendientes de esclavos africanos y de hindúes. Trinidad tiene un aspecto más próspero que las Antillas que habíamos visitado. Quizás por eso los controles de inmigración fueron más estrictos. Noël y yo tuvimos que rellenar un montón de formularios y visitar dos oficinas distintas. El puerto de Chaguaramas está lleno de veleros anclados, muchos de ellos esperando ser izados a tierra en las dos marinas que hacen negocio con eso. Ésta es una vista del puerto al anochecer del 20 de mayo. Pasamos el martes 20 de mayo guardando velas y escotas, y limpiando el barco por dentro con lejía para evitar que crezca el moho durante su almacenaje. El clima de Trinidad es caluroso, húmedo y muy lluvioso. Cuando se guardan en tierra, muchos barcos son cubiertos por una tienda para evitar que los moje la lluvia. Dentro, se instalan deshumidificadores y aire acondicionado para mantener el aire seco. Sin embargo, Noël no estaba dispuesto a pagar por esos lujos. Estaba seguro de que en Lala no entraría agua de la lluvia, y piensa que con deshumidificadores químicos, a base de gel de silica, sería bastante. El miércoles 21 amaneció lluvioso. Teníamos hora a las 10:30 para sacar el barco del agua. Por suerte, escampó conforme íbamos a la marina de Peake. Metimos a Lala en una dársena, de donde lo sacó una grúa sobre ruedas. Un empleado de la marina quitó las algas de los cascos con una manguera a presión. Luego, bajaron a Lala a un transportador especial, que llevó al barco a una explanada al final de la marina, junto a la entrada. Mucha gente sigue viviendo en los barcos cuando están en tierra. Algunos vuelven año tras año, y pasan todo el verano allí. Algunos barcos instalan aire acondicionado para escapar del calor asfixiante del trópico. Aquí vemos un barco adaptado como casa, con una escalera de madera para subir a él. La mayoría de los barcos, sin embargo, quedan vacíos. Vivir en un barco en tierra tiene sus problemas, como descubrí la única noche que pasé en Lala el aparcamiento de barcos . Al no estar en el mar, no puedes usar el WC, ya que no desagua al mar. Hay que bajarse del barco por una escalera e ir andando hasta los baños, que quedaban bastante lejos. Para un vejete como yo, que tiene que mear un par de veces durante la noche, eso no es muy cómodo. El jueves 22 fui a desayunar a la cafetería de la marina. Me pedí un desayuno a la americana, a base de huevos fritos, pero también con una ensalada de pescado salado al estilo local. Me quedé leyendo un par de horas, disfrutando del aire acondicionado. Empezaba a estar harto del clima tropical, que no es tan grato como lo pintan. Tenía ganas de estar de nuevo en mi casa de Los Ángeles, disfrutando del "May gray" y el "June gloom": las nieblas frescas del Pacífico que cubren la parte occidental de Los Ángeles a finales de la primavera y principios de verano. A las once me recogió un coche de TTRideShare, un servicio de Trinidad parecido al Uber. Tardamos una hora en llegar al aeropuerto. Con el aire acondicionado a tope, no me puedo quejar. Fui mi oportunidad de ver la cultura de Trinidad. Una cosa que me sorprendió fue la falta de iglesias. Sin embargo, vi parques de atracciones y una universidad. Había comprado un asiento de ventanilla en el avión a Miami. Pero no sobrevolamos las Antillas por las que había estado navegando. Cruzamos Puerto Rico y avistamos la isla de la Hispaniola (República Dominicana y Haití) en la distancia. Luego sobrevolamos las Bahamas. Me despido con una foto desde el avión como la que abre este artículo.

  • Cultivar la fluidez mental (Flow)

    La fluidez mental como parte de una filosofía de vida El autor escalando en Texas Canyon, California, con fluidez mental. ¿Qué es la fluidez mental (flow)? La fluidez mental es un estado mental de atención concentrada en el que somos productivos y creativos sin esfuerzo aparente. Puede ocurrir al realizar una actividad intelectual, como escribir, o al practicar un deporte, como la escalada. Menciono estas cosas porque se trata de dos actividades que suelen citarse como ejemplos de fluidez mental. También son mis ocupaciones favoritas. El psicólogo Csikszentmihalyi bautizó la fluidez mental, dándole estas seis características: 1.      Atención centrada en una tarea. 2.      Fusión de acción y consciencia. 3.      Disminución de la preocupación por uno mismo. 4.      Percepción alterada del tiempo, que se acelera o ralentiza. 5.      Sensación de control total. 6.      Emociones positivas como la alegría, el placer, la euforia, el sentido y el propósito. La fluidez mental es un estado mental saludable En otro artículo, La neurociencia de la fluidez mental , explico sus características clave y describo los circuitos neuronales cerebrales que la median. No voy a dar referencias científicas en este artículo, ya que se puedes encontrar allí. La fluidez mental desactiva un circuito del cerebro llamado red neuronal por defecto , que se activa cuando no pensamos en nada en particular: cuando soñamos despiertos, rememoramos el pasado o fantaseamos sobre el futuro. También está activa en algunos estados mentales negativos, como la rumiación . La red neuronal por defecto incluye el córtex prefrontal medial, en el que se ubica la sensación del yo. Por lo tanto, es un estado mental que hace surgir el ego. En cambio, la fluidez mental activa la red de atención ejecutiva, que desactiva el córtex prefrontal medial y activa el córtex prefrontal dorsomedial, aumentando la concentración y el rendimiento, y el córtex orbitofrontal, reduciendo la impulsividad. Todo esto me llevó a pensar que la fluidez mental es un estado mental saludable que no sólo nos permite hacer las cosas de forma alegre, productiva y creativa, sino que también promueve una mejor forma de vivir en general. Porque aumenta la energía mental, puede alejar la depresión. Al desconectarnos del ego, la fluidez mental puede reducir la ansiedad. Como muchas cosas en la vida, los estados mentales se convierten en hábitos. Si pasas mucho tiempo en un estado mental determinado, vas labrando un camino que hace más fácil volver a él. Si pasas mucho tiempo en la red del modo por defecto, resulta difícil salir de ella para dejar de soñar despierto y seguir a tu ego. Si, por el contrario, pasas mucho tiempo en fluidez mental, cada vez es más fácil entrar en ese estado, con lo que te vuelves capaz de hacer muchas cosas en este estado de aparente ausencia de esfuerzo. Nos pasamos la mayor parte de nuestra vida trabajando. Para la mayoría de la gente, el trabajo no tiene sentido y es agotador. Sentimos que estamos malgastando nuestra vida al tener que trabajar. Sin embargo, si fuéramos capaces de hacer una buena de nuestro trabajo en un estado de fluidez mental, gastaríamos menos energía y nos sentiríamos más realizados. ¿Atención plena (mindfulness) o fluidez mental (flow)? Desarrollar estados mentales llenos de alegría y sentido es la base de muchas prácticas espirituales. Practicamos la meditación para cultivar un estado mental en el que somos más conscientes de nuestras emociones y nuestros pensamientos, lo que nos permite dirigirlos en una dirección más saludable, lejos de la rumiación, la ira, la ansiedad, la vergüenza y otras emociones negativas, y hacia la alegría, la curiosidad y la compasión. La atención plena es un estado mental que consiste en abrir la mente a todas las sensaciones, pensamientos y emociones, sin rechazar ni apegarnos a nada. Simplemente, los dejamos pasar, como las nubes en el cielo. Una directriz importante de la atención plena es no juzgar nuestros contenidos mentales. No apartamos los que consideramos malos ni nos apegamos a los que consideramos buenos. Como juzgar es una de las principales actividades del ego, la atención plena disminuye el ego. La fluidez mental también disminuye el ego al reducir la preocupación por uno mismo, dirigiendo nuestra atención hacia nuestra tarea en lugar de hacia nosotros mismos. No seremos capaces de entrar en el flujo mental hasta que dejamos de juzgarnos a nosotros mismos y nos dedicamos a gozar de nuestra tarea como un juego, de modo que la energía que se desperdicia juzgando se dirige hacia la acción. Ésta es una de las razones por las que la fluidez mental hace que nos sintamos como si no hiciéramos ningún esfuerzo. Sin embargo, la atención plena y la fluidez mental son estados mentales distintos. La atención plena también desactiva la red neuronal por defecto, pero no activa la red de atención ejecutiva. Mientras que en atención plena todos los contenidos mentales están permitidos, la fluidez mental requiere un filtro estricto que permita el paso únicamente a sensaciones y pensamientos relacionados con nuestra tarea. Practicar atención plena requiere que nos apartemos de nuestras actividades cotidianas, porque no podemos estar en un estado de mente abierta y sin prejuicios mientras trabajamos o hacemos las tareas domésticas. Sin embargo, podemos entrenarnos para entrar en fluidez mental al realizar cualquier tarea, incluso las más insignificantes. Cuando asistía a sesshins — retiros Zen de varios días —, una de las actividades diarias era el samu : un trabajo banal como barrer el suelo, cortar verduras para cocinar o limpiar los baños, que había que hacer con absoluta concentración. Incluso comer se hacía siguiendo un elaborado ritual. Cuando se hace bien, el samu conduce a la fluidez mental. Aunque son diferentes, la fluidez mental y la atención plena se apoyan mutuamente, porque ambas requieren el mismo tipo de control blando sobre la mente. Por control blando quiero decir que no podemos entrar en esos estados mentales ejerciendo fuerza de voluntad, o sea, nuestra mente consciente obligando al resto de nuestra mente a hacer su voluntad. En lugar de eso, toda nuestra mente, consciente e inconsciente, tiene que deslizarse hacia esos estados. Al alternar atención plena y fluidez mental, tu mente aprende a entrar suavemente en estos estados de forma integrada, sin el conflicto interno de una parte de la mente tratando de controlar a la otra. Sin confrontación, no hay desperdicio de energía, por lo que no experimentamos la pérdida de fuerza de voluntad que se produce cuando nos forzamos a hacer las cosas. Elegir el reto adecuado Entonces, ¿cómo entramos en la fluidez mental? Alcanzar el estado de fluidez mental requiere un equilibrio entre nuestras capacidades y el desafío que supone una determinada actividad. Ser capaces significa que tenemos que entrenarnos. Cuando estamos aprendiendo una nueva actividad, como el esquí, tenemos que ejercer un gran control consciente para traducir las cosas que sabemos en teoría — mantener los esquís paralelos, utilizar los cantos, flexionar las rodillas — en actos musculares correctos. Hasta que estas acciones no se vuelven automáticas, no podemos soltar el control consciente. Como la consciencia es lo más lento que ocurre en el cerebro, hasta que logremos esto, nuestros movimientos serán torpes. La consciencia también requiere mucha energía mental, por lo que pronto nos sentimos agotados.  Sin embargo, una vez que desarrollamos la habilidad para hacer algo, podemos caer en el problema contrario: hacer las cosas automáticamente, utilizando la memoria muscular . En mi ejemplo, nuestro esquí puede volverse perezoso, haciendo giros amplios con los que nos sentimos cómodos en lugar de seguir aprendiendo maniobras más arriesgadas. Para entrar en fluidez mental, tenemos que llevar nuestra actividad al límite de nuestra capacidad, para poder hacerla bien, pero que sea lo suficientemente difícil como para requerir toda nuestra concentración. Hace un par de horas, estaba haciendo bouldering en el rocódromo. Empecé haciendo algunos problemas fáciles, V0 y V1, luego pasé a V2, y después me reté a mí mismo a V3. No pude completar algunos de los movimientos V3, así que sabía que estaba al límite de mis habilidades. Cuando vi que estaba bloqueado, volví a los problemas V2 para recuperar mi fluidez. Mantuve una actitud juguetona, riéndome de mis fallos y sabiendo que lo estaba haciendo bien, a pesar de todo. El periodo de esfuerzo: generar atención y esfuerzo sostenidos No es posible entrar en fluidez mental de inmediato. Siempre hay un periodo de esfuerzo en el que poco a poco centramos la mente en nuestra tarea. Puede ser que haya un poco de lloriqueo, o que nos veamos tentados por las distracciones. Para superar todo eso, tenemos que echar mano de nuestra autodisciplina. Entrar en fluidez mental implica compromiso. Hemos decidido realizar esta actividad, así que dejamos de lado cualquier otra cosa. En este periodo de esfuerzo es cuando centramos nuestra atención en nuestra tarea con intención inquebrantable. La fluidez requiere pasión. Debes amar la tarea que estás a punto de realizar. Algo de ansiedad y sentimientos encontrados están bien, pero si odias lo que estás a punto de hacer, si eso no tiene corazón, tienes que preguntarte por qué estás intentando hacerlo en primer lugar. ¿Cuál es el origen de tu resistencia interna? ¿Puedes encontrar una forma de reconocer y honrar las partes de ti mismo a las que no les gusta la tarea, y así restablecer tu unidad interna? Cuando practico la escalada, hay una parte de mí que tiene miedo. Es una parte infantil de mi mente, pero también es la parte que me impide arriesgarme demasiado. Yo lo llamo el ego de supervivencia . A él se opone el ego atrevido . Tengo que escuchar a ambos, negociar con ellos. A veces, reduzco el reto para disminuir el riesgo. Si es posible, crea un entorno libre de distracciones. Yo tengo el lujo de disponer de un estudio en casa en el que puedo cerrar la puerta para escribir. Si no tienes ese lujo, otra opción es habituarte a un entorno ajetreado, de modo que seas capaz de concentrarte pase lo que pase a tu alrededor. Muchos escritores trabajan en cafeterías, bibliotecas y otros lugares públicos. Durante la parte más dura de mi carrera científica, yo no tenía despacho, sólo un escritorio en mi laboratorio. Mis posdoctorandos trabajaban a mi alrededor, manipulando ratas y equipos, y yo apenas me daba cuenta de su presencia. Durante esa época escribí algunos de mis mejores artículos y proyectos de investigación. Abandonar la zona de confort Escribir artículos científicos y proyectos de investigación son actividades que generan mucha ansiedad. Ambos van a ser duramente criticados por otros científicos. La mayoría de los artículos son rechazados en la primera sumisión, y tienes suerte si te dejan volver a presentarlos con correcciones. Para conseguir una subvención, tienes que competir con las mejores mentes de tu campo por unos fondos de investigación limitados. Yo trabajaba con fondos blandos , lo que quiere decir que todos el dinero para de mi laboratorio, incluido mi salario, procedían de subvenciones del estado. Si no conseguía una subvención, me quedaba sin trabajo. A menudo, entramos en la fluidez mental luchando contra la ansiedad y el miedo. En la escalada, el miedo está siempre presente en el vacío vertiginoso debajo de ti. Lo primero que aprendes cuando empiezas a escalar es a convertir ese miedo en concentración, en fluidez mental. Quizá lo que me permitió sobrevivir a la enorme ansiedad mi carrera científica fue esta capacidad de superar el miedo que aprendí escalando. Sin embargo, otros científicos se enfrentan a retos similares y no son escaladores. Una de las ventajas de la fluidez mental es que hace desaparecer el miedo. Por supuesto, no siempre hay que enfrentarse al miedo para entrar en fluidez mental. La gente escribe, pinta, baila y toca música sin que esto tenga repercusiones, buenas o malas. Sin embargo, el hecho de retarse a hacer algo difícil conlleva cierta dosis de ansiedad. Para experimentar la fluidez mental, tenemos que abandonar la zona de confort en la que las cosas nos parecen fáciles. Tenemos que aventurarnos en lo desconocido, experimentar con cosas que no hemos hecho antes. Nos enfrentamos cara a cara con la aleatoriedad del mundo. La novedad y la imprevisibilidad son esenciales para fluir. No sabes lo que va a pasar; sólo puedes hacer lo mejor que puedas. Es entonces cuando la fluidez mental despierta la intuición y la creatividad que llevamos dentro. Taponar las fugas de energía La fluidez mental tiene cierta inercia, pero no hay garantía de que permanezcas en ella una vez que la consigues. Si la pierdes, volverás al punto de partida, teniendo que pasar de nuevo por el periodo de esfuerzo. Hay muchas cosas que pueden sacarte de la fluidez mental. Se llaman fugas de energía porque aumentan la energía necesaria para permanecer en fluidez mental, o para realizar nuestra tarea sin fluidez mental. Algunas fugas de energía son bastante obvias. No intentes hacer varias cosas a la vez. El cerebro no funciona así. Cuando lo intentamos, lo que hace nuestra mente es mover la nuestra atención de una tarea a otra, de modo que nunca se centra completamente en una actividad y nunca entramos en fluidez mental. No te tomes descansos programados. Lo más probable que cuando llegue el momento de hacer la pausa sea justo cuando estás en la fluidez mental, así que la echarás a perder. Entonces tendrás que volver a pasar por el periodo de esfuerzo. En lugar de eso, espera a un punto de ruptura natural en tu tarea, o a que te sientas cansado. Pero el mayor enemigo de la fluidez mental es el ego. Cuando el córtex prefrontal medial entra el juego, nos devuelve a la red neuronal por defecto. Una forma en que el ego sabotea la fluidez mental es el perfeccionismo. La fluidez mental es un estado mental de diversión y experimentación. Implica ensayo y error. Estar en fluidez mental no significa que vayamos a hacer las cosas perfectamente. De hecho, si no cometemos errores, significa que no estamos aprendiendo, que no nos estamos retando a salir de la zona de confort. El perfeccionismo es cuando el ego se entromete para no tolerar errores. El ego cabalga sobre esa horrible emoción, la vergüenza, para hacernos sentir mal por fallar en algo. Todo el juego y la alegría desaparecen. Malgastamos nuestra energía en un conflicto interior, en lugar de invertirla en la actividad a la que nos hemos comprometido. Una forma aún más sutil con la que el ego se hace presente es cuando nos preguntamos si estamos en fluidez mental. Irónicamente, nunca fluirás si intentas fluir. Esa actitud te hace volver al juego de intentar controlar ti mente. Así que olvídate de la fluidez mental. Establece las condiciones, comprométete con tu tarea con una intención inquebrantable y ¡adelante! Centrarse en el proceso y no en la meta Otra forma en la que el ego interfiere con la fluidez mental es centrándose en la recompensa que obtendremos de nuestra tarea. Esa recompensa puede ser simplemente esa palmadita en la espalda que nos damos a nosotros mismos por haber logrado algo difícil. O el derecho a presumir delante de nuestros amigos. Otras veces es una recompensa económica, el reconocimiento público o la fama. La mayoría de las tareas tienen un objetivo, y eso está bien. Escribo este artículo para publicarlo en mi blog y atraer a más lectores. Pero tenemos que olvidarnos del objetivo mientras realizamos la tarea. Por supuesto, la actividad debe ajustarse al objetivo que nos hemos marcado; tenemos que prestar atención a eso. Pero eso es distinto de anticipar la recompensa que vamos a obtener o, peor aún, lo mal que nos vamos a sentir si fracasamos. Eso es una distracción y una fuga de energía. En muchas tradiciones espirituales se hace hincapié en el desapego de nuestros objetivos. En el Zen, mushotoku consiste en hacer algo con desapego a cualquier recompensa que vayamos a obtener. Todo el Bhagavad Gita , uno de los textos sagrado del hinduismo, está dedicado a explicar el beneficio de actuar sin apego al resultado de nuestras acciones. Fluidez mental con tareas domésticas Si la fluidez mental requiere realizar una actividad que desafíe nuestra habilidad, entonces ¿sería posible lograrla realizando tareas domésticas? Al fin y al cabo, eso es lo que afirmaba antes cuando hablaba en de hacer samu  en las sesshines del Zen. La literatura sobre la neurociencia de la fluidez mental parte de la base de que ésta sólo se consigue a través de actividades que supongan un reto. Sin embargo, decidir qué constituye un reto depende de ti. En el samu  del Zen, el reto consiste en realizar una tarea simple con absoluta concentración. Esta concentración total se fundamenta en los largos periodos de meditación y en el entorno de la sesshin. Cualquier tarea, por insignificante que sea, puede convertirse en un reto. Si estás cortando un pepino, ¿puedes hacerlo rodajas de grosor uniforme, y muy rápido? He visto a chefs de sushi hacerlo y he intentado emularlos en casa. Cocinar, barrer el suelo, fregar los platos o lavar el coche son cosas que podemos hacer en un estado de fluidez mental o de distracción. Tú decides. Cuando haces las cosas en fluidez mental, la tarea más insignificante puede proporcionarte una alegría inesperada. Es una de las mejores cosas que he aprendido en las sesshines Zen. No estoy diciendo que debas intentar vivir toda tu vida en fluidez mental. Eso no es posible y puede convertirse fácilmente en una trampa del ego. Lo ideal sería encontrar un equilibrio entre diversos estados mentales a lo largo del día: atención plena, fluidez mental, soñar despierto, rememorar y dormir. Pero lo que nos suele pasar es que, cuando no estamos trabajando, nuestra atención queda atrapada en la televisión y las redes sociales. No dedicamos tanto tiempo como nuestros antepasados a soñar despiertos, fantasear y rememorar experiencias pasadas. Sospecho que nuestras vidas son menos ricas por eso. La fluidez mental como parte de un camino espiritual Soy ateo. No creo en la vida después de la muerte. Sin embargo, toda mi vida he seguido un camino espiritual. He practicado yoga, Zen y he aprendido de otras escuelas místicas. Mi camino espiritual , o filosofía de vida, consiste en alcanzar mi pleno potencial como ser humano. Hoy en día, lo llamo cazar poder personal , siguiendo la filosofía de la Senda del Guerrero . El poder personal no es tener poder sobre personas y cosas, sino alcanzar un estado de autoconocimiento, integración interior y control suave sobre mi mente que disminuya el sufrimiento y me traiga felicidad. Durante muchos años, practicar la meditación y buscar estados alterados de conciencia fue el objetivo de mi camino espiritual. Desde que descubrí esta idea a los 13 años, alcanzar algún tipo de Nirvana o iluminación se convirtió en un objetivo de mi vida. Sin embargo, tras muchos años de practicar la meditación en sus múltiples formas, llegué a un punto muerto. No me aportaba la claridad mental que esperaba alcanzar, y mucho menos una iluminación. Las enseñanzas Zen definían el satori  o iluminación de formas confusas. Así que dejé de meditar. En su lugar, empecé a escribir. Era algo que me encantaba y, para mi sorpresa, me aportó las percepciones sobre mí mismo que había buscado a través de la mediación. Quizá es que mis largos años de meditación dieron su fruto de esa manera. Sin embargo, me di cuenta de que es el estado de fluidez mental que alcanzaba mientras escribía, profesionalmente como científico o como hobby, lo que me proporcionaba esa alegría. Así que, últimamente, mi trabajo interior se centra en cultivar la fluidez mental y otros elementos de la Senda del Guerrero, de los que escribiré en futuros artículos.

  • Cómo reconocer el maltrato en las relaciones BDSM

    Cosas que definen los límites entre el BDSM y el abuso Poster de una película en la exposición Kink Out en Los Angeles, septiembre del 2023. Foto del autor. Uno de los temas clave en el mundo del BDSM ha sido siempre cómo distinguir una relación BDSM sana de una basada en el abuso y la explotación. Para ello, en los años 80 se llegó a un acuerdo basado en los parámetros de “seguro, sensato y consensual” (SSC). En líneas generales, esto quiere decir que no debe producirse lesiones físicas graves (“seguro”), que no debe haber daño psicológico ni manipulación emocional (“sensato”) y que todo lo que ocurre se realiza con el consentimiento de los participantes (“consensual”). Más tarde se establecieron otros parámetros como “Risk Aware Consensual Kink” (RACK), traducido al español como “riesgo asumido y consensuado en sexualidad alternativa” (RACSA), que, en mi opinión, carecen la simplicidad del SSC. No voy a hablar aquí de la violación y el abuso sexual realizados con el uso descarado de la coacción y la violencia, sino de formas más sutiles de maltrato que se basan en la manipulación mental y que, precisamente por eso, pueden resultar más dañinas. El abuso en relaciones vainilla y BDSM A menudo, el maltrato dentro del BDSM no es muy distinto del que se da en relaciones vainilla. No hay evidencia de que sea más frecuente. Sin embargo, es verdad que, por su propia naturaleza, el BDSM facilita el maltrato. En primer lugar, hay una serie de mitos dentro de la cultura BDSM que dificultan el reconocimiento de la situación de maltrato. Ahí van algunos ejemplos: Que la dominación y la sumisión tienen valor por sí mismos. Que un verdadero sumiso debe obedecer al dominante sin cuestionarlo. Que los límites están hechos para ser superados. Que toda relación BDSM debe progresar hasta el 24/7 o el no consentimiento consensuado. En segundo lugar, la falta de aceptación del BDSM por la sociedad dificulta que las víctimas puedan denunciar el maltrato, pues para hacerlo deberán revelarse como participantes en esas ‘perversiones’ y exponerse a ser doblemente victimizados por ello. En tercer lugar, hay quien intenta etiquetar las relaciones BDSM saludables como abusivas por razones ideológicas, que van desde el conservadurismo hasta el feminismo radical. Por estas razones, creo que es crucial hablar de las diferentes maneras en que el BDSM puede usarse como pretexto para el abuso, el control emocional y la explotación. Mi lista de problemas Con el ánimo de alertar a potenciales víctimas y de llamar la atención sobre el tema al colectivo BDSM, he confeccionado una lista de los síntomas que potencialmente pueden conducir a situaciones de abuso amparadas en un falso BDSM. Esta lista no pretende ser ni mucho menos exhaustiva y se basa en mis observaciones personales y en los comentarios que he ido leyendo por internet. Por lo tanto, debe considerarse sujeta a discusión y como un proyecto en curso. El que una persona haga una o dos de estas cosas quizás no sea causa de alarma, pero varias juntas deben encender la luz roja. En la medida de lo posible, he usado un lenguaje de género neutro. Aunque estadísticamente es más frecuente que el abusador sea hombre y la víctima mujer, el maltrato puede ocurrir en todo tipo de combinaciones de género. También hablo de personas dominantes y sumisas, lo que implica una relación de dominación/sumisión, pero el maltrato también puede darse en relaciones sadomasoquistas y otras formas de kink. Celos y posesividad La posesividad y los celos suelen formar el núcleo central del maltrato, su fuente de origen. Muchos casos de violencia de pareja, incluso asesinatos, están motivados por ellos. Los celos son una emoción normal que casi todo el mundo siente en un momento u otro. Lo que no es normal es que los celos se conviertan en una sospecha continua, en algo que influye en todas las cosas que se hacen. La dominación-sumisión constituye una tapadera perfecta para las relaciones posesivas porque normaliza el control por parte de uno de los miembros de la pareja y la entrega total por parte del otro. Por lo tanto, la diferencia entre una relación D/s sana y una abusiva puede ser difícil de distinguir para quien la ve desde fuera. La clave puede estar en cómo reacciona la persona dominante a las amistades y al entorno social de la persona sumisa. La sospecha continua y el uso de la dominación como excusa para un control exagerado sobre la mayoría de los aspectos de la vida deben ser señales de advertencia. Por ejemplo, exigir acceso a tu teléfono móvil es una señal de control injustificado e intrusión en tu privacidad. En el contexto específico del BDSM, un abusador buscará eludir el SSC y subvertir las prácticas BDSM para lograr un control emocional. Esta es la característica común de los siguientes puntos. No respetar tus límites En el BDSM, los límites son uno de los instrumentos para asegurar el consentimiento. Se trata de cosas que una persona (sumisa o dominante) se niega a hacer. Se suelen establecen en una negociación previa a la sesión. Algunas personas diferencian entre límites duros y blandos. Los primeros deben respetarse siempre, mientras que los segundos son algo que la persona sumisa puede estar dispuesta a superar en el futuro o en circunstancias especiales. Un dominante abusivo puede considerar los límites como un desafío personal y ponerse socavarlos o simplemente romperlos directamente. Esto a menudo se racionaliza como que la persona sumisa necesita ‘crecer’ para experimentar el BDSM plenamente. En realidad, el maltratador ve tus límites como un impedimento para el control absoluto que quiere ejercer sobre ti. Considerará el superar de tus límites como un triunfo personal. Negarse a tener una palabra de seguridad La primera pista que suelen dar muchos maltratadores en el mundo BDSM es que objetan al uso de la palabra de seguridad. Es lógico que lo hagan, pues la palabra de seguridad es la mejor herramienta de la que dispone la persona sumisa para asegurarse de que se respeta su consentimiento en todo momento. La palabra de seguridad la utiliza la persona sumisa para detener el juego cuando algo sale mal. Complementa los límites al proporcionar una forma de objetar frente a algo inesperado. A algunos practicantes de BDSM no les gusta utilizar una palabra de seguridad porque tienen otras formas de comunicarse cuando hay un problema. Algunas relaciones D/s pueden evolucionar con el tiempo hasta una forma extrema en la que la persona sumisa es capaz de entregarse a la dominante con tanta confianza que ya no es necesaria una palabra de seguridad. Los abusadores se aprovechan de esta controversia en torno a las palabras de seguridad para disuadirnos de utilizarlas. Otra estrategia del maltratador es aceptar utilizar una palabra de seguridad, pero dejando en claro que la persona sumisa será castigada por utilizarla. El castigo puede consistir en detener la escena y negarse a volver a ella, lo que es innecesario a menos que el sumiso lo pida. La persona dominante también puede volverse cruel, pasiva-agresiva o enfadada. En casos extremos, puede rechazar a la persona sumisa. Establecer una relación BDSM extrema desde el principio Normalmente, el BDSM se practica en ‘sesiones’: periodos de juego que duran unas horas, tras los cuales los participantes abandonan sus roles y vuelve a una interacción igualitaria. Algunas parejas desarrollan un deseo tan profundo por el kink que, después de un tiempo, deciden practicarlo a tiempo completo. Para ellas, ser dominante o sumiso deja de ser un rol que adoptan por un tiempo limitado y se convierte en una parte esencial de su relación. Otra forma extrema de D/s es el ‘no consentimiento consensuado’, en el que la persona sumisa acepta soportar cualquier cosa que la persona dominante decida, como un acto de completa rendición. Para maximizar su control, los maltratadores suelen intentar escalar rápidamente las relaciones a 24/7 o a no consentimiento consensual. Esto se racionaliza con el mito de que este tipo de relaciones son la forma más auténtica de BDSM, o que son de alguna manera más deseables porque le proporcionarían a la persona sumisa más satisfacción o más prestigio en la comunidad BDSM. La realidad es bien distinta. El 24/7 y el no consentimiento consensual se alcanzan después de que una pareja haya pasado por una larga evolución en su práctica. Nunca se adoptan a la ligera. Otra diferencia es que el 24/7 se practica con mayor frecuencia en parejas monógamas con un fuerte compromiso, mientras que un maltratador puede intentar imponer el 24/7 a múltiples personas simultáneamente, creando lo que se llama un establo de sumisos. Por supuesto, el poliamor es muy común en el BDSM. Lo que no es común son las relaciones de dominación/sumisión 24/7 con múltiples personas. Una relación honesta 24/7 es muy exigente para los dominantes, que tienen que interactuar continuamente con los sumisos para darles algo a cambio de su entrega. Los maltratadores, sin embargo, descuidarán a la persona sumisa una vez que hayan obtenido el control y la exclusividad que buscan. Secretos Un maltratador te exigirá enseguida que guardes meticuloso secreto sobre todo lo que pase entre vosotros, quizás con la excusa de proteger tu privacidad, o bajo el miedo de que tus familiares y amigos no entiendan tu relación BDSM. Eso te privará de la posibilidad de buscar consejo y contrastar lo que te hace con lo que hacen otras parejas o la comunidad BDSM. Es normal que algunas cosas íntimas queden en privado, pero el excesivo secretismo debe ser una señal de alerta. Exageraciones y mentiras Los maltratadores no suelen ser personas honestas, sino que viven rodeados de una espesa red de exageraciones, verdades a medias y mentiras. Eso suele tener la función de presentarlos como algo que no son en realidad y proteger su ego. Te harán creer que son atractivos y en gran demanda, así que has tenido una gran suerte en que te haya elegido y que perderás mucho si te deja. Todo esto nace de la baja autoestima y la inseguridad que son el origen del comportamiento manipulador, que se compensa con un ego hipertrofiado que necesita ser apuntalado en todo momento. Fomentar la mentira y otras malas conductas Eventualmente, un maltratador intentará convertirte en cómplice de sus mentiras. Es muy fácil pasar de pedirte que guardes un secreto a obligarte a mentir para protegerlo. El maltratador también puede pedirte tu colaboración para abusar de otras personas. De esta forma, te hará sentir especial, que has pasado a formar parte de su círculo íntimo, a diferencia de todos esos pobres sumisos que ansían la atención que tú ya tienes. Si esto te hace sentir culpa y vergüenza, eso puede servir para animarte a aceptar las racionalizaciones del abusador. De esta manera, tu propia mala conducta hará que te veas más atrapado en la red de mentiras y el narcisismo del maltratador. Provocarte culpa y vergüenza  El peor maltratador es el que usa métodos de manipulación psicológica para controlarte. Una de las formas más eficaces de hacerlo es a través de la vergüenza y la culpa, porque son emociones poderosas susceptibles de ser usadas para el control psicológico. Una táctica común de los maltratadores es hacerse la víctima, especialmente si estás intentando dejarlos. Te dirán que has herido sus sentimientos y que eres cruel. Si te disculpas, como lo haría la mayoría de las personas, esto solo servirá para iniciar una dinámica en la que tendrás que expiar continuamente tus faltas. Te encuentras constantemente a la defensiva. Tu comportamiento siempre es cuestionado, pero nunca el de ellos. Por supuesto, esto puede suceder en las relaciones tradicionales, pero en el BDSM existe el elemento adicional de que se supone que debes entregarte por completo al dominante. La sumisión se convierte en una obligación, algo que define tu valor como persona, en lugar de ser una elección que haces por tus propios motivos. Consumo de drogas En la comunidad BDSM, existe la creencia generalizada de que se debe evitar el consumo de drogas en una sesión BDSM. Personalmente, hago una excepción con el consumo de cannabis por parte de sumisas que conozco bien, porque esto mejora su experiencia. Aun así, creo que los dominantes deben abstenerse de consumir drogas y alcohol antes o durante una sesión, porque necesitan una mente despejada para garantizar la seguridad y el consentimiento. Una persona sumisa que está borracha o bajo el efecto de la droga es incapaz de dar su consentimiento y procesar adecuadamente las sensaciones de dolor y las emociones intensas. Esto es particularmente cierto en el caso de los opioides y las drogas estimulantes como la cocaína y las anfetaminas. Huelga decir que inducir a una persona sumisa a tomar drogas es una forma fácil para que un maltratador obtenga un control total sobre ella, al disminuir su pensamiento crítico y debilitar su voluntad. Ataques y faltas de respeto a otras personas “Si quieres saber cómo te tratará tu novio, mira cómo trata a su madre”, dice el saber popular. Si ves que tu dominante es una persona violenta y agresiva, que le falta al respeto a completos desconocidos por cualquier nimiedad, que empieza peleas de tráfico, en los bares o en los foros de internet, ¿qué te hace pensar que va a comportarse de forma distinta contigo en la intimidad? En el BDSM, el infligir dolor o el dar órdenes deben realizarse sin ira. El dominante debe estar en un estado de autocontrol todo el tiempo. De lo contrario, una sesión puede derivar en abuso antes de que te des cuenta de lo que está sucediendo. Aislamiento social  El aislamiento social es una técnica muy utilizada por las sectas. Te convencen de que tu familia y amigos no son buenos para ti, de que son los culpables de todos tus problemas. Los dominantes celosos pueden utilizar el mismo método, primero, ordenándote que rompas con tus amigos y, segundo, rodeándote de sus amigos. De esta manera, integrarte en el entorno social del maltratador te priva del referente de personas que te puedan aconsejar, poniéndote en una situación de vulnerabilidad psicológica. Los maltratadores sofisticados se alían con personas que piensan y actúan como ellos. Confirman mutuamente sus mentiras e incluso pueden organizar elaborados esquemas de luz de gas ( gaslighting ), una técnica de manipulación que consiste en hacerte dudar de tu lucidez. En grupo, los maltratadores cultivan creencias colectivas que justifican la conducta abusiva. Se impone la ley del rebaño y nadie se atreve a romper la disciplina y la lealtad al grupo, aún enfrentados a situaciones moralmente repugnantes. Tomar control de tu vida  Lo peor que puede hacer un maltratador es tomar el control de tu dinero, trabajo, vivienda, etc. El irte a vivir con tu dominante puede ser una gran tentación. O dejar que te apoye económicamente o que use sus conexiones para conseguirte un buen trabajo. Especialmente si el dominante es rico y tu situación financiera no es buena. Puede que hayas fantaseado con encontrar a tu propio Christian Grey, un poderoso macho alfa que te envolverá por completo con su asombroso poder, brindándote seguridad y protección para siempre. Esta es la fantasía promovida por 50 sombras de Grey y otras innumerables novelas románticas. Sin embargo, éste puede ser el mayor error de todos. No solo aumentaría tu aislamiento social, sino que, una vez que tenga el control de tus finanzas y medios de vida, el romper con tu dominante puede volverse imposible. Eso requeriría mucha ayuda de amigos y familiares. Pero, si tu dominante ha logrado destruir tu relación con ellos, ¿qué vas a hacer? ¿Es malicia o ignorancia? Hoy en día está de moda dividir a las personas entre maltratadores y víctimas. Los maltratadores son personas malvadas que no tienen solución y que deben ser evitadas a toda costa y condenadas al ostracismo. Las víctimas son almas inocentes a las que siempre se debe creer y proteger. Lamentablemente, la vida es mucho más complicada. Sí, hay depredadores que no tienen escrúpulos, son egoístas y están llenos de malas intenciones. Sin embargo, también hay personas mal informadas, inconscientemente posesivas, celosas y que actúan sin reflexionar. Y esto se aplica tanto a personas dominantes como sumisas. Al igual que las personas dominantes pueden volverse excesivamente controladoras y explotadoras, las personas sumisas pueden meterse en un tipo de relación para la que no están preparadas, ya sea una relación 24/7, sin consentimiento, o una situación de convivencia o de dependencia financiera. Es decir, las relaciones BDSM no saludables pueden surgir más por ignorancia que por malicia. No hay que ver las cosas en términos de blanco y negro, bueno y malo. Sí, hay maltratadores imposibles de reformar. Pero también hay personas confundidas, ignorantes, con actitudes emocionales malsanas, o que han asumido mitos sin darse cuenta de sus consecuencias. Estos últimos se alegrarán a la larga de ser educados en cómo practicar el BDSM de forma segura, sensata y consensual. ¿Qué hacer cuando se detectan estos signos? Si la relación está empezando y las señales son claras, lo mejor es cortarla lo antes posible. Sin embargo, el romper no es siempre la mejor opción. Hay relaciones que merecen la pena ser rescatadas. En ese caso, mi consejo sería limitar la relación hasta que puedan establecerse parámetros más seguros: Cambiar la sumisión a tiempo completo (24/7) por juego por sesiones. Establecer límites claros y una palabra de seguridad. Que la persona sumisa retome el control sobre su vida y sus relaciones. Que la persona dominante reflexiones sobre analice su actitud y sus motivos. Lo importante es darse cuenta de que las formas extremas de BDSM son increíblemente poderosas y embriagadoras. Pueden conducir fácilmente a la dependencia psicológica, al socavar la autoestima. Es difícil hablar de estas cosas sin alimentar las narrativas de aquellos que buscan condenar el BDSM. Por ello, hace falta enfatizar que las relaciones 24/7 y el no-consentimiento consensuado son formas legítimas de BDSM, que pueden ser practicadas de forma segura sin caer en el maltrato. Pueden ser experiencias sumamente enriquecedoras. Lo que no se debe hacer es ponerse a practicarlas cuando no se tiene la experiencia adecuada. Mi consejo es hacerlas sólo después de varios años de practicar el BDSM en sesiones. Lee sobre el BDSM, participa en una comunidad kinky, haz amigos en ella, busca un mentor que no sea tu dominante y estate siempre alerta sobre aquellos que buscan usar el BDSM para explotar y controlar. Copyright 2024 Hermes Solenzol.

  • Todos los jefes se tiran a sus secretarias

    Escena erótica de la novela que estoy escribiendo: El rojo, el facha y los narcos Shutterstock Photo 516652081, by sakkmesterke Luis es un abogado joven, doble amputado y facha. Se ve obligado a compartir habitación con su secretaria Saturnina (Nina para los amigos y todos los demás) en una pequeña fonda de Sasamón, a donde les han llevado sus oscuros negocios. Sasamón (Burgos), viernes 25 de julio, 1980 Nina se puso a completar sus notas. Luis se metió en el cuarto de baño. Puso el tapón en la bañera y abrió los grifos. Se desnudó y se sentó al borde de la bañera para quitarse las piernas ortopédicas. Al quitarse la segunda, perdió el equilibrio y cayó de espaldas en la bañera, con un gran salpicón de agua y golpeándose la cabeza contra la pared. Nina entró corriendo en el cuarto de baño. -Jefe, ¿qué le ha pasado? ¿Está bien? Luis se agarró al borde de la bañera y consiguió sentarse. Se secó los ojos con los nudillos para mirarla. Era totalmente humillante verse desnudo y desvalido frente a ella. -No es nada. Me caí al quitarme las piernas ortopédicas. Estoy bien. -Debería haberme pedido que lo ayudara. Total, no tengo otra cosa que hacer… Nina se sentó al borde de la bañera. Cogió una toalla del lavabo y se la puso en la nuca. Cuando la retiró, estaba manchada de sangre. -Va a poner el agua perdida de sangre. Vamos a ver… Nina desenrolló algo de papel higiénico, lo dobló y se lo puso en la nuca. -Mejor. Sujételo con la mano… Así. ¿Quiere que lo lave yo? -No, Nina, mejor que lo haga yo… -¡Pero qué ganas tiene usted de complicarse la vida, jefe! Ande, échese en el agua. Nina lo sujetó por los hombros y lo ayudó a echarse de espaldas. Luis cerró los ojos y se permitió relajarse. Le dolía la cabeza y el trasero de la caída. La verdad es que se sentía un poco conmocionado. Respiró profundo, esperando que se le pasara el dolor. Si Nina se empeñaba en hacer de madre, ¿por qué no dejarla? Total, ya lo había visto desnudo. Desde que perdió las piernas, bañarse se había convertido en una tarea difícil y arriesgada. Carolina, su esposa, a menudo lo ayudaba a hacerlo. Sintió la mano de Nina agarrarle el muñón izquierdo. Abrió los ojos, alarmado. Nina miraba fascinada el trozo de muñón que salía del agua, pastilla de jabón en la mano. Tenía un feo color purpúreo, con arrugas donde la piel sellaba el fémur roto. Había visto sus muñones mil veces y todavía no se acostumbraba a ellos. Siempre le había dado vergüenza que le vieran los muñones. Nadie lograba disimular el asco. A Carolina le había costado meses superarlo. Pero no había ningún asco en el rostro de Nina. Sólo curiosidad y dedicación. Se puso a enjabonarle el muñón. El contacto delicado de los dedos con su piel era delicioso. Luis cerró los ojos y se abandonó a la sensación. Cuando terminó, metió los brazos en el agua en busca del muñón derecho. Luis abrió los ojos y vio que estaba empapándose las mangas de la camisa. -Se está usted mojando la ropa, Nina. -Sí, es verdad -dijo Nina inspeccionándose la camisa-. ¡Anda, si hasta tengo manchas de sangre! Bueno, ya que está usted desnudo, supongo que no le importará si me la quito. Sin esperar a su respuesta, Nina dejó la pastilla de jabón en la jabonera y se desabotonó la camisa. Se la quitó y la puso sobre la cisterna del váter. Su sujetador era de un negro profundo sobre la piel blanca. Sus pechos se adivinaban redondos y firmes. Presintió cómo iba a terminar aquello. Podía pararlo ahora. Echarla del cuarto de baño y así no ponerle los cuernos a Carolina. Pero, ¿por qué no aprovecharse de una oportunidad que sin duda no volvería a presentarse? ¿Por qué no podía tirarse él a su secretaria, como hacían todos los jefes? Ella lo estaba pidiendo a gritos. Otra mujer hubiera salido del cuarto de baño al verlo desnudo, en vez de aprovecharse de su desvalidez para tocarlo. Y Nina no había vacilado ni un segundo en quitarse la camisa. ¡Menuda zorra que te has agenciado, Luis! dijo la voz de su padre en su cabeza. Será una zorra, papá. Pero es mi zorra. Pero lo que no podía consentir era que fuera ella quien siguiera llevando la iniciativa. -Siga usted desnudándose, Nina. -Don Luis, creo que ha malinterpretado usted mis intenciones. Yo sólo quería ayudarlo. -Creo que he entendido sus intenciones perfectamente, Nina. -Don Luis, seguramente usted querrá serle fiel a su esposa. Y no convertirme en la secretaria que se acuesta con el jefe. Quizás tenía razón. Su hermana podía ser una zorra, su madre una adúltera y su padre un putero, pero él no tenía que ser como ellos. Él podía ser un hombre virtuoso, como predicaban Marco Aurelio y los filósofos estoicos que lo habían ayudado a salir de la depresión y a no quitarse la vida cuando perdió las piernas. La mirada de Nina se cruzó con la suya. En sus ojos leyó una lujuria inconfundible. Nunca pensó que volvería a despertar un deseo tan intenso en una mujer. Necesitaba desesperadamente saber si era verdad. -Usted me ha dicho muchas veces que estaba a mi disposición para lo que necesitase. Y yo ahora necesito verla desnuda. -Es verdad, se lo he dicho muchas veces. Y lo dije completamente en serio. Y que conste que no es porque usted me pague, sino porque quiero servirlo desde el fondo de mi corazón. Porque usted creyó en mí y me dio una oportunidad cuando yo no me la merecía. No esperaba oír algo tan íntimo. Pero, en realidad, coincidía perfectamente con la conversación personal que habían tenido la noche anterior. -Ya lo sé. Está usted en deuda conmigo. Y siempre he tenido intención de cobrarme esa deuda. -Usted es quien está casado, no yo. Es su decisión. Haré lo que usted me mande, jefe. -Entonces desnúdese. No me haga volver a repetírselo. Nina dobló los brazos tras la espalda para desabrocharse el sujetador. Lo dejó sobre la camisa. No tenía los pechos muy grandes, pero sus pezones eran gruesos y oscuros. Nina lo miraba mirarla sin azoramiento ni orgullo. Descorrió la cremallera lateral de la falda y la dejó caer al suelo. La recogió y al puso sobre el resto de su ropa. Se quitó los zapatos con los pies. Se sentó en el váter para desenrollarse las medias. Luego se puso en pie y se bajó las bragas. Una pelambrera negra ocultaba sus secretos más íntimos. Su cuerpo desnudo era aún más hermoso de como se lo había imaginado, con un vientre plano, gráciles caderas, y muslos musculosos y aun así femeninos. -Dese la vuelta, Nina. Quiero verle el culo. ¡Menuda estupidez! dijo la voz de su padre en su cabeza. Nina le dio la espalda. Tenía unos hoyuelos muy monos sobre nalgas redondas y respingonas. Luis sintió su verga endurecerse. -¿Le gusta mi trasero, jefe? -Tiene usted un culo precioso, Nina. Ella se volvió a enfrentarlo. -¿Me hace un hueco en la bañera? ¿O prefiere que lo lave desde fuera? Luis se deslizó hasta el final de la bañera, haciéndole sitio. Nina se metió en el agua, arrodillándose frente a él. Cogió la pastilla de jabón y se puso a enjabonarle el pecho. -Es usted un hombre muy atractivo, don Luis. Su corazón dio un vuelco al oírla decir eso. -No diga usted tonterías, Nina. Un inválido como yo no puede considerarse atractivo. -Perdone, jefe, pero es usted quien dice tonterías. Hay muchas cosas en un hombre que pueden ser atractivas, aparte de las piernas. Como un pecho musculoso, unos hombros fuertes -dijo mientras se los enjabonaba- y un rostro elegante. Eso sin contar con un cerebro brillante, que siempre ha sido lo que más me ha gustado de usted. -Es usted muy halagadora, Nina. Es una pena que también sea un poco mentirosilla. -Pero, después de aquella primera mentira, le prometí que nunca más volvería a mentirle, ¿se acuerda? Y usted me dijo que me daría una azotaina si me volvía a pillar en otra mentira. -Espero que los dos sepamos cumplir nuestras promesas. -Yo lo estoy haciendo, desde luego. Cuando le digo que me gusta, es la pura verdad. Échese para atrás, por favor. Luis se recostó, dejando su cuerpo flotar en el agua. Nina le agarró el muñón derecho, y él lo sacó del agua. Nina se lo besó. Luego se puso a enjabonárselo, bajando por el muslo hasta dar con su polla erguida. La envolvió con el puño. -¿Quiere que me ocupe de esto también? Luis le agarró la muñeca y la forzó a soltar su verga. Se incorporó y la miró a los ojos. -Lo que quiero, Nina, es follarla. Si a usted no le importa, claro está. -Ya veo que no se anda usted con rodeos, jefe. ¿Entonces, vamos a ser eso? ¿El jefe y la secretaria que se acuestan juntos? -No veo por qué no. Me parece una tradición muy respetable. Y yo soy muy tradicionalista. -¿Y su mujer? ¿También respeta ese tipo de tradiciones? -Más le vale, después de todo lo que he hecho por ella. -¿Entonces, se lo va usted a contar? -¡Por supuesto que no! Y a usted más le vale no decírselo a nadie, ¿entendido? -Como usted me explicó el primer día, la palabra secretaria viene de secreto. Quizás por eso haya tantas secretarias que se acuestan con su jefe. -Que quede claro que, en el día a día, tiene usted que comportarse como si nada de esto haya pasado. Nada de besos, ni abrazos, ni pullas íntimas. Aunque no haya nadie delante. Nina hizo un mohín de disgusto. -¿Está usted seguro? Si vamos a ser amantes, a mí no me importaría que me toqueteara de vez en cuando. Puede servirle para aliviar el estrés. -De momento, será mejor que cuidemos los dos el decoro. No debemos perder nunca de vista la profesionalidad y el mutuo respeto. -Eso sí que lo entiendo, don Luis. Usted siempre me ha tratado con mucho respeto. Es usted todo un caballero, y yo lo aprecio por eso. Nina le lavó la cabeza, luego se aseó ella también. La miró mientras ella, de rodillas frente a él, se enjabonaba los pechos, el vientre, los muslos, el culo y la entrepierna, dejándolo apreciar la firmeza de su cuerpo. Contuvo su ansia de tocarla, dejando que ese ritual que se había establecido entre ellos siguiera su curso natural. Ya tendría tiempo de sobra para manosearla. Cuando terminó de lavarse, Nina le puso los pies en los hombros, se pinzó la nariz y se sumergió completamente en el agua, haciendo subir el nivel peligrosamente cerca del borde. -¿Y ahora qué hace? -dijo retorciéndose la melena para escurrirla-. ¿Se pone las piernas ortopédicas para luego quitárselas en la cama? Era un proceso tedioso. En casa, a veces reptaba desde el cuarto de baño adosado hasta su cama, que no era más que un colchón sobre el suelo para que le resultara más fácil subirse a ella. Pero eso era algo demasiado indigno para hacerlo delante de Nina. -No hay otro remedio. -Podría llevarlo yo en brazos. No debe de pesar usted mucho. La imagen de ir en brazos de ella como un bebé era incluso peor que la de arrastrarse sobre el vientre. -No, gracias. Me pondré las piernas. No lleva tanto tiempo. -A ver si se va usted a volver a caer. -No, si me echa usted una mano. Nina lo ayudó a salir de la bañera y sentarse en el borde. Luego lo sostuvo mientras él se ajustaba las piernas ortopédicas. Lo dejó secarlo con la toalla. Desnudos, fueron los dos juntos a la cama, un lecho individual en el que sólo cabían abrazados. Nina le preguntó si quería que le quitara las piernas ortopédicas. -Mejor no, por ahora. Quizás luego, si cambio de postura para follar. Nina soltó una risita nerviosa. -No tomo la píldora, jefe. Pero siempre llevo condones en el bolso. ¿Le importa si voy a buscarlos? -Por supuesto que no. Nina volvió con una tira de condones y los dejó sobre la mesilla de noche. Se echó a su lado, apoyando la cabeza en su hombro y enredando los dedos en el vello de su pecho. -Si le tengo que ser sincera, me muero de ganas. Hace años que no echo un polvo. -Y yo quiero tirármela desde el primer día que la vi. La mano de Nina descendió por su vientre hasta su polla, ahora morcillona. Sus dedos la envolvieron delicadamente. -Pero no me contrató por eso. -No. La contraté por mentirosa. -¿En serio? -Ya ve el tipo de negocios en los que estoy metido. En un momento dado, el saber engañar a alguien puede ser cuestión de vida o muerte. Tampoco quiero a nadie con demasiados escrúpulos, que la hagan echarse atrás en un momento decisivo. O, lo que sería peor, traicionarme. El puño de Nina se cerró en torno a su picha, apretándosela. -Yo le seré leal, don Luis. Follarme puede ser como sellar un pacto de sangre. -No lo había visto así. Echar un polvo no tiene por qué tener mayor consecuencia. -Pero a veces sí la tiene. Follar une a las personas, ¿no? Y yo, con esto, le estoy demostrando que iba en serio cuando le dije que estoy a su servicio para todo lo que me necesite. Nina le puso un muslo sobre el vientre, atrapando su mano con su polla bajo él. Lo besó suavemente en los labios. -Sí, supongo que follar tiene el significado que queramos darle. -Démosle éste, entonces -dijo Nina-. Que sea un pacto de lealtad entre nosotros. Su pulgar le acarició el frenillo, despertando un chisporroteo de placer. -Se le ha acabado de poner dura. ¿Y si le ponemos un condón? -Adelante. Nina se volvió hacia la mesilla de noche y cogió un preservativo. Rompió el envoltorio y lo miró, dudando. -No tengo mucha experiencia con esto. Mejor que se lo ponga usted. -Para tener experiencia hace falta práctica. Póngamelo usted. Si no le sale bien, hay más condones. Nina se arrodilló junto a sus caderas. Le puso el condón en la punta y lo fue desenrollando sobre su verga tiesa. -¡Huy! Creo que está al revés -dijo Nina cuando acabó. Luis se incorporó para examinarlo. -No tiene derecho ni revés. Está bien. -Y ahora, ¿qué? Sus pezones oscuros lo miraban como otro par de ojos. Extendió la mano para apreciar la firmeza de su seno, pinzar el grueso pezón, sentirlo erguirse bajo sus dedos. Nina bajó la mirada hacia su mano. Luis aumentó paulatinamente la presión hasta que vio a Nina morderse el labio en un gesto de dolor. Dejó de apretar, sin soltar el pezón. -¡No, siga! -dijo ella-. Me gusta. Volvió a apretar. Ella le sonrió. Con la otra mano, él le exploró la ranura del coño. Estaba empapada. -Póngase a caballo sobre mí -le ordenó. Nina puso una rodilla a cada lado de su cadera y se sentó sobre su pubis. Pudo sentir su humedad en los cojones. -Métasela. -Yo… Nunca lo he hecho así… No estoy segura. -No es tan difícil, Nina. La agarró de los pezones, tirando hacia arriba para hacerla incorporarse. Comprendiendo lo que tenía que hacer, Nina le agarró la polla, levantándosela y apuntando a su entrada. Luego descendió sobre ella. Luis sintió que su pene se doblaba, pero enseguida encontró la apertura y se coló dentro. La vagina que lo envolvió era caliente, húmeda y prieta. Nina siguió bajando hasta quedar sentada en su regazo, los pelos de su coño haciéndole cosquillas en los cojones. Nina lo miraba desde arriba con expresión de sorpresa, como si ella misma no se creyera lo que acababa de hacer. -¡Puf! ¡Qué gustazo! ¿verdad? -Lo ha hecho usted muy bien, Nina -dijo acariciándole el culo. -¡Ah, menos mal! Es que nunca lo había hecho así… Normalmente, me la meten a lo bestia y enseguida empiezan con el traqueteo. Ahora lo he podido sentir cómo me llenaba… ¿Estoy diciendo muchas tonterías? -Un montón de tonterías… ¡Me encantan! Ella le sonrió. -¿Me tengo que mover yo? Es que no estoy segura de cómo. -Arriba y abajo. Despacio… Yo la guío. La cogió de las caderas para ayudarla a incorporarse un poco. Cuando sintió que estaba casi fuera de ella, la volvió a empujar hacia abajo. -¿Ve? Ese es el recorrido. -Claro, sin las piernas, a usted le resultará más fácil así… ¡Ay, perdone! No he querido ofenderlo. -No me ha ofendido, Nina. Puedo follar desde encima, también. Sobre todo cuando tengo puestas las piernas… Sirven como contrapeso. Ella le puso las manos en el pecho y empezó a subir y bajar sobre él. -Tiene usted razón… Así está muy bien… Me gusta… Me gusta mucho. Le puso una mano en el culo para sentirla moverse mientras se follaba. Con la otra le volvió a pinzar el pezón. Nina reaccionó moviéndose más deprisa. -¡Hágame daño, jefe! Luis le dio un fuerte pellizco. Nina echó la cabeza hacia atrás con éxtasis. La sintió correrse, su coño contrayéndose en torno su verga. Con el orgasmo, ella había dejado de moverse. Frustrado, Luis la empujó a un lado. Trepó sobre ella. Los ojos de Nina se abrieron con sorpresa cuando la volvió a penetrar. -Ahora comprobará cómo la puedo follar perfectamente desde encima. La agarró por los muslos para abrirle bien las piernas, empujándoselas hacia arriba. -¡Claro que sí jefe! ¡Enséñeme lo que me puede hacer un hombre de verdad! Se puso a bombearla a conciencia, primero despacio y profundo, luego aumentando el ritmo paulatinamente. Nina lo agarró por los hombros, como queriendo quitárselo de encima, pero a continuación sus manos descendieron por sus costados y sus caderas hasta apretarle las nalgas, que se contraían con cada empellón que le daba. Conforme empezó a correrse dentro de ella, la oyó gritar y la sintió contraerse con otro orgasmo. Luis rodó a un lado, presa de vagos remordimientos y sospechas. Nina se volvió hacia él y lo besó en los labios. -¡Joder, qué bien me he quedado! Desde luego, necesitaba un buen polvo como éste. -Me alegro que se lo haya pasado bien, Nina. Yo también he disfrutado. -Es usted un amante increíble, don Luis. Me gustó mucho cabalgarlo. ¡Y luego se portó usted como una auténtica bestia! -Creo que será mejor que me vaya a la otra cama. -¡No, por favor! -Nina lo agarró por los brazos-. Durmamos juntos. Necesito sentir su piel contra la mía. ¡Llevo tanto tiempo sola! -Bueno, espero que no estemos muy incómodos. -Ya verá cómo no. Déjeme que le quite el condón y las piernas.

  • La secretaria que se ganó una azotaina

    Escena de spanking de mi nueva novela El rojo, el facha y los narcos Shutterstock foto 1839036169, por alexkoral Luis fue a apoyarse en el escritorio, acariciándose el mentón. ¿Cómo podía haberle hecho eso Nina? ¿Acaso no se daba cuenta de que darle esa información al Gavilán le daba poder sobre ellos? Pero sin duda era eso lo que buscaba el Gavilán. Dividirlos. Quitarle una aliada. Como antes le había quitado a Jorge, su chófer y guardaespaldas. Había que aclarar esa situación inmediatamente. Llamó a Nina al despacho. Nina entró con expresión preocupada. -Cierre la puerta, Nina, por favor. Nina lo miró sorprendida. No había nadie más que ellos en la oficina. De todas formas, cerró la puerta. -Usted dirá, don Luis. -El Gavilán me acaba de decir que usted le ha dicho que follamos. Nina bajó la mirada y se retorció las manos. -¿Es cierto? ¿Le ha dicho usted eso? -insistió. -Bueno, yo no se lo dije -dijo ella sin levantar la mirada-. Él me lo sacó. -¿Cómo que se lo sacó? -Él… me preguntó si lo hacíamos. Como no le contesté, dedujo que sí. Luego no me atreví a negárselo. -Nina, sé perfectamente que es usted capaz de mentir con absoluto desparpajo. Por eso la contraté, ¿recuerda? -Sí, ya lo sé… Pero no al Gavilán… Me da demasiado miedo. -¿Cómo que le da miedo? Nina lo miró a los ojos. -Es un tipo muy peligroso. ¡Usted lo sabe perfectamente, don Luis! A mí me descoloca por completo. Por eso no fui capaz de mentirle. -¡Esto es muy serio Nina! La primera vez que lo hicimos, aquella noche en Sasamón, le dije claramente que nadie debía saberlo. ¡Ahora, sabe dios a quién más se lo contará el Gavilán! Y eso nos pone en peligro. A los dos. Usted ya sabe que éste es un trabajo arriesgado. Pensé que era usted más valiente. -¡No se trata de ser valiente, don Luis! Se trata de ser prudente. Sé que si le cuento todo lo que hace el Gavilán, usted se enfrentará a él. ¡Y eso sí que nos pondría en peligro a los dos! -¿Cómo que lo que hace el Gavilán? ¿Acaso le ha hecho algo? Nina volvió a bajar la mirada. -¡Respóndame, Nina! ¿Le ha hecho algo el Gavilán? ¿Le ha metido mano? Nina lo miró, ceñuda. -¡Sí, me ha estado metiendo mano! Eso es lo que estaba haciendo cuando me preguntó si usted me follaba… Y cuando te preguntan algo con la mano dentro de las bragas, a una le resulta difícil mentir. Luis se pasó la mano por el pelo, luchando contra la indignación que le producía la imagen que Nina le acababa de sugerir. ¡Menuda zorra está hecha! dijo la voz de su padre. -¡Yo no quería, don Luis! Siempre le dije que parara, incluso lo aparté a empujones. ¡Se lo juro! Pero él me acorralaba y me sujetaba las manos. Es más fuerte que yo, y yo no podía hacer nada. -¡Claro que podía hacer algo! Podía haber dado una voz, y yo hubiera salido de mi despacho y puesto fin a ese atropello. -¿Sí? ¿Y entonces qué hubiera pasado? Usted peleándose con el Gavilán, con sus pobres piernas ortopédicas. Y, encima, seguro que va armado. Por eso no grité, don Luis, para protegerle a usted. Porque sé cómo es, conozco su coraje. Sé que no hubiera podido contenerse. Luis se la quedó mirando. La voz de Nina sonaba compungida, reflejando la angustia que debía haber sentido todo ese tiempo. A saber cuándo el Gavilán había empezado con sus tropelías. Pero su compasión por ella luchaba contra la humillación que contenían sus palabras. “Sus pobres piernas ortopédicas.” Él no era hombre suficiente para protegerla. Y eso que lo había visto venir. De hecho, le había preguntado varias veces si estaba bien. Y ella le había dicho que no pasaba nada. Le había mentido. -Yo le pregunté varias veces si pasaba algo, Nina. Y usted me dijo que no. Usted me mintió. Los dos se quedaron mirándose en silencio, sopesando el peso de esa acusación. -No, no le mentí. Es solo que… no se lo quise contar. Ya le he explicado por qué. Era para protegerlo… Porque sé cómo son los hombres. Lo en serio que se toman estas cosas… Y, total, a mí tampoco me importaba tanto que me tocara. ¡Menuda zorra! volvió a decir la voz de su padre. -¡Sí que me mintió, Nina! Yo le pregunté abiertamente si pasaba algo, y usted me dijo que no. ¿Acaso tengo que recordarle nuestro acuerdo? ¿Lo que le dije cuando la contraté? ¿La promesa que nos hicimos en la cama? Todo eso fue muy importante para mí. Ahora veo que no lo fue para usted. Nina se le acercó, los puños cerrados, lágrimas en los ojos. -¡Claro que lo fue! ¡Fue la promesa más importante que he hecho en mi vida! Yo pensaba que no la había roto, pero ahora veo que sí… Lo hice sin darme cuenta. ¡Qué estupidez! dijo la voz de su padre. -¡“Sin darme cuenta”! ¿Miente usted sin darse cuenta? Nina llegó junto a él. Tímidamente, alargó las manos hacia su pecho. Él le agarró las muñecas. -¡Ya lo sé! ¡Soy una estúpida! ¡Me miento hasta a mí misma! Debí darme cuenta de lo que hacía… ¡Perdóneme, por favor! No soporto la idea de que haya usted perdido su confianza en mí. La cólera que le despertaba el ultraje que le había hecho el Gavilán, la mentira de Nina y su propia desvalidez luchaba contra la comprensión por lo que había debido pasar Nina. Intentó apaciguar la oleada de ira, esforzándose por pensar y hablar de forma racional. -Lo que quiero, Nina -dijo sacudiéndola ligeramente por los brazos-, es que comprenda que usted no tiene derecho a tomar decisiones por mí. No necesito que me proteja del Gavilán, ni de mi propia ira. No seré tan fuerte como él, pero sí que soy más listo. Y, desde que perdí mis piernas, tengo mucho más autocontrol. No tiene usted derecho a ocultarme nada. Por eso es mi secretaria; no sólo para guardar mis secretos, sino para no tener secretos para mí. Porque mi poder se basa en tener información fidedigna. Creí que éramos un equipo en eso, que usted me iba a ayudar. Pero me ha fallado. Nina soltó una de sus manos y se secó las lágrimas con los nudillos, dejando un churrete de rímel en su sien. -Sí, ahora lo entiendo, don Luis. Lo ha explicado usted la mar de bien. Debería haberlo entendido antes, ya lo sé. Debo de ser muy estúpida. -No es usted nada estúpida, Nina. Eso es lo que me hace más difícil perdonarla. Nina dejó caer la cabeza. -Siento mucho no haber sabido cumplir mi promesa, don Luis -murmuró-. Supongo que usted sí que cumplirá la suya. La idea le había estado rondando la cabeza, pero pensó que no era más que una peligrosa fantasía. La vida le había ensañado en varias ocasiones que pegarle a una mujer era una forma segura de volverla contra él. -Ya… la azotaina. -Si eso consigue que usted me perdone… -dijo ella sin levantar la mirada del suelo. -Sí que lo conseguiría… -Pues entonces, adelante. Le puso dos dedos bajo el mentón para obligarla a mirarlo. -No quiero que usted se quede resentida contra mí. -¿Resentida? ¡Al contrario! Aliviada, si es que consigo recuperar su confianza. Los ojos de Nina le dijeron lo que sentía mejor que sus palabras. -Muy bien. Entonces arrodíllese en el sofá -dijo soltándola. Nina volvió a mirar al suelo y no se movió. -¿Qué pasa? ¿No me ha oído? -Sí que le he oído, don Luis. ¡Creo que voy a morirme de vergüenza! -¿De eso se trata, no? De que pague usted por sus culpas para que luego pueda yo perdonarla. -Es que… No soporto la idea de que vaya usted a castigarme. Y lo más humillante de todo es que sé perfectamente que me merezco ese castigo… ¡y mucho más! Se acercó a ella y le volvió a coger el mentón para mirarla a los ojos. -Quizás saber que se merece usted una azotaina sea castigo suficiente. -¡No diga usted tonterías, don Luis! ¿Cómo va a ser castigo suficiente? Si me deja usted irme de rositas, nunca podré estar segura de que me ha perdonado. -No puedo arriesgarme a perderla, Nina. Se ha vuelto usted una pieza imprescindible en mi trabajo. Por eso el Gavilán ha hecho todo esto. Por eso me contó lo que usted le dijo. Quiere enfrentarnos y ponerla a usted bajo su control. Como hizo con Jorge. -¡Claro! Ahora lo entiendo. Es usted muy listo, don Luis. Está clarísimo que ese es el plan del Gavilán para controlarnos. Pero no le vamos a dejar salirse con la suya, ¿verdad? Nina le acarició la mano con la que le sujetaba el mentón. La vio mirarlo de una forma que había aprendido a reconocer. Nina había desarrollado una curiosa habilidad para saber cuando debía ofrecerle un polvo o una mamada. De la misma forma, ahora sabía que tenía otros motivos para querer darle una azotaina, aparte de castigarla. -Por supuesto que no. Por eso le voy a poner el culo como un tomate, Nina. Y a usted le va a dar vergüenza y le va a doler. Porque será un castigo de verdad. ¡Qué estupidez! dijo la voz de su padre. -Eso mismo es lo que yo iba a decirle, don Luis. Que estoy dispuesta a sufrir ese castigo si con eso consigo que usted vuelva a confiar en mí. -Entonces, vaya a arrodillarse en el sofá. Esta vez, Nina lo obedeció de inmediato. Se quitó los zapatos y se encaramó al sofá. -¿Aquí? -Un poco más a la izquierda. Temblando de anticipación, Luis se sentó en el sofá a la derecha de Nina. La obligó a tenderse bocabajo sobre su regazo. Nina escondió la cara entre las manos, pegándola al asiento del sofá. Luis se puso a pegarle sobre la falda. Al cabo de un rato, Nina levantó la cabeza. -Tengo la obligación de no ocultarle nada, jefe. Por eso, debo decirle que esto está siendo un castigo más simbólico que otra cosa. -Ya lo sé… Los azotes sobre la falda no duelen. Así que levántesela. -Sé que me voy a arrepentir de habérselo dicho. Pero era mi obligación. Nina tiró de su falda marrón hasta dejársela apilada en la cintura. Llevaba unas bragas de encaje negro que le dejaban al descubierto la parte inferior del pompis. Bragas de zorra , dijo la voz de su padre. Se puso a azotarla con brío en la piel que las bragas dejaban expuesta. -¿Qué? Ahora el castigo ya no es tan simbólico, ¿no? -No, don Luis… Ahora los azotes sí que pican. -Pues esto no ha hecho más que empezar. Se merece usted una buena paliza… por haberme traicionado… por haberme mentido… por haberme defraudado -dijo acompasando sus palabras con sonoros cachetes. -¡Ay, don Luis! ¡No me diga usted eso, que bastante vergüenza estoy pasando! -¡Pues más vergüenza debería darle! ¡Ande, bájese las bragas! Se merece ser azotada con el culo al aire. -Total, ya me lo ha visto usted un montón de veces -dijo Nina, tironeando de sus bragas hasta que las tuvo a medio muslo. Pero el culo de Nina en pompa sobre sus muñones, con el color sonrosado que le habían dejano los azotes, era lo más voluptuoso que había visto nunca. “Sus pobres piernas ortopédicas”, volvió a oírla decir. Se imaginó las manos del Gavilán dentro de sus bragas, despertando su placer y sometiéndola a su control. Más que los celos, lo abrumaron la impotencia, la posesividad y la frustración. De alguna forma, la rabia compaginaba perfectamente con el placer que le producía verla indefensa y expuesta sobre su regazo, llevándolo a azotar con más brío en ese culo sensual. Quería dejarle a Nina un recuerdo imborrable de ese castigo. Quería que aprendiera a temer su potencia varonil. Y a no compadecerse nunca más de sus pobres piernas ortopédicas. Con su pompis ya de un rojo encendido, Nina empezó a dar muestras de que el dolor empezaba a hacer mella en ella, soltando grititos y quejidos, dando pataditas, crispando las nalgas y los dedos de los pies. Pero eso no hacía sino endurecerle más la polla y aumentar su frenesí. Se percató de que ella había dejado de agitarse. Había enterrado el rostro en las manos y yacía inerte en su regazo, sacudiéndose apenas con cada cachete. Lo invadió el temor de haber ido demasiado lejos, de haber cruzado la raya que la volvería en su contra. -Muy bien -le dijo-. Creo que ya ha tenido usted bastante. Tiró de su cadera para hacerla volverse hacia él. El rostro de Nina era un desastre de churretes de rímel y pintalabios. Ella se apresuró a ocultarlo en su hombro, abrazándolo. Sintió en ardor de sus nalgas contra su polla, pero enseguida ella se revolvió para para apoyar la cadera en su regazo, en vez del trasero. -Perdone… Voy a tener crudo lo de sentarme por una temporada -bromeó ella con lágrimas en la voz. Luis le acarició el culo enfebrecido, aliviado de que ella no estuviera resentida. -Ha sido una buena paliza, desde luego… Espero que le sirva de escarmiento. -No se preocupe, hoy me ha dado usted unas cuantas lecciones que nunca olvidaré. Espero que al menos me perdone. -¡Claro que la perdono, Nina! Quizás incluso me haya pasado un poco con el castigo. -No me merecía otra cosa… Pero sí, ha sido doloroso y humillante… Pero ya ha visto que estoy dispuesta a expiar mis faltas y a sufrir por usted. Espero haber vuelto a ganarme su confianza. -Completamente. Lo pasado, pasado está. Ahora podremos afrontar juntos los problemas. Nina volvió la cara para mirarlo. -Perdone que se lo diga, pero creo que usted… se ha emocionado un pelín al castigarme. No he podido evitar darme cuenta. -Nina le pasó la mano por la delantera del pantalón, donde abultaba su verga-. ¿Quiere que se la chupe? -Ha sido al verle el culo… -dijo azorado-. Ya sabe cómo me pone. Nina se arrodilló a su lado y se puso a desabrocharle el cinturón y los pantalones. -Bueno, también debe ser muy excitante darle su merecido a una mequetrefe como yo, ¿no? Y a lo mejor hasta le gusta más mi culito después de ponérmelo como un tomate. -Eso no lo voy a negar. Me encanta su culo cuando está rojo y calentito. Nina acabó de abrirle el pantalón. Tiró de los calzoncillos hacia abajo para extraerle la polla. Se la acarició como sólo ella sabía hacerlo, endureciéndola como una piedra. -¡Y qué mejor manera de acabar mi castigo que hacerlo disfrutar aún más! Nina se inclinó hacia adelante. Sintió le calor y la humedad de su boca envolverle la polla. Estaba tan excitado que lo haría correrse en un santiamén. Pero eso no era lo que él quería. La agarró del pelo para obligarla a sacarse su polla de la boca. -Lo que quiero es sentir ese pompis caliente contra mi vientre mientras me la follo. ¡Qué estupidez! dijo la voz de su padre. Nina soltó una risita. -Eso estaría bien, ¿verdad? Lo malo es que yo también disfrutaría con eso… Y ya no sería un castigo. -El castigo ya lo he dado por terminado. Lo que deberíamos hacer ahora es volver a sellar nuestro pacto de lealtad. Como la primera vez. Nina se enderezó y lo besó en los labios. -Gracias, jefe… Porque la verdad es que la azotaina me ha dejado muy mojada. ¿Ve? -dijo guiando su mano a su coño-. No me lo explico, porque me dolió un montón. Pero me gustó que no vacilara en darme mi merecido… Pude sentir su hombría en cada azote que me daba. Y sentirlo restregar mi culo dolorido mientras me folla será un colofón perfecto para la azotaina. Luis consideró las posibilidades. Quería follarla por detrás, pero no le era posible arrodillarse con sus piernas ortopédicas. -Mueva usted la mesita para hacer sitio sobre la alfombra. Pero, primero, desnúdese. Nina saltó de su regazo. Se acabó de bajar las bragas. Luego se quitó la falda, la camisa y el sujetador. Cuando terminó de apartar la mesita de café, Nina se arrodilló frente a él. Le quitó los zapatos y luego lo ayudó a bajarse los pantalones y los calzoncillos. Luis se deslizó hasta el suelo. Nina le puso un condón y se tendió en la alfombra junto a él. La agarró por los hombros para hacerla girarse y darle la espalda, cogiéndola por las caderas para pegarla contra sí. Su pompis le calentó le vientre como una estufa. -Métasela, Nina. -¡Siempre lo tengo que hacer yo todo! ¡Súbase la falda, Nina! ¡Bájese las bragas, Nina! ¡Desnúdese, Nina! ¡Métase mi polla, Nina! -Porque está usted a mi servicio -dijo dándole un azote en el lateral del culo. -¡Ah, claro! Se me había olvidado. Nina se apartó de él para cogerle la verga. Contoneándose un poco, acertó a encajarla en su abertura. Con un empellón, Luis la penetró hasta el fondo. -¡Joder! -gritó Nina-. ¡Cómo me arde el culo! Un par de embestidas más la llevaron al orgasmo más escandaloso que la había visto tener nunca. Él tampoco pudo aguantar mucho más. Se corrió dentro de ella, notando el exquisito calor de su trasero. La culpa lo asaltó en cuanto dejó de eyacular. Nina le había sido leal desde el principio. El Gavilán la había sometido a las peores indignidades, pero ella no se había quejado para no causarle problemas. Y, como toda recompensa, él le había dado una soberana paliza. Y todo porque a él se la ponía dura pegarle a las mujeres. Era indigno de él ser así. Era injusto tratar a Nina de esa manera. -¡Menudo polvazo! -exclamó Nina-. Jefe, la próxima vez que me castigue, no debe dejar que me corra. -¿Qué próxima vez? Pensaba que ya no tendría que volver a castigarla. ¿O es que ya está planeando volver a mentirme? Nina se dio la vuelta y le acarició la mejilla. -Claro que no jefe. Le voy a ser leal… siempre. Pero una es humana y es inevitable cometer errores. Es bueno saber que puedo conseguir su perdón sufriendo un castigo. Y, de paso, proporcionarle a usted un poco de diversión.

  • El molino de la meiga - Parte 1

    Escena de mi nueva novela El rojo, el facha y los narcos Melinsey Watermill. El copyright de esta imagen es propiedad de Chris Allen. Su reproducción está autorizada bajo una licencia Creative Commons Attribution-ShareAlike 2.0. Lorenzo pasó la vista por el pequeño valle. Tras ellos, las casas del pueblo se apiñaban entre hierbas y maleza. Algunas aún tenían sus tejados, que estaban cubiertos de musgo y liquen. De otras sólo quedaban paredes de piedra encerrando una maraña de zarzas y helechos. Al fondo del valle había densos bosques de robles, hayas y castaños. La ladera que cortaba el camino estaba llena de tojos, punteados por sus brillantes flores amarillas. -La verdad es que a Sabrina no la conozco de nada -dijo Cecilia-. Hablé con ella un par de veces cuando Julio estaba en Santiago haciendo la mili. Luego la conocí en nuestra boda. -Sí, yo también la conocí en vuestra boda. No parece gran cosa. ¡Bueno, tía! Ya que hemos venido hasta aquí, no vamos a echarnos atrás, ¿no? Cecilia se encogió de hombros y se puso en marcha frente a él. Se había puesto unos pantaloncitos cortos color crema que acentuaban sus muslos tostados. El camino había sido de carros un tiempo atrás, pero ahora la maleza se había comido una de las roderas, dejando un sendero individual. En numerosos sitios se apreciaba como las zarzas y los helechos habían sido cortados con una guadaña o un machete. Si no, habrían cerrado completamente el sendero. El aire era húmedo y el sol calentaba. Pronto estuvo sudando. Al cabo de un rato, el camino se curvó alrededor del monte y perdieron de vista al pueblo. El fondo del valle se había elevado gradualmente hasta la altura del camino, y pronto se vieron rodeados de robles y castaños. Cerca de ellos se oía el ruido de un riachuelo precipitándose entre las rocas. Era un rumor tranquilo, mezclado con el arrullo de tórtolas, trinar de pájaros y el ulular ocasional de un búho. Ninguno de los dos se atrevía a romper el silencio. Llegaron a la aldea. Era sólo los muros de unas cinco o seis casas en ruinas. Doblaron una esquina y vieron una que había sido reconstruida, a juzgar por el cemento reciente que unía las piedras de sus muros, justo debajo del tejado de pizarra. La rodearon y se encontraron con una anciana enjuta ocupada en regar unas plantas frente a la casa. Iba vestida de negro a la usanza de las viudas gallegas: falda hasta los pies, chal negro de punto, y un pañuelo cubriéndole el pelo. -Perdone, señora -le dijo él-. Estamos buscando a una chica que se llama Sabrina. ¿Sabe usted dónde podemos encontrarla? La vieja se volvió hacia él. Unos ojos verde oscuro brillaron bajo el negro velo. Su rostro era pálido, sin arrugas. Como por arte de magia, la anciana se había transformado en una joven. Bastante guapa, además. * * * -¡Sabrina! -exclamó Cecilia-. ¿Qué haces vestida así? Sabrina se enderezó, escrutándolos. -¡Ah, Cecilia! Me alegro que hayas venido. Ahora por fin vamos a tener tiempo de conocernos. Hablaba con un melodioso acento gallego. Él le extendió la mano. -Hola, soy Lorenzo, un amigo de Cecilia, Julio y Laura. Nos conocimos en su boda, no sé si te acordarás. Sabrina volvió la mirada hacia él, frunciendo levemente el ceño. -Éste es mi lugar de retiro -le dijo-. Si queréis quedaros, tendréis que seguir mis normas. -Bueno, vale. ¿Cuáles son tus normas? -dijo él. -Para empezar, quitaos la ropa. -¡Pero bueno! ¿Tú de qué vas, Sabrina? -le dijo Cecilia. Sabrina se acercó a Cecilia hasta poner su cara a un palmo de la suya. -Voy de meiga, ¿no te lo han dicho? Cecilia le sostuvo la mirada. -¡Ya, meiga! Y nos querrás hacer el mismo jueguecito que hiciste con Laura en Santiago, la noche de San Juan. Lorenzo se les acercó, pero ellas siguieron mirándose fijamente. -Sí, te pienso follar, como la follé a ella esa noche. Es algo que tengo ganas de hacer desde la primer vez que te vi, haciendo el amor con Julio en la playa de Barra. -¿Y no preferirías follar con Julio, para que te dé una azotaina de esas que tanto te gustan? -No. Por eso no quise que viniera. Quiero mucho a Julio, pero no quiero que traiga ese tipo de energía a este sitio. -¿Y entonces qué tipo de energía quieres que haya? -La de un retiro espiritual. He venido aquí a aprender cosas sobre los rincones más oscuros de mi mente. Vosotros deberíais hacer lo mismo. Si no, será que mejor que os marchéis. -¿Un retiro espiritual? ¿No decías que me querías follar? Algo extraño pasaba entre esas dos. Lo veía en la intensidad con que se miraban, en el énfasis que ponían a todo lo que decían, como si cada frase fuera un desafío. Era como si una corriente de alto voltaje corriera entre ellas. -Las meigas usamos el sexo para aprender cosas y recoger poder personal. Pero tú eso ya lo sabes, porque eres medio bruja. Tienes mucho poder personal. Lo noto. -¿Poder personal? ¿Como en los libros de Carlos Castaneda? -Sí, claro. ¿Los has leído? -Leí Las enseñanzas de don Juan mientras estaba encerrada en el sanatorio. Me pareció interesante, pero no creo que nada de eso sea verdad. -¡Haces bien! Esas cosas no hay que creérselas hasta que las hayamos experimentado. Lorenzo no entendía nada, pero no se atrevía a interrumpirlas. Parecían que hablaban de cosas importantes, demasiado místicas para que él las comprendiera. Sabrina le acarició la mejilla a Cecilia. Llevaba puesto un anillo de metal oscuro, tan grande que abarcaba toda la falange del dedo. No llevaba ninguna piedra preciosa, ni parecía particularmente bonito. Se preguntó si sería un anillo de bruja. -Quédate, Cecilia. Vas a aprender muchas cosas conmigo. Como las aprendieron Julio y Laura. ¿No te lo han contado? -¡Sí, claro que me lo han contado! Laura no quiere ni oír mencionar tu nombre. Sabrina retiró la mano y bajó los ojos. -¡No me extraña! Fue culpa mía, pero yo no podía hacer otra cosa. Me cansé de decirles que se volvieran a Madrid, pero no me hicieron caso. Los honguitos le dijeron lo mismo a Julio, que se iba a ahogar en la mar, pero él siguió por ese camino. ¡Menos mal que salieron vivos! Ellos también tienen mucho poder personal. -¿Pero de qué demonios estáis hablando? -exclamó él finalmente-. ¿Qué honguitos? ¿Qué coño es el poder personal? Nosotros sólo queremos que nos pongas en contacto con los contrabandistas. -Vas a cometer el mismo error que Julio y Laura -dijo Sabrina volviéndose hacia él-. Te quieres adentrar por un camino peligroso, sin saber a dónde te va a llevar. Yo, desde luego, no os pienso decir nada sobre los contrabandistas hasta ver si estáis preparados. -¿Y cómo vas a saber si estamos preparados? -dijo Cecilia. -Lo sabréis vosotros, si os quedáis aquí y hacéis lo que yo os diga. Haremos un ritual para que los honguitos os guíen sobre lo que debéis hacer en el futuro. -Ya, las setas alucinógenos que le diste a Julio y Laura… Pues no veo que a ellos les sirvieran de mucho. -¡Pues claro que les sirvieron! A Julio le avisaron que corría peligro de ahogarse. Y también le dijeron cómo encontrarte. -¡Qué dices! -dijo él-. Julio no lo supo hasta que se lo dijo Beatriz. -Bueno… Julio me dijo que vio a Beatriz en una visión que tuvo cuando se tomó los hongos -ponderó Cecilia-. Y, por lo visto, ya también me le aparecí en esa visión. Le dije dónde estaba: en Grijalba. Pero él no consiguió recordar ese nombre hasta que se lo dijo Beatriz. Entonces supo que era verdad. Sabrina volvió a mirarla a los ojos. -¿Lo ves? Sabes que te estoy diciendo la verdad. Los honguitos te lo confirmarán. -¿Entonces, si no aceptamos tomarlos, no nos vas a poner en contacto con los contrabandistas? -dijo Cecilia. -Éste es un sitio mágico donde se viene a aprender. Siempre he sabido que un día vendrías aquí, Cecilia, y así lo has hecho. Pero ahora debes de tomar una decisión importante: ¿quieres aprender sobre lo que hay en tu mente y liberarte de tus cadenas internas, o no? Si lo haces, sabré que puedo confiar en ti y te diré lo que quieres saber. -Pero es que no hemos venido aquí para eso. Vine sólo para ayudar a mi amigo Lorenzo con su trabajo. -Pues si Lorenzo quiere que lo ayude, tendrá que hacer lo mismo. Si quieres, puedes marcharte y dejarlo aquí para que yo le enseñe. ¡Por favor, Cecilia, no me dejes aquí con esta bruja! -He venido aquí con él y no lo pienso abandonar ahora. -Cecilia se volvió hacia él-. Es tu decisión, Lorenzo. ¿Nos quedamos o nos vamos? -Pues ya que hemos montado toda la movida de venir hasta aquí, no nos vamos a rajar ahora, ¿no? -Pues entonces, denudaos. -¿Y por qué tenemos que desnudarnos? -preguntó él-. ¿Qué coño vamos a hacer? ¿Una orgía, o algo así? ¿O es que tiene que ser una sorpresa? -¡Tranquilízate, chaval! -le dijo Sabrina-. Déjate llevar. Quiero que me demostréis vuestro compromiso con el aprendizaje. Que os volváis vulnerables a él. Desnúdate, para que este sitio mágico se te meta por la piel. -Lo que quiere es verme en pelotas porque la pongo cachonda, ¿no lo ves? -dijo Cecilia con la mirada clavada en Sabrina-. ¡Pues nada! ¡Aquí me tienes! Sin apartar la mirada de Sabrina, Cecilia se desabrochó los short y los dejó caer al suelo. También se bajó las bragas. Sabrina dio un paso atrás. Cecilia se sacó los pantalones y las bragas de los pies. Se sentó en el suelo para quitarse los tenis y los calcetines. -No te burles de esto, Cecilia. Es muy serio, ya lo verás. Saldréis de aquí transformados. -Yo todo me lo tomo muy en serio -Cecilia se sacó la camiseta por la cabeza-. Y cuanto más en serio me lo tomo, más me burlo. A fin de cuentas, todo es una gigantesca broma cósmica. ¿O no? -Bueno, eso ya lo veremos. Sabrina se dio la vuelta y desapareció por unas escaleras que bajaban hacia la huerta y el riachuelo. Cecilia se quitó el sujetador, la última prenda que le quedaba, y lo dejó caer sobre el montón de ropa a sus pies. Estaba preciosa, desnuda al sol. -Enróllate, Lorenzo -le dijo Cecilia-. ¿Qué nos va a hacer? Somos dos contra una, y sabemos artes marciales. -Ya, pero esta tipa es una bruja. -La brujería no existe, Lorenzo. -¿Ah, no? Pues hace un momento bien que te vendió la moto hablándote de las visiones que había tenido Julio y todas las movidas esas… -Son hongos alucinógenos, tío. Desde que Julio y Laura me contaron sus experiencias, tengo ganas de tomarlos. Pero, por lo que he leído, no basta con comértelos. Hace falta un ambiente y una preparación adecuados. Sabrina parece ser un buen guía, así que, si hace falta quedarse en pelotas, yo me desnudo. Te aconsejo que hagas lo mismo. -Pues yo no sé si me voy a tomar la mierda esa de setas… Resignado, se sentó en el suelo y se puso a desatarse las cletas. Cuando volvió Sabrina, ya estaba desnudo. Ella traía saco, en el que metió su ropa y la de Cecilia. Lo ató con una cuerda, murmurando una especie de conjuro. -Esperadme aquí -dijo Sabrina, y se volvió a ir con el saco. -¡Estupendo! Ahora no nos podremos pirar hasta que nos devuelva la ropa y los zapatos. ¿A ti todo esto te parece normal? -De momento, me gusta este juego. Y a ti también, por lo que veo. Cecilia señaló con el mentón a su polla, que se había puesto en atención. Se preguntó si sería por verla desnuda o por estar desnudo él mismo. O quizás por la comedura de tarro que les estaba haciendo Sabrina. Cuando volvió, Sabrina se había quitado el velo y el chal. Tenía una bonita melena dorada y lacia. Le sonrió a Cecilia. -¡Estás tan buena como decía Julio! Y tu amigo tampoco está mal. Un pelín esmirriado. Lo dijo con aire desenfadado, muy distinto del tono portentoso con el que hablaba antes. -Se llama Lorenzo. Y está cachas. ¡Tendrías que verlo escalar! Sabrina se encogió de hombros. -Venid que os enseñe la finca. Siguieron a Sabrina, bajando los peldaños de piedra de la escalera hasta el huerto y un pequeño prado junto al arroyo. Atado a un árbol con una larga cuerda de cáñamo, había un burro gris con el hocico y el vientre blancos. Sabrina se acercó a él y lo acarició detrás de las orejas. -Éste es Faixiño. ¿A que es riquiño? Me ayuda a subir comida desde el pueblo. Un ala de la casa estaba construida sobre el arroyo. Sabrina les hizo entrar a un amplio recinto con paredes y suelo de piedra. En él, el arroyo se precipitaba en una cascada dentro de un canal de piedra. Sabrina se quitó los zuecos de madera que calzaba y los dejó junto a la puerta. -¿Siempre entras a la casa por aquí? -le preguntó él. -Sí, antes había otra puerta en el piso de arriba, pero la tapiamos para evitar que se meta nadie. Esto era antes un muiño, donde se molían el maíz y los cereales. El arroyo que pasa por el pueblo no tiene suficiente fuerza para mover la piedra de un molino, así que la gente tenía que subir hasta aquí para moler su grano. El agua movía unas palas que hacían girar esta piedra. Sabrina apuntó con un pie a una gran rueda de granito que había en el suelo. -Yo ahora lo uso como cuarto de baño. Este cubo es para hacer mis necesidades. El pipí va al río y la caca a la huerta, como abono. Con este otro cubo saco agua del río para lavarme. Os podéis lavar los pies con él. Eran dos cubos de madera con cuerdas en el asa. Sabrina tiró uno al arroyo para coger agua. Lorenzo metió un pie en él. -Está fría. En invierno estará helada. -¡No, hombre! En invierno me voy a estudiar a Santiago. Aquí sólo vivo en verano. A veces vengo un día los fines de semana a cuidar mis honguitos. Venid a que os los enseñe. Cuando acabaron de quitarse el barro de los pies, Cecilia y él la siguieron a través de una puerta a un sótano sin ventanas. Sabrina cogió una linterna que había al lado de la puerta y la encendió. -Aquí no hay electricidad ni agua corriente, por eso me viene bien el arroyo. El agua es potable, ya que no hay casas más arriba. A lo largo de las paredes había varios maceteros alargados con pequeñas setas creciendo en ellos. Sabrina les fue señalando las distintas variedades. -Estos son Psylocibe cubensi s, los hongos mágicos normales. Ésta variedad es mi favorita, el Maestro Dorado. Estos son más potentes, los Psylocibe semilanceata . Estos son los mejicanos… los traje de Estados Unidos. -¿Has ido a Estados Unidos? -le preguntó Cecilia. -Sí, el verano pasado. Fui a Los Ángeles, buscando a Carlos Castaneda. -¡A Carlos Castaneda! ¿Y lo encontraste? -dijo Cecilia, excitada. -Sí, claro… ¡Pero, mira! ¿No tenéis hambre? Ayer hice una fabada riquísima. La iba a calentar para el almuerzo. -¡Fabada, qué rica! -dijo él-. La verdad es que el paseo me ha dado gazuza. -Pues entonces vamos para arriba. Seguidme. * * * La siguieron escaleras arriba hasta una trampilla que daba a la parte principal de la casa. Era una única habitación, con una gran cocina de hierro en el centro y una mesa con tres sillas desparejas. Ventanas en todas las paredes dejaban entrar la luz del sol. La cama era una plataforma de madera junto a la pared con un colchón de matrimonio y un edredón. Enroscado encima había un gato enrome, gris atigrado, que bostezó cuando los vio entrar, pero no se movió. -¡Ay, tienes un gato! -dijo Cecilia-. ¿Lo puedo acariciar? -Mejor déjalo estar. Lo llamo Silvestre, porque es asilvestrado. Apareció por aquí un día y lo dejé entrar en casa para que corriera a los ratones. En unos días desaparecieron todos, así que le doy de comer para que se quede. Pero no le gusta que lo toquen. Ya me llevé algún zarpazo. Lorenzo se acordó de su gato Lenin. Esperó que estuviera bien. Les había encargado a los vecinos que le dieran de comer y le limpiaran su caja. De las vigas sobre la cocina colgaban un jamón, un lacón, chorizos y morcillas. Todo alrededor de la habitación, las paredes estaban cubiertas de manojos de hierbas, setas secas y otras cosas que no supo identificar. Cecilia se acercó a verlas. -¿Qué son? ¿Sapos resecos? -Sí. Hay sapos que tienen psicodélicos en la piel. Creí que podría encontrar alguno en Galicia, pero hasta ahora he probado varias especies y no he dado con ninguno. -¿Te los comes? -preguntó él-. ¿No tienes miedo a envenenarte? -Voy con cuidado. Vaporizo la piel o hago pomadas para untármelas. Hasta ahora, no he visto ningún efecto, ni bueno ni malo. Sabrina abrió una de las compuertas de la cocina de hierro. Dentro brillaban unas brasas. Echó dentro un par de troncos de una pila de madera que había al lado de la cocina. Luego movió un pesado pote de barro sobre uno de los fogones. -¡Cuéntame sobre Carlos Castaneda! -dijo Cecilia-. ¡Me muero de curiosidad! Se sentaron en torno a la mesa. Sabrina trajo un botijo y sirvió tres vasos de agua. -¡Bueno, pues nada! Estuve preguntando en la Universidad de California en Los Ángeles… UCLA, la llaman allí. Al final, di con él. Al principio no quiso hacerme mucho caso… Tuve que usar mis artes de seductora. -¡No me digas que te acostase con Carlos Castaneda! -Bueno, puede que me acostara con él, puede que no. Esas cosas no se cuentan. El caso es que me llevó al desierto, a un sitio que llaman Joshua Tree por unos árboles muy raros que hay. Son como yucas pero mucho más altos, con los troncos retorcidos. También hay montañas y enormes bloques de rocas. Es un sitio tan lleno de misterio como el desierto de Sonora donde Carlos Castaneda tuvo sus aventuras. Bueno, pues allí conocí a Mezcalito. -¿Quién es Mezcalito? -preguntó él. -No es una persona. Quiere decir que Carlos Castaneda le dio peyote, un cactus alucinógeno -le explicó Cecilia. -Mezcalito es una entidad que habita en el peyote. Cuando lo tomas, te encuentras con él. -¿Y qué te enseñó Mezcalito? -dijo Cecilia. -¡Ay, muchas cosas! Me explicó el significado de mi relación con Julio. Julio fue quien abrió mi sexualidad, mi primera fuente de poder personal de. A base de azotainas, me enseñó a hacerme vulnerable y a no temer al dolor. De hecho, el dolor es una gran fuente de poder personal. Pero Mezcalito me hizo comprender que esa etapa ya había terminado. Que tenía que dejar a Julio atrás si quería seguir el camino del guerrero. -¿Sí? ¿Entonces, por qué te volviste a acostar con él cuando te encontraste con Laura y con él en Santiago? -dijo Cecilia. -No fue por acostarme con él. Lo hice por Laura. La vi en un estado muy delicado. ¡Pobriña! Estaba sufriendo mucho por haberte perdido, y luego encima perder al hijo que esperabais. Y ella y yo teníamos un tema pendiente que había que terminar. Así que hice el amor con ella… ¡Y, claro, a Julio no lo iba a echar de la cama! -¿Y qué tema tenías pendiente con Laura? -dijo Cecilia. -Cuando la conocí, había una gran corriente de energía entre nosotras, pero ella la cortó enseguida. Esa noche de San Juan conseguí reestablecerla, y con eso aumentar mi poder personal. Laura también. Salió del estado de depresión en que estaba y encontró su centro de gravedad. Si no, no hubiera salido viva de su aventura. -Laura te culpa a ti de lo que les pasó -dijo él-. Dice que tú los traicionaste. -Yo sólo les dije dónde encontrar a Fandiño y al padre de Cecilia, que es lo que ellos querían saber. Como tú ahora, que me vienes preguntando cómo contactar con los contrabandistas. Si te lo digo y te matan, ¿acaso voy a tener yo la culpa? ¡Entonces mejor que no te diga nada! -Lo siento, Sabrina, pero yo no creo en corrientes de energía, ni nada de eso -dijo Cecilia-. Soy científica. -¿Y qué te piensas, que yo no lo soy? Este curso acabo la carrera de farmacia. Y luego voy a hacer una tesis doctoral sobre plantas medicinales de Galicia. Ya tengo un catedrático que me la va a dirigir. ¡Pero, mira! Tú sabes que pasan cosas en el cerebro que aún no se pueden explicar. Como cuando tomamos psicodélicos. Y también se pueden alcanzar esos estados de consciencia a través de la meditación, o el dolor, o el sexo. -Es verdad. Yo he tenido algunas experiencias así, con el sadomasoquismo. Y mi amigo el Chino a veces parece que tiene poderes paranormales. Es porque es un monje Zen, y ha hecho mucha meditación. -Tú también eres meiga, ya te lo dije. Tienes mucho poder personal. Y entre nosotras siempre hubo una corriente de energía… Incluso antes de conocernos. ¡No me digas que no lo notas! -Sí, algo sí que noto. Pero quizás es porque me estás sugestionando. Él sí que lo notaba. Le estaba poniendo carne de gallina. -Cuando hacía el amor con Julio, siempre notaba tu presencia. Él me hablaba mucho de ti. A través de él, descubrí mi sexualidad siguiendo tus mismos pasos. Por eso quiero hacer el amor contigo, para cerrar ese ciclo. Eso aumentará nuestro poder personal. Ya lo verás. -¿Y Lorenzo? ¿También él va adquirir poder personal? Sabrina lo miró, entrecerrando los ojos. -No sé… Tu amigo me tiene un poco despistada. Hay algo que necesita encontrar desesperadamente. -¡Claro, no te jode! ¡Los putos contrabandistas! -No, es algo mucho más básico. Pero no te preocupes. Cuando empecemos el ritual, se nos revelará. Eso también le dio escalofríos. Se oyó borbotear del agua de la pota. -Ya está lista la fabada - dijo Sabrina-. Vamos a comer. ( Parte 2 )

  • Escenas kinky de mi nueva novela: El rojo, el facha y los narcos

    Foto antigua en la exposición Kink Out en Los Ángeles, 2023. Benito volvió a mirar lo que pasaba en la mesa de al lado. Arsenio le acababa de desgarrar las bragas a la puta que tenía sobre el regazo, dejando al desnudo los dos globos insolentes de sus nalgas. Cogió una aceituna del platillo. Típico de Arsenio. La cosa tenía morbo. Su erección luchaba con la tela de sus calzoncillos. Pero no podía permitir que nada de eso lo distrajese de su misión. -¡Eh, mírame, que esto es importante! -le dijo a Benito-. Si la policía empieza a investigar, todo se va a ir a la mierda. ¡Lo sabes perfectamente! -¿Y qué coño quieres que haga? -No te preocupes, Luis -dijo Laura-. Ya sé que mi padre mandó ayer a la policía a buscarme, si es eso lo que le vas a decir… ¡Au! Se interrumpió en respuesta a algo doloroso que le había hecho Benito. -A ti nadie te ha pedido tu opinión. ¡Calladita estás más guapa! Sonó un trallazo. -¡Ayyy! -gritó la puta de la mesa de al lado-. ¡Tengo una aceitunita metida en el culo! Arsenio le había pegado en el culo con el cinturón. A Luis no había nada lo excitase más que pegarle a una tía en culo con un cinturón. Tuvo que luchar por concentrarse. -¡Tienes que soltarla, Benito! Su padre nos va a estar mandando a la policía hasta dar con ella. Esta situación es insostenible. -Ya le he advertido a ese mamón que si vuelve a hacerlo le mandaremos un trocito de su yerno. * * * -Ha falsificado usted esta carta de recomendación -dijo Luis-. ¿Sabe que puedo demandarla por falsificar este documento? Eso equivale a una estafa. Con todo descaro, Nina se sentó a su lado en el sofá. -¿Y qué ganaría usted con eso? Yo no tengo un duro, ya se lo he dicho. No creo que me metan en la cárcel por una carta de recomendación. -Falsa. Una carta de recomendación falsa. ¡Reconózcalo, Nina! -Creo que, si a estas alturas no me ha echado de su despacho, es porque quiere algo de mí. ¿Qué es, don Luis? -¿Está insinuando que quiero aprovecharme de usted? -No lo sé. Me muero de curiosidad. Esbozó una tímida sonrisa. -No ha reconocido usted que la carta de recomendación es falsa. -¿Y por qué iba a hacerlo? Lo miraba con expresión entre seria y divertida. A ella también le estaba gustando el juego. -Pues porque, si lo hace, igual hasta la contrato. -¿Estaría usted dispuesto a contratar a una mentirosa? -Sí. A una mentirosa y una embaucadora. Eso puede serme útil porque, la verdad, llevo asuntos muy delicados en mi despacho. Secretaria viene de secreto, y necesito a alguien que sea capaz de proteger los míos con la misma desfachatez que usted se ha defendido en esta entrevista. Su sonrisa se volvió más franca. -¡Quién lo iba a decir! En ese caso, lo reconozco: la carta de recomendación es falsa. Entonces, ¿me va usted a contratar? Se lo estaba poniendo demasiado fácil. -Hay otra condición. -¿Cuál? -Que quede claro que, si me vuelve usted a mentir, le voy a poner el culo como un tomate. * * * Cecilia lo cogió de la mano y lo llevó al dormitorio principal, donde dormía con Julio y Laura. Cerró la puerta, se dio la vuelta y se subió la minifalda. -¡Mira cómo me ha puesto el culo Julio! Lo tenía rosa desde las caderas a la mitad de los muslos, con rallajos de un rojo encendido en el centro de las nalgas. ¿Por qué me hacen esto? ¿Por qué se empeña Julio en restregarme por las narices que puede poseer a Cecilia en formas que yo nunca me atrevería a hacerlo? -Como estábamos solos, Julio me ha zurrado de lo lindo, primero con la mano y luego con el cinturón. Además, me ha puesto esto -señaló con el dedo un círculo negro que le cubría el ano-. Lo llamamos butt plug . Es un tapón de goma que se mete en el culo. -¡Vale tía, ya sabes lo mucho que me mola tu culo! Pero es que estas cosas me descolocan un poco. Para su sorpresa, Cecilia se arrodilló frente a él. -Julio me ha ordenado que te pida… no, que te suplique… que me des por culo. Sólo me puedo sacar el plug para que tú me metas la polla. -¿Y si yo no quiero? Cecilia levantó la vista hacia él, sorprendida. -¿Y por qué no ibas a querer? * * * Luis la cogió del brazo. Nina opuso resistencia al principio, pero luego se dejó llevar a la mesa que había junto a la ventana. Retiró la silla y la empujó hasta dejarla doblada sobre la mesa. Dejó el cinturón junto a la cara de Nina, donde pudiera verlo bien. Le bajó las bragas, que se deslizaron por sus medias hasta sus tobillos. El culo redondo de Nina, enmarcado por abajo por sus medias negras, era toda una provocación. Cogió el cinturón y lo dobló para darle la medida adecuada. Sin muletas, su equilibrio sobre sus prótesis era precario, así que se agarró con la mano izquierda al respaldo de una silla. Cogió el cinturón y apuntó cuidadosamente a las nalgas que se le ofrecían. El trallazo reverberó por toda la habitación. -¡Ay, don Luis, por favor! -chilló Nina-. ¡Usted no sabe lo que duele esto! -Sí que lo sé -masculló. Y le volvió a pegar. Esta vez el grito de Nina fue incoherente. Pero fue una buena chica y no intentó levantarse de la mesa. Dos azotes más y Nina se disolvió en un mar de lágrimas. -¡Por favor, por favor, don Luis, pare! -sollozó-. ¡No más, por favor! ¡Le diré la verdad! -¿Ah, sí? ¿Y cuál es la verdad, señorita Saturnina? * * * -Tú sabes lo que me pasa, Julio -dijo Sabrina. -Quiero que tú me lo digas. -No puedo resistirme a ti, Julio. En tus brazos, soy débil. Puedes hacer conmigo lo que quieras, Julio. El cuerpo desnudo de la meiga se le ofrecía, indefenso. Lo volvió a invadir un vivo deseo, pero ya no era el deseo de Lorenzo, sino con el sadismo brutal de Julio. -Has sido mala -dijo la voz de Julio-. Y ya sabes lo que le hago yo a las niñas malas. Tirándole de un brazo, la hizo ponerse bocabajo para exponerle las nalgas, dos pequeños globos insolentes. Entonces supo lo que sentía Julio: que el pompis está destinado a ser azotado. La palidez de ese culo pedía a gritos ser transformada en un rosa chillón por unos buenos azotes. Se puso a darle azotes. Sabrina acusaba cada cachete con un chillido de dolor. Pero, por primera vez en su vida, eso lo animaba a seguir, en vez de hacerlo sentirse culpable. La azotaba metódicamente, con la atención determinada de la fiera que acecha a su presa. Sentía una mezcla de deseo sexual y saña. El dolor que le provocaba lo nutría. Con cada golpe, sentía una corriente eléctrica recorriéndole el cuerpo, embriagándolo con un poder salvaje. ¡Por eso les gusta tanto el sadomasoquismo a Cecilia y Julio! Es su forma de conseguir poder personal. -Así es como me vas a devolver la energía que me quistaste, ¿verdad? -No lo sé, Julio… -sollozó Sabrina. -¿Cómo que no lo sabes? -detuvo la azotaina. -No hay ninguna energía que te pueda devolver.

  • Locuras en el sótano

    Pasaje de mi novela Para volverte loca Miércoles 7 de mayo (madrugada), 1980 La despertó en mitad de la noche la sensación de estar mojada. Bajo sus bragas de castidad notaba un líquido viscoso y pegajoso. Un dolor familiar le contó el resto de la historia: le había venido la regla. No iba a dormir así. Se levantó y se fue por el pasillo a la isla de los enfermeros a que le cambiaran las bragas y le dieran un tampón o una compresa. Pero no había nadie tras el mostrador. ¡Vaya suerte la mía, tengo a los enfermeros encima todo el puto día y para una vez que los necesito, no están! Seguramente el enfermero de turno habría ido a ayudar a algún paciente. Se puso a buscarlo por toda la segunda planta, pero no había nadie. Aunque en la primera planta no había dormitorios, se dio una vuelta por allí para ver si lo veía. Nada. Como último recurso, cruzó la sala de estar y el comedor y entró en la cocina. Era una oportunidad perfecta para explorar las zonas del sanatorio que aún no conocía. La cocina era una sala grande y rectangular al final del ala norte del edificio. Tenía una gran cocina en el centro, y mesas y fregaderos a los lados. Al fondo había una gran cámara frigorífica. A la izquierda, junto a la entrada, estaba la puerta por la que Javier la había llevado al sótano. Estaba entreabierta. Movida por un súbito presentimiento, franqueó la puerta y bajo sigilosamente las escaleras. Oyó jadeos y un golpeteo rítmico. Sonrió. Al llegar al final de la escalera corrió a esconderse tras un frigorífico, pero en realidad no hacía falta, estaban tan ensimismados en la faena que no la hubieran visto aunque caminara directamente hacia ellos. Se habían colocado directamente en el haz de una de las luces fluorescentes, que confería a sus cuerpos un dramático contraste de luces y sombras. Bob estaba doblado sobre una mesa, pantalones y calzoncillos en torno a los tobillos. Tenía un trasero pequeño, estrecho y blanco, con un aire inocente y vulnerable que se veía acentuado por la considerable envergadura de la polla que Aparicio enterraba en su raja con embestidas enérgicas y concienzudas. Una de las manos de Aparicio se apoyaba abierta sobre la espalda de Bob, sujetándolo contra la mesa, mientras que la otra sostenía en un puño el pene del muchacho, que se adivinaba largo y delicado entre los dedos fornidos. Quizás eso contribuía a que Bob no pareciera demasiado molesto por el rudo tratamiento al que estaba siendo sometido. Su cara, apoyada en la mesa mirando hacia ella, dibujaba una sonrisa extática, con ojos cerrados y cejas arqueadas. Aparicio, por su parte, contemplaba hechizado el vaivén de su polla en el culito de Bob, ajeno a todo lo demás. Debió llegar al principio de la función, pues ésta se prolongó bastante rato. La excitó la estampa que presentaban esos dos cuerpos masculinos, cada uno bello a su manera: uno joven y delicado, el otro robusto y musculoso, rebosando potencia viril. Bob dobló las rodillas, abandonando el exiguo apoyo de sus pies en el suelo, como queriendo enfatizar su entrega total al placer de su amante. Excitado por eso, Aparicio disminuyó el ritmo a una serie de empellones súbitos y recios que lo llevaron al clímax. Sintiéndolo venirse en su interior, Bob se corrió también, rezumando semen blanco entre los dedos de Aparicio. Cecilia salió de detrás del frigorífico, cruzó los brazos y esperó a que la vieran. Tardaron un rato en hacerlo. Aparicio ayudó a Bob a levantarse y lo besó apasionadamente en los labios mientras le estrujaba la nalga con la mano, como si no hubiera tenido bastante de él. Luego lo vistió delicadamente antes de ocuparse de su propia ropa. Bob la vio primero. Se quedó mirándola con los ojos muy abiertos, sin lograr articular palabra. Aparicio le siguió la mirada y se quedó también inmóvil, con una expresión entre alarmada e irritada. -Perdonad, no quería interrumpiros -les dijo-. Pero tengo un pequeño problema. -¿Cuánto tiempo llevas ahí? -la increpó Aparicio. -Digamos que el suficiente. -Cecilia, por favor… -empezó Bob. -No tienes por qué preocuparte de nada, Bob. -¿Qué quieres? -le preguntó Aparicio. -Me ha venido la regla. Necesito cambiarme las bragas y ponerme una compresa. Aparicio miró con cara de asco los surcos de sangre que le bajaban por el interior de los muslos. -No te preocupes, que yo lo puedo hacer todo -lo tranquilizó ella-. Sólo necesito que me abras la cerradura de las bragas y me des otras limpias... Y un tampón, claro. Aparicio la miraba pensativo, sin duda planeando lo que debía hacer. -Esperaos los dos aquí un momento. Luego subid de uno en uno. Procurad que no os vea nadie. Estaré en la isla de los enfermeros con lo que necesitas, Cecilia. Roberto, tú vete derecho a la cama. En cuanto se dejaron de oír los pasos de Aparicio por la escalera de metal, Bob se volvió hacia ella con aire suplicante. -¡Por favor, no se lo digas a nadie! Cecilia le rodeó los hombros con el brazo, dándole un apretón. -No has hecho nada malo, Bob. No tienes nada de qué avergonzarte. -Sí, pero si se llega a enterar el doctor Jarama… -No te preocupes que nadie se va a enterar, porque a nadie le conviene que se sepa. A Aparicio el primero. Él es el que tiene más que perder. -Sí, pero tú no… ¿De verdad que no vas a decir nada? -¿Y por qué me iba a chivar? -Para vengarte de Aparicio, de todas las putadas que te ha hecho. -No soy rencorosa. Bob se libró de su abrazo y la miró con cara asustada. -Pero sí que lo puedes chantajear. Eso es en lo que había estado pensando desde el principio, que había tenido mucha suerte de descubrir el punto débil de Aparicio. Esa podía ser la llave de su libertad. ¿Por qué no hacerlo? A la larga, a Bob le iba a dar lo mismo, aunque ahora estuviera muerto de miedo. Además, seguro que Aparicio accedería al chantaje, porque ella no le iba a pedir gran cosa, pero si se chivaba él perdería su empleo y toda posibilidad de encontrar otro similar. De todas formas, Irene iba a avisar a Julio y a Laura. Quizás lo hubiera hecho ya. -¡Por favor, Cecilia! Somos amigos, ¿no? -Vale. No diré nada, no te preocupes. -¿De verdad? ¿Me lo prometes? -Te lo prometo. Y ahora vete a la cama. Tengo los pies helados. Bob subió las escaleras, mirándola desaprensivo. Esperó unos minutos y subió ella también. Aparicio la esperaba en la isla de los enfermeros y, sin mediar palabra, le dio unas bragas limpias, sin cierre, y una caja de tampones. Pero su mirada huidiza y su expresión sombría lo decían todo. Ella le respondió con el mismo silencio. Se dio una ducha, se puso un tampón y las bragas limpias, y se metió en la cama. Fue una gozada poder masturbarse después de estar casi una semana sin hacerlo. Las imágenes de los cuerpos desnudos de Bob y Aparicio seguían frescas en su memoria. No le hizo falta imaginarse ninguna otra cosa.

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