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El sexo anal y la próstata como fuentes de placer en el hombre

Actualizado: 28 mar 2022

La estimulación de la próstata puede hacernos experimentar nuevas formas de placer, pero requiere liberarse de poderosos tabúes culturales.

Prostate and anal finger insertion.
Unknown author, derivative work by Redlinux, CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons.

Los hombres damos por hecho que nuestra única fuente de placer es el pene, y que el orgasmo masculino se reduce a los pocos segundos que tarda en completarse la eyaculación. Sin embargo, en el cuerpo masculino existen otras fuentes de placer que no son el pene. También podemos experimentar orgasmos distintos al de la eyaculación.


La estimulación de la próstata puede producir un intenso placer, incluso llevar a un orgasmo que es descrito por los que lo han sentido como más profundo y duradero que el orgasmo producido por la estimulación del pene.


Si es verdad que el punto G es la glándula de Skene o próstata femenina, el orgasmo prostático del hombre sería análogo al orgasmo vaginal en la mujer, mientras que el orgasmo del pene sería equivalente al orgasmo del clítoris.


¿Qué es la próstata?

La próstata es una glándula situada entre la base del pene, la vejiga urinaria y el recto, y que es atravesada por la uretra. La función de la próstata es la de secretar un líquido que constituye un 30% del semen, el resto del cual es producido por las vesículas seminales. El semen sirve para mantener vivos a los espermatozoides, que son células producidas en los testículos. Durante la fecundación, uno de los millones de espermatozoides en el semen se une al óvulo producido por la mujer para dar lugar al embrión. La mitad del material genético (el ADN de los cromosomas) del nuevo ser vivo es aportado por el espermatozoide, y la otra mitad por el óvulo.


Prostate and seminal vesicles
Próstata y vesículas seminales. Henry Vandyke Carter, Public domain, via Wikimedia Commons

Durante la eyaculación, los músculos del suelo pélvico que rodean a la próstata y las vesículas seminales se contraen poderosamente, enviando el semen hacia el pene. El placer que se produce durante la eyaculación proviene, en parte, de la contracción de la próstata. Quizás sea por eso que la estimulación de la próstata produce placer. Sin embargo, la sensación de estimular la próstata es bastante distinta a la que produce la estimulación del pene.



Por qué los hombres resisten estímulos sexuales que no sean al pene

La forma más eficaz de estimular la próstata es desde el recto, lo que conlleva penetración anal. Esto presenta importantes barreras psicológicas para muchos hombres. Existe un fuerte tabú cultural que propugna que es indigno para el hombre el ser penetrado, que eso es algo propio sólo de la mujer y que el hombre es feminizado cuando se lo penetra.


La cultura machista otorga privilegios al hombre, siempre y cuando éste se comporte de acuerdo con ciertas pautas de virilidad. Se nos impone la obligación de “portarnos como un hombre”: ser fuertes, recios, luchar con valor, trabajar duro… Y también renunciar a formas femeninas de placer.


En lo referente al acto sexual, se espera que el hombre obtenga su placer penetrando a la mujer, con un pene grande y sólido, y una potente eyaculación. El placer que proviene de zonas erógenas que no son el pene, como las nalgas, los pezones y el ano, es considerado femenino y por lo tanto prohibido al macho.


Este bagaje cultural es aún más profundo, ya que asocia la penetración a la sumisión y la derrota. Todo esto se trasmite a través de frases que todos conocemos: “dar por culo” es molestar, “irse a tomar por culo” es ser derrotado.


En las sociedades patriarcales, a los hombres afeminados se les niega el privilegio masculino y se los relega a un plano inferior al de la mujer. Pero son precisamente ellos, los gays, quienes mejor conocen las fuentes alternativas del placer masculino: los pezones, el ano y la próstata.


El acceder al placer de próstata requiere que reconozcamos la estructura de privilegios y prohibiciones que encierra a los hombres en una cárcel psicológica donde les son vetadas ciertas maneras de ser y sentir. Por eso, el ser penetrados nos puede servir, no sólo para aceptar nuevas formas de placer, sino como un proceso de liberación y de apertura hacia otras maneras de entender la masculinidad.


El hombre también puede recibir sexo anal

Afortunadamente, diversos movimientos de liberación sexual, sobre todo el movimiento gay y el BDSM, ha empezado a abrir una brecha en esos prejuicios machistas.


La penetración anal de la mujer es una fantasía sexual muy común. Muchas de las mujeres encuentran el sexo anal muy placentero. Lo mismo pasa con los hombres.


El conocimiento de las propiedades eróticas de la próstata se remonta a la antigüedad. En tiempos más recientes, se difundió primero entre los gays, y luego fue recogido por parejas de mujer dominante y hombre sumiso. Hoy en día también se practica en parejas heterosexuales y vainilla, sin ninguna connotación de dominación-sumisión.


Cómo estimular la próstata

La próstata puede encontrarse introduciendo un dedo en el ano con la yema hacia delante. Se debe usar lubricante para cualquier penetración anal, para evitar fisuras y hemorroides. Si recorremos la cara anterior del recto, daremos con un bulto del tamaño de un huevo o una nuez. Esa es la próstata.


Al principio, presionar la próstata produce una sensación molesta. Es común sentir ganas de orinar, porque la presión en la próstata se transmite a la vejiga urinaria, donde terminaciones nerviosas en su paredes acusan esa presión como que la vejiga está llena. Lo mismo pasa con la estimulación del punto G en la mujer: también se nota como ganas de orinar.


Para producir el placer prostático, es mejor que el masaje de próstata se realice de forma suave, en una situación relajada y sexualmente excitante, acompañándolo de estimulación del pene, los pezones y otras zonas erógenas. Hay que tener un poco de espíritu de aventura y afrontar los tabúes de los que hablaba antes. A algunos hombres les ayuda adoptar un rol de sumiso, aunque esto no es necesario para disfrutar del placer anal.


Quizás sea necesario que las primeras sesiones sean cortas, e ir entrenando la próstata en sesiones sucesivas en las que se irá aumentando la intensidad y la duración del masaje. Poco a poco, las vías nerviosas que transmiten esas sensaciones al cerebro se van desarrollando, volviéndolas más y más placenteras.


Yo aconsejaría que al principio se exploren estas sensaciones en solitario, en sesiones de masturbación conscientes, deliberadas y con tiempo de sobra. Se puede empezar explorando primero con el dedo y luego con un dildo adecuado. Es mejor no tener muchas expectativas al principio. Hay que tomárselo como un entrenamiento que requiere tiempo, paciencia y perseverancia. A medida que la próstata se vuelve más sensible, sentiremos el deseo de estimularla de forma más vigorosa.


El placer de próstata no requiere la erección y de hecho puede suprimir la erección. Esto no debe preocuparnos. Estimular el pene al mismo tiempo puede ayudarnos a sentirlo, pero también puede ser una distracción, conduciendo nuestra atención al canal del placer que hemos estado usando toda la vida en vez de hacia las nuevas sensaciones a las que nos queremos abrir.


La próstata no es la única fuente de placer en el sexo anal. El ano también es muy erógeno, así como la parte del recto próxima al esfínter anal, sobre todo en su cara anterior.


Butt plugs y dildos

Estimular la próstata con los dedos resulta difícil y cansado, ya que hay que introducirlos muy profundamente en el recto. Lo más cómodo es usar estimuladores concebidos para ese uso, que pueden tener una curvatura especial que rodea la próstata. Algunos incluso están diseñados para moverse en torno a ella al apretar el ano.


Butt plug” significa literalmente “tapón de culo”, pero se suele usar la expresión en inglés. Son objetos con una parte de forma oblonga, cónica o de pera que se introduce en el recto, un estrechamiento para el ano, y una base ancha o alargada que se mantiene fuera para permitir sacarlo. Se hacen de muchos materiales. Los hay blandos, hechos de goma o silicona, y duros, hechos de plástico, metal o vidrio. Están pensados para llevarlos insertados un cierto tiempo, lo que facilita la dilatación del ano al tiempo que se produce una estimulación progresiva del recto y la próstata. Algunos butt plugs están diseñados para moverse dentro del recto cuando se contrae el ano. Otros son eléctricos, concebidos para estimular la próstata con vibraciones.


Los dildos tienen forma de pene, recta of curvada, sin constricción para el ano. Están diseñados para follar, es decir, para usarse con un movimiento de vaivén. Eso produce una estimulación activa de la próstata. Como los butt plugs, pueden ser de muchas formas, tamaños y materiales.


Pegging: follar a un hombre con un dildo

Dan Savage es un escritor y pensador sexo-positivo que produce el podcast The Savage Lovecast. Una de sus especialidades es la de crear neologismos para actos y costumbres sexuales, a base de solicitarlos a su audiencia. Uno de los términos así creados es pegging, que es un acto sexual en el que una mujer folla a un hombre en el ano usando un dildo sujeto al pubis con un strap-on: un arnés que rodea las caderas y los muslos. Hay una gran variedad de arneses y dildos, que se pueden comprar en sex shops y la internet. También se usan en el sexo lesbiano.


Pegging
Pegging. Seedfeeder, Public domain, via Wikimedia Commons.

En el pegging, el placer de la estimulación de la próstata se une el morbo de la inversión de los roles sexuales: la mujer penetra y el hombre es penetrado. Esto puede darse dentro de una sesión de BDSM en la que el hombre es sumiso, pero no tiene por qué ser necesariamente así.


El pegging puede practicarse en todas las posturas que existen para follar: misionero, perrito, de lado, tijeras, etc. Algunas producen una estimulación más eficaz de la próstata, pero ésta también puede volverse demasiado intensa. Conviene explorarlas hasta encontrar la más satisfactoria para cada pareja.


Ordeñar la próstata (milking)

Una forma especial de estimulación de la próstata se llama milking en inglés, que significa ordeñar. Se suele practicar en hombres sumisos.


Consiste en masajear la próstata de forma ininterrumpida por un largo espacio de tiempo, de 20 a 45 minutos. La dominatriz no permite que se produzca la eyaculación o un orgasmo prostático, sino que mantiene al sumiso en un estado continúo de excitación sexual. La erección suele desaparecer al cabo de unos minutos. Conforme se avanza, el pene empieza a soltar semen en pequeñas cantidades, de forma continua. De ahí el nombre de esta práctica.


El objetivo del milking no es llevar al orgasmo ni producir placer, aunque no deja ser una práctica placentera. Al contrario, la frustración de no poder eyacular, unida a la humillación de ser penetrado y controlado en el placer lleva a un profundo estado de sumisión. Es una follada mental, una de las técnicas más sofisticadas de la dominación-sumisión.


En relaciones de dominación-sumisión a tiempo completo (24/7), el milking se suele practicar junto con la castidad - privar al hombre de eyacular durante largos periodos de tiempo, a veces usando jaulas para el pene que impiden la erección. Esto aumenta enormemente la frustración, humillación y sometimiento producido por el milking.


Orgasmo de próstata

Hay hombres que aseguran haber alcanzado orgasmos muy intensos y prolongados con sólo estimular la próstata. Estos orgasmos se sienten muy distintos a los que se obtienen estimulando el pene: Esto corrobora la idea de que existen orgasmos distintos de clítoris y de vagina en la mujer.


Los orgasmos prostáticos a veces vienen acompañados de eyaculación, pero en otras se produce una emisión muy lenta de semen, como la que se produce durante el milking .


Alcanzar el orgasmo sólo estimulando la próstata puede resultar difícil. A menudo hay que acompañar la estimulación de la próstata con la masturbación del pene, lo que de todas formas nos llevará a orgasmos más intensos de lo acostumbrado.


Conclusión

El sexo es un mundo maravilloso en el que siempre quedan cosas nuevas por explorar. Eso sí, hace falta un espíritu de aventura y enfrentarnos con barreras culturales que nos han impuesto desde niños. El premio no es sólo el placer, sino una mayor liberación mental.

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