El masoquismo activa áreas de la corteza cerebral que median la empatía, las emociones y la consciencia
No se encuentran muy a menudo artículos científicos sobre la neurociencia del masoquismo.
De hecho, el BDSM sigue siendo un tema tabú en la ciencia porque los investigadores sólo trabajan en temas para los que pueden obtener financiación. En los EE. UU., el Congreso se ha mostrado reacio a dar dinero a agencias gubernamentales como los Institutos Nacionales de Salud (NIH) para que investiguen sobre el sexo, y mucho menos sobre "perversiones" como el BDSM.
Por eso me entusiasmó encontrar este estudio, realizado en Alemania por científicos de la Universidad de Heidelberg:
Contextual modulation of pain in masochists: involvement of the parietal operculum and insula. S. Kamping, J. Andoh, I. C. Bomba, M. Diers, E. Diesch and H. Flor. Pain 2016, Vol. 157 Issue 2, Pages 445-45. PDF.
Modulación contextual del dolor en masoquistas: rol del opérculo parietal y la ínsula. (PDF traducido al español por arween).
Utilizaron resonancia magnética funcional (fMRI), una potente técnica de imagen cerebral, para comparar los cerebros de masoquistas y no masoquistas. Un ingenioso diseño experimental combinando resonancia magnética funcional con imágenes masoquistas y dolor les permitió llegar a algunas conclusiones interesantes.
Preguntas acerca del masoquismo
Éstas son algunas preguntas a las que responde este estudio:
¿Son los masoquistas menos sensibles al dolor?
¿Responde el cerebro de los masoquistas de la misma manera al dolor BDSM (por ejemplo, una azotaina) y a otras formas de dolor ?
¿Existen áreas cerebrales específicamente activadas por el masoquismo?
¿Es adictivo el masoquismo?
Diseño experimental
El estudio se hizo con 32 participantes: 16 masoquistas y 16 no masoquistas (controles). Los masoquistas fueron 8 hombres y 8 mujeres, mientras que los controles fueron 4 hombres y 12 mujeres. Los masoquistas se reclutaron a través de Internet y en reuniones locales de BDSM. Luego se los evaluó con un cuestionario sobre actividades masoquistas: tenían que considerarse a sí mismos masoquistas, preferir el papel de sumiso y más del 50 % de su actividad sexual tenía que implicar dolor.
Se excluyeron del estudio a personas con trastornos mentales o dolor crónico, y aquellas a quienes el comportamiento masoquista les causase “angustia clínicamente significativa” o perjudicase su funcionamiento social. Estos criterios de exclusión son razonables, pero pueden haber sesgado algunas de las conclusiones del estudio. Por ejemplo, yo he visto que los masoquistas con dolor crónico utilizan con éxito el sadomasoquismo para controlar el dolor causado por su enfermedad; véase mi encuesta a 136 masoquistas. Estas personas parecen ser menos sensibles al dolor que los no masoquistas, al contrario de hallado en el estudio.
En el estudio también se usaron imágenes masoquistas para evocar sentimientos eróticos en los participantes (masoquistas y controles). Aparentemente, los científicos no se fiaron de sí mismos a la hora de elegir las imágenes BDSM más excitantes, por lo que reclutaron a otros 18 masoquistas para elegir las 10 mejores. Además, se usaron otros tres conjuntos de 10 imágenes que evocan emociones neutras, positivas y negativas, respectivamente.
Las imágenes fueron seleccionadas por su impacto y valencia. En este contexto, el impacto o arousal quiere decir hasta qué punto capta nuestra atención una imagen. La valencia se refiere a si la imagen evoca en nosotros atracción (nos gusta) o aversión (nos disgusta). La alegría y la excitación sexual son emociones con valencia positiva, mientras que el miedo, la tristeza, el asco y la ira tienen valencia negativa. En este estudio, se esperaba que una imagen masoquista (como una flagelación) tuviera una valencia positiva para los masoquistas y una valencia negativa para los controles. Se trataba de averiguar cómo se refleja esto en la activación de distintas áreas cerebrales.
La técnica central fue la resonancia magnética funcional (fMRI), que se usó para obtener imágenes del cerebro de los sujetos mientras veían las imágenes a través de visores y recibían la estimulación dolorosa en la mano. El fMRI se basa en el hecho de que cuando las neuronas de un área del cerebro se activan, hay más flujo de sangre a esa área. Utiliza potentes campos magnéticos y pulsos de radiofrecuencia para localizar moléculas de hemoglobina oxigenadas en la sangre. Así se pueden identificar áreas del cerebro con aumento y disminución del flujo sanguíneo mientras el cerebro siente dolor o se excita sexualmente. Los aumentos y disminuciones del flujo sanguíneo nos dicen qué áreas del cerebro están más y menos activas, respectivamente.
A diferencia de la tomografía por emisión de positrones (PET) y otras técnicas de imagen cerebral, la fMRI no requiere inyectar sustancias a los participantes. Sin embargo, los sujetos deben mantenerse inmóviles dentro del enorme aparato que produce los campos magnéticos. Los resultados de la fMRI se muestran en imágenes tridimensionales del cerebro en las que la actividad cerebral se codifica en colores: amarillo, naranja y rojo muestran una actividad creciente, mientras que el celeste y el azul muestran una actividad cerebral decreciente. Los grises significan que no hay cambios.
Conceptos básicos sobre zonas cerebrales
Para comprender las imágenes de fMRI, necesitamos saber un poco sobre las áreas del cerebro involucradas en el dolor y la emoción. Por lo tanto, ten un poco de paciencia mientras te resumo la anatomía cerebral relacionada con los resultados de este estudio.
El córtex o corteza es la capa externa del cerebro. Está hipertrofiado en los seres humanos, lo que nos confiere nuestras extraordinarias capacidades mentales. Durante la evolución de los simios y los homínidos, creció tanto que la única forma en que pudo caber dentro de nuestro cráneo fue a base de desarrollar numerosas arrugas, llamadas circunvoluciones, separadas por grietas llamadas surcos.
Aparte de los surcos, hay tres grietas profundas en la corteza, llamadas fisuras. La más profunda va de delante a atrás, dividiendo al cerebro en los hemisferios derecho e izquierdo. Dentro de esta fisura hay dos zonas del córtex enfrentadas. La parte más profunda de esta zona forma un arco alrededor del centro del cerebro: es el córtex cingulado. Si parte anterior es el córtex cingulado anterior (CCA), que es el encargado de tomar decisiones (Engstrom et al., 2014). Como veremos, es importante en el dolor y el masoquismo.
Una segunda fisura es el surco central, que transcurre por los lados del córtex dividiéndolo en corteza frontal y posterior. En términos generales, lo que hay delante del surco central tiene que ver con acción y lo que hay detrás tiene que ver con sensación. La circunvolución vertical justo delante del surco central es la corteza motora primaria, que contiene un mapa de todos los músculos del cuerpo y ejecuta el último paso en el procesamiento del movimiento. La circunvolución vertical justo detrás del surco central es la corteza somatosensorial, que contiene un mapa de toda la superficie de nuestra piel y es donde terminan todas las sensaciones táctiles y dolorosas. La corteza somatosensorial es donde sentimos dónde se encuentra el dolor en el cuerpo.
La tercera fisura es el surco lateral, que va de adelante a atrás en el lado del cerebro. El córtex continúa dentro de esta fisura y se expande dentro de cada hemisferio, formando una isla, por lo que se denomina ínsula (Gogolla, 2017). El área del córtex alrededor y dentro del surco lateral se llama opérculo. Como veremos, juega un papel importante en el masoquismo. La ínsula es un área fascinante del cerebro porque es donde se combinan muchas de nuestras emociones. Es responsable de la prominencia de nuestras sensaciones: cuánto nos importa una sensación. Por ejemplo, el dolor, el picor y el placer sexual son sensaciones con alta prominencia.
En los seres humanos, la parte anterior de la ínsula es mucho más grande que en otros mamíferos, incluso en los simios. Durante la evolución humana, la función de la ínsula anterior se diferenció entre los hemisferios cerebrales (Craig, 2011). Mientras que la ínsula posterior nos dice cómo nos sentimos en cada momento, la ínsula anterior derecha es capaz de imaginar cómo nos sentiríamos en determinadas circunstancias (Craig, 2009). Es capaz de crear sensaciones hipotéticos. Por lo tanto, es crucial para la empatía (imaginar cómo se siente otra persona) y la teoría de la mente (representar el estado mental de otra persona).
El desagrado que produce el dolor es mediado por la ínsula, mientras que la corteza somatosensorial determina la ubicación del dolor. La decisión de hacer algo para eliminar el dolor proviene del ACC.
Las sensaciones de dolor suben por la médula espinal y entran en el cerebro, haciendo relevos en un área del tallo cerebral llamada núcleo parabraquial, que se conecta con la amígdala, la parte del cerebro responsable del miedo y la ansiedad. Las vías del dolor continúan hasta el tálamo, que es un área en el centro del cerebro que sirve como un relevo para todas nuestras sensaciones, excepto el olfato. En el tálamo, las neuronas del dolor hacen sinapsis con neuronas que van a tres áreas del córtex: la corteza somatosensorial (¿dónde está el dolor?), la ínsula (¿qué tan intenso es el dolor?) y el ACC (¿qué voy a hacer sobre el dolor?).
Intenté condensar esto lo más posible, pero necesitamos esta información para entender los hallazgos de este estudio sobre el masoquismo.
¿Quién dijo que la neurociencia era fácil?
Algunos hallazgos interesantes sobre los masoquistas
Los masoquistas empezaron a mostrar interés por el masoquismo cuando tenían en promedio 17 años. La edad más temprana fue los 7 años y más tardía los 36. La primera actividad masoquista fue a los 25 años, en promedio, la más temprana nuevamente a los 7 y la más tardía a los 47.
Esto muestra que los deseos masoquistas pueden aparecer durante la niñez, incluso antes de que se desarrolle el deseo sexual durante la pubertad. Muchas personas se vuelven masoquistas cuando son adolescentes. Sin embargo, algunos llegan más tarde en la vida, tal vez porque sus amantes los introducen al BDSM.
Respuestas a imágenes masoquistas
Las imágenes masoquistas produjeron niveles similares de impacto en masoquistas (4,3 ± 1,4) y controles (4,2 ± 1,8), en una escala del 1 al 9. Sin embargo, tuvieron valencia positiva (atracción) en masoquistas (6,2 ± 0,9) y valencia negativa (rechazo) en los controles (3,4 ± 1,2), nuevamente en una escala del 1 al 9.
A los masoquistas les gustaban más las imágenes que eran más impactantes, como lo demuestra una alta correlación entre la excitación y la valencia de las imágenes.
Todas las demás imágenes (neutrales, positivas y negativas) fueron calificadas de manera similar en cuanto a impacto y valencia por parte de masoquistas y controles.
Esto confirma la suposición de los investigadores de que a los masoquistas les gusta ver cosas como flagelaciones o azotainas, mientras que a otras personas no les gustan estas imágenes. Aún así, estas imágenes son igualmente impactantes para todos.
A los masoquistas no les gusta el dolor si no es en un contexto erótico
Cuando se les aplicó dolor sin mostrar ninguna imagen, los masoquistas y los controles puntuaron el dolor de manera similar en intensidad y desagrado.
Sin imágenes, el fMRI mostró una activación similar del cerebro por el dolor en masoquistas y controles. En ambos grupos, el dolor activó áreas cerebrales implicadas en el dolor: tálamo, córtex somatosensorial, ínsula, opérculo y ACC. Estas áreas se activaron en el mismo grado en masoquistas y controles.
Esto contradice la creencia popular de que a los masoquistas les gusta cualquier tipo de dolor, en cualquier circunstancia. A los masoquistas solo les gusta el dolor cuando lo experimentan en un contexto erótico.
Zonas del cerebro activadas por imágenes masoquistas
En esta parte del estudio, a los participantes se les mostraron imágenes masoquistas sin el estímulo doloroso para ver qué áreas del cerebro se activaban. Los masoquistas mostraron una mayor activación del ACC derecho y de la ínsula anterior derecha en respuesta a estas imágenes.
Esto me parece fascinante porque muestra que lo que los masoquistas hacen es imaginar lo que sienten los sumisos de la imagen usando su ínsula anterior derecha. La activación del ACC quizás represente su deseo de estar en esa situación.
Imágenes masoquistas disminuyen el dolor en los masoquistas
En este experimento, los participantes recibieron el estímulo doloroso mientras veían imágenes masoquistas. Se les pidió que puntuaran la intensidad y el desagrado del dolor. Los masoquistas registraron menor intensidad del dolor (2,2 ± 1,5) que los controles (3,5 ± 2). También juzgaron el dolor menos desagradable (1,6 ± 1,2) que los controles (3,2 ± 2,3). Estas disminuciones en la intensidad y el desagrado del dolor fueron tan fuertes como el efecto de opioides como la morfina.
Por lo tanto, cuando son capaces de erotizarlo, los masoquistas experimentan que el dolor es menos intenso. Esto indica que activan las vías inhibidoras del dolor que conectan el tallo cerebral con la médula espinal, probablemente las que utilizan endorfinas. La disminución del desagrado del dolor probablemente tiene un mecanismo diferente. Esto se investigó con fMRI en el siguiente experimento.
Respuestas cerebrales a combinaciones de imágenes masoquistas y dolor
Un fMRI mientras veían imágenes masoquistas y experimentaban dolor mostró diferencias entre masoquistas y controles en las áreas cerebrales que se activaban. Los masoquistas mostraron una mayor activación del opérculo -la parte de la corteza próxima a la ínsula-, la circunvolución frontal superior y la circunvolución frontal media, dos áreas del córtex frontal. La circunvolución frontal superior está involucrada en la consciencia.
En los masoquistas, también hubo menor conectividad funcional entre el opérculo y cuatro zonas: la ínsula, la corteza motora, el tálamo derecho y el ACC derecho. Eso no sucedió en los controles. Dado que la corteza motora y el ACC están involucrados en la planificación de las acciones, esto podría significar que los masoquistas no sienten la necesidad de responder al dolor. Las señales negativas del opérculo a la ínsula pueden representar la disminución del desagrado por el dolor en los masoquistas.
Un sorprendente resultado negativo fue que el fMRI mostró que en los masoquistas no había activación de la vía de recompensa del cuerpo estriado ventral. Esta vía conecta el área tegmental ventral (VTA) con el núcleo accumbens, donde libera dopamina. Se la ha considerado erróneamente como la vía del placer, porque animales y humanos la estimulan compulsivamente cuando se les implantan electrodos en ella. También es la parte del cerebro donde producen adicción drogas como los opiáceos y la cocaína. Hoy sabemos que esta vía no produce placer, sino motivación y respuestas a recompensas (Salamone y Correa, 2012). En cualquier caso, el hecho de que esta vía de recompensa no se active por el masoquismo demuestra que éste no es adictivo.
Conclusiones
En resumidas cuentas, el masoquismo es una actividad erótica que depende de fetichizar ciertas relaciones, situaciones, objetos y acciones. En un ambiente BDSM, las respuestas de los masoquistas al dolor cambian drásticamente, de modo que sienten menos dolor y lo encuentran menos desagradable (y probablemente placentero).
Esto valida las experiencias de los masoquistas cuando hablan de "espacio de sumisión": un estado alterado de consciencia provocado por experimentar dolor en un contexto BDSM.
La experiencia masoquista no es lo mismo que el efecto de los opioides y otras drogas, y no produce adicción, porque no activa la vía de la dopamina del estriado (VTA al núcleo accumbens) que media los efectos de las drogas adictivas. En cambio, activa áreas corticales del cerebro que median las emociones, la empatía, las sensaciones y la consciencia. Por lo tanto, el masoquismo es una compleja experiencia cognitiva y emocional, anclada en una determinada cultura y valores, y que lleva a relaciones íntimas y profundas.
Gracias a arwen por ayudar con la traducción y por traducir el artículo científico original.
Copyright 2022 Hermes Solenzol.
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