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  • La revolución erótica

    Pasaje de mi novela Juegos de amor y dolor España, 1977. Dos años después de la muerte de Franco, España empieza la transición a la democracia. Cecilia, su novio Julio y Lorenzo almuerzan después de escalar en La Pedriza, en la sierra al norte de Madrid. Cecilia y Julio son estudiantes universitarios. Lorenzo es mecánico y miembro del Partido Comunista de España. La "guerra" que mencionan es la Guerra Civil Española, 1936-1939. "Carrillo" es Santiago Carrillo, líder del Partido Comunista Español en ese momento. No corría nada de viento y empezaba a notarse el calor. Las superficies de granito que les rodeaban reflejaban y concentraban los rayos del sol. Los insectos zumbaban a su alrededor. Julio se desabrochó la camisa y se la quitó. -¡Ay, yo también quiero! -le dijo con una sonrisa-. No vendrá nadie, ¿no? -No, pero aquí al colega igual le da un infarto. Ten en cuenta que no está acostumbrado a ver tías en sujetador -bromeó Julio. -¡Tonto! ¿No ves que ya me ha visto? Estaba en la fiesta cuando hice el striptease. “Que vean los humanos lo que se han de comer los gusanos” -citó. Se quitó la camisa y también el sujetador. Lorenzo se concentró en encender un cigarrillo, ignorándola, pero luego le clavó los ojos en las tetas descaradamente mientras tomaba una profunda calada. Julio también la miraba. La halagaba ser el foco de atención de los dos chicos. Además, el frescor del aire y el calorcito de los rayos del sol despertaban sensaciones exquisitas en la piel desnuda de sus pechos. Julio se levantó y se sentó a su lado. De forma casual, le pasó el brazo sobre el hombro y se puso a acariciarle una teta. Sintió el pezón endurecerse y erguirse bajo sus dedos. -¿Qué? ¿A que tiene unas tetas bonitas? -le preguntó a Lorenzo. Lorenzo se limitó a exhalar una larga columna de humo. Sin embargo, a juzgar por el bulto que le crecía bajo los vaqueros, la respuesta debía ser afirmativa. -¡Desde luego tíos, yo flipo con vosotros! -dijo finalmente-. Tu chica aprovecha la menor ocasión para despelotarse, y encima tú la animas. -¿Acaso hay algo de malo en que me desnude? -dijo, algo dolida por su crítica. -No sé, tía. A mí mi madre me enseñó a respetar a las mujeres. -¿Y qué tiene que ver la desnudez con el respeto? ¡Ah, ya veo! Tú piensas como la tipa esa que vino a darme la vara cuando hice el striptease: que si una mujer se desnuda en público eso significa que está siendo explotada por los hombres. ¿Es eso, no? -Pues un poco sí, ¿no? Porque no me vengas con que te has quedado en tetas para tomar el sol, que no me lo creo. Lo has hecho para que te veamos Julio y yo. -¿Y eso es explotación? A lo mejor a mí me gusta que me miréis. Eso pareció sorprenderlo. -¿Y por qué te iba a gustar? -Pues porque me da buen rollo. Porque así os hago un regalo, y me hace sentirme bonita y poderosa. -¿Poderosa? ¿Por qué? ¿Porque así le das celos a Julio y consigues que te quiera más? -¡Pero qué dices! Ni quiero poner celoso a Julio, ni él me va a querer más por estarlo. Los celos son un mal rollo. Y tú mismo has dicho que él es el que me anima a desnudarme, ¿no? Mira, Lorenzo, por muy del PC que seas, no te enteras de nada. Lo que queremos Julio y yo es liberarnos sexualmente, quitarnos toda la represión de encima. Hacemos la revolución erótica. -¿La revolución erótica? ¡No me toques los huevos, tía! Mira, vale, una cosa es que os guste follar, eso lo entiendo… Pero que os creáis que así estáis haciendo la revolución me parece una completa gilipollez. -¡Pues claro que sí! Es una revolución que se hace por dentro, liberando la mente de los esquemas y las represiones que nos han inculcado. -Es verdad, Lorenzo -Julio se decidió por fin a meter baza-, la revolución no se hace sólo a base de manifestaciones y cócteles Molotov. Lo más importante es cambiar la mentalidad de la gente, fomentar un espíritu de rebelión contra el sistema. -¡No, si ahora va a resultar que sois anarquistas! -Ya sabes que no, te he dicho muchas veces que soy socialista. ¡Joder, Lorenzo, si es que a veces los del PC sois más puritanos que los curas! Cecilia tiene razón: el sexo ayuda a liberarse por dentro, y eso es una forma de revolución. -¡Pero qué coño sabéis vosotros de la revolución! Si sólo sois un par de burgueses, disfrutando de los privilegios de vuestra clase, viviendo en buenas casas, yendo a la universidad y pasándooslo de puta madre. ¡A vosotros no os interesa hacer la revolución, para vosotros las cosas están bien como están! Cecilia abrió la boca para responderle, sin saber muy bien lo que iba a decir, sólo que la irritaba enormemente que Lorenzo los atacara tan injustamente. ¡Y ella que pensaba que le hacía un favor enseñándole las tetas! -¡No te pases, tronco! Pues claro que no nos gustan las cosas como están -dijo Julio en su voz calma de siempre-. Porque lo que está mal no es sólo la injusta repartición de la riqueza, sino la opresión, la falta de libertad, y eso nos afecta a todos. Y tampoco es que Cecilia y yo vivamos tan de puta madre, sobre todo ella. ¿Tú sabes lo puteada que la tienen en su casa? Su padre y su hermano son unos fachas de mucho cuidado. La hostian cada dos por tres, no la apoyan para que haga la carrera y encima ahora le han quitado la paga. Por eso se tiene que ganar las pelas currando de camarera en un bar. -¡Joder, no lo sabía! -dijo Lorenzo, contrito-. ¡Pues entonces, dabuti! ¡Eres una currelante, como yo! Perdona tía, es que a veces se me cruzan los cables y me pongo a lanzar un mitin que no viene a cuento. Cecilia le sonrió, satisfecha de lo bien que la había sabido defender Julio. -No pasa nada… -le dijo. Pero ahora era Julio el que se había embalado y no iba a parar tan fácilmente. -A Cecilia la metieron con los del Opus desde que era una cría. ¡No veas la comedura de tarro que tenía encima cuando la conocí! Pero es una tía tan inteligente que salió de ese embrollo ella solita. Por eso, cuando te habla de revolución, te habla de liberación interior, porque así es como lo ha vivido ella. Y el sexo ha sido muy importante en ese proceso. Por ejemplo, tú pensarás que el striptease que hizo aquella noche no era más que un acto de frivolidad, pero no te puedes imaginar lo que la cambió, la cantidad de cadenas que rompió haciéndolo. Cuando Cecilia te habla de revolución erótica, te habla de un compromiso muy serio en su vida, que le ha costado cantidad de sacrificios. No es simplemente follar conmigo. -Vale, lo que quieras tío. Pero explícame cómo esa revolución erótica vuestra va a conseguir salarios más justos, seguridad en el trabajo, que no despidan a los trabajadores a las primeras de cambio. -Pues sí que sirve también para eso -dijo ella, encontrando al fin su turno-, porque a la gente la controlan desde adentro, impidiéndoles pensar libremente a base de religión. Si no, ¿por qué te crees que los conservadores defienden tanto la religión? Liberarse sexualmente es la prueba de fuego de que ya no te dominan los sentimientos de culpa y la vergüenza, de que has vencido a la represión. Cuando la gente se siente libre por dentro es cuando es capaz de actuar sin cortapisas para cambiar la sociedad. -¡Muy bien, Cecilia! ¡Vaya mitin que te has largado! -se rio Julio. -No sé, tía, a mí me sigue pareciendo un razonamiento muy traído por los pelos -se resistió Lorenzo-. Tampoco hace falta montar tanta movida para poder pensar libremente. -Ya, tú te crees que no, tronco, pero sigues estando muy reprimido -dijo Julio-. Ya verás como se te abren los ojos cuando te tires a una tía. -Joder, tú también te podías callar algunas cosas -dijo Lorenzo, molesto. -¡Si es que eres un bocazas, Julio! -le reprochó ella-. ¿Qué pasa, Lorenzo, que aún eres virgen? -¡Pues sí! ¿Qué pasa, que os creéis que sois muy progres porque folláis? ¡Qué mayores! -¡Venga Lorenzo, no te mosquees! Es lo que le pasa a Julio, que no tiene ni idea de lo que es la intimidad de la gente. -No es sólo Julio, sois los dos, que lleváis todo el rato vacilándome con vuestra puñetera revolución erótica. Pues no, aún no he podido estrenarme, porque acabo de pasarme dos años en la mili sin un puto duro, y así, como comprenderéis, no hay quien se ligue a una tía. Y antes de eso las pasé canutas para acabar el bachillerato, currando por las noches y aguantando las borracheras de mi padre. -Perdona, macho -le dijo Julio-. No tienes que defenderte de nada. Sólo queríamos explicarte lo que nos traemos entre nosotros, no criticarte a ti. Ya sé que has llevado una vida muy dura, y te admiro mucho por ello, de verdad. -Es verdad, Lorenzo, perdona. -Bueno, yo también me he pasado un poco. -¿A qué edad empezaste a trabajar? -le preguntó ella-. Si no te importa contármelo, vamos. -A los catorce años empecé a currar en una tienda. Mi padre se quedó sin trabajo, y mi madre llevaba ya dos años en chirona. -¿Estaba en la cárcel? ¿Por qué? -La pillaron repartiendo Mundo Obrero. ¿Ves? ¡Eso sí que es hacer la revolución! -¡Desde luego! -admitió Julio con tristeza-. Lo siento tío. Ya la habrán soltado, ¿no? -Sí, hace ya varios años. Ahora vive en Bilbao. -Mi madre lo pasó muy mal durante la guerra -dijo Cecilia, pensativa-. A su padre, mi abuelo, lo mataron los rojos en Madrid. Bueno, perdona Lorenzo, no quería compararlo con lo de tu madre. Es sólo que me lo has recordado. Julio la miró, intrigado. -Eso no me lo habías contado. ¿Por qué lo mataron? -Lo único que sé es lo que me han contado mis padres, lo que como comprenderás tampoco es muy de fiar. Por lo visto, mis abuelos tenían bastante dinero y un piso grande en la calle Alcalá, cerca de Goya. Unos revolucionarios querían hacerse con el piso, así que aprovecharon cualquier pretexto para “darle el paseo”, como solían decir. Mi madre tenía quince años. Afortunadamente, no estaba en la casa cuando pasó. -Es una pena que los nuestros cometieran esas barbaridades -dijo Lorenzo-. Cuando se lucha usando la violencia siempre ganan los más violentos. Hacer la revolución suena muy romántico, pero la realidad es muy distinta. -A no ser que se trate de una revolución no-violenta -apuntó Julio-, que se base en cambiar la forma de pensar de la gente. -Que en definitiva es lo mismo que el reformismo -dijo Lorenzo-. O sea, lo que dice Carrillo: pactar, seguir la vía democrática. -Si es que de verdad nos dejan seguir ese camino, lo que está por ver -dijo Julio gravemente. Se quedaron callados un rato, cada uno enfrascado en sus propios pensamientos. Finalmente, Julio cogió su camisa y se la puso. -Bueno, será mejor que nos movamos, si queremos aprovechar el resto del día.

  • Cecilia, la muerte y el universo

    Pasaje de mi novela Juegos de amor y dolor Varias horas más tarde se volvió a despertar. La luna se había apoderado del firmamento, tan brillante que podía distinguir su claridad aún con los ojos cerrados. Dio vueltas y más vueltas dentro del saco, sin conseguir volverse a dormir. Un montón de sensaciones, de ideas, de emociones, le pasaban por la cabeza. Recordó el miedo que había pasado escalando. Al mirar para abajo había podido ver a la muerte claramente, esperándola entre las rocas al final de la pared de granito. Su vida era frágil. Normalmente daba por sentado que viviría otros cincuenta, sesenta años, pero en realidad podía morir mañana, en la Pared de Santillana esa. Podía negarse a escalar. Julio lo entendería, pero eso no serviría de nada, porque uno se puede morir de muchas otras formas. No, lo fundamental era comprender que la muerte estaba allí, esperándola, como la había visto al final de la pared, y que ya no cabía tener ninguna esperanza en un Más Allá, en una resurrección que pudiera rescatarla del horror de la aniquilación completa. Aunque quisiera, ya nunca más conseguiría creer en eso. Mejor vivir con una verdad incómoda que auto-engañarse con patrañas que le sirvieran de consuelo, como quien le da un chupete a un niño para que deje de llorar. Sí, había que vivir con valor, con los ojos abiertos, y encima estar dispuesta a sacrificarse por el bien común, como hacía Lorenzo, simplemente porque sabía que el sufrimiento de los demás era el mismo que su propio sufrimiento. Esa filosofía de la vida le pareció infinitamente más admirable que la que había tenido antes: el ser buena para obtener una recompensa en vez de un castigo eterno después de morir. Estaba demasiado nerviosa, exaltada por todo lo que había aprendido ese día. Hacía demasiado calor dentro del saco, optó por volver a salir de él. Afuera, desnuda en el aire frío de la noche, dejó que la bañara la luz mágica y fría de la luna. Sus piernas y su vientre brillaban con un curioso color azulado, el mismo que la luna sacaba de los bloques de granito que la rodeaban. Todo era hermoso a su alrededor, y ella se supo hermosa en medio del paisaje nocturno. Se recogió el pelo con la mano tras el cuello y alzó la cara a la luna. Quería aullar como una loba en celo. Las estrellas brillaban como alfilerazos fríos en el terciopelo negro del firmamento. Decidió que debía aprender el nombre de las constelaciones. ¿Cómo podía ser tan ignorante, ella, que estudiaba física? Pero no, un científico sabría que las constelaciones no eran más que una ilusión estúpida: una mera proyección en dos dimensiones de algo que en realidad era un vastísimo espacio tridimensional. Algo cambió en su percepción y de repente era como estar a orillas de un océano cuyas profundidades insondables se extendían en todas direcciones. No es que ella, Cecilia, fuera pequeña; el mundo entero, el planeta Tierra, no era más que una mota diminuta en la vastedad del cosmos. La capa de la atmósfera se le antojó demasiado delgada para protegerla del terrorífico vacío que había allá fuera. Se sintió inmensamente agradecida a la fuerza de la gravedad que la ataba a ese pequeño refugio, a esa bola recubierta de vida que era el único sitio donde tenía sentido vivir. Había salido del cascarón. Había dejado atrás las creencias confortables de la niñez. No había Dios, padre severo a quién, sin embargo, se podía acudir en busca de ayuda cuando las cosas se ponían mal. No había paraísos donde refugiarse de la aniquilación final de la muerte. ¿Qué hacer? ¿Cómo vivir? ¿Había acaso alguna meta, algo a qué aspirar que no fuera anulado al final por la muerte? ¿Tenía algún sentido la vida, más allá de evitar el sufrimiento y buscar el placer?

  • Primordial

    El juego es más excitante cuando las posibilidades de ganar y perder están igualadas Alberta se despertó en cuanto oyó la alarma, un débil zumbido en la cabecera de su cama. Bien entrenada, en una fracción de segundo pasó del sueño profundo a un estado de máxima alerta. Cogió las esposas que guardaba bajo la almohada, metió la almohada bajo las mantas y en dos zancadas se colocó tras de la puerta de su dormitorio, completamente desnuda. El corazón le latía deprisa. ¿Dónde demonios estaba? Hizo un esfuerzo por escuchar, pero sólo se oía el rumor lejano del tráfico. ¡Ahí! El crujir de la baldosa suelta de la cocina… ¿Qué coño hacía en la cocina? Estaría curioseando en su apartamento, pensando que estaba dormida. Demasiado confiado. Con movimientos lentos, felinos, contrajo y estiró los músculos de las piernas y los brazos, calentándolos como le había enseñado su maestro de artes marciales. Era aquel chico joven, guapillo… ¿Cómo se llamaba? Pablo… La había llamado cuando leyó su artículo en Magazine Malicieux sobre los juegos de violación. En la entrevista no le pareció un contrincante a su altura, pero al final acabó por darle su dirección y la llave. Prefería hombres fuertes. El juego era más excitante cuando las probabilidades de ganar y de perder estaban igualadas. Cuando ganaban ellos se pasaban la noche haciéndole perrerías, hasta que se cansaban, la follaban y se iban. No le importaba… En realidad, le gustaba. Ese era el ese castigo que se merecía por haberse dejado vencer. Además, le gustaba la violencia, aunque fuera dirigida contra ella. ¡Ah, la dulce, embriagadora violencia! ¡Por fin! ¡Aquí estaba! El haz de luz roja de una linterna bailó un instante sobre la puerta del baño antes de iluminar el dormitorio. Usaba luz roja para ver mejor en la oscuridad; una ventaja menos para ella. El haz rojizo se detuvo sólo un instante en el bulto de la almohada bajo las mantas. Se había dado cuenta. Como una pantera, Alberta le saltó encima sin apenas hacer ruido. Cayeron juntos al suelo. La linterna rodó sobre la moqueta trazando círculos rojos en la pared. Alberta logró ponérsele encima, cogerle la muñeca derecha y cerrar sobre ella una de las esposas. Luego él contraatacó, derribándola de un manotazo. Ella aterrizó sobre las manos y lo golpeó con los pies juntos para impedirle que se levantara. Sin darle un respiro, volvió a agarrarlo. La lucha cuerpo a cuerpo le resultaba más ventajosa. Él intentaba agarrarla por los brazos, pero se le escurrían entre las manos como serpientes delgadas y resbaladizas. -Esto no es en lo que habíamos quedado -dijo él entre jadeos-. Me dijiste que querías que te violara. -¿Y qué pensabas, que me iba a dejar? Si me dejo, ya no es violación. Consiguió ponérsele encima otra vez, atrapando sus piernas en un cerrojo de las suyas. Se apoderó de su brazo izquierdo, pero cuando intentó agarrarle el derecho él lo apartó bruscamente Las esposas le dieron un fuerte golpe en la sien. No sentía ningún dolor, pero pronto un líquido viscoso empezó a bajarle por la mejilla. Eso le dio fuerzas renovadas. Consiguió agarrarle el brazo derecho y doblárselo tras la espalda. Retorciéndoselo, lo obligó a ponerse bocabajo. A caballo sobre su trasero, luchó por apoderarse de su mano izquierda, pero él movía el brazo sin parar para impedírselo. -¡Suéltame! ¡No tienes derecho a hacerme esto! -¿Qué pasa? ¿Ya te has cansado de jugar? -Sí… Déjame. -¿Así que, como las cosas no han salido como tú quieres, quieres parar? Pero si hubiera sido al revés habrías disfrutado de mí a tu antojo. Es un poco injusto, ¿no te parece? -¿Qué me quieres hacer? -Lo mismo que tú a mí: violarte. -¡Estás loca! ¡Estás como un puto cencerro! -¡Ah! ¿Y tú no? Donde las dan, las toman, Pablito. Es demasiado tarde para volvernos atrás. Si te suelto ahora, seguro que me atacarías. -¡No, te lo prometo! ¡Sólo quiero irme! -¡Venga! Ya verás como al final no es tan malo como piensas. Quizás fue él, que se dio por vencido; quizás fue sólo suerte, pero al fin consiguió atraparle el brazo izquierdo y cerrar las esposas sobre su muñeca. Lo dejó que ponerse trabajosamente en pie mientras ella encendía la luz. Tenía la cara y la camisa llena de churretes de sangre. Juguetona, hizo que se acercaba a él para besarlo. Con un par de movimientos rápidos, le desabrochó los pantalones y se los bajó de un tirón hasta los tobillos. Danzó hasta la cómoda y sacó una tijeras de un cajón. Él la miró aterrorizado. -Tranquilo, que no es lo que piensas. Sólo quiero esto… Con un par de tijeretazos rápidos le cortó los laterales de los calzoncillos y se los arrancó. Los guardó, junto con las tijeras, en el cajón de los trofeos. Estos completaban la media docena. Sonriente, se masturbó delante de él hasta que su polla se puso en atención. De un empujón, lo arrojó bocabajo sobre la cama. Él intentó incorporarse, pero ella le saltó encima y empezó a propinarle sonoros azotes en su trasero blanco y redondo. Sólo se detuvo cuando la piel cambió de color a un bonito sonrosado y Pablo ya no pudo contener sus quejas. La contempló alarmado mientras se ajustaba el arnés a las caderas. Escogió uno de los consoladores más pequeños. No quería hacerle daño, probablemente sería la primera vez. Hicieron falta unos cuantos azotes más para convencerlo de que su mejor opción era quedarse quietecito y dejarse hacer. Con la ayuda de un poco de lubricante, la penetración resultó menos traumática de lo esperado. Alberta se echó sobre su espalda, dejándolo acostumbrarse a la sensación. Alargó la mano bajo él y le cogió la polla. Estaba dura como una piedra. -Ves, ya te dije que no iba a ser tan malo como pensabas. La historia se basa en una modalidad de BDSM llamada “primal” en Estados Unidos y que yo he traducido como "primordial". Consiste en que los participantes revierten a un estado primitivo, primordial, en el que se acechan y se atacan como animales carnívoros. El que gana somete al vencido, apareándose con él o con ella como le place. Quizás este juego primordial deriva de otra modalidad de BDSM, la del secuestro y la violación simulada, que está mucho más extendida. La diferencia es que en el secuestro quién va a hacer de víctima está pactado de antemano y en el juego primordial no.

  • Castigo con el cinturón

    Retazo de mi novela Desencadenada Lentamente, con un gesto dramático, Luis se desabrochó el cinturón y se lo fue sacando de las hebillas de su pantalón. Cecilia tragó saliva. ¡Vale, pues que me azote! Total, a eso ya estoy acostumbrada, después de las palizas que me han dado Julio y Johnny. Menos mal que Luis no lo sabe, que si no vete a saber qué otro castigo habría elegido. Sólo tengo que montar mucha comedia, dar muchos gritos y esperar a que se canse. ¡A lo mejor hasta disfruto y todo! -¡Enhorabuena! -le dijo-. Por fin vas a cumplir tu deseo. ¡Te debes sentir muy satisfecho! -Yo, que tú, dejaría de hablarme en ese tono. Muy pronto vas a suplicarme que pare de pegarte. ¡Venga, vamos! La agarró con una mano por las esposas, con la otra por la nuca, y la empujó hacia la mesa de despacho. Dio un traspié, los tobillos enganchados en los shorts que se terminaron de romper, liberándole las piernas. Luis apartó de un manotazo las plumas, abrecartas, fotos enmarcadas y demás enseres que había sobre el escritorio. La empujó hasta dejarla recostada sobre él, las caderas dobladas sobre el borde. -¡No se te ocurra moverte, o será mucho peor! Cecilia se aferró con las manos esposadas al borde opuesto del escritorio, sin osar resistirse. Juntó las piernas y apretó el culo, en un vano intento de cubrir su intimidad. ¿Para qué? Mejor que me vea bien, a ver si, con un poco de suerte, se le pone dura y le da por violarme. Así cuando se corra se le pasarán las ganas de torturarme. ¿Qué más da que sea incesto? La culpa será suya, no mía. Se relajó, dejando que se le separaran algo los muslos. -¡Eso, enséñame bien tus vergüenzas! Si hasta te afeitas el coño para que te lo vean mejor, ¿eh? ¡Menudo panorama, hermanita! ¡Voy a disfrutar de lo lindo castigándote! -¡Pues nada, por mí no te prives! -dijo con sarcasmo-. Para eso estoy: para servirte. -¿Ah, sí? ¡Pues a ver si es verdad! Cántame un poquito, para poner ambiente. Cántame tu canción, la que puse aquel día que te zurré, cuando eras pequeña… Seguro que te acuerdas, ¿verdad? -¿Qué? -Debía haber entendido mal. -¡Que cantes he dicho, coño! ¿O voy a tener que convencerte? -No, si yo por cantar que no quede. A ver si así me oyen los vecinos y me sacan de ésta. Empezó a cantar la canción Cecilia lo más alto que pudo. Sólo entonces se dio cuenta de lo humillante que era el verse obligada a hacerlo, pero ya no se atrevió a parar. Se acordó de los cautivos en la canción Rivers of Babylon, a los que también habían obligado a cantar. Apenas oyó el zumbido del cinturón cuando le fustigó el culo, despertando una quemazón que le resultaba harto familiar. El segundo golpe decididamente le gustó. Esto va a ser divertido. El siguiente, el cinto cayó de canto, sin producirle más dolor que un impacto sordo en el músculo. ¡Pero qué patoso eres, Luis! Pero él la golpeaba con todas sus fuerzas. Veía la sombra del cinturón levantarse alto en el aire antes de aterrizar sobre su trasero. El tener que cantar no la dejaba concentrarse, haciendo que el dolor la pillara desprevenida. Aunque algunos golpes fallaban, otros le restallaban contra las nalgas creando un considerable aguijonazo. Se puso a gritar con cada azote, lo que le daba una disculpa para interrumpir su canción. Quizás alguien la oyera y acudiera en su ayuda, aunque a Luis eso no parecía preocuparle lo más mínimo. ¿Y si no vivía nadie en esa casa? El dolor fue en aumento a medida que los golpes caían sobre la piel ya lacerada, hasta que sus gritos empezaron a ser completamente genuinos. Ésta no era una de las palizas cariñosas que le habían dado Julio y Johnny, sino un auténtico castigo infligido por alguien que tenía toda la intención de hacerle daño de verdad. El dolor había pasado de placentero a desagradable y llevaba camino de volverse intolerable. Había subestimado la crueldad de su hermano. Lo que le faltaba en habilidad lo suplía con creces en brutalidad. El verse completamente a su merced, impotente de detener el castigo, la puso furiosa. Gritó y gritó, con tanta rabia como dolor, a medida que fue comprendiendo que, lejos de disfrutarlo, iba a ser incapaz de soportar ese castigo tan atroz. Luis se debió de dar cuenta de su estado, pues redobló sus esfuerzos y sus jadeos se mezclaron con gruñidos de satisfacción. Al poco rato, ella ya no pudo contener las lágrimas y su ira se fue ablandando, hundiéndosele dentro del cuerpo. Algún día pagaría lo que le estaba haciendo, algún día se vengaría de él, pero ahora ya sólo podía sentir lástima de sí misma, y un deseo pertinaz de que terminara su dolor y su humillación. Lloraba y berreaba, y al final acabó por suplicar. Cualquier cosa para que se diera por satisfecho y terminara su tormento. -¡Por favor, para ya! … ¡Por favor, te lo suplico! ¡Ay, ay! ¡Basta! ¡Me duele mucho! ¡Au! Los golpes cesaron. Empezó a levantarse del escritorio, pero él se lo impidió, sujetándola contra la superficie de madera con una mano en la espalda.

  • La primera azotaina de Cecilia

    Escena de mi novela Juegos de amor y dolor. Camino de España después de esquiar en los Alpes, Cecilia y Julio se ven obligados a compartir cuarto de hotel. Cecilia es religiosa y remilgada, pero durante su conversación íntima, Julio y ella descubren que comparten fantasías eróticas de una índole muy especial. La idea que empezaba a formarse en su cabeza la aterraba, pero la tentación era irresistible. -Pero si a mí me gusta, no tendría por qué ser nada malo. El corazón le latía con fuerza. Seguía con la vista clavada en el techo; no se atrevía a mirar a Julio. -Pero bueno, ¿qué me quieres decir con todo esto? -dijo Julio, tirándole del brazo para hacer que lo mirara-. ¿Que quieres que te pegue? ¡Me dejas alucinado, Cecilia! Sintió que se ruborizaba. Rodó hacia un lado, dándole la espalda para que no le viera la cara. -¡Soy idiota! No debería haberte contado nada. Julio la agarró por el hombro y la sacudió ligeramente. -Perdona, lo último que quiero es que te avergüences de lo que me has contado. Me he alegrado mucho de que lo hicieras, de verdad. Pero es que no entiendo lo que quieres… Antes de venir conmigo a esta habitación me dejaste muy claro que no querías que te tocara… ¿Y ahora quieres que te pegue? -¿A ti te gustaría? -¡Pues claro que me gustaría! Pero pensaba que era imposible. Nunca se me ocurrió que encontraría a una mujer que se prestara a eso. -Pues ahora me has encontrado a mí. -¿Estás segura, Cecilia? ¿No crees que sería pecado? -Si me duele, si no siento placer, ¿por qué iba a ser pecado? -Mira, Cecilia, lo que estás haciendo es darle vueltas a la cabeza intentando encontrar excusas. Yo me muero de ganas también, te lo aseguro. Pero te prometí que esta noche no intentaría nada contigo, así que no te voy a engañar. Lo que decidas lo tienes que decidir tú, no me vengas luego diciendo que yo te comí el coco. Era verdad. Sus propios argumentos no acababan de convencerla. El deseo y la culpa se entremezclaban dentro de ella. -Es que si no es ahora no podrá ser nunca -gimió-. Cuando volvamos a Madrid ya no te volveré a ver nunca más. -¿Y por qué no? ¿Por qué no íbamos a poder seguir siendo amigos? Quizás sea mejor que te lo pienses con calma. Sabía que no era así, que si dejaba pasar esa oportunidad ya no se volvería a presentar. Para ninguno de los dos. Probablemente ella nunca encontraría ese marido que la sabría disciplinar con cariño. Y Julio nunca encontraría otra masoca que se dejara dar azotes. Eso la hizo decidirse. Quería hacerle un regalo, dejarle un recuerdo inolvidable, como el que le dejó Laura aquella noche bajo el póster de la Sagrada Familia. -Sólo unos cuantos azotes, encima del pijama, ¿vale? Julio la miró con una mezcla de excitación y temor. -Vale… Si quieres que pare, me lo dices y en paz, ¿de acuerdo? -De acuerdo. No podía creerse lo que estaba a punto de suceder. Julio se sentó en medio de la cama, la espalda muy derecha, apoyada en una almohada y la cabecera. Dejó las piernas bajo las mantas, tirando de ellas para cubrirse también el regazo. -Échate encima de mis piernas -le dijo. Cecilia se levantó y fue a arrodillarse en la cama a su derecha. Vaciló un instante, y por un momento sus miradas se encontraron. El rostro de Julio reflejaba deseo y una cierta ansiedad. Ahora ya no iba a volverse atrás. Se dejó caer sobre su regazo. Las piernas cruzadas de Julio la hacían levantar el culo en una postura obscena. Sentía su calor, su olor la intoxicaba. Oleadas de excitación le recorrían el cuerpo. Julio le pegó una palmada en el trasero. La tela espesa del pijama absorbió casi toda la fuerza del golpe, así que sólo sintió un impacto sordo, nada doloroso. -¿Qué tal? -le preguntó Julio. -No me ha dolido nada. Pégame más fuerte. -A ver así… Con el rabillo del ojo, vio a Julio levantar la mano, que cayó sobre ella con fuerza. Pero, una vez más, el golpe no le hizo efecto ninguno. Julio le pegó un par de veces más, con el mismo resultado. Era frustrante. Fue una decisión súbita, inconsciente. Metió las manos bajo el elástico del pijama y se bajó los pantalones de un tirón. * * * Julio se quedó atónito al ver que Cecilia se había bajado los pantalones. Estuvo a punto de hacerla levantarse de su regazo, de decirle que eso había ido demasiado lejos. Le había prometido que no se aprovecharía de ella y él se tomaba muy en serio sus promesas. Pero cuando vio en el trasero que Cecilia le ofrecía ya no pudo resistir la tentación. A menudo había reparado en esa redondez insolente que le abultaba el mono de esquiar, intentando imaginarse su forma bajo la ropa. Ahora sus nalgas se le ofrecían casi desnudas porque las braguitas se le habían apelotonado entre ellas. La piel que dejaban al descubierto parecía increíblemente suave. Su color pálido lo retaba a convertirlo en rosa a base de azotes. Tomó aliento profundamente, presa de la indecisión. -¿Qué pasa? -le preguntó Cecilia con voz temblorosa. -Nada… que tienes un culo precioso. ¿Te lo puedo tocar? No esperó a que le respondiera. Su mano pareció alargarse por sí sola para tocar esa redondez exquisita. La piel era tan suave como se la había imaginado, y enseguida se erizó en piel de gallina. -¡No, no! -protestó Cecilia-. Sólo pégame. Estaba claro que ella no iba a aceptar caricias, sólo azotes en los que el dolor compensara cualquier placer que pudiera sentir. Si vacilaba ahora se rompería la magia de ese instante. Levantó la mano en el aire y la hizo descender con fuerza sobre la nalga izquierda. El azote restalló como un petardo por toda la habitación. Cecilia contrajo el culo un poco, pero no se quejó. Enseguida le pegó en la nalga derecha. Al tercer golpe ella no pudo evitar mover el culo para esquivarlo. -¿Qué, ahora sí que duele, eh? -le dio con una sonrisa maliciosa. -Sí… claro que sí -dijo Cecilia con voz entrecortada-. ¡Sigue! La excitación era tan intensa que se le subía a la cabeza como una especie de borrachera. Su verga, bien oculta bajo la manta, estaba dura como una piedra. Su mente se disparó en un torrente de imágenes de castigo. Cecilia había sido una chica muy mala. Había montado un buen pollo en el autobús, haciéndolo avergonzarse de ella. Desde luego, se había ganado una buena azotaina. Decidió que tenía que decírselo. El castigo no sería completo sin una buena regañina. -¡Ah! ¿Te crees que esto es muy divertido, eh? -le dijo en tono autoritario-. Mira, Cecilia, ya va siendo hora de que alguien te dé tu merecido. Normalmente eres muy buena, pero de vez en cuando se te cruzan los cables y te dan rabietas tontas como la que te dio hoy en el autobús. No me podía creer que pudieras ser tan egoísta y arrogante. Desde luego, hay que bajarte un poco los humos. Voy a tener que ponerte el culo como un tomate, ¿no te parece? Era increíble que sintonizara tan bien con él. Se preguntó si la idea del castigo la excitaba tanto como a él. Como respondiendo a su pregunta, Cecilia empinó el trasero, ofreciéndolo mejor a sus azotes. * * * La regañina que le acababa de dar Julio la hizo sentirse humillada y un poco asustada. La voz de Julio sonaba muy severa. -Sí, me merezco un buen castigo. Por lo del autobús y también por ponerme tan borde contigo cuando me ofreciste compartir habitación. Tú no te cortes un pelo, Julio. -¿Ah, sí? ¡Pues ya te puedes ir preparando! ¡Te vas a enterar lo que vale un peine! Como para enfatizar lo que decía, Julio le agarró la cadera con una mano mientras que con la otra le propinó una rápida serie de azotes, alternando entre las dos nalgas. Los golpes eran lo suficientemente severos para no dejarla pensar en otra cosa. De todas formas, los destellos de dolor que despertaba cada azote tenían una innegable cualidad placentera, que se unía al goce perverso que le producía la postura humillante en que la mantenía Julio y la idea de que estaba siendo castigada como una niña chica. Al poco tiempo empezó a menear el culo de un lado para otro, arriba y abajo, su cuerpo intentando fútilmente esquivar los golpes. Era una danza obscena que bailaba al ritmo de los azotes que le marcaba Julio, un ritmo monótono de metrónomo, que avisaba con perfecta precisión cuando el siguiente cachete la iba a alcanzar. Las punzadas de dolor adquirieron la inevitabilidad del destino. Ninguno de los dos decía nada; cada cual estaba completamente inmerso en su tarea: castigar y ser castigada. Sólo se oían los suspiros de Cecilia y sus ocasionales gemidos, que no sabía si eran de dolor o de placer, mezclados con el aliento entrecortado de Julio. Los azotes sí que sonaban fuertes, restallando contra la piel de su trasero y luego reverberando en las paredes de la habitación, pequeñas explosiones que a Cecilia se le antojaban tan alarmantes como los propios golpes. * * * Muchas veces Julio había fantaseado con una situación así, pero la realidad superaba con creces a su imaginación: los movimientos sensuales del cuerpo de Cecilia en respuesta a cada cachete; la manera en que contraía las nalgas y luego las levantaba para volver a ofrecerse a su mano; sus gemidos, sus quejidos… Y sobre todo el precioso color sonrosado que iba adquiriendo su piel, con un calorcillo que se le pegaba a la mano con cada azote. Todas esas sensaciones lo sumían en una nube embriagadora en la que el placer se confundía con la fantasía, haciéndolo desear que ese juego apasionante no terminara jamás. Sin embargo, su cuerpo tenía otros planes. Repentinamente su verga pareció cobrar vida propia y empezó a contraerse en espasmos increíblemente placenteros. Alarmado, Julio se dio cuenta de que había llegado demasiado lejos: su eyaculación completaba el acto sexual que le había prometido a Cecilia que no realizaría. Lo único que se le ocurrió fue ocultarle lo que acababa de ocurrir. Horrorizado, apartó a Cecilia de su regazo de un empujón y se levantó de un salto de la cama. Ajeno a su desasosiego, su pene continuaba bombeando semen en la delantera de su pijama. Apretándolo en un puño para ocultarlo, salió corriendo y se encerró en el cuarto de baño. * * * Cecilia se quedó tendida bocabajo en la cama, sin preocuparse siquiera de subirse el pantalón. El corazón le latía en los oídos. Temblaba. El contraste entre la intensidad de su interacción con Julio y su repentina soledad la llenó de desconcierto. Se sintió abandonada, rechazada en ese acto tan íntimo al que se había entregado tan completamente. Sin saber muy bien por qué, se echó a llorar. Al salir del cuarto de baño, Julio la miró sorprendido desde la puerta. -¡Estás llorando! ¿Qué te pasa? En dos zancadas se acercó a la cama. Se echó a su lado y la abrazó por detrás. -Perdona, no quería hacerte tanto daño -farfulló. -No es eso… -dijo ella, con la voz babosa del llanto-. ¿Por qué te has ido, tan de repente? -¡Ah, es eso! Verás… bueno, es que yo… ya no podía más… Me metí en el cuarto de baño para que no me vieras. Cecilia se incorporó, dándose la vuelta para mirarlo. -¿Quieres decir que te has…? ¿Qué has eyaculado? -Un poco… Cecilia se echó a reír. Se le saltaron más las lágrimas. -O sea, que te has excitado un montón. -Creo que es lo más excitante que he hecho en mi vida. -¿Más que hacer el amor con Laura? -Sí, aún más. Eso la hizo sentirse orgullosa. Pero enseguida la invadió una sensación de culpa aplastante. -¡Ay, Julio! ¿Qué hemos hecho? -Nada, tía, tu tranquila… ¡Si tú, lo único, es que te has llevado una señora paliza! -No, Julio, no lo puedo negar: yo he disfrutado tanto como tú. -Bueno, pues te confiesas y en paz. -¡Ay, por favor! ¿Y qué le voy a decir a don Víctor? “Un chico me azotó y a mí me gustó mucho”. ¡Si llevo años intentando no contarle mis fantasías! Sólo me confesaba de tener pensamientos impuros. Él nunca me pidió detalles. Julio la volvió a abrazar. Notó un contacto húmedo en el trasero, destacándose sobre el ardor de su piel. Alargó la mano para subirse el pantalón. -Espera, por favor -le dijo Julio. -Es que deberíamos… -Sólo un segundo. Ella se quedó inmóvil mientras él le pasaba la mano por las nalgas, haciéndola sentir el calor y el escozor que habían dejado sus azotes. Sabía que debía negarse, hacer que parara, pero sentía una blandura por dentro, una docilidad que le hacía imposible negarse a sus deseos. -Se te ha quedado la piel muy suave -le Julio dijo al oído. -Sí. Me has pegado muy fuerte. Deseaba que continuara tocándola, que se atreviera a más. Lo dejaría hacer, le gustaba demasiado lo que estaba pasando. Sin embargo, él mismo le subió el pantalón del pijama. -Perdona, creo que me he pasado. -¡Qué va, tonto! Yo también he disfrutado mucho. Me gusta mucho el calorcito que me has dejado en el culo. -Ha sido la cosa más maravillosa del mundo. Espero que mañana no te arrepientas. -No sé lo que pensaré mañana… -Es tardísimo, será mejor que nos durmamos. ¿Te importa si apago la luz? -No… Julio rodó por la cama para apagar la luz de la mesilla de noche. -Buenas noches, Cecilia. -Buenas noches, Julio.

  • El sexo anal y la próstata como fuentes de placer en el hombre

    La estimulación de la próstata puede hacernos experimentar nuevas formas de placer, pero requiere liberarse de poderosos tabúes culturales. Los hombres damos por hecho que nuestra única fuente de placer es el pene, y que el orgasmo masculino se reduce a los pocos segundos que tarda en completarse la eyaculación. Sin embargo, en el cuerpo masculino existen otras fuentes de placer que no son el pene. También podemos experimentar orgasmos distintos al de la eyaculación. La estimulación de la próstata puede producir un intenso placer, incluso llevar a un orgasmo que es descrito por los que lo han sentido como más profundo y duradero que el orgasmo producido por la estimulación del pene. Si es verdad que el punto G es la glándula de Skene o próstata femenina, el orgasmo prostático del hombre sería análogo al orgasmo vaginal en la mujer, mientras que el orgasmo del pene sería equivalente al orgasmo del clítoris. ¿Qué es la próstata? La próstata es una glándula situada entre la base del pene, la vejiga urinaria y el recto, y que es atravesada por la uretra. La función de la próstata es la de secretar un líquido que constituye un 30% del semen, el resto del cual es producido por las vesículas seminales. El semen sirve para mantener vivos a los espermatozoides, que son células producidas en los testículos. Durante la fecundación, uno de los millones de espermatozoides en el semen se une al óvulo producido por la mujer para dar lugar al embrión. La mitad del material genético (el ADN de los cromosomas) del nuevo ser vivo es aportado por el espermatozoide, y la otra mitad por el óvulo. Durante la eyaculación, los músculos del suelo pélvico que rodean a la próstata y las vesículas seminales se contraen poderosamente, enviando el semen hacia el pene. El placer que se produce durante la eyaculación proviene, en parte, de la contracción de la próstata. Quizás sea por eso que la estimulación de la próstata produce placer. Sin embargo, la sensación de estimular la próstata es bastante distinta a la que produce la estimulación del pene. Por qué los hombres resisten estímulos sexuales que no sean al pene La forma más eficaz de estimular la próstata es desde el recto, lo que conlleva penetración anal. Esto presenta importantes barreras psicológicas para muchos hombres. Existe un fuerte tabú cultural que propugna que es indigno para el hombre el ser penetrado, que eso es algo propio sólo de la mujer y que el hombre es feminizado cuando se lo penetra. La cultura machista otorga privilegios al hombre, siempre y cuando éste se comporte de acuerdo con ciertas pautas de virilidad. Se nos impone la obligación de “portarnos como un hombre”: ser fuertes, recios, luchar con valor, trabajar duro… Y también renunciar a formas femeninas de placer. En lo referente al acto sexual, se espera que el hombre obtenga su placer penetrando a la mujer, con un pene grande y sólido, y una potente eyaculación. El placer que proviene de zonas erógenas que no son el pene, como las nalgas, los pezones y el ano, es considerado femenino y por lo tanto prohibido al macho. Este bagaje cultural es aún más profundo, ya que asocia la penetración a la sumisión y la derrota. Todo esto se trasmite a través de frases que todos conocemos: “dar por culo” es molestar, “irse a tomar por culo” es ser derrotado. En las sociedades patriarcales, a los hombres afeminados se les niega el privilegio masculino y se los relega a un plano inferior al de la mujer. Pero son precisamente ellos, los gays, quienes mejor conocen las fuentes alternativas del placer masculino: los pezones, el ano y la próstata. El acceder al placer de próstata requiere que reconozcamos la estructura de privilegios y prohibiciones que encierra a los hombres en una cárcel psicológica donde les son vetadas ciertas maneras de ser y sentir. Por eso, el ser penetrados nos puede servir, no sólo para aceptar nuevas formas de placer, sino como un proceso de liberación y de apertura hacia otras maneras de entender la masculinidad. El hombre también puede recibir sexo anal Afortunadamente, diversos movimientos de liberación sexual, sobre todo el movimiento gay y el BDSM, ha empezado a abrir una brecha en esos prejuicios machistas. La penetración anal de la mujer es una fantasía sexual muy común. Muchas de las mujeres encuentran el sexo anal muy placentero. Lo mismo pasa con los hombres. El conocimiento de las propiedades eróticas de la próstata se remonta a la antigüedad. En tiempos más recientes, se difundió primero entre los gays, y luego fue recogido por parejas de mujer dominante y hombre sumiso. Hoy en día también se practica en parejas heterosexuales y vainilla, sin ninguna connotación de dominación-sumisión. Cómo estimular la próstata La próstata puede encontrarse introduciendo un dedo en el ano con la yema hacia delante. Se debe usar lubricante para cualquier penetración anal, para evitar fisuras y hemorroides. Si recorremos la cara anterior del recto, daremos con un bulto del tamaño de un huevo o una nuez. Esa es la próstata. Al principio, presionar la próstata produce una sensación molesta. Es común sentir ganas de orinar, porque la presión en la próstata se transmite a la vejiga urinaria, donde terminaciones nerviosas en su paredes acusan esa presión como que la vejiga está llena. Lo mismo pasa con la estimulación del punto G en la mujer: también se nota como ganas de orinar. Para producir el placer prostático, es mejor que el masaje de próstata se realice de forma suave, en una situación relajada y sexualmente excitante, acompañándolo de estimulación del pene, los pezones y otras zonas erógenas. Hay que tener un poco de espíritu de aventura y afrontar los tabúes de los que hablaba antes. A algunos hombres les ayuda adoptar un rol de sumiso, aunque esto no es necesario para disfrutar del placer anal. Quizás sea necesario que las primeras sesiones sean cortas, e ir entrenando la próstata en sesiones sucesivas en las que se irá aumentando la intensidad y la duración del masaje. Poco a poco, las vías nerviosas que transmiten esas sensaciones al cerebro se van desarrollando, volviéndolas más y más placenteras. Yo aconsejaría que al principio se exploren estas sensaciones en solitario, en sesiones de masturbación conscientes, deliberadas y con tiempo de sobra. Se puede empezar explorando primero con el dedo y luego con un dildo adecuado. Es mejor no tener muchas expectativas al principio. Hay que tomárselo como un entrenamiento que requiere tiempo, paciencia y perseverancia. A medida que la próstata se vuelve más sensible, sentiremos el deseo de estimularla de forma más vigorosa. El placer de próstata no requiere la erección y de hecho puede suprimir la erección. Esto no debe preocuparnos. Estimular el pene al mismo tiempo puede ayudarnos a sentirlo, pero también puede ser una distracción, conduciendo nuestra atención al canal del placer que hemos estado usando toda la vida en vez de hacia las nuevas sensaciones a las que nos queremos abrir. La próstata no es la única fuente de placer en el sexo anal. El ano también es muy erógeno, así como la parte del recto próxima al esfínter anal, sobre todo en su cara anterior. Butt plugs y dildos Estimular la próstata con los dedos resulta difícil y cansado, ya que hay que introducirlos muy profundamente en el recto. Lo más cómodo es usar estimuladores concebidos para ese uso, que pueden tener una curvatura especial que rodea la próstata. Algunos incluso están diseñados para moverse en torno a ella al apretar el ano. “Butt plug” significa literalmente “tapón de culo”, pero se suele usar la expresión en inglés. Son objetos con una parte de forma oblonga, cónica o de pera que se introduce en el recto, un estrechamiento para el ano, y una base ancha o alargada que se mantiene fuera para permitir sacarlo. Se hacen de muchos materiales. Los hay blandos, hechos de goma o silicona, y duros, hechos de plástico, metal o vidrio. Están pensados para llevarlos insertados un cierto tiempo, lo que facilita la dilatación del ano al tiempo que se produce una estimulación progresiva del recto y la próstata. Algunos butt plugs están diseñados para moverse dentro del recto cuando se contrae el ano. Otros son eléctricos, concebidos para estimular la próstata con vibraciones. Los dildos tienen forma de pene, recta of curvada, sin constricción para el ano. Están diseñados para follar, es decir, para usarse con un movimiento de vaivén. Eso produce una estimulación activa de la próstata. Como los butt plugs, pueden ser de muchas formas, tamaños y materiales. Pegging: follar a un hombre con un dildo Dan Savage es un escritor y pensador sexo-positivo que produce el podcast The Savage Lovecast. Una de sus especialidades es la de crear neologismos para actos y costumbres sexuales, a base de solicitarlos a su audiencia. Uno de los términos así creados es pegging, que es un acto sexual en el que una mujer folla a un hombre en el ano usando un dildo sujeto al pubis con un strap-on: un arnés que rodea las caderas y los muslos. Hay una gran variedad de arneses y dildos, que se pueden comprar en sex shops y la internet. También se usan en el sexo lesbiano. En el pegging, el placer de la estimulación de la próstata se une el morbo de la inversión de los roles sexuales: la mujer penetra y el hombre es penetrado. Esto puede darse dentro de una sesión de BDSM en la que el hombre es sumiso, pero no tiene por qué ser necesariamente así. El pegging puede practicarse en todas las posturas que existen para follar: misionero, perrito, de lado, tijeras, etc. Algunas producen una estimulación más eficaz de la próstata, pero ésta también puede volverse demasiado intensa. Conviene explorarlas hasta encontrar la más satisfactoria para cada pareja. Ordeñar la próstata (milking) Una forma especial de estimulación de la próstata se llama milking en inglés, que significa ordeñar. Se suele practicar en hombres sumisos. Consiste en masajear la próstata de forma ininterrumpida por un largo espacio de tiempo, de 20 a 45 minutos. La dominatriz no permite que se produzca la eyaculación o un orgasmo prostático, sino que mantiene al sumiso en un estado continúo de excitación sexual. La erección suele desaparecer al cabo de unos minutos. Conforme se avanza, el pene empieza a soltar semen en pequeñas cantidades, de forma continua. De ahí el nombre de esta práctica. El objetivo del milking no es llevar al orgasmo ni producir placer, aunque no deja ser una práctica placentera. Al contrario, la frustración de no poder eyacular, unida a la humillación de ser penetrado y controlado en el placer lleva a un profundo estado de sumisión. Es una follada mental, una de las técnicas más sofisticadas de la dominación-sumisión. En relaciones de dominación-sumisión a tiempo completo (24/7), el milking se suele practicar junto con la castidad - privar al hombre de eyacular durante largos periodos de tiempo, a veces usando jaulas para el pene que impiden la erección. Esto aumenta enormemente la frustración, humillación y sometimiento producido por el milking. Orgasmo de próstata Hay hombres que aseguran haber alcanzado orgasmos muy intensos y prolongados con sólo estimular la próstata. Estos orgasmos se sienten muy distintos a los que se obtienen estimulando el pene: Esto corrobora la idea de que existen orgasmos distintos de clítoris y de vagina en la mujer. Los orgasmos prostáticos a veces vienen acompañados de eyaculación, pero en otras se produce una emisión muy lenta de semen, como la que se produce durante el milking . Alcanzar el orgasmo sólo estimulando la próstata puede resultar difícil. A menudo hay que acompañar la estimulación de la próstata con la masturbación del pene, lo que de todas formas nos llevará a orgasmos más intensos de lo acostumbrado. Conclusión El sexo es un mundo maravilloso en el que siempre quedan cosas nuevas por explorar. Eso sí, hace falta un espíritu de aventura y enfrentarnos con barreras culturales que nos han impuesto desde niños. El premio no es sólo el placer, sino una mayor liberación mental.

  • Los entramados de la consciencia

    La consciencia no es algo místico o misterioso, sino el resultado natural del funcionamiento del cerebro. Preguntas ¿Cómo produce el cerebro la consciencia? Definiría la consciencia como la propiedad de nuestra mente por la cual nos damos cuenta de nuestro entorno, de nuestras sensaciones corporales y de lo que estamos haciendo. La consciencia también nos dice que existimos como mentes que tienen pensamientos, recuerdos y emociones. Según la visión científica del mundo, todo lo que sucede en nuestra mente es producto de la actividad de nuestro cerebro. Sin embargo, algunos filósofos como David Chalmers sostienen que hay algo misterioso e inefable en la consciencia que la ciencia nunca podrá explicar como actividad cerebral. ¿Puede ser esto un vestigio de la creencia en el alma y otras ideas religiosas? ¿O acaso hay algo especial en la consciencia que está más allá del alcance de la ciencia? ¿Son conscientes los animales? Y si es así, ¿hay diferencias entre la consciencia animal y la consciencia humana? Cuando vemos a un gato o a un perro, tenemos la sensación de que son conscientes del mundo de la misma manera que nosotros. Sin embargo, a la mayoría de la gente le resultaría difícil creer que animales simples como almejas, corales, percebes, caracoles o moscas son conscientes. Si se opta por creer que estos animales son conscientes, entonces será difícil argüir que las plantas no son conscientes. Y si se elige creer que las plantas también son conscientes, entonces se está de camino al panpsiquismo: creer que todo es consciente. Los que crean en el panpsiquismo se enfrentan a un difícil problema: explicar la diferencia entre nuestra consciencia y la consciencia de una roca. Por otro lado, si algunos animales son conscientes y otros no, entonces algo debe haber sucedido durante la evolución para dar lugar a la consciencia. Lo que nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Cómo aparece la consciencia durante la evolución? Hay quien dice que la consciencia no tiene valor adaptativo, que es superflua para la selección natural. La misma gente piensa que la consciencia es un epifenómeno, algo secundario que ocurre junto a los procesos mentales. Según ese punto de vista, la aparición de seres conscientes como nosotros en la evolución es solo una casualidad de. ¿Es eso cierto? Consciencia sensorial Una cosa que la mente debe hacer es integrar diferentes modalidades sensoriales en un modelo unificado del mundo. Si vemos a una chica tocando la guitarra, sabemos intuitivamente que el sonido que escuchamos proviene de la guitarra que vemos, y que el movimiento de los dedos de la chica produce el sonido. La vista y el oído son sentidos espaciales, pues asignan un lugar particular a una percepción particular. La mente coloca lo que vemos y lo que escuchamos en un mismo espacio de percepción común. El tacto también es espacial y también se integra con la visión y el sonido en ese espacio de percepción. La interocepción son sensaciones que recibimos desde el interior del cuerpo que nos dicen cuál es la posición de nuestras extremidades, el nivel de contracción y relajación de nuestros músculos, el estado de nuestras vísceras, si algo nos duele, etc. Se compone de varios sentidos como equilibrio, sensaciones viscerales, frío, calor, dolor y picor. Como sabemos en qué lugar de nuestro cuerpo sentimos una determinada sensación, la interocepción también es especial. Y dado que debemos mover el cuerpo en el mundo que percibimos a través de nuestros sentidos externos, la interocepción debe integrarse en el mismo modelo del mundo que los sentidos externos. Todas nuestras percepciones, excepto el olfato, convergen en el tálamo, una región en el centro del cerebro. El tálamo envía nervios a las áreas sensoriales primarias de la corteza, como la corteza visual en la parte posterior del cerebro o la corteza somatosensorial justo detrás del sulco central. Estas áreas sensoriales primarias envían la información a otras áreas del cerebro, donde se integran progresivamente y se colocan en el espacio de percepción. Es importante destacar que el cerebro también atribuye cierta importancia, o "valencia", a una percepción al asignarle una emoción. De esa forma, las percepciones son clasificadas como aterradoras, irritantes, sexualmente excitantes, interesantes, etc. Las sensaciones que carecen de valencia emocional se eliminan de la consciencia, mientras que aquellas con alto contenido emocional ocupan un lugar central en la mente. Esto es lógico, porque es fundamental para la supervivencia que las percepciones se coloquen en una jerarquía de acuerdo con el peligro que representan y su relevancia para la tarea que estamos llevando a cabo. Crear ese modelo del mundo que unifica todas nuestras percepciones es la base de nuestra consciencia, una primera capa. Compartimos esta capacidad con animales con un sistema nervioso suficientemente complejo. Construir un modelo unificado del mundo proporciona una ventaja evolutiva. De lo contrario, el animal no podría entender el mundo y actuar dentro de él. Esto nos lleva a al siguiente parte de la consciencia. Consciencia motora Como expliqué en otro artículo (en inglés), agencia es una propiedad de los seres vivos mediante la cual son capaces de generar causas internas. En términos sencillos, los seres vivos hacen cosas. Las plantas crecen. Los animales realizan acciones moviéndose porque, a diferencia de las plantas, tienen músculos. Además, los animales complejos tienen un sistema nervioso que les permite recopilar información del mundo y planificar sus movimientos. Los animales no solo perciben el mundo, se mueven y hacen cosas. Buscan bebida, comida y compañeros. Escapan de los depredadores. Cuidan de su prole. Todo esto lo hacen planificando movimientos utilizando el mismo modelo del mundo creado por los aspectos perceptivos de la consciencia. El sulco central es una hendidura profunda en el cerebro que, junto con la fisura lateral, divide la corteza en una parte frontal y una parte posterior. A grandes rasgos, la parte posterior de la corteza se encarga de procesar la información sensorial y la parte anterior se encarga de planificar la acción. En los humanos, el córtex cingulado anterior y la corteza prefrontal se encargan de la motivación y la toma de decisiones. A partir de ahí, el movimiento lo planifica la corteza motora, situada justo delante del surco central, y se afina en el cerebelo. Después, las órdenes motoras se envían a los músculos por vías nerviosas que bajan por la médula espinal. Sin embargo, existe otro tipo de función motora que tiene gran importancia en el ser humano: la de la mente buscando y manipulando sus propios contenidos. Puede estar buscando un recuerdo específico, imaginando algo o manipulando conceptos abstractos. Mientras que los animales se enfocan en el exterior, nosotros pasamos una parte considerable de nuestras vidas dentro de nuestras cabezas. Cómo se crea el yo El yo aparece cuando nuestro cuerpo se convierte en un objeto en el espacio de percepción. El cuerpo debe estar ahí, porque todo lo que percibimos proviene del cuerpo. Además, cuando planificamos o ejecutamos un movimiento, lo que se mueve es el cuerpo. El movimiento perdería su coordinación sin una cuidadosa retroalimentación entre el movimiento y la percepción. Debido a la importancia de esa coordinación, el cuerpo no es un objeto más en el espacio perceptivo: está en la interfaz entre la percepción de lo que está afuera (exterocepción: visión, oído, tacto, etc.) y lo que está adentro ( interocepción). Por tanto, la consciencia del cuerpo adquiere un papel central: se convierte en el yo [1,3]. Este es un yo primordial que los humanos comparten con otros animales con un sistema nervioso complejo. Es un “proto-yo”, como lo llama el neurocientífico Antonio Damasio. Consciencia extendida La Consciencia Extendida es un concepto desarrollado por Antonio Damasio en su libro The Feeling of What Happens [5], que propone una teoría jerárquica de la consciencia. Todo lo que he descrito hasta ahora Damasio lo llama “Consciencia Central”. Así es como Damasio describe la consciencia extendida: “La consciencia extendida va más allá del aquí y ahora de la consciencia central, tanto hacia atrás como hacia adelante en el tiempo. El aquí y el ahora todavía está allí, pero está flanqueado por el pasado, tanto pasado como sea necesario para iluminar el ahora de manera eficaz y, lo que es más importante, está flanqueado por el futuro anticipado". Antonio Damasio, The Feeling of What Happens [5]. Así como la consciencia central da lugar al proto-yo, la consciencia extendida da lugar al "yo autobiográfico": "El yo autobiográfico se basa en la constante reactivación y representación de determinados recuerdos autobiográficos". Antonio Damasio, The Feeling of What Happens [5]. La vergüenza, el orgullo, y la construcción del ego Propongo que lo que llamamos el ego, o super-ego en el psicoanálisis de Sigmund Freud, surge cuando el yo autobiográfico se ve impregnado de dos importantes emociones humanas: la vergüenza y el orgullo. Estas emociones evolucionaron cuando la supervivencia humana empezó a depender de nuestra capacidad para cooperar. La vergüenza y le orgullo sirven para indicar cambios en nuestro estatus social. Si no cooperamos o si actuamos de manera egoísta, nos avergonzamos y nuestro estatus social disminuye. Si, por el contrario, hacemos algo beneficioso para el grupo, nos elogian y aumenta nuestro estatus social. La vergüenza y el orgullo cambian nuestra autoestima, que es fundamental para nuestro bienestar psicológico. A medida que en nuestra autobiografía se destacan episodios de vergüenza y orgullo, vamos construyendo una imagen de quiénes somos y qué esperamos de nuestro comportamiento. Esa imagen es el ego. Considero que el ego es parte del yo autobiográfico pero que no es idéntico a él, porque nos es posible construir imágenes de nosotros mismos libres de juicios sobre nosotros mismos y que, por lo tanto, son independientes de la vergüenza y el orgullo. Teoría-de-mente dirigida hacia uno mismo La teoría-de-mente (que no debe confundirse con una teoría de la mente) es una facultad única de los seres humanos [11] que nos permite modelar la mente de otras personas. Nos referimos a ella cuando decimos “sé lo que estás pensando”. No solo modela lo que otras personas saben, sino también sus emociones. La teoría-de-mente está lejos de ser infalible y, de hecho, genera algunos problemas. Funciona razonablemente bien cuando se aplica a personas con mentes similares a la nuestra, peor cuando se aplica a personas de diferentes culturas y bastante mal cuando lo aplicamos a animales para suponer que piensan y sienten como nosotros (antropomorfismo). También es la causa de muchas supersticiones que nos llevan a creer que objetos inanimados y fenómenos naturales tienen mentes (es decir, son dioses o demonios) y pueden ser tratados como seres humanos. Según el neurocientífico Bud Craig (experto en dolor e interocepción), los cambios radicales que sufre la consciencia desde la animal a la humana se deben al desarrollo durante la evolución de los primates de una parte especializada de la corteza llamada la ínsula anterior [2,4,7 ]. La ínsula anterior derecha tiene la función de crear percepciones hipotéticas del estado interno del cuerpo (propiocepción). Así, si me imagino cómo me sentiría si tengo un dolor de cabeza, es mi ínsula anterior derecha la desarrolla esta función. Debido a su capacidad para imaginar sentimientos, la ínsula anterior derecha puede jugar un papel esencial en la teoría-de-mente. Craig también propone que las vías nerviosas entre la ínsula anterior y el córtex cingulado anterior, un área del cerebro que media en la planificación de decisiones y acciones [9], juegan un papel clave en la consciencia. De hecho, la capacidad de la ínsula anterior para imaginar sentimientos puede servir para proporcionar profundidad emocional a nuestros recuerdos y a lo que imaginamos que nos pueda suceder en el futuro. La ínsula anterior también media la empatía, porque nos permite imaginar lo que los demás están sintiendo [8]. Como dije en mi definición de consciencia, un aspecto importante de la consciencia es que nos permite saber que existimos como mentes capaces de tener pensamientos, recuerdos y emociones. Esta consciencia de tener una mente puede ser el resultado de aplicar la teoría-de- mente a nuestra propia mente. Los neurocientíficos Michael S. Gazzaniga (que estudió a pacientes con cerebro dividido) y Joseph E. LeDoux (una autoridad en emociones) proponen que existe un módulo en la mente humana que ellos llaman "el intérprete", cuya función es construir una narrativa continua de lo que está sucediendo nuestras mentes. El intérprete podría ser la teoría-de-mente dirigida hacia nosotros mismos. Desgraciadamente, parece que el intérprete se equivoca a menudo. Quizás su precisión pueda mejorarse entrenándonos a observar nuestra mente de forma más objetiva con técnicas como mindfulness. Consciencia cultural La construcción de nuestro yo autobiográfico, de nuestro ego y la interpretación continua de nuestra actividad mental son funciones cognitivas que dependen en gran medida de nuestras creencias y valores. Y estos vienen definidos por la cultura en la que vivimos. Por tanto, es cierto que nuestra cultura influye en nuestra consciencia. Sin embargo, también es cierto que cuanto más educados y atentos nos volvemos, más se liberará nuestra consciencia de ilusiones y emociones negativas. Lejos de ser determinada por nuestros genes o el entorno, la consciencia humana es altamente maleable y entrenable. Hay evidencia de que podemos influir en los mecanismos más básicos de nuestra consciencia tomando drogas o con prácticas como yoga, mindfulness o meditación. Con los conocimiento adecuados y suficiente esfuerzo, podemos ser capaces de cambiar nuestra mente. Respuestas ¿Cómo produce el cerebro la consciencia? Todo lo que hace el cerebro contribuye a la consciencia. Quizás el dividir nuestras mentes entre consciente e inconsciente sea artificial e ilusorio. Lo que hay en realidad son percepciones lo suficientemente importantes como para ser notadas y recordadas, y percepciones que se relegan porque si no saturarían nuestra mente [6]. La consciencia no es ni misteriosa, ni inefable, ni unitaria. No es algo que exista de forma independiente de los contenidos de la mente. Aunque experimentamos la vida como una serie de episodios mentales, como las imágenes de una película, estos episodios están formados por percepciones, emociones, ideas y conciencia del yo que provienen de distintas regiones cerebrales. ¿Son conscientes los animales? Y si es así, ¿hay diferencias entre la consciencia animal y la consciencia humana? Animales con sistemas nerviosos complejos, como los mamíferos y las aves, tienen consciencia central. La mayoría de las otras especies animales (insectos, almejas, caracoles, gusanos, corales, medusas, erizos de mar, esponjas, etc.) son probablemente autómatas inconscientes, porque carecen de un sistema nervioso lo suficientemente complejo como para producir una representación de sus cuerpos en su entorno. Tienen solo una serie de comportamientos predeterminados en respuesta a estímulos específicos, como las computadoras que manejan los autos sin conductor. Otros animales (peces, lagartos, pulpos) se encuentran en algún punto intermedio. El límite entre lo que los animales son conscientes y los que no lo son es difuso y necesita aclararse. Sin embargo, solo los humanos tienen consciencia extendida, ego, teoría-de-mente, intérprete y consciencia cultural. Por supuesto, dado que la evolución es un continuo, a medida que nos acercamos a los humanos vemos emerger gradualmente algunas de estas funciones. Se ha detectado una teoría-de-mente rudimentaria en chimpancés [10]. Sorprendentemente, una primordial consciencia extendida parece estar presente en animales que no están en el linaje evolutivo de los humanos, como delfines, elefantes, loros y cuervos. Esto sugiere que la consciencia extendida no es una casualidad evolutiva, sino una adaptación importante que surge una y otra vez en el juego de ruleta de la mutación y la selección natural. ¿Cómo aparece la consciencia durante la evolución? La consciencia no es un epifenómeno sino el resultado lógico de la necesidad de integrar percepción y movimiento en un modelo común. La misma necesidad de integración de percepción y acción surge cuando diseñamos un robot o un automóvil autónomo. Además, la representación del cuerpo como un objeto clave que necesita ser protegido da lugar espontáneamente a la aparición del proto-yo. La ventaja evolutiva de la cooperación sin trampas, y la necesidad de compartir y almacenar grandes cantidades de información, son suficientes para explicar el surgimiento de la consciencia extendida en los humanos. En cierto modo, es una consecuencia indirecta de otras propiedades adaptativas de la mente como son las emociones sociales, la memoria autobiográfica y la teoría-de-mente. Estas funciones están tan estrechamente vinculadas a la consciencia extendida que prácticamente la hacen inevitable. La consciencia es un fenómeno natural. Es hora de que dejemos atrás ideas místicas de que la consciencia es una esencia misteriosa que existe separada de la materia. La consciencia, como la vida, se vuelve aún más hermosa e impresionante a medida que la entendemos en su asombrosa complejidad. Copyright 2021 Hermes Solenzol. Referencias Craig, A D. Human feelings: why are some more aware than others? Trends Cogn Sci 8: 239-241 (2004) Craig, A D. How do you feel--now? The anterior insula and human awareness. Nat Rev Neurosci 10: 59-70 (2009) Craig, A D. The sentient self. Brain Struct Funct 214: 563-577 (2010) Craig, A D. Significance of the insula for the evolution of human awareness of feelings from the body. Ann N Y Acad Sci 1225: 72-82 (2011) Damasio, A R, The Feeling of What Happens: Body and Emotion in the Making of Consciousness. 1999, San Diego, New York, London: Harcourt, Inc. Dennett, D C, Consciousness Explained. First ed. 1991, Boston, Toronto, London: Little, Brown and Co. Gogolla, N. The insular cortex. Curr Biol 27: R580-R586 (2017) Gu, X, X Liu, K G Guise, T P Naidich, P R Hof, J Fan. Functional Dissociation of the Frontoinsular and Anterior Cingulate Cortices in Empathy for Pain. J Neurosci 30: 3739-3744 (2010) Isomura, Y, Y Ito, T Akazawa, A Nambu, M Takada. Neural Coding of "Attention for Action" and "Response Selection" in Primate Anterior Cingulate Cortex. J Neurosci 23: 8002-8012 (2003) Krupenye, C, F Kano, S Hirata, J Call, M Tomasello. Great apes anticipate that other individuals will act according to false beliefs. Science 354: 110-114 (2016) Penn, D C, D J Povinelli. On the lack of evidence that non-human animals possess anything remotely resembling a 'theory of mind'. Philosophical transactions of the Royal Society of London Series B, Biological sciences 362: 731-744 (2007)

  • Manifiesto Sexo-Positivo

    Los principios de la cultura sexo-positiva son interdependientes y se basan en la libertad y autonomía personal. La cultura sexo-positiva surgió de la liberación sexual de los años 60 y de la Guerra del Sexo dentro del movimiento feminista, que comenzó en los años 80 y persiste hasta hoy en día. Esta prolongada lucha entre feministas radicales y feministas sexo-positivas dio lugar a una cultura que acabó por expandirse del feminismo a la sociedad en general. Las ideas sexo-positivas se basan en el principio de la autonomía personal, que establece que toda persona tiene derecho a decidir qué hacer con su cuerpo y su mente. No se trata de un principio absoluto, sino que debe equilibrarse con los derechos y la seguridad de los demás. Puede ser anulado por bienes colectivos, como las campañas de vacunación o las cuarentenas durante las epidemias. Pero éstas deben ser siempre circunstancias especiales. La voluntad de la mayoría no puede borrar la autonomía personal, pues eso equivaldría a una dictadura de la mayoría. Un sistema democrático no es sólo aquel en el que las decisiones se toman por votación o por representantes electos, sino que debe incluir el respeto a los derechos de las minorías y a la autonomía personal. A eso lo llamamos libertad. Este artículo es un compendio de las principales ideas sexo-positivas. En él quiero mostrar cómo estas ideas se derivan lógicamente del principio de autonomía personal y de lo que sabemos sobre la sexualidad humana. 1) El sexo es un derecho humano Debemos empezar por reconocer que el sexo es una necesidad biológica en los seres humanos, tan poderosa como respirar, beber, comer, protegernos del frío y estar seguros. Dado que estas necesidades biológicas se reconocen como derechos humanos, el derecho al sexo también debería ser un derecho humano. 2) El placer y el deseo sexual son intrínsecamente buenos El sexo no debe ser considerado sólo como una necesidad a ser saciada, sino como algo que contribuye en gran medida a enriquecer nuestras vidas. Así mismo, el deseo sexual debe ser valorado, no considerado como algo que necesita ser satisfecho de la manera más expeditiva. Dado que el sexo es bueno en sí mismo, no necesita justificarse en base a nada más, sea la reproducción o el fortalecimiento de una relación. La ciencia nos muestra que, en los seres humanos, el sexo no sirve sólo para la reproducción, sino que ha sido cooptado para promover la vinculación afectiva. Prueba de ello son las numerosas anomalías de la sexualidad humana en comparación con la de otros mamíferos. Por lo tanto, la afirmación que hacen muchas religiones de que el sexo solo es ético cuando es encaminado a la reproducción se basa en ideas falsas sobre la naturaleza humana. La cultura sexo-positiva también rechaza la idea de que el sexo solo es ético cuando lo practican personas casadas, en una relación, o que se aman. Eso haría que la masturbación y el sexo casual no fueran éticos. Todo lo contrario: dado que el sexo es un derecho humano y un bien en sí mismo, no debe prohibirse su disfrute a personas que no pueden o no quieren establecer una relación romántica. 3) Toda forma de sexo - vaginal, oral, anal, sadomasoquista, etc. - es igualmente válida Dado que el sexo es bueno en sí mismo y no tiene por qué conducir a la reproducción, todas las formas de sexo que sean seguras y consentidas son válidas. Además, es bueno que haya múltiples formas de expresión sexual, porque la variedad enriquece la vida humana. Así como nos gusta beber diferentes bebidas y comer diferentes alimentos, está bien que disfrutemos de diferentes formas de sexo. 4) El sexo homosexual es válido y no debe ser perseguido El hecho de que el sexo sea intrínsecamente bueno justifica los actos sexuales entre personas del mismo sexo. Recíprocamente, reprimir el sexo homosexual no es ético porque viola la autonomía personal. Este es un punto principal de confrontación entre la cultura sexo-positiva y los conservadores. No es lógico que se defienda libertad para algunas actividades y no para la sexualidad. 5) La represión sexual es abuso sexual La represión sexual no es ética porque atenta contra la libertad y la autonomía personal. Si el sexo es un derecho humano y un bien intrínseco, está mal negárselo a alguien. 6) La violación y el abuso sexual son crímenes que producen un enorme trauma psicológico El principio de autonomía personal muestra que la violación y el abuso sexual son profundamente inmorales. Además, sabemos que la violación y el abuso sexual producen formas particularmente nocivas de traumas psicológico. Por lo tanto, el consentimiento es fundamental para cualquier acto sexual. Dado que existen muchas formas sutiles de coacción, es importante establecer claramente los particulares y los límites del consentimiento. Otro tema es la seguridad frente a las enfermedades de transmisión sexual (ETS), el embarazo y el trauma emocional. Sin embargo, el principio de autonomía personal establece que las personas deben ser libres de participar en comportamientos inseguros, siempre que no comprometan la seguridad de los demás. De lo contrario, le daríamos al Estado el derecho de prohibir cualquier conducta insegura, como la práctica de deportes de riesgo. Pero debe quedar claro que si ponemos a otros en peligro, por ejemplo, ocultando información sobre una ETS, violamos su autonomía personal. 7) El sexo entre adultos y menores también es traumático y criminal El sexo entre adultos y niños o adolescentes también es traumático. Además, tener relaciones sexuales es una decisión que requiere madurez, dadas sus consecuencias físicas y emocionales. Sin embargo, los niños tienen su propia sexualidad. Se masturban e incluso interactúan sexualmente con otros niños. Esto debe permitirse, ya que de lo contrario corremos el riesgo de traumatizar al niño con represión y vergüenza sexual. Sin embargo, es un tema delicado que plantea consideraciones sobre el consentimiento (un niño podría abusar sexualmente de otro niño) y la seguridad (el posible daño físico y emocional producido por juegos sexuales). La mejor manera de abordar estos problemas sería brindando educación sexual a los niños desde una edad temprana, y dándoles supervisión y apoyo. 8) Los derechos reproductivos son fundamentales Aunque el sexo no es exclusivamente para la reproducción, el embarazo puede ser una consecuencia no deseada del sexo heterosexual. La libertad sexual de hoy en día se hizo posible gracias al descubrimiento de los anticonceptivos en los años 50 y 60. Éstos deben ser asequibles a todos, al igual que una educación verídica sobre su seguridad y eficacia. Dado que las mujeres tienen derecho a la autonomía corporal, no deben ser obligadas a tener un embarazo no deseado. La idea de que el embrión y el feto son personas es una creencia religiosa, que no debe imponerse a personas que no deseen compartirla. Por lo tanto, el aborto debe ser asequible y seguro, siendo realizado por profesionales médicos con los medios adecuados. La otra faceta del derecho a la reproducción es que a todo el mundo se le debe permitir tener hijos cuando lo deseen. Por lo tanto, se debe tener acceso a medios para combatir la infertilidad, y también a la adopción. En esto discrepamos con los conservadores religiosos, que quieren prohibir procedimientos como la fertilización in vitro. Además, los conservadores también quieren prohibir que los homosexuales adopten. Dicha prohibición es discriminatoria e injusta. Aunque las feministas radicales y las sexo-positivas están de acuerdo sobre los temas de anticoncepción y el aborto, las feministas radicales quieren prohibir los embarazos subrogados. Al igual que con la prostitución, las mujeres deben ser libres de usar sus cuerpos para llevar un feto para otras personas y recibir un pago por este servicio. De lo contrario, esto vulneraría su derecho a la autonomía corporal. 9) La masturbación es ética y una manera excelente de aprender sobre tu sexualidad Ésta es otra consecuencia del principio de autonomía personal y de la idea de que sexo es intrínsecamente bueno. Los conservadores y los religiosos han difundido muchas mentiras para convencer a la gente de que la masturbación no es saludable. Pero es al revés: la masturbación es uno de los actos sexuales más seguros, sin riesgos de ETS, embarazo o trauma emocional. La masturbación también es una manera excelente de aprender sobre tu deseo y placer sexual. Sirve para preparar a la gente para tener encuentros sexuales sanos y satisfactorios. 10) La pornografía es ética Hoy en día, muchas personas usan pornografía para masturbarse. La pornografía ha sido uno de los principales puntos de disensión entre las feministas radicales (también llamadas feministas anti-porno) y las feministas sexo-positivas. En los años 70 y 80, las feministas radicales alegaron que la pornografía era utilizada sólo por hombres, que degrada a las mujeres y que explota a quien la hace. Pero se demostró que estas afirmaciones eran incorrectas cuando las mujeres comenzaron a ver pornografía e incluso a hacer su propia pornografía, a veces por dinero, a veces por diversión. El exhibicionismo resultó ser parte de la sexualidad de muchas mujeres. Esto quedó claro cuando las normas sociales contra la pornografía comenzaron a erosionarse y la internet y los móviles permitieron publicar fotos sexys de forma anónima. La pornografía conlleva la autonomía personal de dos tipos de personas: las que la miran y las que la producen. Por lo tanto, reprimirla viola los derechos de estas dos clases de personas. Por supuesto, si falta consentimiento y hay explotación, esto infringe los derechos de los modelos que hacen pornografía. Sin embargo, la explotación no es exclusiva de este negocio, y se agrava cuando la pornografía es prohibida, perseguida o estigmatizada. Los consumidores de pornografía pueden asegurarse de que no están explotando a los artistas si pagan por ella y la obtienen a través de canales legítimos. Esta es una batalla que los conservadores y las feministas radicales han perdido en buena medida. Pero no se dan por vencidos. Su último envite es representar la pornografía como insalubre y adictiva. Esto debería recordarnos a las mentiras que se dijeron durante mucho tiempo sobre la masturbación. Si bien es cierto que algunas personas desarrollan un comportamiento compulsivo hacia la pornografía, esto también ocurre con otras actividades como comer, beber y jugar. Pero el comportamiento compulsivo y la adicción son cosas diferentes. La compulsión es un problema in preexistente en estas personas; no es causado por las cosas que les obsesionan. 11) La prostitución y el trabajo sexual son éticos y no deben ser perseguidos La prostitución se ha convertido en el principal punto de discordia entre las feministas radicales y la cultura sexo-positiva. Junto con la pornografía y el BDSM (bondage, dominación-sumisión, sadismo y masoquismo), la prostitución formó una tríada que el feminismo radical comenzó a combatir en los años 70 y se convirtió en objeto de la Guerra del Sexo. Desafortunadamente, la prostitución es el asunto en el que las feministas radicales han obtenido sus mayores victorias. Consiguieron imponer en muchos países el Modelo Nórdico, basado en perseguir a los clientes y no a las prostitutas. Aliadas con los conservadores, difunden la mentira de que la prostitución y el tráfico sexual son la misma cosa. El principio de autonomía personal implica que cualquier adulto debe poder tener relaciones sexuales consentidas. El que el sexo sea pagado es irrelevante. Reprimir el sexo consentido viola la autonomía personal y, por lo tanto, no es ético. Esto quiere decir que, no sólo la prostitución es ética, sino que prohibirla, perseguirla o estigmatizarla es inmoral. Estos son los principios que guían a los que mantienen ideas sexo-positivas y a las organizaciones que las prostitutas están creando para defenderse. La internet y las prácticas sexuales modernas han desdibujado las líneas entre la prostitución, la pornografía y otras actividades sexuales por dinero. Hoy en día hay escorts, sugar babys, gigolós, cam girls, sexo telefónico, Dominatrices profesionales, Dominantes profesionales, sumisas profesionales, dominación financiera, Only Fans, escritura erótica, lap dance y muchas otras formas de monetizar el sexo. Es por eso que el término trabajo sexual, que abarca todo esto, es mucho más preciso que el de prostitución. Y es gracias a esta diversidad, proliferación y aceptación que la lucha para ilegalizar el trabajo sexual finalmente fracasará. 12) BDSM es una forma válida de expresión sexual El sadomasoquismo, hoy mejor conocido por las siglas BDSM, fue uno de los tres blancos del feminismo radical de los años 70. Fue lo que directamente provocó la Guerra del Sexo Feminista, cuando la organización de lesbianas BDSM Samois de San Francisco se rebeló contra el feminismo radical. Pero Samois fue solo una entre varias organizaciones BDSM que comenzaron a surgir en los años 70 y florecieron en los años 80: The Eulenspiegel Society en Nueva York, Black Rose en Washington, DC, Threshold en Los Ángeles, Society of Janus en San Francisco y muchas otras. BDSM era un blanco fácil porque dominar a alguien parece ser la antitético a la autonomía personal. El deseo de dar o recibir dolor, o de dominar o ser dominado, pude parecer enfermizo a primera vista. Por eso, las organizaciones BDSM pusieron manos a la obra durante los años 80 para sentar las bases éticas del BDSM. Se establecieron los principios de “seguro, sensato y consentido”, así como medios para salvaguardar dichos principios, como la negociación, los límites, las palabras de seguridad y los cuidados posteriores. De hecho, hoy en día se están adoptando medios similares para garantizar el consentimiento en el sexo vainilla. Los deseos sadomasoquistas y las formas de satisfacerlos son tan legítimos como cualquier otro acto sexual. El principio de autonomía personal se aplica igualmente a ellos, dentro de los límites de la seguridad y el consentimiento. De hecho, estos límites se han explorado con más detalle en el ámbito del BDSM que en cualquier otra actividad sexual. 13) El poliamor y las relaciones abiertas son alternativas éticas a la monogamia La no-monogamia ética tiene raíces antiguas, que se remontan a los escritos del psicólogo Eric Fromm y el novelista Aldous Huxley en el siglo 20, e incluso antes. El amor libre de los años 60 cristalizó en varias formas de no monogamia: Swinging, o intercambio de pareja, es cuando las parejas tienen relaciones sexuales con otras personas o parejas, pero sin una relación romántica. Relación abierta es cuando las personas de una pareja buscan sexo independientemente, también sin compromisos románticos. En el poliamor, tanto el sexo como el enamorarse están permitidos, dando lugar a tríadas, cuaternas y configuraciones románticas complejas. En la infidelidad consentida (“cuckolding”) se fetichiza el adulterio haciendo que un partícipe (el cornudo) mire mientras la otra (la esposa caliente) tiene relaciones sexuales con un extraño (el toro). La anarquía relacional busca relaciones sexuales y románticas no normativas sin jerarquía, posesión y control. Una vez más, el principio de autonomía personal establece que no hay nada inmoral en el sexo y el amor entre múltiples personas. La proliferación de estas formas de no-monogamia ética cuestiona la idea de que los seres humanos somos monógamos por naturaleza. Los celos son vistos como una emoción creada culturalmente que puede ser superada e incluso convertida en su opuesto, la compersión: sentirse feliz cuando quien queremos es feliz y amado por otros. Estas nuevas relaciones llevan a la toma de conciencia de que la monogamia es un conjunto de normas culturales tan opresivas como el patriarcado y la heteronormatividad. Infringir las normas de la monogamia conlleva la pena de muerte en muchos países, lo mismo que el ser homosexual. Incluso en las sociedades occidentales más avanzadas, ser no-monógamo está más estigmatizado que ser gay. Te puede hacer perder a tus hijos, tu estatus social y tu trabajo. Cuestionar la monogamia también está reduciendo el estigma del adulterio. Debemos darnos cuenta de que el poder ejercer la no-monogamia ética es un privilegio que no está al alcance de todos. Cuando alguien está atrapado en una relación sin sexo y su pareja no les permite practicar la no-monogamia, el adulterio puede ser la menos mala de sus opciones. 14) Derechos trans Tu sexualidad no es solo el sexo que practicas, también es una parte fundamental de tu identidad. Esto queda claro en las personas que experimentan disforia sexual: la sensación de que el género que te han asignado no es el que eres. La medicina moderna ha hecho posible cambiar el sexo de las personas mediante el reemplazo hormonal y la cirugía. Hay una gran controversia hoy en día sobre la diferencia entre sexo - que atañe a la biología - y género - que se basa en la cultura. Sin embargo, la ciencia muestra que muchas de las diferencias sexuales son inducidas por las hormonas sexuales. Por lo tanto, el reemplazo hormonal produce un cambio de sexo y no sólo de género, que puede completarse con cirugía. Ser capaz de elegir el sexo y el género supone un incremento en la libertad de las personas. Negar esta posibilidad es violación más del principio de autonomía personal. Y, sin embargo, los derechos de las personas transexuales se han convertido en la última batalla entre las feministas radicales y las feministas sex-positivas. Y, una vez más, vemos como las feministas radicales se alían con los conservadores. El feminismo radical no es tan progresista como pretende, sino una ideología opresiva que, una y otra vez, se opone a la libertad de las personas en nombre de dogmas cuestionables. Conclusiones La cultura sexo-positiva ha desenmascarado las numerosas formas de opresión que envuelven la sexualidad humana y el amor romántico. Ha denunciado como inmorales a la homofobia, la transfobia, el tildar de prostituta (slut-shaming) y la monogamia obligatoria. Ha puesto el consentimiento y la seguridad en el centro de las discusiones sobre sexo. Esta lista terminó siendo más larga de lo que pensaba. Y probablemente me he dejado fuera algunas cosas. Si es así, indícalo en los comentarios. En cualquier caso, espero que este manifiesto sea un buen punto de partida. Para animar a la difusión de este manifiesto, permito que se distribuya bajo una licencia de Creative Commons 4.0, incluido el uso con fines comerciales. Sin embargo, esta licencia requiere reconocer a Hermes Solenzol como el autor y adjuntar un enlace al artículo original en el sitio web Sexo, Ciencia y Espíritu. Copyright 2022 Hermes Solenzol

  • Los enigmas de la sexualidad humana

    El sexo es básicamente una función biológica encaminada a la procreación. Sin embargo, no es así como lo vivimos: no hacemos el amor para reproducirnos, sino en busca de placer y de intimidad. Si sólo folláramos cuando vamos a tener hijos, la cantidad de actos sexuales sería muchísimo menor. Sin embargo no es así y en todas las culturas humanas el sexo se practica con mucha frecuencia y en su mayor parte con fines no reproductores. Claro que muchas religiones se empeñan en lo contrario, en que lo “natural” es que el acto sexual se realice sólo cuando se quieren tener hijos y que, en caso contrario, es un vicio y un pecado. Esto es un ejemplo de lo que se conoce como “la falacia naturalista”: el error de creer que lo natural es bueno y lo bueno es natural. Esto no es cierto, porque los valores éticos los decidimos los seres humanos independientemente del estado natural de las cosas. Por ejemplo, el asesinato y la violación son fenómenos naturales (los encontramos en muchas especies animales) pero no por eso dejan de ser completamente inmorales. Pero es que además resulta que la sexualidad humana, por su propia naturaleza, no parece dedicada exclusivamente a la procreación. A primera vista, ésta puede parecer una idea algo extraña, pero cuando comparamos la sexualidad humana con la de otros mamíferos, enseguida descubrimos una serie notable de anomalías, que paso a enumerar a continuación. Disponibilidad sexual permanente. Todo el mundo sabe que los perros, los gatos, las ratas, el ganado y prácticamente todos los vertebrados sólo se aparean cuando la hembra está en celo. Es decir, cuando la hembra ovula emite señales olorosas, visuales y de comportamiento que señalan a los machos que está disponible para aparearse. Por su lado, los machos sólo se sienten atraídos por las hembras en celo. Las mujeres, por el contrario, pueden tener sexo en cualquier momento, no sólo cuando ovulan. Es más, desean el sexo incluso durante la menstruación y cuando han pasado la menopausia. Desde el punto de vista biológico, esto no tiene lógica alguna. El acto sexual supone una gran inversión de energía, ¿por qué malgastarla en un momento en que no sirve para reproducirse? Ovulación escondida. Otra faceta del mismo fenómeno es que la mujer no tiene celo, es decir, que no anuncia cuando está ovulando. Algunas mujeres notan cuando ovulan, pero un gran número ni siquiera se da cuenta. Por eso en los tratamientos de fertilidad hay que recurrir a contar días para saber cuándo toca hacerlo. De nuevo, esto no sigue la lógica de la biología: si lo que quiere el organismo es reproducirse, lo más normal es que al menos avise del momento más adecuado para follar, ¿no? Orgasmo. Parece ser que casi todos los mamíferos experimentan placer con el acto sexual, tanto el macho como la hembra. Sin embargo, la intensidad del orgasmo en la especie humana parece única en el reino animal. Más aun teniendo en cuenta la capacidad de muchas mujeres de tener orgasmos repetidos de gran intensidad y duración. Menopausia. La mujer llega a una edad, alrededor de los 50 años, en la que se detienen las ovulaciones y queda completamente incapacitada para procrear. Puede parecer que la mujer es simplemente demasiado vieja para quedarse embarazada, pero no es eso lo que ocurre. La menopausia es un fenómeno fisiológico perfectamente programado y que no ocurre en casi ninguna especie de mamífero. La excepción serían los cachalotes y otros cetáceos. ¿Por qué, entonces, pasan las mujeres por la menopausia? Tamaño del pene. Sí, es cierto: el tamaño del pene del hombre relativo al tamaño de su cuerpo es mayor que en otras especies de mamíferos. Por ejemplo, un gorila macho puede pesar cinco veces más que un hombre, pero su pene es mucho menor. Homosexualidad. Éste es otro fenómeno que parece ir en contra de la lógica evolutiva. Una acto sexual entre dos machos o dos hembras no conduce a la procreación, así que es un puro derroche de energía que podría ser usada para sobrevivir. Por otro lado, los genes responsables del comportamiento homosexual deberían perderse enseguida en el proceso de selección natural. Y, sin embargo, la homosexualidad existe no sólo en la especie humana, sino en muchos otros animales. Por ejemplo, Frans de Waal documenta en su libro Chimpanzee Politics el comportamiento de una chimpancé lesbiana que cuando otras chimpancés se ponen en celo las monta como los machos. Dominación-sumisión sexual. No, no voy a decir que a todos nos va el BDSM, pero lo que sí parece cierto es que en casi todas las culturas el acto sexual tiene un tinte en el que el que penetra asume un rol dominante y la penetrada o el penetrado, un sol sumiso. En algunas especies de monos, el que pierde la pelea frente al mono dominante lo apacigua ofreciéndole el culo. Por lo tanto, expresiones populares como “lamer el culo”, “poner el culo” o “dar por culo” podrían tener un fundamento biológico. Bueno, pues eso es todo… Lo único que pretendía es que os dierais cuenta del maravilloso misterio que es nuestra sexualidad. ¿Qué dices? ¿Que no os puedo dejar así, sin la más mínima explicación para tanto enigma? Bueno, pues la verdad es que nadie ha encontrado una explicación realmente satisfactoria a estas cuestiones. Por ejemplo, el famoso científico Jared Diamond escribió un libro sobre el tema, titulado “Why Is Sex Fun?” (“¿Por qué es el sexo divertido?”) donde intenta explicar esta cuestiones… aunque algunas de sus explicaciones no me resultaron demasiado convincentes, la verdad. Vale, os daré algunas pistas… La especie humana es anómala en que tenemos un cerebro demasiado grande y que requiere muchos años para desarrollarse. Tardamos de diez a quince años en llegar a la edad reproductora, lo que es una barbaridad comparado con otras especies de mamíferos. Eso significa que los padres tienen que cuidar de los hijos durante muchos años. En realidad, no son los progenitores los que sacan a los hijos adelante. En nuestro entorno evolutivo, los seres humanos no vivimos en parejas, sino en tribus, que es donde se comparte el alimento, el cobijo, la defensa y el cuidado de los hijos. Cabe pensar, por lo tanto, que la sexualidad humana fue perdiendo su carácter exclusivamente reproductor para convertirse en un reforzamiento de los vínculos de pareja y tribales. El fuerte deseo sexual y el orgasmo lleva a la mujer a querer sexo en todo momento, lo que refuerza su vínculo emocional con los hombres, que a su vez también poseen un enorme impulso sexual. Esto explicaría los enigmas 1, 2 y 3. La menopausia, según Jared Diamond, se podría explicar porque llegada una determinada edad es demasiado peligroso para una mujer quedarse embarazada. Tiene más sentido que dedique su energía al cuidado de sus nietos, que en definitiva ya llevan sus genes. Sin embargo, sigue siendo capaz de tener relaciones sexuales, porque cómo explicaba antes esto mantiene su vínculo con su pareja y el resto de la tribu. Por lo tanto, cuando follamos buscando placer e intimidad en vez de reproducirnos no estamos cometiendo un acto innatural y pecaminoso, como predican los curas , sino siguiendo los dictados de nuestra naturaleza más íntima. El acto sexual es intrínsecamente saludable, desde el punto de vista fisiológico, psicológico y social. Es una parte esencial de la vida. Me queda por explicar lo del tamaño del pene, la homosexualidad y la dominación-sumisión, pero estos son temas complejos que quizás merezcan su propio artículo. Así que los dejo para otra ocasión.

  • ¿Qué se hace en una relación de Dominación/sumisión?

    Hay mucho escrito sobre las diferentes técnicas que se usan en el sadomasoquismo y el bondage, pero se ha puesto mucho menos esfuerzo en sistematizar la dinámica de las relaciones de Dominación/sumisión (D/s). En este artículo me voy a referir al Dominante como hombre y a la sumisa como mujer, dejando en claro que lo que digo puede aplicarse a cualquier posible combinación de roles y géneros. También debo aclarar que todo esto se refiere a relaciones de larga duración, no a lo que pasa durante una sesión asilada. Al hablar de D/s, hay que darse cuenta de que se trata de relaciones en las que conscientemente se elige desviarse de los principios que guían a una relación vainilla: igualdad autonomía personal independencia respeto Aunque estos valores siguen estando presentes, adquieren una forma distinta por el hecho de que la sumisa le otorga una gran cantidad de poder al Dominante, lo que establece una desigualdad básica en la relación. Desde luego, la sumisa pierde una buena parte de su autonomía personal. El uso del castigo, el dolor y la humillación puede dar la impresión a los mal informados de que la relación es abusiva. Sin embargo, todo esto ocurre dentro de los parámetros de “seguro, sensato y consentido”. En particular nos debe preocupar la sensatez, ya que este tipo de relaciones pueden degenerar fácilmente en el abuso psicológico (véase Cómo reconocer el maltrato en las relaciones de D/s). En particular, deberemos prestar especial atención a cosas que puedan dañar la autoestima o que puedan crear dependencia. Mi propuesta es que una relación de D/s incluye los siguientes siete elementos: obediencia, entrega, servicio, disciplina, castigo, actitud y follada mental. 1 - Obediencia Obediencia es, simplemente, cumplir las órdenes del Dominante. Ésta es la parte más obvia de la relación D/s: uno manda y el otro obedece. Un buen Dominante escoge cuidadosamente las órdenes que da, teniendo en consideración las necesidades de la sumisa y el nivel de desarrollo de la relación. Hay que tener en cuenta que la sumisa es un adulto que vive una vida compleja, con lo que una orden mal pensada puede afectar negativamente su vida. Por otro lado, si la sumisa encuentra que no puede seguir una orden, que debe discutirla o usar la palabra de seguridad para evitarla, su confianza en la Dominante se verá minada. Una buena estrategia es delimitar las órdenes a un área de la vida de la sumisa que quedaría bajo el control de la Dominante. La más obvia es su sexualidad. Es mejor no tocar la vida profesional de la sumisa y las relaciones que tenga con amigas y parientes… Recordemos que el manipular el entorno social de la sumisa es uno de los signos de abuso emocional. Por supuesto, no se debe ordenar nunca nada ilegal o inmoral. No hay nada más despreciable que un Dominante que usa su sumisa para hacer daño a otros. 2 - Entrega Entrega significa que la sumisa debe abrirse física y mentalmente al Dominante. Éste puede empezar por afirmar su derecho a tocar íntimamente a la sumisa cuando quiera y donde quiera: sus manos, su nariz, su culo, su coño. El cuerpo de la sumisa está a su disposición para disfrutarlo y para estimularlo con placer o con dolor, a su discreción. Esta entrega física debe venir acompañada de una apertura mental en la que la sumisa lo hace partícipe de sus fantasías secretas, de sus miedos, de sus deseos. De nuevo, el sexo puede ser un buen punto de partida, pero esto se puede extender a otras partes de su vida. Por su parte, el Dominante debe abstenerse en lo posible de juzgarla, porque hacer que la sumisa se sienta culpable o avergonzada traicionaría su confianza en él. Ella se ha hecho vulnerable al revelar sus secretos y si descubre que se usan contra ella, su reacción natural será volver a erigir sus barreras defensivas. La entrega definitiva tiene lugar durante el sexo. Aquí debemos abandonar los escrúpulos del sexo vainilla. A la sumisa no se le hace el amor. Se la folla, con todas las connotaciones de subyugación y humillación que conlleva esa palabra. Puede que se la posea rudamente por detrás, negándole la visión del rostro del Dominante. Puede que se la ate en posturas expuestas y humillantes en las que no pueda negarle el acceso al Dominante o moverse para buscar su propio placer. Puede que se la obligue a ver su propia degradación en un espejo. Puede que ella disfrute de la follada o puede que la deteste, o las dos cosas a la vez, según se lo imponga el Dominante. Y, por supuesto, sólo podrá correrse con su permiso. 3 - Servicio Servicio quiere decir que la sumisa trabaja para agradar y satisfacer los deseos del Dominante. Mientras que la entrega es pasiva, el servicio es activo. El servicio va más allá de la mera obediencia, porque una buena sumisa se esfuerza en anticipar los deseos del Dominante. Por su parte, él debe de tener cuidado de no inhibir su creatividad al ser demasiado controlador. Por supuesto, en la medida de lo posible, la sumisa debe pedir permiso antes de realizar un servicio. El tener a una sumisa bien entrenada en actos de servicio le permitirá al Dominante relajarse y disfrutar de la relación sin tener que estar pendiente todo el tiempo de decidir lo que hacer a continuación. 4 - Disciplina La disciplina incluye una serie de ejercicios en los que el Dominante afirma su control sobre la mente y el cuerpo de la sumisa. La manera más evidente de hacer esto en una sesión sería llevar al sumisa por varios niveles de placer y dolor hasta volverla completamente maleable a su voluntad. En la disciplina es donde la D/s se mezcla con el sadomasoquismo. Tanto el dolor como el placer tienen la propiedad de la saliencia - que consiste en imponerse a la consciencia, obligándonos a prestarles atención. Por ese motivo, le proporcionan a la Dominante la manera perfecta de invadir la mente de la sumisa. De todas formas, la disciplina va mucho más lejos que el placer y el dolor. Se extiende más allá de una simple sesión. El Dominante le dará a la sumisa una serie de tareas para realizar fuera de su presencia con el fin de entrenarla. Éstas pueden incluir, por ejemplo, ejercicios Kegel, llevar un butt plug, ejercicios físicos, asignaciones de lectura, horario de acostarse y levantarse, modificaciones en la dieta, escribir un diario, etc. Una forma de disciplina que se les impone con frecuencia a los sumisos es el control de la erección y de la eyaculación. Aunque algunas formas de disciplina pueden ser desagradables, no se imponen como castigo sino como entrenamiento. 5 - Castigo Los castigos son necesarios porque la sumisa tiene que enfrentarse con las consecuencias de cometer errores en la relación o en su vida en general. El Dominante puede limitarse a regañarle, puede imponerle un castigo doloroso, o puede asignarle una tarea desagradable. El tema de los castigos es delicado porque vivimos en una sociedad tremendamente punitiva que nos expone desde la infancia a la culpa y la vergüenza que conllevan la desobediencia y el fracaso. Por lo tanto, el significado del castigo debe de ser establecido cuidadosamente desde el principio de la relación, enfatizando sus propiedades catárticas y curativas. Con la ayuda del Dominante, la sumisa puede sacar a la superficie la culpa y la vergüenza asociadas no sólo a su mal comportamiento reciente, sino a errores de su pasado. El dolor y la humillación del castigo erosionan esas emociones negativas, y purifican el ego. Para que este proceso sea verdaderamente curativo, es esencial que el castigo termine con un buen cuidado posterior en el que el perdón del Dominante sirva para conseguir que la sumisa se perdone a sí misma. Toda mala acción ha sido pagada y es relegada al pasado, y la sumisa puede avanzar en su vida purificada y libre de culpa. Ha aceptado su debilidad. Ha experimentado el poder que le ha otorgado al Dominante sobre ella. Con ello se ha vuelto más fuerte como persona y mejor como sumisa. Paradójicamente, al entregarse al Dominante ha conseguido liberarse de sus demonios internos. 6 - Actitud El tener una actitud adecuada significa que la sumisa aprende a desenvolverse y comportarse de una forma que expresa un estado mental de sumisión. Como cada pareja de Dominante y sumisa entiende la D/s de una manera distinta, no todas las sumisas desarrollan la misma actitud. Algunas sumisas son mansas y serviles, mientras que otras son orgullosas y rebeldes. Un tipo de sumisa baja la mirada ante su Dominante, camina detrás de él y habla sólo cuando se le pregunta. Otro tipo levanta el mentón con orgullo, reta al Dominante, le mira a los ojos con desafío y dice lo que le parece. Entre estos extremos cabe todo un rango de actitudes, todas igualmente válidas, ya que representan diferentes estilos de entrega, servicio y disciplina. El Dominante decidirá qué comportamientos son aceptables cuáles no, de acuerdo con la naturaleza de la relación. La actitud apropiada sale de la personalidad de la sumisa y es pulida por el entrenamiento, hasta producir una desenvoltura y una elegancia que transmite a quien sabe apreciarla la profundidad y la belleza de la relación. 7 - Follada mental En inglés se le llama mind-fucking, un término que no tiene traducción exacta al castellano. Viene de la expresión “don’t fuck with me”, que significa “no me jodas” o “no me vaciles”. Aquí he optado por una traducción literal como “follada mental”. Consiste en juegos psicológicos que el Dominante juega con la sumisa para llevarla a un estado de derrota y entrega. No hace falta que sea nada complicado, el vacilar o bromear con la sumisa puede ser una forma de follada mental. Sin embargo, en sus formas más elaboradas puede servir para llevarla a un profundo espacio de sumisión, que representa la culminación de su entrenamiento en los otros seis métodos de sumisión. La follada mental requiere una enorme creatividad por parte del Dominante. Es aquí donde muestra su auténtico talento, porque no hay recetas para la follada mental, necesita ser elaborada a la medida de la personalidad de la sumisa, de su estado mental en cada preciso momento. Una buena estrategia puede ser el encontrar sus puntos de resistencia, sus conflictos internos, y hacerla que enfrentarse a ellos. Para lograrlo el Dominante deberá darle a la sumisa su completa atención, concentrándose completamente en leer sus emociones usando la empatía. Sin embargo, sin la colaboración de la sumisa este proceso estará abocado al fracaso, porque la follada mental no es algo que la Dominante le hace al sumisa sino algo que crean entre los dos. Aunque el Dominante tenga mucho talento no le será posible follar mentalmente a la sumisa si ella no se le entrega o si no tiene la disciplina suficiente para seguirlo en el proceso. Una forma de follada mental es el dilema: hacer elegir a la sumisa entre dos opciones desagradables. Como la follada mental saca a la superficie resistencias, conflictos internos y problemas sin resolver, puede entrañar el auto-descubrimiento, un paso en un proceso de auto-transformación. Conclusión El desarrollar estos métodos de sumisión requiere tiempo y esfuerzo. El Dominante debe ganarse la confianza de la sumisa y guiarla a través de los pasos necesarios. Una relación D/s debe entenderse como un proceso de entrenamiento, que si se hace bien traerá alegría y satisfacción a los dos participantes. Como pasa a menudo en la vida, lo que importa es el camino y no el destino. Porque, de hecho, puede ser que no haya ninguna meta que alcanzar.

  • El BDSM en toda su rica variedad

    Leyendo foros y blogs se puede llegar a la conclusión errónea de que el BDSM consiste solamente en la dominación/sumisión (D/s). Nada más lejos de la realidad: las mismas siglas (que denotan las palabras Bondage, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo) revelan que se trata de un gran abanico de prácticas y estilos de vida. A menudo estas cosas se practican combinadas, pero no siempre es así y de hecho mucha gente se dedica exclusivamente a una o dos de estas facetas con exclusión de las demás. En particular, se suele dar el peligroso error de asumir que una persona es sumisa porque se deja atar, dar azotes, o porque viste de una determinada manera. Esto es una fuente de malentendidos, faltas de etiqueta o incluso maltratos. En español la cosas se complica porque sólo se emplean las palabras “dominante” y “sumisa” para definir roles, cuando estas palabras sólo se deberían emplear en el contexto de una relación D/s. En inglés existen los términos “top” (el que está “encima” y toma un papel activo) y “bottom” (el que está “debajo” y toma un papel pasivo), que se pueden aplicar a prácticas que están fuera del D/s, como el bondage o el sadomasoquismo puro. El erotismo languidece en la uniformidad y la rigidez de la reglas, lo suyo es la creatividad y la variedad. Porque el erotismo no es sólo sexo, es la expresión de emociones y vivencias que surgen del ser humano en toda su complejidad. Por eso he querido elaborar aquí una breve lista de las formas más corrientes que se dan dentro del amplio marco del BDSM. No me refiero aquí a actos concretos, sino a estilos de juego y de vida, cada uno con su propio lenguaje y sus propias normas. Como la lista es larga, explicaré en qué consiste cada cosa en sólo un par de frases, reservando una explicación más elaborada para artículos futuros. Dominación-sumisión - La persona sumisa acepta seguir las órdenes de la persona dominante, ponerse a su servicio y ser disciplinada por sus infracciones. Sadomasoquismo - El sadomasoquismo (SM) se puede practicar en una forma pura, independiente de la dominación-sumisión (D/s). Se busca simplemente el dolor erótico, quizás con algún elemento de humillación o de disciplina. Bondage - La atadura (bondage) se puede realizar como un fin en sí misma, sin elementos de D/s o SM, sino por su valor erótico y estético. Esto es particularmente cierto en el caso del “shibaru”, un estilo de bondage de origen japonés que es un auténtico arte. Fetichismos - Se atribuye un especial valor erótico a determinadas prendas de vestir (lencería, zapatos, botas, uniformes escolares, corsés, arneses, etc.), los materiales con que están hechas (cuero, PVC, goma…), partes del cuerpo (pies, culo), objetos o actos. Exhibicionismo y voyerismo - El exhibicionismo consiste en exponer el propio cuerpo para que los demás lo admiren. No suele tratarse del estereotipo del hombre que abre la gabardina, sino que en realidad se da más en mujeres que en hombres, como lo evidencia la gran colección de fotos y vídeos eróticos de fabricación casera que se encuentran hoy en día en internet. El voyerismo es el disfrutar viendo a otras personas desnudas o haciendo actos eróticos. Secuestro - Se trata de juegos de rol en los que la “víctima” es doblegada a la fuerza, atada, secuestrada y sometida a una serie de vejaciones que pueden llegar a la violación (¡fingida!). Al contrario que la D/s, donde la sumisión es voluntaria, en estos juegos se trata de vencer la resistencia de la víctima. En estos casos se habla de “no consentimiento consentido”, ya que el juego consiste en representar actos no consensuales (asalto, secuestro e incluso violación) pero a los cuales se ha dado consentimiento previo. Disciplina doméstica - Se trata de una forma de D/s que enfatiza la pareja monógama tradicional, en la que una de las personas asume el papel de “cabeza de familia” (en inglés, “head of household”) y la otra la de “tomada en manos” (en inglés, “taken in hands”). Se establecen una serie de reglas a seguir en la casa y cuando la “tomada en manos” no las cumple es castigada, normalmente con una severa azotaina en el culo. Disciplina doméstica cristiana (“Christian Domestic Discipline”, CDD) - Ésta es una variedad de disciplina doméstica practicada por cristianos fundamentalistas de EE.UU. con ideas extremas en temas sociales y políticos. Se condena de forma tajante la homosexualidad y el feminismo. El cabeza de familia es siempre el hombre, ya que se cree que la Biblia establece que la esposa debe obedecer al marido y que éste tiene derecho a castigarla físicamente. Papá / niña (“Daddy / babygirl”) - Relación D/s en la que el dominante adopta el rol de padre y la sumisa el de niña. El “papá” se encarga de dirigir, educar y aconsejar a su “niña” en múltiples aspectos de su vida. Aunque existen relaciones sexuales, se practican como adultos; esto no tiene nada que ver con el abuso sexual de menores. Pequeñitos (“Littles”) - Juego de rol en el que un adulto pretende volver a la infancia, para disfrutar de juegos de niños, abrazar a osos de peluche, ponerse pijamas de cuerpo entero y otras prendas infantiles. Otra persona adopta el papel de padre o de madre. No se dan azotes o demás castigos y no suele haber relación sexual. Tutela - Relación D/s en la que el dominante ejerce su poder sobre la sumisa como guía, maestro o mentor, con el objetivo de educarla, aconsejarla e imponerle una disciplina en su vida. Roles de animales - Juego de rol en el que uno de los participantes es tratado como un animal y el otro participante lo cuida y lo doma. Los más frecuentes son los, papeles de caballo (“pony-girl” o “pony-boy”) o de perro. Objetificación - Personas que aceptan servir como muebles, desnudos, atados o con ropa fetichista. No pretendo que esta sea una lista exhaustiva; seguro que me he olvidado de alguna práctica importante. Tampoco he seguido un orden preestablecido. Sólo quiero dar una idea de lo sumamente complejo que es el mundo BDSM y presentar algunas formas del mismo desconocidas para muchos. Siempre que se respeten las normas básicas de “seguro, sensato y consensual”, cada subcultura y estilo de vida debe ser respetado. Aunque algunas de estas formas no nos vaya personalmente, siempre es posible aprender algo de ellas.

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