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  • Los entramados de la consciencia

    La consciencia no es algo místico o misterioso, sino el resultado natural del funcionamiento del cerebro. Preguntas ¿Cómo produce el cerebro la consciencia? Definiría la consciencia como la propiedad de nuestra mente por la cual nos damos cuenta de nuestro entorno, de nuestras sensaciones corporales y de lo que estamos haciendo. La consciencia también nos dice que existimos como mentes que tienen pensamientos, recuerdos y emociones. Según la visión científica del mundo, todo lo que sucede en nuestra mente es producto de la actividad de nuestro cerebro. Sin embargo, algunos filósofos como David Chalmers sostienen que hay algo misterioso e inefable en la consciencia que la ciencia nunca podrá explicar como actividad cerebral. ¿Puede ser esto un vestigio de la creencia en el alma y otras ideas religiosas? ¿O acaso hay algo especial en la consciencia que está más allá del alcance de la ciencia? ¿Son conscientes los animales? Y si es así, ¿hay diferencias entre la consciencia animal y la consciencia humana? Cuando vemos a un gato o a un perro, tenemos la sensación de que son conscientes del mundo de la misma manera que nosotros. Sin embargo, a la mayoría de la gente le resultaría difícil creer que animales simples como almejas, corales, percebes, caracoles o moscas son conscientes. Si se opta por creer que estos animales son conscientes, entonces será difícil argüir que las plantas no son conscientes. Y si se elige creer que las plantas también son conscientes, entonces se está de camino al panpsiquismo: creer que todo es consciente. Los que crean en el panpsiquismo se enfrentan a un difícil problema: explicar la diferencia entre nuestra consciencia y la consciencia de una roca. Por otro lado, si algunos animales son conscientes y otros no, entonces algo debe haber sucedido durante la evolución para dar lugar a la consciencia. Lo que nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Cómo aparece la consciencia durante la evolución? Hay quien dice que la consciencia no tiene valor adaptativo, que es superflua para la selección natural. La misma gente piensa que la consciencia es un epifenómeno, algo secundario que ocurre junto a los procesos mentales. Según ese punto de vista, la aparición de seres conscientes como nosotros en la evolución es solo una casualidad de. ¿Es eso cierto? Consciencia sensorial Una cosa que la mente debe hacer es integrar diferentes modalidades sensoriales en un modelo unificado del mundo. Si vemos a una chica tocando la guitarra, sabemos intuitivamente que el sonido que escuchamos proviene de la guitarra que vemos, y que el movimiento de los dedos de la chica produce el sonido. La vista y el oído son sentidos espaciales, pues asignan un lugar particular a una percepción particular. La mente coloca lo que vemos y lo que escuchamos en un mismo espacio de percepción común. El tacto también es espacial y también se integra con la visión y el sonido en ese espacio de percepción. La interocepción son sensaciones que recibimos desde el interior del cuerpo que nos dicen cuál es la posición de nuestras extremidades, el nivel de contracción y relajación de nuestros músculos, el estado de nuestras vísceras, si algo nos duele, etc. Se compone de varios sentidos como equilibrio, sensaciones viscerales, frío, calor, dolor y picor. Como sabemos en qué lugar de nuestro cuerpo sentimos una determinada sensación, la interocepción también es especial. Y dado que debemos mover el cuerpo en el mundo que percibimos a través de nuestros sentidos externos, la interocepción debe integrarse en el mismo modelo del mundo que los sentidos externos. Todas nuestras percepciones, excepto el olfato, convergen en el tálamo, una región en el centro del cerebro. El tálamo envía nervios a las áreas sensoriales primarias de la corteza, como la corteza visual en la parte posterior del cerebro o la corteza somatosensorial justo detrás del sulco central. Estas áreas sensoriales primarias envían la información a otras áreas del cerebro, donde se integran progresivamente y se colocan en el espacio de percepción. Es importante destacar que el cerebro también atribuye cierta importancia, o "valencia", a una percepción al asignarle una emoción. De esa forma, las percepciones son clasificadas como aterradoras, irritantes, sexualmente excitantes, interesantes, etc. Las sensaciones que carecen de valencia emocional se eliminan de la consciencia, mientras que aquellas con alto contenido emocional ocupan un lugar central en la mente. Esto es lógico, porque es fundamental para la supervivencia que las percepciones se coloquen en una jerarquía de acuerdo con el peligro que representan y su relevancia para la tarea que estamos llevando a cabo. Crear ese modelo del mundo que unifica todas nuestras percepciones es la base de nuestra consciencia, una primera capa. Compartimos esta capacidad con animales con un sistema nervioso suficientemente complejo. Construir un modelo unificado del mundo proporciona una ventaja evolutiva. De lo contrario, el animal no podría entender el mundo y actuar dentro de él. Esto nos lleva a al siguiente parte de la consciencia. Consciencia motora Como expliqué en otro artículo (en inglés), agencia es una propiedad de los seres vivos mediante la cual son capaces de generar causas internas. En términos sencillos, los seres vivos hacen cosas. Las plantas crecen. Los animales realizan acciones moviéndose porque, a diferencia de las plantas, tienen músculos. Además, los animales complejos tienen un sistema nervioso que les permite recopilar información del mundo y planificar sus movimientos. Los animales no solo perciben el mundo, se mueven y hacen cosas. Buscan bebida, comida y compañeros. Escapan de los depredadores. Cuidan de su prole. Todo esto lo hacen planificando movimientos utilizando el mismo modelo del mundo creado por los aspectos perceptivos de la consciencia. El sulco central es una hendidura profunda en el cerebro que, junto con la fisura lateral, divide la corteza en una parte frontal y una parte posterior. A grandes rasgos, la parte posterior de la corteza se encarga de procesar la información sensorial y la parte anterior se encarga de planificar la acción. En los humanos, el córtex cingulado anterior y la corteza prefrontal se encargan de la motivación y la toma de decisiones. A partir de ahí, el movimiento lo planifica la corteza motora, situada justo delante del surco central, y se afina en el cerebelo. Después, las órdenes motoras se envían a los músculos por vías nerviosas que bajan por la médula espinal. Sin embargo, existe otro tipo de función motora que tiene gran importancia en el ser humano: la de la mente buscando y manipulando sus propios contenidos. Puede estar buscando un recuerdo específico, imaginando algo o manipulando conceptos abstractos. Mientras que los animales se enfocan en el exterior, nosotros pasamos una parte considerable de nuestras vidas dentro de nuestras cabezas. Cómo se crea el yo El yo aparece cuando nuestro cuerpo se convierte en un objeto en el espacio de percepción. El cuerpo debe estar ahí, porque todo lo que percibimos proviene del cuerpo. Además, cuando planificamos o ejecutamos un movimiento, lo que se mueve es el cuerpo. El movimiento perdería su coordinación sin una cuidadosa retroalimentación entre el movimiento y la percepción. Debido a la importancia de esa coordinación, el cuerpo no es un objeto más en el espacio perceptivo: está en la interfaz entre la percepción de lo que está afuera (exterocepción: visión, oído, tacto, etc.) y lo que está adentro ( interocepción). Por tanto, la consciencia del cuerpo adquiere un papel central: se convierte en el yo [1,3]. Este es un yo primordial que los humanos comparten con otros animales con un sistema nervioso complejo. Es un “proto-yo”, como lo llama el neurocientífico Antonio Damasio. Consciencia extendida La Consciencia Extendida es un concepto desarrollado por Antonio Damasio en su libro The Feeling of What Happens [5], que propone una teoría jerárquica de la consciencia. Todo lo que he descrito hasta ahora Damasio lo llama “Consciencia Central”. Así es como Damasio describe la consciencia extendida: “La consciencia extendida va más allá del aquí y ahora de la consciencia central, tanto hacia atrás como hacia adelante en el tiempo. El aquí y el ahora todavía está allí, pero está flanqueado por el pasado, tanto pasado como sea necesario para iluminar el ahora de manera eficaz y, lo que es más importante, está flanqueado por el futuro anticipado". Antonio Damasio, The Feeling of What Happens [5]. Así como la consciencia central da lugar al proto-yo, la consciencia extendida da lugar al "yo autobiográfico": "El yo autobiográfico se basa en la constante reactivación y representación de determinados recuerdos autobiográficos". Antonio Damasio, The Feeling of What Happens [5]. La vergüenza, el orgullo, y la construcción del ego Propongo que lo que llamamos el ego, o super-ego en el psicoanálisis de Sigmund Freud, surge cuando el yo autobiográfico se ve impregnado de dos importantes emociones humanas: la vergüenza y el orgullo. Estas emociones evolucionaron cuando la supervivencia humana empezó a depender de nuestra capacidad para cooperar. La vergüenza y le orgullo sirven para indicar cambios en nuestro estatus social. Si no cooperamos o si actuamos de manera egoísta, nos avergonzamos y nuestro estatus social disminuye. Si, por el contrario, hacemos algo beneficioso para el grupo, nos elogian y aumenta nuestro estatus social. La vergüenza y el orgullo cambian nuestra autoestima, que es fundamental para nuestro bienestar psicológico. A medida que en nuestra autobiografía se destacan episodios de vergüenza y orgullo, vamos construyendo una imagen de quiénes somos y qué esperamos de nuestro comportamiento. Esa imagen es el ego. Considero que el ego es parte del yo autobiográfico pero que no es idéntico a él, porque nos es posible construir imágenes de nosotros mismos libres de juicios sobre nosotros mismos y que, por lo tanto, son independientes de la vergüenza y el orgullo. Teoría-de-mente dirigida hacia uno mismo La teoría-de-mente (que no debe confundirse con una teoría de la mente) es una facultad única de los seres humanos [11] que nos permite modelar la mente de otras personas. Nos referimos a ella cuando decimos “sé lo que estás pensando”. No solo modela lo que otras personas saben, sino también sus emociones. La teoría-de-mente está lejos de ser infalible y, de hecho, genera algunos problemas. Funciona razonablemente bien cuando se aplica a personas con mentes similares a la nuestra, peor cuando se aplica a personas de diferentes culturas y bastante mal cuando lo aplicamos a animales para suponer que piensan y sienten como nosotros (antropomorfismo). También es la causa de muchas supersticiones que nos llevan a creer que objetos inanimados y fenómenos naturales tienen mentes (es decir, son dioses o demonios) y pueden ser tratados como seres humanos. Según el neurocientífico Bud Craig (experto en dolor e interocepción), los cambios radicales que sufre la consciencia desde la animal a la humana se deben al desarrollo durante la evolución de los primates de una parte especializada de la corteza llamada la ínsula anterior [2,4,7 ]. La ínsula anterior derecha tiene la función de crear percepciones hipotéticas del estado interno del cuerpo (propiocepción). Así, si me imagino cómo me sentiría si tengo un dolor de cabeza, es mi ínsula anterior derecha la desarrolla esta función. Debido a su capacidad para imaginar sentimientos, la ínsula anterior derecha puede jugar un papel esencial en la teoría-de-mente. Craig también propone que las vías nerviosas entre la ínsula anterior y el córtex cingulado anterior, un área del cerebro que media en la planificación de decisiones y acciones [9], juegan un papel clave en la consciencia. De hecho, la capacidad de la ínsula anterior para imaginar sentimientos puede servir para proporcionar profundidad emocional a nuestros recuerdos y a lo que imaginamos que nos pueda suceder en el futuro. La ínsula anterior también media la empatía, porque nos permite imaginar lo que los demás están sintiendo [8]. Como dije en mi definición de consciencia, un aspecto importante de la consciencia es que nos permite saber que existimos como mentes capaces de tener pensamientos, recuerdos y emociones. Esta consciencia de tener una mente puede ser el resultado de aplicar la teoría-de- mente a nuestra propia mente. Los neurocientíficos Michael S. Gazzaniga (que estudió a pacientes con cerebro dividido) y Joseph E. LeDoux (una autoridad en emociones) proponen que existe un módulo en la mente humana que ellos llaman "el intérprete", cuya función es construir una narrativa continua de lo que está sucediendo nuestras mentes. El intérprete podría ser la teoría-de-mente dirigida hacia nosotros mismos. Desgraciadamente, parece que el intérprete se equivoca a menudo. Quizás su precisión pueda mejorarse entrenándonos a observar nuestra mente de forma más objetiva con técnicas como mindfulness. Consciencia cultural La construcción de nuestro yo autobiográfico, de nuestro ego y la interpretación continua de nuestra actividad mental son funciones cognitivas que dependen en gran medida de nuestras creencias y valores. Y estos vienen definidos por la cultura en la que vivimos. Por tanto, es cierto que nuestra cultura influye en nuestra consciencia. Sin embargo, también es cierto que cuanto más educados y atentos nos volvemos, más se liberará nuestra consciencia de ilusiones y emociones negativas. Lejos de ser determinada por nuestros genes o el entorno, la consciencia humana es altamente maleable y entrenable. Hay evidencia de que podemos influir en los mecanismos más básicos de nuestra consciencia tomando drogas o con prácticas como yoga, mindfulness o meditación. Con los conocimiento adecuados y suficiente esfuerzo, podemos ser capaces de cambiar nuestra mente. Respuestas ¿Cómo produce el cerebro la consciencia? Todo lo que hace el cerebro contribuye a la consciencia. Quizás el dividir nuestras mentes entre consciente e inconsciente sea artificial e ilusorio. Lo que hay en realidad son percepciones lo suficientemente importantes como para ser notadas y recordadas, y percepciones que se relegan porque si no saturarían nuestra mente [6]. La consciencia no es ni misteriosa, ni inefable, ni unitaria. No es algo que exista de forma independiente de los contenidos de la mente. Aunque experimentamos la vida como una serie de episodios mentales, como las imágenes de una película, estos episodios están formados por percepciones, emociones, ideas y conciencia del yo que provienen de distintas regiones cerebrales. ¿Son conscientes los animales? Y si es así, ¿hay diferencias entre la consciencia animal y la consciencia humana? Animales con sistemas nerviosos complejos, como los mamíferos y las aves, tienen consciencia central. La mayoría de las otras especies animales (insectos, almejas, caracoles, gusanos, corales, medusas, erizos de mar, esponjas, etc.) son probablemente autómatas inconscientes, porque carecen de un sistema nervioso lo suficientemente complejo como para producir una representación de sus cuerpos en su entorno. Tienen solo una serie de comportamientos predeterminados en respuesta a estímulos específicos, como las computadoras que manejan los autos sin conductor. Otros animales (peces, lagartos, pulpos) se encuentran en algún punto intermedio. El límite entre lo que los animales son conscientes y los que no lo son es difuso y necesita aclararse. Sin embargo, solo los humanos tienen consciencia extendida, ego, teoría-de-mente, intérprete y consciencia cultural. Por supuesto, dado que la evolución es un continuo, a medida que nos acercamos a los humanos vemos emerger gradualmente algunas de estas funciones. Se ha detectado una teoría-de-mente rudimentaria en chimpancés [10]. Sorprendentemente, una primordial consciencia extendida parece estar presente en animales que no están en el linaje evolutivo de los humanos, como delfines, elefantes, loros y cuervos. Esto sugiere que la consciencia extendida no es una casualidad evolutiva, sino una adaptación importante que surge una y otra vez en el juego de ruleta de la mutación y la selección natural. ¿Cómo aparece la consciencia durante la evolución? La consciencia no es un epifenómeno sino el resultado lógico de la necesidad de integrar percepción y movimiento en un modelo común. La misma necesidad de integración de percepción y acción surge cuando diseñamos un robot o un automóvil autónomo. Además, la representación del cuerpo como un objeto clave que necesita ser protegido da lugar espontáneamente a la aparición del proto-yo. La ventaja evolutiva de la cooperación sin trampas, y la necesidad de compartir y almacenar grandes cantidades de información, son suficientes para explicar el surgimiento de la consciencia extendida en los humanos. En cierto modo, es una consecuencia indirecta de otras propiedades adaptativas de la mente como son las emociones sociales, la memoria autobiográfica y la teoría-de-mente. Estas funciones están tan estrechamente vinculadas a la consciencia extendida que prácticamente la hacen inevitable. La consciencia es un fenómeno natural. Es hora de que dejemos atrás ideas místicas de que la consciencia es una esencia misteriosa que existe separada de la materia. La consciencia, como la vida, se vuelve aún más hermosa e impresionante a medida que la entendemos en su asombrosa complejidad. Copyright 2021 Hermes Solenzol. Referencias Craig, A D. Human feelings: why are some more aware than others? Trends Cogn Sci 8: 239-241 (2004) Craig, A D. How do you feel--now? The anterior insula and human awareness. Nat Rev Neurosci 10: 59-70 (2009) Craig, A D. The sentient self. Brain Struct Funct 214: 563-577 (2010) Craig, A D. Significance of the insula for the evolution of human awareness of feelings from the body. Ann N Y Acad Sci 1225: 72-82 (2011) Damasio, A R, The Feeling of What Happens: Body and Emotion in the Making of Consciousness. 1999, San Diego, New York, London: Harcourt, Inc. Dennett, D C, Consciousness Explained. First ed. 1991, Boston, Toronto, London: Little, Brown and Co. Gogolla, N. The insular cortex. Curr Biol 27: R580-R586 (2017) Gu, X, X Liu, K G Guise, T P Naidich, P R Hof, J Fan. 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  • Manifiesto Sexo-Positivo

    Los principios de la cultura sexo-positiva son interdependientes y se basan en la libertad y autonomía personal. La cultura sexo-positiva surgió de la liberación sexual de los años 60 y de la Guerra del Sexo dentro del movimiento feminista, que comenzó en los años 80 y persiste hasta hoy en día. Esta prolongada lucha entre feministas radicales y feministas sexo-positivas dio lugar a una cultura que acabó por expandirse del feminismo a la sociedad en general. Las ideas sexo-positivas se basan en el principio de la autonomía personal, que establece que toda persona tiene derecho a decidir qué hacer con su cuerpo y su mente. No se trata de un principio absoluto, sino que debe equilibrarse con los derechos y la seguridad de los demás. Puede ser anulado por bienes colectivos, como las campañas de vacunación o las cuarentenas durante las epidemias. Pero éstas deben ser siempre circunstancias especiales. La voluntad de la mayoría no puede borrar la autonomía personal, pues eso equivaldría a una dictadura de la mayoría. Un sistema democrático no es sólo aquel en el que las decisiones se toman por votación o por representantes electos, sino que debe incluir el respeto a los derechos de las minorías y a la autonomía personal. A eso lo llamamos libertad. Este artículo es un compendio de las principales ideas sexo-positivas. En él quiero mostrar cómo estas ideas se derivan lógicamente del principio de autonomía personal y de lo que sabemos sobre la sexualidad humana. 1) El sexo es un derecho humano Debemos empezar por reconocer que el sexo es una necesidad biológica en los seres humanos, tan poderosa como respirar, beber, comer, protegernos del frío y estar seguros. Dado que estas necesidades biológicas se reconocen como derechos humanos, el derecho al sexo también debería ser un derecho humano. 2) El placer y el deseo sexual son intrínsecamente buenos El sexo no debe ser considerado sólo como una necesidad a ser saciada, sino como algo que contribuye en gran medida a enriquecer nuestras vidas. Así mismo, el deseo sexual debe ser valorado, no considerado como algo que necesita ser satisfecho de la manera más expeditiva. Dado que el sexo es bueno en sí mismo, no necesita justificarse en base a nada más, sea la reproducción o el fortalecimiento de una relación. La ciencia nos muestra que, en los seres humanos, el sexo no sirve sólo para la reproducción, sino que ha sido cooptado para promover la vinculación afectiva. Prueba de ello son las numerosas anomalías de la sexualidad humana en comparación con la de otros mamíferos. Por lo tanto, la afirmación que hacen muchas religiones de que el sexo solo es ético cuando es encaminado a la reproducción se basa en ideas falsas sobre la naturaleza humana. La cultura sexo-positiva también rechaza la idea de que el sexo solo es ético cuando lo practican personas casadas, en una relación, o que se aman. Eso haría que la masturbación y el sexo casual no fueran éticos. Todo lo contrario: dado que el sexo es un derecho humano y un bien en sí mismo, no debe prohibirse su disfrute a personas que no pueden o no quieren establecer una relación romántica. 3) Toda forma de sexo - vaginal, oral, anal, sadomasoquista, etc. - es igualmente válida Dado que el sexo es bueno en sí mismo y no tiene por qué conducir a la reproducción, todas las formas de sexo que sean seguras y consentidas son válidas. Además, es bueno que haya múltiples formas de expresión sexual, porque la variedad enriquece la vida humana. Así como nos gusta beber diferentes bebidas y comer diferentes alimentos, está bien que disfrutemos de diferentes formas de sexo. 4) El sexo homosexual es válido y no debe ser perseguido El hecho de que el sexo sea intrínsecamente bueno justifica los actos sexuales entre personas del mismo sexo. Recíprocamente, reprimir el sexo homosexual no es ético porque viola la autonomía personal. Este es un punto principal de confrontación entre la cultura sexo-positiva y los conservadores. No es lógico que se defienda libertad para algunas actividades y no para la sexualidad. 5) La represión sexual es abuso sexual La represión sexual no es ética porque atenta contra la libertad y la autonomía personal. Si el sexo es un derecho humano y un bien intrínseco, está mal negárselo a alguien. 6) La violación y el abuso sexual son crímenes que producen un enorme trauma psicológico El principio de autonomía personal muestra que la violación y el abuso sexual son profundamente inmorales. Además, sabemos que la violación y el abuso sexual producen formas particularmente nocivas de traumas psicológico. Por lo tanto, el consentimiento es fundamental para cualquier acto sexual. Dado que existen muchas formas sutiles de coacción, es importante establecer claramente los particulares y los límites del consentimiento. Otro tema es la seguridad frente a las enfermedades de transmisión sexual (ETS), el embarazo y el trauma emocional. Sin embargo, el principio de autonomía personal establece que las personas deben ser libres de participar en comportamientos inseguros, siempre que no comprometan la seguridad de los demás. De lo contrario, le daríamos al Estado el derecho de prohibir cualquier conducta insegura, como la práctica de deportes de riesgo. Pero debe quedar claro que si ponemos a otros en peligro, por ejemplo, ocultando información sobre una ETS, violamos su autonomía personal. 7) El sexo entre adultos y menores también es traumático y criminal El sexo entre adultos y niños o adolescentes también es traumático. Además, tener relaciones sexuales es una decisión que requiere madurez, dadas sus consecuencias físicas y emocionales. Sin embargo, los niños tienen su propia sexualidad. Se masturban e incluso interactúan sexualmente con otros niños. Esto debe permitirse, ya que de lo contrario corremos el riesgo de traumatizar al niño con represión y vergüenza sexual. Sin embargo, es un tema delicado que plantea consideraciones sobre el consentimiento (un niño podría abusar sexualmente de otro niño) y la seguridad (el posible daño físico y emocional producido por juegos sexuales). La mejor manera de abordar estos problemas sería brindando educación sexual a los niños desde una edad temprana, y dándoles supervisión y apoyo. 8) Los derechos reproductivos son fundamentales Aunque el sexo no es exclusivamente para la reproducción, el embarazo puede ser una consecuencia no deseada del sexo heterosexual. La libertad sexual de hoy en día se hizo posible gracias al descubrimiento de los anticonceptivos en los años 50 y 60. Éstos deben ser asequibles a todos, al igual que una educación verídica sobre su seguridad y eficacia. Dado que las mujeres tienen derecho a la autonomía corporal, no deben ser obligadas a tener un embarazo no deseado. La idea de que el embrión y el feto son personas es una creencia religiosa, que no debe imponerse a personas que no deseen compartirla. Por lo tanto, el aborto debe ser asequible y seguro, siendo realizado por profesionales médicos con los medios adecuados. La otra faceta del derecho a la reproducción es que a todo el mundo se le debe permitir tener hijos cuando lo deseen. Por lo tanto, se debe tener acceso a medios para combatir la infertilidad, y también a la adopción. En esto discrepamos con los conservadores religiosos, que quieren prohibir procedimientos como la fertilización in vitro. Además, los conservadores también quieren prohibir que los homosexuales adopten. Dicha prohibición es discriminatoria e injusta. Aunque las feministas radicales y las sexo-positivas están de acuerdo sobre los temas de anticoncepción y el aborto, las feministas radicales quieren prohibir los embarazos subrogados. Al igual que con la prostitución, las mujeres deben ser libres de usar sus cuerpos para llevar un feto para otras personas y recibir un pago por este servicio. De lo contrario, esto vulneraría su derecho a la autonomía corporal. 9) La masturbación es ética y una manera excelente de aprender sobre tu sexualidad Ésta es otra consecuencia del principio de autonomía personal y de la idea de que sexo es intrínsecamente bueno. Los conservadores y los religiosos han difundido muchas mentiras para convencer a la gente de que la masturbación no es saludable. Pero es al revés: la masturbación es uno de los actos sexuales más seguros, sin riesgos de ETS, embarazo o trauma emocional. La masturbación también es una manera excelente de aprender sobre tu deseo y placer sexual. Sirve para preparar a la gente para tener encuentros sexuales sanos y satisfactorios. 10) La pornografía es ética Hoy en día, muchas personas usan pornografía para masturbarse. La pornografía ha sido uno de los principales puntos de disensión entre las feministas radicales (también llamadas feministas anti-porno) y las feministas sexo-positivas. En los años 70 y 80, las feministas radicales alegaron que la pornografía era utilizada sólo por hombres, que degrada a las mujeres y que explota a quien la hace. Pero se demostró que estas afirmaciones eran incorrectas cuando las mujeres comenzaron a ver pornografía e incluso a hacer su propia pornografía, a veces por dinero, a veces por diversión. El exhibicionismo resultó ser parte de la sexualidad de muchas mujeres. Esto quedó claro cuando las normas sociales contra la pornografía comenzaron a erosionarse y la internet y los móviles permitieron publicar fotos sexys de forma anónima. La pornografía conlleva la autonomía personal de dos tipos de personas: las que la miran y las que la producen. Por lo tanto, reprimirla viola los derechos de estas dos clases de personas. Por supuesto, si falta consentimiento y hay explotación, esto infringe los derechos de los modelos que hacen pornografía. Sin embargo, la explotación no es exclusiva de este negocio, y se agrava cuando la pornografía es prohibida, perseguida o estigmatizada. Los consumidores de pornografía pueden asegurarse de que no están explotando a los artistas si pagan por ella y la obtienen a través de canales legítimos. Esta es una batalla que los conservadores y las feministas radicales han perdido en buena medida. Pero no se dan por vencidos. Su último envite es representar la pornografía como insalubre y adictiva. Esto debería recordarnos a las mentiras que se dijeron durante mucho tiempo sobre la masturbación. Si bien es cierto que algunas personas desarrollan un comportamiento compulsivo hacia la pornografía, esto también ocurre con otras actividades como comer, beber y jugar. Pero el comportamiento compulsivo y la adicción son cosas diferentes. La compulsión es un problema in preexistente en estas personas; no es causado por las cosas que les obsesionan. 11) La prostitución y el trabajo sexual son éticos y no deben ser perseguidos La prostitución se ha convertido en el principal punto de discordia entre las feministas radicales y la cultura sexo-positiva. Junto con la pornografía y el BDSM (bondage, dominación-sumisión, sadismo y masoquismo), la prostitución formó una tríada que el feminismo radical comenzó a combatir en los años 70 y se convirtió en objeto de la Guerra del Sexo. Desafortunadamente, la prostitución es el asunto en el que las feministas radicales han obtenido sus mayores victorias. Consiguieron imponer en muchos países el Modelo Nórdico, basado en perseguir a los clientes y no a las prostitutas. Aliadas con los conservadores, difunden la mentira de que la prostitución y el tráfico sexual son la misma cosa. El principio de autonomía personal implica que cualquier adulto debe poder tener relaciones sexuales consentidas. El que el sexo sea pagado es irrelevante. Reprimir el sexo consentido viola la autonomía personal y, por lo tanto, no es ético. Esto quiere decir que, no sólo la prostitución es ética, sino que prohibirla, perseguirla o estigmatizarla es inmoral. Estos son los principios que guían a los que mantienen ideas sexo-positivas y a las organizaciones que las prostitutas están creando para defenderse. La internet y las prácticas sexuales modernas han desdibujado las líneas entre la prostitución, la pornografía y otras actividades sexuales por dinero. Hoy en día hay escorts, sugar babys, gigolós, cam girls, sexo telefónico, Dominatrices profesionales, Dominantes profesionales, sumisas profesionales, dominación financiera, Only Fans, escritura erótica, lap dance y muchas otras formas de monetizar el sexo. Es por eso que el término trabajo sexual, que abarca todo esto, es mucho más preciso que el de prostitución. Y es gracias a esta diversidad, proliferación y aceptación que la lucha para ilegalizar el trabajo sexual finalmente fracasará. 12) BDSM es una forma válida de expresión sexual El sadomasoquismo, hoy mejor conocido por las siglas BDSM, fue uno de los tres blancos del feminismo radical de los años 70. Fue lo que directamente provocó la Guerra del Sexo Feminista, cuando la organización de lesbianas BDSM Samois de San Francisco se rebeló contra el feminismo radical. Pero Samois fue solo una entre varias organizaciones BDSM que comenzaron a surgir en los años 70 y florecieron en los años 80: The Eulenspiegel Society en Nueva York, Black Rose en Washington, DC, Threshold en Los Ángeles, Society of Janus en San Francisco y muchas otras. BDSM era un blanco fácil porque dominar a alguien parece ser la antitético a la autonomía personal. El deseo de dar o recibir dolor, o de dominar o ser dominado, pude parecer enfermizo a primera vista. Por eso, las organizaciones BDSM pusieron manos a la obra durante los años 80 para sentar las bases éticas del BDSM. Se establecieron los principios de “seguro, sensato y consentido”, así como medios para salvaguardar dichos principios, como la negociación, los límites, las palabras de seguridad y los cuidados posteriores. De hecho, hoy en día se están adoptando medios similares para garantizar el consentimiento en el sexo vainilla. Los deseos sadomasoquistas y las formas de satisfacerlos son tan legítimos como cualquier otro acto sexual. El principio de autonomía personal se aplica igualmente a ellos, dentro de los límites de la seguridad y el consentimiento. De hecho, estos límites se han explorado con más detalle en el ámbito del BDSM que en cualquier otra actividad sexual. 13) El poliamor y las relaciones abiertas son alternativas éticas a la monogamia La no-monogamia ética tiene raíces antiguas, que se remontan a los escritos del psicólogo Eric Fromm y el novelista Aldous Huxley en el siglo 20, e incluso antes. El amor libre de los años 60 cristalizó en varias formas de no monogamia: Swinging, o intercambio de pareja, es cuando las parejas tienen relaciones sexuales con otras personas o parejas, pero sin una relación romántica. Relación abierta es cuando las personas de una pareja buscan sexo independientemente, también sin compromisos románticos. En el poliamor, tanto el sexo como el enamorarse están permitidos, dando lugar a tríadas, cuaternas y configuraciones románticas complejas. En la infidelidad consentida (“cuckolding”) se fetichiza el adulterio haciendo que un partícipe (el cornudo) mire mientras la otra (la esposa caliente) tiene relaciones sexuales con un extraño (el toro). La anarquía relacional busca relaciones sexuales y románticas no normativas sin jerarquía, posesión y control. Una vez más, el principio de autonomía personal establece que no hay nada inmoral en el sexo y el amor entre múltiples personas. La proliferación de estas formas de no-monogamia ética cuestiona la idea de que los seres humanos somos monógamos por naturaleza. Los celos son vistos como una emoción creada culturalmente que puede ser superada e incluso convertida en su opuesto, la compersión: sentirse feliz cuando quien queremos es feliz y amado por otros. Estas nuevas relaciones llevan a la toma de conciencia de que la monogamia es un conjunto de normas culturales tan opresivas como el patriarcado y la heteronormatividad. Infringir las normas de la monogamia conlleva la pena de muerte en muchos países, lo mismo que el ser homosexual. Incluso en las sociedades occidentales más avanzadas, ser no-monógamo está más estigmatizado que ser gay. Te puede hacer perder a tus hijos, tu estatus social y tu trabajo. Cuestionar la monogamia también está reduciendo el estigma del adulterio. Debemos darnos cuenta de que el poder ejercer la no-monogamia ética es un privilegio que no está al alcance de todos. Cuando alguien está atrapado en una relación sin sexo y su pareja no les permite practicar la no-monogamia, el adulterio puede ser la menos mala de sus opciones. 14) Derechos trans Tu sexualidad no es solo el sexo que practicas, también es una parte fundamental de tu identidad. Esto queda claro en las personas que experimentan disforia sexual: la sensación de que el género que te han asignado no es el que eres. La medicina moderna ha hecho posible cambiar el sexo de las personas mediante el reemplazo hormonal y la cirugía. Hay una gran controversia hoy en día sobre la diferencia entre sexo - que atañe a la biología - y género - que se basa en la cultura. Sin embargo, la ciencia muestra que muchas de las diferencias sexuales son inducidas por las hormonas sexuales. Por lo tanto, el reemplazo hormonal produce un cambio de sexo y no sólo de género, que puede completarse con cirugía. Ser capaz de elegir el sexo y el género supone un incremento en la libertad de las personas. Negar esta posibilidad es violación más del principio de autonomía personal. Y, sin embargo, los derechos de las personas transexuales se han convertido en la última batalla entre las feministas radicales y las feministas sex-positivas. Y, una vez más, vemos como las feministas radicales se alían con los conservadores. El feminismo radical no es tan progresista como pretende, sino una ideología opresiva que, una y otra vez, se opone a la libertad de las personas en nombre de dogmas cuestionables. Conclusiones La cultura sexo-positiva ha desenmascarado las numerosas formas de opresión que envuelven la sexualidad humana y el amor romántico. Ha denunciado como inmorales a la homofobia, la transfobia, el tildar de prostituta (slut-shaming) y la monogamia obligatoria. Ha puesto el consentimiento y la seguridad en el centro de las discusiones sobre sexo. Esta lista terminó siendo más larga de lo que pensaba. Y probablemente me he dejado fuera algunas cosas. Si es así, indícalo en los comentarios. En cualquier caso, espero que este manifiesto sea un buen punto de partida. Para animar a la difusión de este manifiesto, permito que se distribuya bajo una licencia de Creative Commons 4.0, incluido el uso con fines comerciales. Sin embargo, esta licencia requiere reconocer a Hermes Solenzol como el autor y adjuntar un enlace al artículo original en el sitio web Sexo, Ciencia y Espíritu. Copyright 2022 Hermes Solenzol

  • La sumisa consentida (parte 2)

    Un encuentro muy especial entre una sumisa algo novata y un Dominante lo suficientemente experto para hacerla gozar de las formas más perversas. Me he dejado caer a tu lado, abrazándote. Me devuelves el abrazo y ocultas la cara en mi hombro. Sé que el orgasmo te ha dejado relajada y satisfecha, que ha alejado tu resistencia y tus miedos, pero también sé que te sientes confusa y sorprendida por haber llegado tan lejos. -Estoy muy orgulloso de ti, ratoncito -te digo la oído mientras te acaricio el pelo-. Ya sé el trabajo que te ha costado obedecerme… Pero, ya ves, ha valido la pena, ¿a que sí? Por toda respuesta frotas la nariz contra mi hombro. -Has sido una buena chica, Beatriz. Bajo la mano por tu espalda y te acaricio el culo, disfrutando de lo suave y lo caliente que te lo han dejado mis azotes. Tú sigues apretada contra mí. Tu respiración, que noto como una corriente de aire cálida y húmeda en mi hombro, se ha vuelto tranquila y regular. Te debes haber dormido. Me gusta tenerte desnuda a mi lado. Pienso en las cosas que te haré a continuación. Me pregunto si serás capaz de llegar hasta el final. -¿No me ibas a enseñar lo rojo que me has puesto el culo? -dices de repente. Así que no estabas dormida, después de todo. Me te cojo en brazos otra vez y te llevo frente al espejo, eligiendo el ángulo justo para que puedas verte el trasero. -¡Pues no está tan rojo! -dices con una risita. -No… Más bien sonrosado. Pero no te preocupes, luego le daré otro repaso. -¿Qué me vas a hacer ahora? -De momento, quiero que te pongas de rodillas aquí, frente al espejo. Sonríes porque te gusta esa postura: sentada sobre los talones, muy derecha, las manos sobre tus muslos con las palmas hacia arriba. Yo recojo la cuerda roja de encima de la cama. Te junto los brazos detrás de la espalda, los dedos apuntando en direcciones opuestas, y te los ato como antes. Estás completamente inmovilizada. Contemplas tu pecho erguido en el espejo. -Rodillas separadas, ratoncito -te digo al oído. Tú obedeces enseguida y me sonríes. Te gusta mucho esa postura, ya lo sé. He hecho una cola de caballo con tu melena en mi puño y me entretengo dándote tirones para hacerte subir la barbilla. Te cojo un pezón entre mis dedos y te lo acaricio, te lo pellizco y te lo retuerzo hasta hacerlo erguirse. Hago lo mismo con el otro pezón. Has empezado a contorsionarte, pero estás bien atada y no osas abandonar tu postura. Tu respiración se ha vuelto agitada. No necesito tocarte para saber lo mojada que estás. Saco de mi bolsa un antifaz de cuero, con el que cubro tus ojos para privarte de la visión. Te quedas muy quieta, expectante. Me coloco unos pasos detrás de ti y empiezo a desnudarme: me quito los zapatos, me desabotono la camisa. Sé que puedes oír el roce suave de mis dedos contra la ropa, imaginarte lo que estoy haciendo… pero no del todo, porque nunca me has visto desnudo. El sonido de la cremallera de mi pantalón al abrirse es inconfundible, puedo ver como te estremeces al oírlo. Ninguno de los dos decimos nada. El silencio es intenso, tirante, subrayado por los ruidos distantes de la calle. Lo que saco ahora de mi bolsa es un pequeño vibrador. Me arrodillo detrás de ti, lo suficientemente cerca para que puedas sentir el calor de mi cuerpo en tu espalda, lo suficientemente lejos para que mi piel no entre en contacto con la tuya. Enciendo el vibrador y, antes de lo te des cuenta de lo que significa ese ruido, te lo he metido entre los labios del coño. Lo recibes con un sobresalto y una inspiración. Al principio te resistes al placer que te impongo, retorciéndote, gimiendo. Sé que has pensado cerrar los muslos, pero has aguantado el impulso a tiempo de evitar el doloroso azote en la pierna que te iba a costar tu desobediencia. Poco a poco mi piel va entrando en contacto con la tuya: el brazo que sostiene el vibrador contra tu costado, mis rodillas contra tus nalgas y tus pies, mi pecho contra tu espalda, mi verga endurecida contra tus manos atadas. Sabes lo que es. Sabes que si cierras la mano puedes apoderarte de ella, pero tú haces como que no te das cuenta, mientras el vibrador te inflige su dulce tormento. Te miro en el espejo, espiando cada gesto de tu rostro, el ritmo irregular de tu respiración que hace vibrar tus pechos como flanes. Te estás acercando. Detrás del antifaz que venda tus ojos te sientes segura, arropada, entregada sin duda a imágenes salvajes que invaden tu imaginación. Con mi otra mano te acaricio el pezón y eso te lleva al borde del precipicio. Espero un segundo más… dos… y consigo retirar el vibrador a tiempo de evitar que te corras. -¡Nooo! -exclamas en un gemido de frustración. -¡Vamos, vamos, ratoncito! ¿Qué quieres, poder correrte siempre? Las buenas sumisas se corren sólo cuando se les da permiso, ya lo sabes. -¡Por favor, por favor! -imploras quejumbrosa. -Por favor… ¿qué? Espero pacientemente mientras tú te decides a formular tu súplica. -Por favor… Déjame que me corra. -Podrás correrte, pero no con el vibrador… ¿Vas a ser buena, Beatriz? -No sé… ¿Que quieres que haga? Me pego a ti y te susurro al oído: -Quiero que me respondas a una pregunta. ¿Quieres que te haga el amor o que te folle? Te quedas callada otro rato. Oigo tu respiración agitada. -No sé… ¿Cuál es la diferencia? -Te puedo desatar, llevarte a la cama ya hacerte el amor como se hace con las amantes. O te puedo follar como se hace con las sumisas. -¿Y cómo sería eso? -No te lo pienso decir. A las sumisas no se les dan explicaciones. Tu silencio esta vez es más corto de lo que yo anticipaba. -Quiero ser tu sumisa. Quiero que me folles como a una sumisa… Pero me da un poco de miedo. -No te preocupes, ya verás como todo va salir fenomenal. Te ayudo a levantarte y te dejo sentada en la cama mientras lo preparo todo. Coloco una silla de lado frente al espejo. Desenrollo un condón sobre mi erección. Tú te has quedado muy quieta, ciega detrás del antifaz, preguntándote qué significa lo que oyes, preguntándote qué vendrá a continuación. Cuidadosamente, te recuesto bocabajo sobre la silla, enfrentando al espejo. Te obligo a abrir las piernas y vuelvo a deslizar el vibrador entre tus labios, pero en cuanto el placer empieza a agitarte lo retiro y te doy unos fuertes cachetes en el trasero. Repito la operación varias veces, hasta que esa alternancia de placer y el dolor te enloquecen, y terminas por revolverte y quejarte. Es entonces cuando, con una mano plantada firmemente sobre tus manos inmovilizadas por la cuerda en tu espalda, te penetro, lentamente, implacablemente, demostrándote que te poseo cuando quiero y como quiero, hasta que mi pubis entra en contacto con tus nalgas enrojecidas. Empiezo a bombearte despacio, pero aunque tu respiración agitada te traiciona, tú no quieres concederme la satisfacción de un gemido, de un agitar tus caderas al compás que te marco. Agarro el vibrador, te lo planto descaradamente sobre el clítoris y eso desencadena finalmente la tormenta. Das un gritito y estiras las piernas, buscando apoyo con los pies en el suelo, no sabiendo si quieres luchar con la polla endurecida que te atraviesa o entregarte a ella. Te suelto las manos, te doy un azote en el culo y empiezo a follarte sin contemplaciones. Mientras mi mano izquierda sigue torturándote con el vibrador, con la derecha te arranco el antifaz y te cojo del pelo para obligarte a levantar la cara y mirarte en el espejo. A mirarnos en el espejo. Así me ves desnudo por primera vez, pero no alcanzas a verme entero, porque una parte de mí está dentro de ti, enterrada entre tus nalgas calientes y rojas, dándote tu lección definitiva de sumisión. -¡Mírate, ratoncito! ¡Mira lo que te hago! ¿Ves? ¡Así es como se folla a una sumisa! Intentas cerrar los ojos pero te los vuelvo a abrir de un tirón de pelo. Tu mirada somnolienta de placer recorre tu espalda, tus manos atadas, mi vientre bombeándote, el placer creciente que se refleja en mis ojos. Entonces vuelves a cerrar los tuyos y ya no puedo hacer nada para evitarlo, porque puedo ver claramente en el espejo las ondas de placer recorriéndote el cuerpo, puedo notar tu vagina apretándose espasmódicamente alrededor de mi polla. Me entierro definitivamente en ti y yo también, por fin, me abandono a mi placer. Te he devuelto a la cama y te he desatado las manos. Tú, ahora segura en tu desnudez, apoyas la cabeza en mi hombro y cruzas tu muslo sobre mi vientre. Yo te acaricio suavemente el pelo. -Está claro, Beatriz… Te tengo demasiado consentida. Levantas la cabeza de mi hombro para mirarme con alarma. -¿Por qué? ¿No me he portado bien? -Bastante bien… Pero deberías haberme pedido permiso antes de correrte. -Pero es que yo… con todo lo que me estabas haciendo… ¿cómo iba…? No podía… Dejas caer la cabeza en mi hombro, frustrada. -Tienes razón -acabas por reconocer-. No he sido una buena sumisa, sólo pienso en correrme y eso no puede ser. Me tienes demasiado consentida. -¡Si te lo decía en broma, ratoncito! Si hubiera querido que me pidieras permiso yo mismo te lo hubiera recordado. No te preocupes, que has sido una buena sumisa. ¿Te lo has pasado bien? -¡Muy bien! -Pues eso es lo importante. Otro día avanzaremos un poco más en tus lecciones de sumisión. -¿Sabes? Me alegro mucho haber elegido que me follaras. Hacer el amor no hubiera sido ni la mitad de divertido. Me gusta que me trates como una sumisa, que me folles sin contemplaciones y me dejes el culo bien caliente, como lo tengo ahora. -De mil amores, ratoncito. -Pero no quiero dejar de ser tu sumisa consentida. Quiero que me mimes y me hagas gozar hasta que ya no pueda resistirme a ti. Quiero que me lleves de la mano, pasito a pasito, hacia el sitio donde ya no me queda más remedio que entregarme a ti, como has hecho hoy. Copyright 2021 Hermes Solenzol. Prohibida la reproducción.

  • ¿Qué se hace en una relación de Dominación/sumisión?

    Hay mucho escrito sobre las diferentes técnicas que se usan en el sadomasoquismo y el bondage, pero se ha puesto mucho menos esfuerzo en sistematizar la dinámica de las relaciones de Dominación/sumisión (D/s). En este artículo me voy a referir al Dominante como hombre y a la sumisa como mujer, dejando en claro que lo que digo puede aplicarse a cualquier posible combinación de roles y géneros. También debo aclarar que todo esto se refiere a relaciones de larga duración, no a lo que pasa durante una sesión asilada. Al hablar de D/s, hay que darse cuenta de que se trata de relaciones en las que conscientemente se elige desviarse de los principios que guían a una relación vainilla: igualdad autonomía personal independencia respeto Aunque estos valores siguen estando presentes, adquieren una forma distinta por el hecho de que la sumisa le otorga una gran cantidad de poder al Dominante, lo que establece una desigualdad básica en la relación. Desde luego, la sumisa pierde una buena parte de su autonomía personal. El uso del castigo, el dolor y la humillación puede dar la impresión a los mal informados de que la relación es abusiva. Sin embargo, todo esto ocurre dentro de los parámetros de “seguro, sensato y consentido”. En particular nos debe preocupar la sensatez, ya que este tipo de relaciones pueden degenerar fácilmente en el abuso psicológico (véase Cómo reconocer el maltrato en las relaciones de D/s). En particular, deberemos prestar especial atención a cosas que puedan dañar la autoestima o que puedan crear dependencia. Mi propuesta es que una relación de D/s incluye los siguientes siete elementos: obediencia, entrega, servicio, disciplina, castigo, actitud y follada mental. 1 - Obediencia Obediencia es, simplemente, cumplir las órdenes del Dominante. Ésta es la parte más obvia de la relación D/s: uno manda y el otro obedece. Un buen Dominante escoge cuidadosamente las órdenes que da, teniendo en consideración las necesidades de la sumisa y el nivel de desarrollo de la relación. Hay que tener en cuenta que la sumisa es un adulto que vive una vida compleja, con lo que una orden mal pensada puede afectar negativamente su vida. Por otro lado, si la sumisa encuentra que no puede seguir una orden, que debe discutirla o usar la palabra de seguridad para evitarla, su confianza en la Dominante se verá minada. Una buena estrategia es delimitar las órdenes a un área de la vida de la sumisa que quedaría bajo el control de la Dominante. La más obvia es su sexualidad. Es mejor no tocar la vida profesional de la sumisa y las relaciones que tenga con amigas y parientes… Recordemos que el manipular el entorno social de la sumisa es uno de los signos de abuso emocional. Por supuesto, no se debe ordenar nunca nada ilegal o inmoral. No hay nada más despreciable que un Dominante que usa su sumisa para hacer daño a otros. 2 - Entrega Entrega significa que la sumisa debe abrirse física y mentalmente al Dominante. Éste puede empezar por afirmar su derecho a tocar íntimamente a la sumisa cuando quiera y donde quiera: sus manos, su nariz, su culo, su coño. El cuerpo de la sumisa está a su disposición para disfrutarlo y para estimularlo con placer o con dolor, a su discreción. Esta entrega física debe venir acompañada de una apertura mental en la que la sumisa lo hace partícipe de sus fantasías secretas, de sus miedos, de sus deseos. De nuevo, el sexo puede ser un buen punto de partida, pero esto se puede extender a otras partes de su vida. Por su parte, el Dominante debe abstenerse en lo posible de juzgarla, porque hacer que la sumisa se sienta culpable o avergonzada traicionaría su confianza en él. Ella se ha hecho vulnerable al revelar sus secretos y si descubre que se usan contra ella, su reacción natural será volver a erigir sus barreras defensivas. La entrega definitiva tiene lugar durante el sexo. Aquí debemos abandonar los escrúpulos del sexo vainilla. A la sumisa no se le hace el amor. Se la folla, con todas las connotaciones de subyugación y humillación que conlleva esa palabra. Puede que se la posea rudamente por detrás, negándole la visión del rostro del Dominante. Puede que se la ate en posturas expuestas y humillantes en las que no pueda negarle el acceso al Dominante o moverse para buscar su propio placer. Puede que se la obligue a ver su propia degradación en un espejo. Puede que ella disfrute de la follada o puede que la deteste, o las dos cosas a la vez, según se lo imponga el Dominante. Y, por supuesto, sólo podrá correrse con su permiso. 3 - Servicio Servicio quiere decir que la sumisa trabaja para agradar y satisfacer los deseos del Dominante. Mientras que la entrega es pasiva, el servicio es activo. El servicio va más allá de la mera obediencia, porque una buena sumisa se esfuerza en anticipar los deseos del Dominante. Por su parte, él debe de tener cuidado de no inhibir su creatividad al ser demasiado controlador. Por supuesto, en la medida de lo posible, la sumisa debe pedir permiso antes de realizar un servicio. El tener a una sumisa bien entrenada en actos de servicio le permitirá al Dominante relajarse y disfrutar de la relación sin tener que estar pendiente todo el tiempo de decidir lo que hacer a continuación. 4 - Disciplina La disciplina incluye una serie de ejercicios en los que el Dominante afirma su control sobre la mente y el cuerpo de la sumisa. La manera más evidente de hacer esto en una sesión sería llevar al sumisa por varios niveles de placer y dolor hasta volverla completamente maleable a su voluntad. En la disciplina es donde la D/s se mezcla con el sadomasoquismo. Tanto el dolor como el placer tienen la propiedad de la saliencia - que consiste en imponerse a la consciencia, obligándonos a prestarles atención. Por ese motivo, le proporcionan a la Dominante la manera perfecta de invadir la mente de la sumisa. De todas formas, la disciplina va mucho más lejos que el placer y el dolor. Se extiende más allá de una simple sesión. El Dominante le dará a la sumisa una serie de tareas para realizar fuera de su presencia con el fin de entrenarla. Éstas pueden incluir, por ejemplo, ejercicios Kegel, llevar un butt plug, ejercicios físicos, asignaciones de lectura, horario de acostarse y levantarse, modificaciones en la dieta, escribir un diario, etc. Una forma de disciplina que se les impone con frecuencia a los sumisos es el control de la erección y de la eyaculación. Aunque algunas formas de disciplina pueden ser desagradables, no se imponen como castigo sino como entrenamiento. 5 - Castigo Los castigos son necesarios porque la sumisa tiene que enfrentarse con las consecuencias de cometer errores en la relación o en su vida en general. El Dominante puede limitarse a regañarle, puede imponerle un castigo doloroso, o puede asignarle una tarea desagradable. El tema de los castigos es delicado porque vivimos en una sociedad tremendamente punitiva que nos expone desde la infancia a la culpa y la vergüenza que conllevan la desobediencia y el fracaso. Por lo tanto, el significado del castigo debe de ser establecido cuidadosamente desde el principio de la relación, enfatizando sus propiedades catárticas y curativas. Con la ayuda del Dominante, la sumisa puede sacar a la superficie la culpa y la vergüenza asociadas no sólo a su mal comportamiento reciente, sino a errores de su pasado. El dolor y la humillación del castigo erosionan esas emociones negativas, y purifican el ego. Para que este proceso sea verdaderamente curativo, es esencial que el castigo termine con un buen cuidado posterior en el que el perdón del Dominante sirva para conseguir que la sumisa se perdone a sí misma. Toda mala acción ha sido pagada y es relegada al pasado, y la sumisa puede avanzar en su vida purificada y libre de culpa. Ha aceptado su debilidad. Ha experimentado el poder que le ha otorgado al Dominante sobre ella. Con ello se ha vuelto más fuerte como persona y mejor como sumisa. Paradójicamente, al entregarse al Dominante ha conseguido liberarse de sus demonios internos. 6 - Actitud El tener una actitud adecuada significa que la sumisa aprende a desenvolverse y comportarse de una forma que expresa un estado mental de sumisión. Como cada pareja de Dominante y sumisa entiende la D/s de una manera distinta, no todas las sumisas desarrollan la misma actitud. Algunas sumisas son mansas y serviles, mientras que otras son orgullosas y rebeldes. Un tipo de sumisa baja la mirada ante su Dominante, camina detrás de él y habla sólo cuando se le pregunta. Otro tipo levanta el mentón con orgullo, reta al Dominante, le mira a los ojos con desafío y dice lo que le parece. Entre estos extremos cabe todo un rango de actitudes, todas igualmente válidas, ya que representan diferentes estilos de entrega, servicio y disciplina. El Dominante decidirá qué comportamientos son aceptables cuáles no, de acuerdo con la naturaleza de la relación. La actitud apropiada sale de la personalidad de la sumisa y es pulida por el entrenamiento, hasta producir una desenvoltura y una elegancia que transmite a quien sabe apreciarla la profundidad y la belleza de la relación. 7 - Follada mental En inglés se le llama mind-fucking, un término que no tiene traducción exacta al castellano. Viene de la expresión “don’t fuck with me”, que significa “no me jodas” o “no me vaciles”. Aquí he optado por una traducción literal como “follada mental”. Consiste en juegos psicológicos que el Dominante juega con la sumisa para llevarla a un estado de derrota y entrega. No hace falta que sea nada complicado, el vacilar o bromear con la sumisa puede ser una forma de follada mental. Sin embargo, en sus formas más elaboradas puede servir para llevarla a un profundo espacio de sumisión, que representa la culminación de su entrenamiento en los otros seis métodos de sumisión. La follada mental requiere una enorme creatividad por parte del Dominante. Es aquí donde muestra su auténtico talento, porque no hay recetas para la follada mental, necesita ser elaborada a la medida de la personalidad de la sumisa, de su estado mental en cada preciso momento. Una buena estrategia puede ser el encontrar sus puntos de resistencia, sus conflictos internos, y hacerla que enfrentarse a ellos. Para lograrlo el Dominante deberá darle a la sumisa su completa atención, concentrándose completamente en leer sus emociones usando la empatía. Sin embargo, sin la colaboración de la sumisa este proceso estará abocado al fracaso, porque la follada mental no es algo que la Dominante le hace al sumisa sino algo que crean entre los dos. Aunque el Dominante tenga mucho talento no le será posible follar mentalmente a la sumisa si ella no se le entrega o si no tiene la disciplina suficiente para seguirlo en el proceso. Una forma de follada mental es el dilema: hacer elegir a la sumisa entre dos opciones desagradables. Como la follada mental saca a la superficie resistencias, conflictos internos y problemas sin resolver, puede entrañar el auto-descubrimiento, un paso en un proceso de auto-transformación. Conclusión El desarrollar estos métodos de sumisión requiere tiempo y esfuerzo. El Dominante debe ganarse la confianza de la sumisa y guiarla a través de los pasos necesarios. Una relación D/s debe entenderse como un proceso de entrenamiento, que si se hace bien traerá alegría y satisfacción a los dos participantes. Como pasa a menudo en la vida, lo que importa es el camino y no el destino. Porque, de hecho, puede ser que no haya ninguna meta que alcanzar.

  • Poliamor, feminismo y el Mito del Salvaje Noble

    Un examen critico de la idea de que en la prehistoria los seres humanos éramos igualitarios and poliamorosos. Hace mucho, mucho tiempo, vivíamos en tribus en las que había igualdad entre hombres y mujeres, que colaboraban en la recogida y preparación de alimentos y tomaban decisiones en común. Las tribus vivían en paz unas con otras. Todo el mundo podía tener sexo con cualquier otra persona de la tribu. Los hijos se cuidaban en común y a nadie le importaba quién era el padre. ¿Pero era realmente así? O más bien… Hace mucho, mucho tiempo, vivíamos en tribus de cazadores-recolectores en las que los hombres cazaban y las mujeres recolectaban. Como los hombres tenían armas para cazar y era más fuertes, sometían a las mujeres. De hecho, las mujeres eran consideradas propiedad y se las intercambiaban entre las tribus. El secuestro de mujeres y guerras para conseguirlas eran frecuentes. Se mantenía un cuidadoso inventario de quién era hijo de qué padre, y eso era un factor importante en el estatus social y la formación de alianzas. A la primera idea se la ha llamado el Mito del Salvaje Noble en libros como The Blank Slate (La pizarra en blanco) y The Better Angels of Our Nature (Los mejores ángeles de nuestra naturaleza) del psicólogo Steven Pinker, y se remonta a los escritos del filósofo francés Jean-Jacques Rousseau. El primer párrafo está inspirado en el libro Sex At Dawn (Al principio era el sexo) de Christopher Ryan and Cacilda Jethá. La idea reflejada en el segundo párrafo se llama la visión Hobbesiana, tomando el nombre del filósofo inglés Thomas Hobbes, quien escribió que “la vida en el estado natural era solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta”. Versiones más matizadas de la visión Hobbesiana se pueden encontrar en los libros de Steven Pinker citados anteriormente y también en Sapiens, del historiador israelí Yuval Noah Harari. La tesis central de Better Angels, de Pinker, es que vivimos en el periodo más pacífico de la historia de la humanidad, la culminación de un descenso gradual de la violencia desde la prehistoria hasta nuestros días. El segundo párrafo también está inspirado en las descripciones de las tribus de los Yanomamö, que viven es las regiones fronterizas entre Venezuela y Brasil, por el antropólogo Napoleon Chagnon en su libro Mi vida entre dos tribus peligrosas: los Yanomamö y los antropólogos. El debate sobre si nuestros antepasados fueron salvajes nobles o violentos ha tenido lugar durante más de un siglo. Su importancia radica en que aborda cuestiones muy profundas sobre la naturaleza humana. Nuestra especie, el Homo sapiens, existe desde hace 250.000 años. Durante la mayor parte de ese tiempo fuimos cazadores-recolectores y vivimos en tribus. Solo durante los últimos 10.000 años (el 4% de nuestra existencia) hemos practicado la agricultura, domesticado animales y vivido en ciudades. Por lo tanto, nuestros genes fueron moldeados por la evolución durante nuestra época como cazadores-recolectores y no durante nuestra relativamente breve existencia como gente civilizada. Las respuestas a cuestiones como si los hombres tienen una tendencia natural a dominar a las mujeres, si somos naturalmente monógamos o si los celos son inevitables, deben tener esto en cuenta. Implicaciones políticas El que la naturaleza humana sea rousseauniana o hobbesiana tiene profundas implicaciones políticas. Los socialistas prefieren enfatizar que los seres humanos tenemos una inclinación natural hacia la cooperación, porque entonces la solidaridad entre los trabajadores, la asociación en sindicatos y la creación de un estado que refuerce la igualdad seguirían una tendencia humana natural. Por el contrario, los capitalistas prefieren la visión hobbesiana de la naturaleza humana. porque así la búsqueda egoísta de nuestro propio interés y la competencia por los recursos naturales que forman la base de la dinámica del mercado sería solo una extensión de nuestras inclinaciones naturales. La creación de dinero, las transacciones comerciales y las leyes de la economía son formas de racionalizar lo que de otro modo sería una competencia violenta por los recursos (véase Sapiens de Harari). Pero también es necesario señalar una cuestión política relacionada con esto: la terrible historia de violencia, robo y explotación perpetrada por los colonizadores europeos contra los pueblos indígenas de todo el mundo. Lo que demuestra que ser “civilizado” (es decir, habitante de estados industrializados) no implica ningún tipo de superioridad moral sobre ser un “salvaje” (es decir, miembro de tribus de cazadores-recolectores). Sin embargo, por importante que sea, éste no es el tema de este artículo. ¿Somos naturalmente violentos o cooperativos? ¿Quién tiene razón, Rousseau o Hobbes? Irónicamente, trabajos de investigación realizados por economistas revelaron que los seres humanos tomamos decisiones sobre el dinero no basándonos en el cálculo racional, como asume el capitalismo, sino en decisiones emocionales sobre lo que es justo. Muchos de estos experimentos utilizaron una técnica llamada juego del ultimátum. Con ella se demostró la existencia del castigo altruista, que consiste en que alguien está dispuesto castigar a una persona que actúa injustamente aún a costa de perder dinero o de invertir energía, incluso si la injusticia no afecta directamente al castigador. El castigo altruista existe en todas las comunidades humanas y está mediado por hormonas como la oxitocina y la testosterona (la tendencia al castigo altruista es más fuerte en los hombres). Esto demuestra que el castigo altruista es un fenómeno biológico y no cultural. Por lo tanto, la naturaleza humana está orientada hacia la justicia y la cooperación, lo que apoya la idea del Salvaje Noble. Por otro lado, es verdad que los seres humanos somos muy violentos y que los que viven en sociedades tribales son más violentos que los que viven en sociedades civilizadas. Por ejemplo, Chagnon relata cómo los Yanomami viven en un constante estado de guerras entre tribus. El asesinato de hombres y el secuestro de mujeres (lo que conlleva su violación) son muy comunes. También hay violencia dentro de la tribu, a menudo debido a disputas entre hombres por la posesión de una mujer. Las mujeres son golpeadas, incluso asesinadas, por maridos celosos que sospechan que son infieles. Los hombres más poderosos pueden tener varias esposas (poligamia). Los hombres que tienen menos poder pueden compartir una mujer (poliandria) como única forma de acceder al sexo. El biólogo Jared Diamond describe dinámicas similares en las tribus de Nueva Guinea en su libro ¿Por qué es divertido el sexo? Sin embargo, hay una salvedad: tanto los Yanomami como las tribus de Nueva Guinea estudiadas por Diamond no son cazadores-recolectores puros, sino horticultores: cazan pero también consumen frutas y verduras que cultivan en huertos cercanos a sus aldeas. Por tanto, representan un paso intermedio entre los cazadores-recolectores y la agricultura. Esta figura recoge datos sobre la violencia en sociedades no-estatales (barras grises) y estatales (barras azules). Las medidas en las barras son números de muertos por 100,000 habitantes en un año. Junto a cada barra se puede leer el nombre de la tribu, su localización geográfica y el año en el que se tomó la medida. Una figura parecida, junto con las referencias que la respaldan, aparece en el libro Los mejores ángeles de nuestra naturaleza de Steven Pinker. Como se puede ver, el número de muertes violentas en sociedades no-estatales es muy superior incluso al número de muertes en Alemania y Rusia durante el siglo 20, aun cuando estos países sufrieron las dos guerras mundiales y la revolución rusa. El nacimiento del Patriarcado Una idea común dentro del feminismo es que el Patriarcado comenzó con la Revolución Agrícola de hace 10.000 años, porque la necesidad de defender los campos de cultivo, los animales domésticos y las reservas de alimentos llevó al desarrollo de las armas y la creación de ejércitos. Como consecuencia, las mujeres comenzaron a ser consideradas como una posesión más, como la tierra y los animales. Como ahora había tierras y animales que transmitir en herencia, se volvió importante determinar si los posibles herederos eran realmente engendrados por el dueño de esas posesiones. Sin embargo, Chagnon documenta de forma metódica cómo los Yanomami llevan una cuenta exacta de las líneas patriarcales. ¿Quizás porque ya han sido infectados por el virus cultural del Patriarcado? ¿Sería posible que durante los últimos 10.000 años los memes de la monogamia y la posesión de mujeres han alcanzado a todos los cazadores-recolectores que quedan, pero que en la antigüedad todo era diferente? Es difícil saber cómo vivían los seres humanos hace decenas de miles de años, ya que los restos culturales de las sociedades tribales desaparecen rápidamente. Sin embargo, muchos de los huesos humanos de antes de la Revolución Agrícola muestran a menudo signos de violencia, incluso de canibalismo. Según Steven Pinker, esto significa que los humanos primitivos guerreaban con frecuencia y eran más violentos que nosotros. ¿Existía el poliamor en la prehistoria? El poliamor es un fenómeno cultural reciente, por lo que los antropólogos y sexólogos nunca han considerado la cuestión de si los seres humanos somos naturalmente poliamorosos. De hecho, la mayoría de los antropólogos son reacios a considerar el poliamor como una alternativa razonable. Para ellos las únicas opciones son la monogamia (un hombre casado con una mujer) y la poligamia (un hombre casado con varias mujeres), que es lo que encontramos en las culturas modernas. Según Wikipedia, “de las 1.231 sociedades enumeradas en el Atlas Etnográfico de 1980, 186 resultaron ser monógamas; 453 tenían poligamia ocasional; 588 tenían poligamia más frecuente; y 4 tenían poliandria, […] estudios más recientes han encontrado más de 50 sociedades que practican la poliandria”. Sin embargo, el poliamor se diferencia tanto de la poligamia como de la poliandria, porque permite cualquier combinación de géneros, incluidas las relaciones entre personas del mismo sexo. En Al principio era el sexo, Ryan y Jethá proponen que el poliamor no es solo un fenómeno moderno, sino que era lo normal antes de la Revolución Agrícola. Según su visión, en las tribus primitivas el sexo se compartía con tanta frecuencia como la comida, incluso entre personas del mismo género. La paternidad de los hijos no era un problema porque no había propiedades que heredar y toda la tribu criaba a los hijos en común. Como los hombres no poseían mujeres, los celos, las peleas por las mujeres y el abuso de las mujeres eran innecesarios. Esta opinión coincide con el mito del Salvaje Noble. Sin embargo, no es necesario que la violencia y la promiscuidad sexual estén relacionadas. Puede ser que las tribus primitivas fueran violentas y al mismo tiempo promiscuas, y que la monogamia solo se generalizó después de la Revolución Agrícola. ¿Hay otros indicadores sobre si somos naturalmente monógamos o promiscuos? El comportamiento monógamo es mediado por la oxitocina y la vasopresina Hay evidencia de que la monogamia en los mamíferos está determinada genéticamente. Por lo tanto, el que seamos monógamos o poliamorosos no es sólo un fenómeno cultural sino también biológico. Esta evidencia se basa en trabajos de investigación sobre unos pequeños roedores llamados campañoles de pradera (prairie voles en inglés), que son monógamos: se unen de por vida y crían juntos a su prole. Sin embargo, los campañoles de montaña son promiscuos. La diferencia entre las dos especies es el número de receptores de oxitocina en sus cerebros: los campañoles de pradera tienen muchos más receptores que los campañoles de montaña. Usando técnicas transgénicas, los científicos disminuyeron la expresión de los receptores de oxitocina en los cerebros de los campañoles de pradera, y esto los convirtió en promiscuos. Más adelante se realizaron investigaciones sobre la oxitocina y la otra hormona social, la vasopresina, tanto en animales como en humanos. Mientras que el comportamiento monógamo en las mujeres es mediado por la oxitocina, en los machos es mediado tanto por la oxitocina como por la vasopresina, que también induce territorialidad y agresión lúdica. Por lo tanto, parece ser que el que seamos monógamos o promiscuos depende de la cantidad de receptores de oxitocina y vasopresina que tengamos ​​en el cerebro. Chimpancés y bonobos Otra forma de examinar la cuestión de si somos naturalmente monógamos es estudiar a nuestros primos los grandes simios: orangutanes, gorilas, chimpancés y bonobos. Ninguna de estas especies es monógama. Los gorilas son polígamos: un macho custodia un harén de varias hembras. Los orangutanes son bastante raros sexualmente: los machos son solitarios y las hembras escogen aparearse con machos de una cierta edad, que desarrollan placas faciales. Sin embargo, a menudo ocurre que macho joven se aparea a la fuerza con una orangután hembra. Los chimpancés viven en tropas que están organizadas jerárquicamente, con un macho dominante a la cabeza. Cuando una hembra alcanza el estro, el macho dominante se aparea con ella y luego permite los machos aliados con él que tengan acceso a ella (véase Chimpanzee Politics por Frans de Waal). Los bonobos son la especie más interesante desde el punto de vista sexual. A diferencia de los chimpancés, sus tropas están gobernadas por una coalición de hembras que usan el sexo para establecer vínculos afectivos. Las bonobo hembra también tienen relaciones sexuales con los machos y no necesitan estar en celo para aparearse. El sexo es muy frecuente ente los bonobos, porque se usa para crear vínculos afectivos y disipar estrés social. Por ello, los bonobos se han convertido en un ejemplo de poliamor. Su proximidad genética a nuestra especie se ha utilizado como un poderoso argumento a favor de que los humanos seamos naturalmente poliamorosos. De hecho, si la monogamia fuera lo natural, no nos sería tan difícil ser fieles. Por lo visto, nuestro cerebro no tiene la cantidad suficiente de receptores de oxitocina. La monogamia y la igualdad de género son cuestiones distintas Para algunas feministas pro-sexo, la igualdad de género, la no-monogamia y la no-violencia están intrínsecamente unidas; son la naturaleza humana a la que revertiríamos si no fuera por la represión del Patriarcado. Es la versión más moderna del Mito del Salvaje Noble. Es una visión seductora, sin lugar a dudas. Según ella, cuando se comparte sexo entre varias personas y no hay celos, se vuelve innecesario el usar la violencia para controlar a las mujeres y mantener a otros alejados de “nuestra pareja”. Además, cuando un grupo de personas están unidos por el sexo y el amor romántico, no se pueden establecer jerarquías sociales basadas en el poder masculino, como sucede con los bonobos. Entonces, la igualdad de género ocurre de forma natural. Por tanto, el poliamor eliminaría de un plumazo la desigualdad de género, la violencia contra las mujeres y la violencia entre hombres. La culpa de todo la tuvo la Revolución Agrícola, que fue el Pecado Original que dio origen al Patriarcado con todos sus desagradables consecuencias de violencia, desigualdad de género, guerras y celos. Mis conclusiones Estoy de acuerdo con que la práctica generalizada del poliamor nos llevaría a esta sociedad utópica. Mis dudas conciernen a que esto sea el estado natural de la especie humana. Creo que la evidencia indica que las sociedades tribales antes de la Revolución Agrícola eran más violentas y tenían menos igualdad de género que las sociedades civilizadas. Que practicaran o no la promiscuidad sexual es una cuestión aparte. Hay mucho que desconocemos sobre las sociedades primitivas de antes de la Revolución Agrícola. Dados los escasos restos que dejaron, quizás nunca sepamos cómo eran realmente. Ya no quedan tribus no contactadas de cazadores-recolectores, y con ellas ha desaparecido nuestras esperanzas de saber cómo éramos en el pasado lejano. Solo recientemente hemos empezado a darnos cuenta de lo importante que es dejar intactas sus culturas, en lugar de intentar convertirlas al cristianismo y a nuestra otra religión dominante: el consumismo y la industrialización. Otras fuentes de conocimiento sobre la naturaleza humana son los grandes simios, pero la investigación sobre ellos está siendo restringida por los activistas de los derechos de los animales. Quizás nuestra mejor opción para responder a estas preguntas es la investigación en neurociencia comparando el cerebro humano con el cerebro de mamíferos monógamos y no-monógamos. En resumen, éstas son mis conclusiones: La cooperación es la característica básica de la especie humana. Lo hacemos mejor que cualquier otro animal gracias al lenguaje, que es capaz de transmitir una gran cantidad de información no solo en el presente sino a través del tiempo. Sin embargo, también somos violentos. La cooperación no elimina automáticamente la violencia. De hecho, se nos da muy bien cooperar para la violencia y la guerra. Los humanos primitivos eran más violentos de que los de ahora. La civilización y el progreso moral fueron factores clave para disminuir la violencia a lo largo de la historia. La igualdad de género es un logro moderno. Como las sociedades primitivas eran violentas y guerreaban con frecuencia, esto habría establecido estructuras de poder en las que los hombres dominaban a las mujeres. No creo que seamos naturalmente monógamos. Tenemos una gran flexibilidad en nuestra capacidad de tener relaciones sexuales y establecer vínculos afectivos, que son determinados en gran medida por la cultura en la que vivimos. Una de las características más notables de la especie humana es que el sexo ha evolucionado desde una función meramente reproductiva para convertirse en la base de los lazos sociales. Esto explica algunas características misteriosas de la sexualidad humana: la ovulación oculta, la disponibilidad continua de las mujeres para el sexo, la prevalencia del sexo homosexual, la dominación y sumisión sexual, los orgasmos y la menopausia. La evidencia indica que el Mito del Salvaje Noble no es verdad. Tenemos una curiosa tendencia a creer que el pasado fue una época dorada en la que todo era mejor, cuando en realidad es lo contrario: vivimos en el mejor momento posible de la Historia, en términos de falta de violencia, riqueza, disminución de la pobreza, libertad sexual e igualdad de género. Quizás el poliamor es uno más de estos logros modernos y no un regreso a un tipo de relación inscrito en nuestra naturaleza biológica. En cualquier caso, está claro que la monogamia, la exclusividad sexual y los celos no están escritos en nuestros genes, sino en normas culturales que se pueden cambiar. No hay nada en nuestra naturaleza que nos impida hacerlo y convertirlo en el modelo de relación del futuro.

  • ¿Se pueden evitar los celos?

    De todas las emociones negativas y destructivas que se pueden tener, los celos son sin duda la que cuenta con mejor prensa. Las novelas, las películas, las series de televisión… todas están de acuerdo en reafirmar la misma creencia: los celos son una parte inevitable de toda relación amorosa. Muchas veces se va incluso más lejos, para afirmar que los celos son una señal de amor. Sin embargo, los celos son la causa de una desmesurada cantidad de sufrimiento. Muchas parejas entran en una dinámica de celos, sospechas, prohibiciones y lucha por la libertad que a menudo llevan a la destrucción de la relación. Lo vemos por todas partes: infidelidad sexual que lleva inmediatamente al divorcio, dejando una estela de familias rotas y niños que tienen que aprender a luchar para mantener su relación con sus dos padres. En los casos más extremos, los celos son la causa de la violencia de género que produce un daño extremo, incluso la muerte, a muchas mujeres. ¿Es verdad que los celos son una parte inevitable de la naturaleza humana? ¿Que tenemos que aceptarlos como centinelas de la sacrosanta pareja monógama? ¿O es posible amar dejando que la persona que amamos sea amada por otros? Cada vez más gente elige vivir en relaciones que desafían al canon de la monogamia, como las parejas abiertas y el poliamor. Sí, es verdad que aún en este tipo de relaciones también se dan los celos, pero no se aceptan como algo positivo, sino como un obstáculo a vencer. El primer paso para evitar los celos es comprenderlos. Para empezar, hay varios tipos distintos de celos… Celos de sexo. Los más corrientes. Surgen cuando nuestra pareja tiene relaciones sexuales, o desea tenerlas, con otra persona. Se suelen manifestar como asco al imaginar a la persona amada follando con otro o con otra: nos fijamos en la repulsión que nos produce un cuerpo extraño en contacto con el cuerpo que deseamos. También provoca ira hacia el rival y hacia nuestro compañero o compañera, que puede llevar, como es bien sabido, hasta la violencia física y el asesinato. Hoy se especula que este tipo de celos se da más en los hombres que en las mujeres y pueden estar relacionados con la hormona social vasopresina, que produce un apego basado en la posesividad y la territorialidad. Celos de amor. Algunas personas pueden tolerar que su pareja tenga relaciones sexuales, siempre y cuando se mantengan en un nivel superficial y no lleven al enamoramiento. Otras veces los celos de amor se dan al mismo tiempo que los celos de sexo, sólo que el sexo con otra persona se rechaza más que nada porque tememos que es una señal de amor. Aunque también despiertan la ira, los celos de amor suelen venir acompañados de tristeza, desesperanza y pérdida de la seguridad en uno mismo. Cabe especular que son más propios de la mujer que del hombre y que están relacionados con la oxitocina que, como la vasopresina, motiva el comportamiento monógamo. Sin embargo, al contrario que la vasopresina, el apego que produce la oxitocina se basa más en el deseo de amparar que en la posesividad. Envidia. A veces es difícil distinguir la envidia de los celos. Por ejemplo, si a mí me gusta Fulanita y ella empieza a salir con otro, lo que siento hacia él se debería llamar envidia, ya que al no tener yo una relación con Fulanita, no habría celos propiamente dichos. Casos más claros serían, por ejemplo, cuando se envidia el amor que vemos en otra pareja. Existen varias razones para pensar que los celos no son inevitables. La más convincente es que existen hoy en día miles de personas que practican la pareja abierta y el poliamor, y que no sienten celos cuando su amado o amada tienes relaciones sexuales con otros (celos de sexo), o incluso cuando se enamora de otra (celos de amor). Pero, ¿no será esto porque algunas personas son naturalmente no-monógamas? Desde que se descubrió el papel que juegan la oxitocina y la vasopresina en la monogamia (véase mi blog anterior sobre la oxitocina), se ha especulado que hay personas que producen una mayor cantidad de estos péptidos (o de sus receptores) y son naturalmente monógamas, mientras que otras personas serían naturalmente “infieles” por la razón contraria. Personalmente, prefiero creer que el ser humano tiene la capacidad de controlar sus propios sentimientos y estilo de vida, y no es un simple esclavo de su bioquímica. No nos confundamos, no estoy diciendo que las emociones se pueden controlar a base de un esfuerzo de la voluntad. Al contrario: una vez presente en nuestra mente, cualquier emoción es muy difícil de suprimir. Si estamos enfadados, o tristes, o asqueados, seguramente seguiremos así durante un tiempo. Pero también es verdad que las emociones se pueden controlar evitando que aparezcan en primer lugar, o acortando su duración a base de no alimentarlas si ya han aparecido. En el caso concreto de los celos, si hemos decidido vivir sin ellos podemos introducir una serie de cambios en nuestra forma de pensar que a la larga los hagan menos frecuentes y menos dolorosos, llegando incluso a hacerlos desaparecer. Esto es lo que yo aconsejaría… Examina tus creencias. Si sigues convencido de que tienes la obligación de estar celoso, de que los celos contribuyen a la estabilidad de la pareja, o de que son una señal de amor, difícilmente podrás evitarlos. Si te sientes celosa, reconócelo. Primero, delante de ti misma, y luego cuéntaselo a tu pareja. Pero esto no quiere decir que reacciones con ira o culpabilizándola. Al contrario, si le haces saber que a pesar de estar celoso luchas por evitarlo, la tendrás de tu lado. Si sientes celos de sexo, examina esa imágenes que te producen tanta repugnancia. A la mayor parte de la gente les excita la imagen de dos personas haciendo el amor. ¿Por qué no sentir lo mismo si la imagen incluye a la persona a la que quieres? ¿Qué detalles en la imagen de tu amada haciendo el amor con otro te dan asco? Toma conciencia de toda esa propaganda encubierta a favor de los celos con las que se nos bombardea a diario. Niégate a participar en esas convenciones sociales que refuerzan la idea de los celos como algo positivo: el hablar de “cuernos”, de “infidelidad”, de “engaño”, para referirse a las relaciones sexuales fuera del corsé de la monogamia. El sexo es sólo eso: sexo. No es engaño si no se miente sobre ello. No es infidelidad si mantenemos el amor y la lealtad a nuestra pareja, si la tratamos con respeto y con cariño. Los celos de amor suelen ser un síntoma de inseguridad. Ese miedo a ser abandonada, a que te dejen de querer, viene de una baja autoestima. Si estuvieras segura de que eres lo mejor para él, no tendrías tanto miedo a que te abandone. Nunca se te ocurra poner celosa a tu pareja para asegurarte su amor. Sólo conseguirás lo contrario: que la sospecha y la mentira se instalen en tu relación. ¿Qué hay de malo en que alguien quiera a la persona que tú quieres? Si es tan maravillosa, y tú la quieres, ¿por qué no la va a querer alguien más? El amor no se rige por las leyes de la aritmética. No es que tengamos una cantidad fija de amor que haya que repartir entre varias personas. El amor no es cuantificable. Por lo tanto, cuando tu pareja le da a alguien su amor, no te lo quita a ti. Existe una emoción positiva opuesta a los celos. En inglés se le ha llamado “compersion”, por lo que quizás la podamos traducir al castellano como “compersión”. Se refiere a la alegría que se siente cuando la persona a la que amamos es amada por otros. Incluso a excitarse sexualmente con la imagen de nuestra pareja haciendo el amor con otros. Si alguna vez sientes algo así, aprécialo. La compersión anuncia el fin de los celos. Quizás todo esto te parezca utópico, pero lo cierto es que cada vez somos más los que vivimos sin celos. Hablamos con nuestra mujer sin pudor de las chicas que nos gustan. Nos tomamos una cerveza con nuestra amante y sonreímos mientras ella nos cuenta su aventura sexual de la noche anterior. Es una forma bonita de vivir porque, en definitiva, vivir rodeados de amor no puede ser malo… aunque ese amor no vaya siempre dirigido a nosotros.

  • Los enigmas de la sexualidad humana

    El sexo es básicamente una función biológica encaminada a la procreación. Sin embargo, no es así como lo vivimos: no hacemos el amor para reproducirnos, sino en busca de placer y de intimidad. Si sólo folláramos cuando vamos a tener hijos, la cantidad de actos sexuales sería muchísimo menor. Sin embargo no es así y en todas las culturas humanas el sexo se practica con mucha frecuencia y en su mayor parte con fines no reproductores. Claro que muchas religiones se empeñan en lo contrario, en que lo “natural” es que el acto sexual se realice sólo cuando se quieren tener hijos y que, en caso contrario, es un vicio y un pecado. Esto es un ejemplo de lo que se conoce como “la falacia naturalista”: el error de creer que lo natural es bueno y lo bueno es natural. Esto no es cierto, porque los valores éticos los decidimos los seres humanos independientemente del estado natural de las cosas. Por ejemplo, el asesinato y la violación son fenómenos naturales (los encontramos en muchas especies animales) pero no por eso dejan de ser completamente inmorales. Pero es que además resulta que la sexualidad humana, por su propia naturaleza, no parece dedicada exclusivamente a la procreación. A primera vista, ésta puede parecer una idea algo extraña, pero cuando comparamos la sexualidad humana con la de otros mamíferos, enseguida descubrimos una serie notable de anomalías, que paso a enumerar a continuación. Disponibilidad sexual permanente. Todo el mundo sabe que los perros, los gatos, las ratas, el ganado y prácticamente todos los vertebrados sólo se aparean cuando la hembra está en celo. Es decir, cuando la hembra ovula emite señales olorosas, visuales y de comportamiento que señalan a los machos que está disponible para aparearse. Por su lado, los machos sólo se sienten atraídos por las hembras en celo. Las mujeres, por el contrario, pueden tener sexo en cualquier momento, no sólo cuando ovulan. Es más, desean el sexo incluso durante la menstruación y cuando han pasado la menopausia. Desde el punto de vista biológico, esto no tiene lógica alguna. El acto sexual supone una gran inversión de energía, ¿por qué malgastarla en un momento en que no sirve para reproducirse? Ovulación escondida. Otra faceta del mismo fenómeno es que la mujer no tiene celo, es decir, que no anuncia cuando está ovulando. Algunas mujeres notan cuando ovulan, pero un gran número ni siquiera se da cuenta. Por eso en los tratamientos de fertilidad hay que recurrir a contar días para saber cuándo toca hacerlo. De nuevo, esto no sigue la lógica de la biología: si lo que quiere el organismo es reproducirse, lo más normal es que al menos avise del momento más adecuado para follar, ¿no? Orgasmo. Parece ser que casi todos los mamíferos experimentan placer con el acto sexual, tanto el macho como la hembra. Sin embargo, la intensidad del orgasmo en la especie humana parece única en el reino animal. Más aun teniendo en cuenta la capacidad de muchas mujeres de tener orgasmos repetidos de gran intensidad y duración. Menopausia. La mujer llega a una edad, alrededor de los 50 años, en la que se detienen las ovulaciones y queda completamente incapacitada para procrear. Puede parecer que la mujer es simplemente demasiado vieja para quedarse embarazada, pero no es eso lo que ocurre. La menopausia es un fenómeno fisiológico perfectamente programado y que no ocurre en casi ninguna especie de mamífero. La excepción serían los cachalotes y otros cetáceos. ¿Por qué, entonces, pasan las mujeres por la menopausia? Tamaño del pene. Sí, es cierto: el tamaño del pene del hombre relativo al tamaño de su cuerpo es mayor que en otras especies de mamíferos. Por ejemplo, un gorila macho puede pesar cinco veces más que un hombre, pero su pene es mucho menor. Homosexualidad. Éste es otro fenómeno que parece ir en contra de la lógica evolutiva. Una acto sexual entre dos machos o dos hembras no conduce a la procreación, así que es un puro derroche de energía que podría ser usada para sobrevivir. Por otro lado, los genes responsables del comportamiento homosexual deberían perderse enseguida en el proceso de selección natural. Y, sin embargo, la homosexualidad existe no sólo en la especie humana, sino en muchos otros animales. Por ejemplo, Frans de Waal documenta en su libro Chimpanzee Politics el comportamiento de una chimpancé lesbiana que cuando otras chimpancés se ponen en celo las monta como los machos. Dominación-sumisión sexual. No, no voy a decir que a todos nos va el BDSM, pero lo que sí parece cierto es que en casi todas las culturas el acto sexual tiene un tinte en el que el que penetra asume un rol dominante y la penetrada o el penetrado, un sol sumiso. En algunas especies de monos, el que pierde la pelea frente al mono dominante lo apacigua ofreciéndole el culo. Por lo tanto, expresiones populares como “lamer el culo”, “poner el culo” o “dar por culo” podrían tener un fundamento biológico. Bueno, pues eso es todo… Lo único que pretendía es que os dierais cuenta del maravilloso misterio que es nuestra sexualidad. ¿Qué dices? ¿Que no os puedo dejar así, sin la más mínima explicación para tanto enigma? Bueno, pues la verdad es que nadie ha encontrado una explicación realmente satisfactoria a estas cuestiones. Por ejemplo, el famoso científico Jared Diamond escribió un libro sobre el tema, titulado “Why Is Sex Fun?” (“¿Por qué es el sexo divertido?”) donde intenta explicar esta cuestiones… aunque algunas de sus explicaciones no me resultaron demasiado convincentes, la verdad. Vale, os daré algunas pistas… La especie humana es anómala en que tenemos un cerebro demasiado grande y que requiere muchos años para desarrollarse. Tardamos de diez a quince años en llegar a la edad reproductora, lo que es una barbaridad comparado con otras especies de mamíferos. Eso significa que los padres tienen que cuidar de los hijos durante muchos años. En realidad, no son los progenitores los que sacan a los hijos adelante. En nuestro entorno evolutivo, los seres humanos no vivimos en parejas, sino en tribus, que es donde se comparte el alimento, el cobijo, la defensa y el cuidado de los hijos. Cabe pensar, por lo tanto, que la sexualidad humana fue perdiendo su carácter exclusivamente reproductor para convertirse en un reforzamiento de los vínculos de pareja y tribales. El fuerte deseo sexual y el orgasmo lleva a la mujer a querer sexo en todo momento, lo que refuerza su vínculo emocional con los hombres, que a su vez también poseen un enorme impulso sexual. Esto explicaría los enigmas 1, 2 y 3. La menopausia, según Jared Diamond, se podría explicar porque llegada una determinada edad es demasiado peligroso para una mujer quedarse embarazada. Tiene más sentido que dedique su energía al cuidado de sus nietos, que en definitiva ya llevan sus genes. Sin embargo, sigue siendo capaz de tener relaciones sexuales, porque cómo explicaba antes esto mantiene su vínculo con su pareja y el resto de la tribu. Por lo tanto, cuando follamos buscando placer e intimidad en vez de reproducirnos no estamos cometiendo un acto innatural y pecaminoso, como predican los curas , sino siguiendo los dictados de nuestra naturaleza más íntima. El acto sexual es intrínsecamente saludable, desde el punto de vista fisiológico, psicológico y social. Es una parte esencial de la vida. Me queda por explicar lo del tamaño del pene, la homosexualidad y la dominación-sumisión, pero estos son temas complejos que quizás merezcan su propio artículo. Así que los dejo para otra ocasión.

  • Historia de una derrota

    Pasaje de mi novela "La tribu de Cecilia" que narra el fin de la Guerra Civil en España El conferenciante era un hombre mayor, pero alto, erguido y atractivo. Cecilia calculó que rondaría los setenta años, basándose en el hecho de que debía tener más de veinte cuando empezó la Guerra Civil. Sin embargo, los años no habían conseguido doblarle el espinazo ni despojarle de su cabellera de rizos rebeldes. Se movía con gestos bruscos y energéticos. En su habla se notaba un ligero acento mejicano. El aula del Colegio Nicolás Salmerón estaba llena hasta los topes. Sin duda, los organizadores del PCE no habían contado con que su exigua publicidad iba a atraer a tanta gente. “La Guerra Civil vista por un agente de la República en el extranjero”, decían las cuartillas fotocopiadas con una foto irreconocible del conferenciante que habían pegado en los muros de las obras, las farolas y las paredes del metro. Hubo una breve introducción en la que el conferenciante fue calificado de “luchador por la clase obrera”, “héroe del pueblo” y “defensor del proletariado”. Cuando le llegó el turno, él sonrió con modestia y negó con la cabeza. -No soy proletario, ni obrero, ni mucho menos un héroe. Mis padres eran profesionales de clase media, cultos y progresistas. Me enviaron a un buen colegio de la Institución Libre de Enseñanza en Madrid, y luego a la Escuela de Ingenieros de Caminos. Tuve suerte: la guerra comenzó justo el verano en que terminé la carrera. Mientras estudiaba me había vuelto muy activo políticamente, colaborando con las campañas de las Juventudes Socialistas en apoyo del Frente Popular, así que enseguida me vi en el centro de todo el follón. Yo estaba del lado de los socialistas de Julián Besteiro, a quien admiraba por su actitud racional y moderada. Cecilia escuchaba fascinada. Recordaba vagamente quién era Julián Besteiro de cuando había leído “La Guerra Civil Española” de Hugh Thomas. El conferenciante pasó a relatar su servicio en las milicias del frente del Guadarrama. No duró mucho allí. Su activismo político combinado con sus conocimientos de ingeniería y de inglés pronto lo convirtieron en asesor militar encargado de la organización logística de la guerra. Viajó mucho, visitando los frentes de la Mancha, Guadalajara y Aragón. Estuvo un rato contándoles interesantes anécdotas de su experiencias con las comunas anarquistas que se habían organizado en varios pueblos. Cecilia notó que nunca se refería a los enemigos de la República como los “nacionales”; al principio de la guerra eran los “sublevados”, luego “franquistas” o “fascistas”. En el verano del 38, habiendo perdido la cornisa cantábrica, con los fascistas cortando la comunicación entre el centro y Cataluña, y amenazando Valencia, la República había decidido lanzar una ofensiva desesperada en la Batalla del Ebro. La operación tenía una finalidad tanto militar como propagandística: las tensiones de Inglaterra y Francia con la Alemania nazi habían alcanzado un punto crítico, lo que le había dado al gobierno de Negrín renovadas esperanzas de que la contienda española se viera asimilada en una guerra europea a gran escala. O que, al menos, los ingleses y los franceses entendieran por fin que apoyar a la República estaba a favor de sus propios intereses. Como parte de esa labor y debido a sus conocimientos de inglés y de logística militar, al conferenciante se le encargó ir a Inglaterra a reforzar de la misión diplomática en Londres dirigida por el embajador Pablo de Azcárate. El conferenciante daba paseos nerviosos de un lado al otro, las manos en la espalda, mirando más al suelo que a su audiencia. -No me hizo ninguna gracia tener que dejar España. Me parecía cobarde irme a un destino seguro en el extranjero mientras mis compañeros morían como moscas en el frente. Además, yo tenía una amante en Madrid de la que estaba muy enamorado, y no me permitían llevármela a Londres conmigo. Me aterraba la idea de que pudiera morir durante mi ausencia. Al final tuve que aceptar. En una guerra es importante mantener la disciplina y obedecer órdenes. Detuvo sus paseos, encaró a la audiencia y se frotó la barbilla, pensativo. Durante unos segundos se hizo un extraño silencio en el aula. Luego prosiguió su charla. -Mi destino en Londres me resultó incómodo desde el principio. Yo soy un hombre práctico, me gusta la acción. Las intrigas y los vericuetos de la diplomacia iban contra mi carácter. Me resultaba difícil contener mis ganas de liarme a golpes con esos ingleses tan estirados que se negaban a comprender la magnitud de lo que estaba sucediendo en España. En cierto modo, era peor que luchar en el frente. Cada día nos traía nuevas frustraciones. Los ingleses, bajo el gobierno de Neville Chamberlain, se habían negado a apoyar a la República desde el principio y no había manera de hacerlos cambiar de opinión. El mismo Churchill, por aquella época, no era mucho mejor que Chamberlain. Incluso se negó a darle la mano a Azcárate una vez. Eran todos unos hipócritas, cerrando los ojos no sólo al sufrimiento del pueblo español sino al desastre que les deparaba el futuro. La política de supuesta “no intervención” sólo servía para que Hitler y Mussolini le enviaran más y más armas y tropas a Franco, mientras que nosotros sólo contábamos con el apoyo de Stalin, por el que pagábamos un altísimo precio político. Azcárate se concentraba en denunciar los crímenes de los fascistas, como los bombardeos de la población civil por los aviones alemanes. Teníamos la esperanza de que finalmente los ingleses y los franceses acabarían de ver la verdadera naturaleza de Hitler y Mussolini, y que eso los podría de nuestro lado. Lo malo es que había muchos conservadores en el gobierno británico que odiaban a los comunistas por encima de todo. Temían que la revolución de la clase obrera que había ocurrido en España se extendiera también por Inglaterra. Muchos confiaban en que Hitler comenzaría una guerra con Stalin y que ambos se destruirían mutuamente, dejando a las potencias capitalistas instaladas en el poder. Hizo una nueva pausa, con un gesto atormentado. Cecilia tuvo la impresión de que seguía luchando en la Guerra Civil, como si no hubiera pasado el tiempo. -Entonces, a finales de septiembre, ocurrió el desastre… el suceso que nos hizo perder la guerra y dio la puntilla a la República. No me refiero a la Batalla del Ebro… creo que hubiéramos podido resistir el embate de los fascistas si no hubiéramos estado tan completamente desmoralizados. Me refiero a los Acuerdos de Múnich. Fue un pacto vergonzoso, en el que Inglaterra y Francia le cedían a Alemania los Sudetes, que eran parte de Checoeslovaquia, para así intentar postergar una guerra inevitable. Con los Acuerdos de Múnich se terminaron nuestras esperanzas de que los ingleses le declararan la guerra a Hitler y se pusieran de nuestro lado. Se peinó el pelo hacia atrás con los dedos y empezó otra vez a caminar de un lado al otro, agitado. -Yo ya no tenía nada que hacer en Londres. Pedí permiso para volver a España, pero me lo negaron. Ese mes de octubre las cosas empeoraron rápidamente para la República Española. Las fuerzas franquistas fueron reconquistando poco a poco el territorio que habían perdido en la Batalla de Ebro. En noviembre y en diciembre empezaron a avanzar otra vez. Entraron en Cataluña, barriendo nuestras defensas. Yo ya no aguantaba más, si no volvía a España enseguida perdería la oportunidad de reunirme con mi novia. Ella acabaría atrapada en una España franquista mientras yo permanecería exiliado en el extranjero… Si es que no le ocurría algo horrible. Conchita era muy joven, una adolescente apenas. Había perdido a sus padres en los bombardeos de Madrid. Cecilia se tensó de repente, presa de un súbito reconocimiento. -¡Ay, Cecilia, suéltame! ¡Me haces daño! -se quejó Malena. Inconscientemente, le había estado apretando la mano a Malena. -¡Es él, Malena! ¡Es Jesús! -¿Quién es Jesús? -¡Shhh! ¡Calla! -Por fin, a primeros de año, me dieron permiso para volver a España -continuó diciendo Jesús-. La cosa no era nada fácil: los franquistas avanzaban rápidamente por Cataluña, así que cruzar la frontera estaba fuera de cuestión. Mi única oportunidad era coger un barco en el sur de Francia que me llevara a Valencia, Alicante o Cartagena, en la zona de costa que aún estaba en poder de la República. Viajé hasta Marsella sin mayor problema, pero apenas había barcos que zarparan para España. En varios que lo hacían no me quisieron admitir. Pasó una semana, luego otra. El 26 de enero cayó Barcelona y una enorme masa de refugiados entró en el sur de Francia. Las autoridades francesas empezaron a buscarme para meterme en uno de los campos de refugiados. Por fin conseguí que unos marineros comunistas me metieran a escondidas en un barco con destino Alicante. Jesús parecía haberse olvidado de su audiencia, era como si hablara consigo mismo. -No llegué a Madrid hasta bien entrado febrero. La situación en la ciudad era lamentable: había mucha hambre y todo el mundo daba la guerra por perdida. Conchita se alegró muchísimo al verme, temía que me hubieran matado. Estaba demacrada. En el apartamento donde vivía hacía un frío horrible, llevaban todo el invierno sin calefacción. Yo apenas pude mejorar su situación, mis antiguos amigos no podían ayudarme. A Cecilia se le saltaron las lágrimas. Ya no le quedaba ninguna duda de que estaba oyendo la historia de su madre de labios de ese extraño en el que había pensado tantas veces. -¡Cecilia! ¿Qué te pasa? ¡Estás llorando! -Le dijo Malena alarmada. -¡Calla, Malena! Luego te lo cuento. Jesús se detuvo en sus paseos, pareció darse cuenta de que estaba dando una conferencia para gente a la que poco le importaban sus problemas personales. -Acababa de celebrarse una reunión de comunistas en Madrid. A duras penas, en medio de un clima de derrotismo, habían acordado seguir la lucha hasta el final. A los que pensábamos así nos llamaban los “Numantinos” pues, como los antiguos habitantes de Numancia, preferíamos morir peleando. Yo, por mi parte, me reuní con mis antiguos compañeros socialistas, quienes me contaron que había en marcha un plan para rendirse a Franco, liderado por los más altos mandos del ejército republicano: el coronel Casado, el coronel Muedra y el general Matallana. Por desgracia, mi antiguo héroe Julián Besteiro era también uno de los cabecillas. La noticia me dejó anonadado. Por lo visto, Casado y sus compinches pensaban entregar a los líderes comunistas a Franco para ganarse su perdón. ¡Cómo habíamos podido llegar al extremo de conspirar unos contra otros, de planear abiertamente una traición a la República! Además, gracias a la información a la que había tenido acceso en Londres, yo sabía que rendirnos a Franco sería un desastre. Los fascistas habían promulgado una ley que criminalizaba a todos los políticos de izquierdas de la República, incluso los que habían sido elegidos años antes de la guerra. No me cabía ninguna duda de que una rendición a Franco acabaría en un baño de sangre. Decenas de miles de personas serían ejecutadas. También estaba seguro de que, a pesar de los Acuerdos de Múnich, la paz de Inglaterra y Francia con Hitler no iba a durar. Si conseguíamos aguantar unos meses más, la ansiada guerra europea vendría a rescatarnos. Resolví unirme en secreto a los comunistas, que eran los únicos que estaban decididos a seguir luchando. La mayor parte de los socialistas y de los anarquistas apoyaban a Casado. Sin embargo, mantuve mis contactos con los socialistas para así tener acceso a información sobre el golpe de estado que estaban preparando. No me fue difícil; en realidad, no hacían gran cosa por ocultar sus planes. -¡Cecilia! ¿Qué está pasando? ¿Quién es ese hombre? -le volvió a preguntar Malena con impaciencia. -El novio de mi madre durante la guerra… ¡Calla, por favor! No me quiero perder nada de lo que diga. -Así fue como me enteré de que Casado se había reunido con dos espías de la Quinta Columna franquista -seguía contando Jesús-. Hice todo lo posible para comunicárselo al gobierno de Negrín, pero no lo conseguí hasta que vino a Madrid el 24 de febrero. El día antes, Casado había prohibido la publicación de Mundo Obrero por urgir continuar la resistencia. -¿El novio de tu madre? ¡Ah sí, el de la foto! ¿Pero cómo puedes estar segura de que es él? -Estoy segurísima. Mi madre es la Conchita de la que habla. ¡Ahora cállate, por favor! -Negrín y los comunistas, viendo que estaba de su lado y que poseía información valiosa, tanto nacional como internacional, me invitaron a una reunión muy importante del gobierno en Elde, un pueblo de la provincia de Alicante que se había convertido en la capital provisional de la República. Yo no sabía qué hacer… Por un lado, estaba dispuesto a trabajar por la República, hasta el final. Por el otro, no quería abandonar una vez más a Conchita, quien me necesitaba desesperadamente. Al final, ganó mi conciencia revolucionaria y me fui a Elde. La situación era desoladora. Inglaterra, Francia y un montón de países más acababan de reconocer al gobierno de Franco. Azaña había dimitido como Presidente de la República y nadie sabía qué hacer para impedir un avance demoledor de los franquistas. Mientras tanto, el coronel Casado y el general Matallana campaban a sus anchas diciéndole a todo el mundo que pensaban rebelarse contra el gobierno… ¡Se lo dijeron hasta al mismísimo general Miaja, el defensor de Madrid! Negrín conocía perfectamente las conspiraciones de Casado, pero no hacía nada para atajarlas. A principios de marzo tuvo lugar un incidente vergonzoso en Cartagena. Negrín había nombrado a Francisco Galán, un comunista, como jefe de la base naval. Pero cuando acudió a ocupar el cargo se encontró con que el almirante Buiza estaba sublevado contra el gobierno. Al final acordaron hacer zarpar a la flota republicana, con ellos dos, Buiza y Galán, a bordo. Aprovechando la oportunidad, unos quintacolumnistas falangistas salieron de sus escondrijos y se hicieron con el control del centro de Cartagena. Menos mal que al día siguiente una brigada de comunistas llegó desde Valencia y acabó con ellos. Encima, consiguieron hundir al Castillo de Olite, un buque franquista que traía refuerzos. Mientras tanto, Casado permanecía en Madrid, desobedeciendo órdenes explícitas de Negrín de presentarse en Elda. Cecilia se sintió tentada de ponerse en pie y gritarle: “¡Jesús, soy la hija de Conchita!” Pero, además de que eso sería una grave falta de etiqueta, se moría de ganas de oírle contar por qué al final terminó abandonando a su madre en Madrid. Si sabía que la hija de Conchita estaba entre su audiencia, quizás cambiaría su historia. Decidió que sería mejor abordarlo al final de su conferencia. -Todo eso me hizo darme cuenta de que si Casado daba su golpe de estado en Madrid y los comunistas se atrincheraban en Elde, me arriesgaba a quedarme otra vez separado de Conchita. Decidí volver a Madrid enseguida. No conseguí transporte hasta el seis de marzo, que resultó ser demasiado tarde. Ese mismo día Casado dio por fin su golpe de estado y formó el Consejo de Defensa Nacional. Las tropas comunistas que guardaban las afueras de Madrid se sublevaron de inmediato contra Casado y entraron en la ciudad. Sin noticias de lo que estaba ocurriendo, un grupo de compañeros comunistas y yo nos dirigíamos a Madrid. En las afueras nos topamos con las tropas de Cipriano Mera, un dirigente anarquista que estaba del lado de Casado, quienes nos detuvieron y nos cogieron prisioneros. Pasé una noche horrible, pensando que mis compañeros y yo íbamos a ser entregados a los franquistas como parte de las condiciones de rendición. Sin embargo, al día siguiente nos liberaron. Más tarde me enteré de que Negrín tenía en su poder al general Matallana y que Casado lo había amenazado con fusilar a todos sus ministros si no lo liberaba. Negrín accedió a liberar a Matallana y Casado le correspondió liberando a sus prisioneros comunistas, nosotros entre ellos. A pesar de todo, Cipriano Mera no nos permitió continuar el viaje hasta Madrid. Nos mandó con una escolta de vuelta a Elde. Allí nos encontramos con que Negrín, el resto del gobierno y los principales dirigentes comunistas acababan de abandonar España en avión. Mis compañeros de viaje encontraron sitio en un barco que los llevaría a Francia, pero yo seguía decidido a volver a Madrid. No tuve suerte, nadie quería ir en esa dirección. Al contrario, cada vez llegaban más refugiados del interior. A los pocos días, los casadistas acabaron de derrotar a los comunistas en Madrid. Jesús hizo una pausa. Se volvió a pasar los dedos entre el pelo. Siguió hablando en voz más queda. -Me enteré de que había una orden de detención contra mí… Al parecer, al final los socialistas se habían enterado de que le había estado pasando información al gobierno de Negrín. O quizás no fuera eso… En realidad, estaban persiguiendo a todos los comunistas. Se me volvió a presentar una oportunidad de coger un barco para Francia, y esta vez la aproveché. Si no lo hubiera hecho, seguramente habría acabado delante de un pelotón de fusilamiento de los franquistas. Aún y así, me he arrepentido toda mi vida de coger ese barco. Esto último lo dijo en voz tan baja que Cecilia apenas alcanzó a escucharlo. Después, como despertando de un sueño, añadió con su habitual voz decidida: -Y ese es el final de la historia que os puedo contar… La República Española duró sólo unos pocos días más. Si queréis conocer lo que pasó en esos días tendréis que leer los libros de historia, porque yo no lo presencié. Muchas gracias por vuestra atención.

  • Debate sobre la prostitución

    ¿Se debe prohibir la prostitución? Este es un debate que aparece en mi novela La tribu de Cecilia y que creo que es muy relevante sobre el tema de la prohibición de la prostitución. Tiene lugar en la ficticia Liga Lesbiana de Lavapiés en 1980, pero los argumentos que se esgrimen son los mismo que hoy en día. Esta vez fue Josefa quien planteó el tema: -Pasamos ahora a tratar el último punto del orden del día. Se trata de la prostitución. Resulta que no todo lo que la democracia nos ha traído a España es bueno. En Madrid y en todas las ciudades importantes de este país se ha denunciado un aumento considerable del número de burdeles, mientras que la policía y el gobierno no hacen nada para impedirlo. Como pasa con el tema de la pornografía, se da por sentado que es algo irremediable que pasa en todas las sociedades libres. Pero nosotras no podemos quedarnos aquí sentadas mientras muchas mujeres son sometidas a los extremos más horrorosos de explotación machista. ¡Tenemos que hacer algo, compañeras! Laura vio que Cecilia había levantado la cabeza y escuchaba con atención, frunciendo gradualmente el ceño. ¡Joder, joder, joder! ¡Ahora sí que la hemos liado! Se arrepintió de haber traído a Cecilia a esa reunión. ¿Cómo no se había dado cuenta de que seguramente tratarían el tema de la prostitución? Ya habían discutido la pornografía y el sadomasoquismo, era completamente de esperar que lo siguiente a tocar fuera la prostitución, ¿no? Y claro, Cecilia no se iba a callar. -Cecilia, por favor… -le susurró. -¿Qué? -dijo Cecilia volviéndose a mirarla. -Por lo que más quieras, no se te ocurra decirles que has sido puta -le suplicó. -¿Y por qué no? -¡Pues porque te van a destrozar! La última vez que estuve aquí se me ocurrió decirles que me gustaba el sadomasoquismo y no veas cómo me pusieron. -¡Pues hiciste muy bien, Laura! Hay que ser valiente y defender nuestras ideas. A eso es a lo que hemos venido, ¿no? -Ya, Cecilia, pero todo tiene un límite… Hay cosas que no se las puedes ir diciendo a todo el mundo. Josefa las miraba irritada desde la mesa. Sin duda sus cuchicheos la habían molestado. -Lo que tenemos que hacer es comenzar una labor educadora de esas pobres mujeres -decía Vicenta-. Tenemos que hablarles de feminismo, de la dignidad del cuerpo de la mujer, del valor de la sexualidad para desarrollar la intimidad en un plano de igualdad. Pero también debemos hacerlas conscientes de la cadena de explotación de la mujer que durante siglos ha ido construyendo el patriarcado. De que en esta sociedad las relaciones sexuales son usadas por los hombres como instrumento de opresión de la mujer. De que nuestra sexualidad es algo demasiado precioso para poder ser comprado con unas simples monedas… -Pero vamos a ver, Vicenta -la interrumpió Martina-. ¿Tú has parado alguna vez en la calle a alguna puta para decirle todas esas cosas? Porque, si es así, me gustaría mucho saber su respuesta. Hubo algunas risitas contenidas. -¡Silencio! -exclamó Josefa desde la mesa-. Estamos tratando un tema muy serio. No creo que la explotación sexual de la mujer sea cosa de risa. -Compañera Martina -dijo Mercedes-, me gustaría mucho saber qué quieres decir con eso. ¿No crees que lo mejor que podemos hacer para acabar con la prostitución es educar a esas mujeres? A mí no me acaba de parecer bien que se las persiga y se las encarcele, por eso creo que un remedio basado en la educación es lo mejor que podemos hacer dentro de una estrategia no represiva. -Compañera Mercedes -la sonrisa que le dirigió Martina no estaba exenta de un cierto sarcasmo-, lo que quiero decir es que ese “remedio basado en la educación” al que te refieres se basa en la asunción de que nosotras sabemos más que ellas. De que, como decía antes Vicenta, las putas son unas pobres mujeres ignorantes que no saben lo que les conviene, así que necesitan que vengamos nosotras con nuestra educación y nuestras brillantes ideas feministas a sacarlas de esa horrible situación en que se han metido. Pero dudo mucho que las putas estén de acuerdo con vosotras a ese respecto, por lo que sospecho que si Vicenta se acerca a una de ellas para contarle todo eso que decía antes, la respuesta de la puta seguramente será mandarla a tomar por culo. Por eso se lo pregunté, para saber si me equivoco o no. Esta vez las risas fueron más descaradas. Cecilia tenía una sonrisa de oreja a oreja. Bueno, por lo menos con esto vamos a conseguir que le caiga mejor Martina. -¡Pero es que sí que son unas pobres mujeres ignorantes! -saltó Lucy-. Muchas de ellas son drogadictas que se tienen que prostituir para poder comprar heroína, o cocaína, o lo que sea que se meten. A otras les tienen comido el coco su chulo, que las enamoran para manipularlas psicológicamente… Os puede parecer mentira, pero se han hecho muchos estudios sobre esto. Y no olvidemos que todavía hay bolsas de pobreza en España donde la mejor opción de una mujer para sobrevivir es vender su cuerpo. Cecilia levantó la mano para hablar. Laura se preparó para lo peor. Por suerte, nadie le hizo caso. Josefa, en vez de moderar la discusión, se otorgó el turno de palabra a sí misma. -¡Muy bien dicho, compañera! Esa es la realidad: se trata de mujeres en situaciones extremas que las obligan a venderse a los hombres. Por eso mismo no creo que una solución basada únicamente en la educación, como propugnaba la compañera Vicenta, sea la más eficaz. No, es la responsabilidad del estado el cerrar esos burdeles y rescatar a esas mujeres de la calle para darles una opción mejor. -¿“Rescatarlas de la calle”? -replicó Martina-. ¡Por favor, Josefa, vamos a dejarnos de expresiones hipócritas! Llama a las cosas por su nombre. A lo que te refieres es a seguir haciendo lo que se hacía durante la dictadura: detenerlas y meterlas en la cárcel. A ver cómo consigues explicarnos que eso se hace por su bien, porque a mí me parece una actitud tan prepotente y paternalista como las del patriarcado. Cecilia volvió a levantar la mano. Nuevamente se la ignoró. -A ver, allí al fondo… Cristina, ¿qué nos tienes que decir? -Estoy de acuerdo con Martina en que meter en la cárcel a las prostitutas es una actitud excesivamente represiva que sólo conduce a marginarlas aún más. Pero Josefa tiene toda la razón: este problema no se puede solucionar sin la intervención del estado. La policía tiene que cerrar esos burdeles, porque detrás de ellos hay mafias internacionales muy poderosas que seducen a las mujeres con promesas de trabajo y luego las convierten en esclavas sexuales. Esas mafias tienen comprada a la policía y seguramente a más de un político. Por eso no se hace nada y cada vez hay más burdeles y más prostitutas. ¡Esto hay que denunciarlo y pararlo ya! -¡Es verdad! -gritó Lucy-. ¡Lo que hay que hacer es dejar en paz a las prostitutas y meter en la cárcel a los chulos y a los puteros! Cecilia, quien no había bajado la mano en ningún momento, se puso en pie. -Bueno, ya veo que aquí nadie respeta el turno de palabra. Llevo un buen rato con la mano levantada y no se me hace ni caso. Mientras tanto, hay otras que ni siquiera se molestan en pedir la palabra y hablan cuando les da la gana. -Ya te he visto, compañera. Enseguida te doy tu turno, pero creo que Cristina todavía tiene la palabra. -No, ya he acabado -dijo Cristina. ¡Qué educada se ha vuelto de repente! Pensé que haría todo lo posible por impedirle hablar a Cecilia. -¡Ah, vale! Entonces adelante. -¡Cecilia, por favor, no lo digas! -le susurró. Cecilia respiró profundamente, como solía hacer cuando quería calmarse a sí misma. -Estoy de acuerdo con Martina en que tenéis una actitud condescendiente y paternalista frente a las prostitutas. Aquí se han dicho muchas cosas que no son verdad. No es verdad que las prostitutas sean drogadictas, quizás haya alguna que lo sea, pero lo mismo pasa en otras profesiones. Tampoco es verdad que a las prostitutas las obligue su chulo… Por supuesto, una mujer que se prostituye se encuentra en una situación muy vulnerable, precisamente por la persecución por parte de la ley que algunas queréis perpetuar. Las pueden maltratar los clientes o un chulo y no pueden denunciarlo sin exponerse a que las arresten a ellas por prostitución. Por eso creo que los bares de putas que hay ahora suponen una mejora para las condiciones de trabajo de las prostitutas, porque las defienden contra todo tipo de abusos. A cambio de un porcentaje preestablecido de su ganancia, la prostituta tiene garantizado un sitio seguro de trabajo y alguien que la defienda en caso necesario. ¡Menos mal! Parece que va a plantear el tema sólo en un plano teórico. -¡Pero bueno, tía, tú qué coño sabes de cómo trabajan las prostitutas! -le dijo Lucy con aire burlón-. ¡Si sólo hace falta verte! ¿Qué pasa, que has hecho estudios sobre la prostitución en la universidad? -¡No, Cecilia! ¡No entres al trapo! -le volvió a suplicar. Pero por la forma en que Cecilia apretó los puños supo que era inútil. -Sé perfectamente como trabajan las prostitutas porque trabajo en un bar de putas. Concretamente en Angelique, que está en la Avenida del Brasil. Si no me creéis, id a verme algún martes o jueves por la noche. Allí me encontraréis, poniendo copas detrás de la barra. Conozco bien a mis compañeras y sé que ninguna va allí obligada por ningún chulo ni por ninguna mafia. Todas están contentas con su trabajo. Sólo conozco a una que fue drogadicta, pero se desenganchó de la heroína precisamente con la ayuda de uno de los hombres que lleva el local. Y no, no lo lleva ninguna mafia. Angelique lo abrieron un par de amigos míos para darles a las chicas un sitio seguro para trabajar. Se produjo un profundo silencio. Laura enterró la cara en las manos. En seguida se dio cuenta de que con eso no hacía sino empeorar las cosas, y volvió a mirar a su alrededor con aire indiferente. -¡Vaya! ¡Si ahora va a resultar que los chulos son unos angelitos que sólo quieren el bien de las prostitutas! -dijo Josefa. -Yo sólo puedo hablar por Angelique y por mis amigos que lo llevan. Ganan dinero, por supuesto, pero también trabajan duro y se arriesgan un montón. Quizás otros sitios funcionen de otra forma. No soy una ilusa, sé que hay explotadores en todos los negocios. Pero si los hay más en la prostitución será porque la situación de ilegalidad nos coloca en una posición vulnerable donde no podemos acudir a la protección de la ley. -Pero vamos a ver, Cecilia -dijo Mercedes con voz preocupada-. ¿Nos estás diciendo que trabajas como prostituta en ese sitio? -No. Trabajo poniendo copas, llevando las cuentas y organizando el funcionamiento del local. Llevo allí ya casi dos años, por eso conozco bien el negocio. -¿Pero por qué te buscaste precisamente ese trabajo? Por tu forma de hablar veo que eres una mujer culta. Podrías trabajar en muchas otras cosas. -Sí, claro. Soy licenciada en física y estoy haciendo mi tesis doctoral, pero eso no me da dinero, así que me he buscado ese trabajo para ganar algo de dinero por las noches sin que me quite demasiado tiempo para mis estudios. Di con él por casualidad, como pasan muchas cosas en la vida, a través de un amigo… Pero, si quieres que te sea sincera, lo que me atrajo de la prostitución fue mi fascinación por el sexo. Creo que el sexo puede servirnos para romper los condicionamientos mentales que nos impone la sociedad. Al liberarnos de nuestras represiones somos capaces de ser más libres y más felices. En la prostitución encontré una manera de aprender sobre el sexo, viendo cómo son los clientes, lo que buscan, lo que los satisface, y hablando con las mujeres que tienen mayor experiencia en esas materias. De pie en medio de la asamblea, con el pelo aún desordenado por el viento, hablando con convicción y con calma, Cecilia irradiaba un poder irresistible. Laura recordó como le temblaba la voz a ella la vez que se enfrentó a esta misma asamblea y se sintió tremendamente orgullosa de ella. No fue la única en notarlo. Martina se inclinó hacia ella y le dijo: -¡Guau! ¡Tu chica es increíble, princesa! El tono de la reunión había cambiado drásticamente. Ahora todas guardaban un silencio reverencial, quizás porque lo que les había dicho Cecilia las había hecho pensar, o quizás porque no atrevían a contradecir su lógica y su experiencia. Sin embargo, Josefa señaló al final de la sala: -Sí, allí al final… Cristina tiene la palabra. Cecilia retomó su asiento. Cristina era ahora quien se puso en pie para hablar. -La compañera nos ha dado buenos argumentos y no cabe duda de su experiencia en ese terreno. Me parece particularmente interesante lo que ha dicho al final: que el sexo es la llave para nuestra libertad y nuestra felicidad. Yo estoy de acuerdo, pero pienso que precisamente por eso debemos aborrecer la prostitución. Como mujeres, sabemos que el sexo está intrínsecamente unido a nuestras emociones. Es la llave de nuestra intimidad, nos abre el corazón y nos vuelve vulnerables. Precisamente por eso, sólo debemos hacer el amor con alguien a quien queremos y que nos corresponda en ese amor. Cuando una mujer intercambia sexo por dinero, esa capacidad de abrirse al amor, de hacerse vulnerable, queda dañada. De ahí viene ese sentimiento de suciedad, de indiferencia hacia todo, que irradian las prostitutas. Cuando un hombre paga por poseer a una mujer, sabe que está comprando algo más que sexo, está apoderándose de algo esencial para ella… Y echándolo a perder para siempre. ¡Claro! Por eso había dejado hablar a Cecilia. Cristina era veterana de cien asambleas. Contaba con dejar en ridículo a Cecilia y por extensión a ella. De hecho, su facilidad de palabra, su indudable cultura, habían sido las cosas que más le habían atraído de Cristina. Pero también sabía lo competitiva que era. Cristina no soportaba ver que salía con una mujer que, encima de ser guapa y sexy, era capaz de meterse en el bolsillo a toda la asamblea con su inteligencia y su oratoria. A la fuerza tenía que ganarle esa partida a Cecilia. Pero Cecilia no se dejó arredrar. Levantó la mano y cuando le dieron la palabra volvió a ponerse en pie. Todas la miraron expectantes. -Cristina nos ha mostrado una visión del sexo que en realidad no es muy distinta de la que nos ofrece la Iglesia y el puritanismo. La Iglesia nos dice que debemos mantener puro nuestro cuerpo porque es el templo del Espíritu Santo… y patrañas similares. Los puritanos de la era victoriana pensaban que las mujeres debíamos ser seres angelicales, maternales y protectores, ajenos al deseo que ensucia el corazón de los hombres… Otra patraña que condenó a mucha mujeres a vidas de frustración sexual. Sí, el sexo es capaz de abrirnos el corazón al amor, pero sólo si nosotras queremos. El sexo es infinitamente variado y complejo, todo un arco iris de posibilidades. Puede ser tierno o salvaje, íntimo o distante, superficial o profundo. Por eso, no creo que cuando una prostituta otorga sexo a cambio de dinero pierda algo más que unos pocos minutos de su vida. El sexo no la daña, no la ensucia, no la hace perder nada esencial. Es simplemente follar un ratito y luego se acabó. Creo que no hace falta ser puta para haber experimentado eso, ¿no? Todas hemos echado alguna vez un polvo intrascendente y no creo que eso nos haya hecho ningún daño. Todas las putas que conozco tienen pareja. Entienden que follar con un cliente y con su pareja son dos cosas distintas. No sé si estaréis de acuerdo conmigo en todo esto, pero hay una cosa que sí os pido: por favor, no depreciéis a las prostitutas. Son mujeres como cualquiera de nosotras, que se merecen nuestro respeto, que no las tratemos como personas sucias o dañadas… Ni con condescendencia y paternalismo, como si fuéramos superiores a ellas. Cecilia se sentó. Josefa volvió a señalar al fondo de la sala. Para su sorpresa, vio que quien se había puesto de pie para hablar no era Cristina, sino Lola, la chica que la acompañaba. -Le estoy muy agradecida a Cecilia por haber dicho eso que ha dicho al final -dijo con la voz quebrada de una mujer asustada-, porque si no hubiera dicho eso yo no me hubiera atrevido a contaros lo que os voy a contar ahora… Me casé con un hombre que me trató muy mal. Nunca me pegó, es verdad, pero lo que me hacía era peor… No paraba de criticarme, de meterse conmigo, de decirme que no servía para nada. Al casarnos nos fuimos de Sevilla y nos vinimos a vivir a Madrid, con lo que yo perdí el contacto con toda mi familia y con mis amigas. También dejé mi trabajo. Al principio todo eso me pareció bien… no me di cuenta de que al volverme económicamente dependiente de él le daba el poder de controlarlo todo en mi vida. Por ejemplo, muchas veces le pedí dinero para comprarme un billete de tren para ir a Sevilla a ver a los míos, pero no me lo quiso dar. Tampoco le gustaba nada que saliera de casa, se ponía muy celoso. Allí metida en ese piso, sin nada que hacer salvo limpiar y ver la tele, empecé a deprimirme. Me acabé creyendo todo lo que me decía, que no valía para nada, que ese tipo de vida era todo a lo que yo podía aspirar. -Lola, cariño -la interrumpió Cristina-. Te estás saliendo del tema. No creo que a las demás les interese conocer los detalles de tu vida privada. -Es verdad, compañera -añadió Josefa-. Estábamos hablando de la prostitución. Todo eso nos lo tenías que haber contado antes, cuando hablábamos sobre la violencia doméstica. -¡Déjala, Josefa! -se plantó Mercedes-. Lola nos estaba contando algo tremendamente importante para ella. ¿Cómo vamos a luchar contra la violencia doméstica si nosotras mismas silenciamos a sus víctimas? Síguenos contando, Lola… Martina dio tres sonoras palmadas de aprobación. -Es que… Es que sí que tiene que ver con la prostitución -sollozó Lola-, porque a eso fue a lo que llegué al final. -¡Lola! -exclamó Cristina-. ¡Cómo se te ocurre contarles eso! -¡Joder, Cristina! -dijo Martina-. ¿Quieres dejarla hablar de una puñetera vez? -Es verdad. Espérate a que acabe, y luego te doy a ti la palabra -le dijo Mercedes. Laura sintió vergüenza ajena por Cristina. Lola le acababa de hacer lo que ella había temido que le hiciera Cecilia. Lola dirigió una mirada temerosa a Cristina, pero luego se enderezó y siguió hablando. -Sí, al final llegué a la prostitución, y eso fue lo que me salvó. Yo estaba muy, muy mal, tan deprimida que no conseguía salir de la cama… A veces incluso pensaba en matarme. Un día de los que no podía levantarme mi marido me echó una de sus broncas. Me insultó, como siempre, pero esa fue la primera vez que me llamó puta. No sé cómo, pero eso me hizo reaccionar. Pensé: “Conque puta, ¿eh? ¡Pues ahora te vas a enterar!” Me fui de casa y… y me puse a trabajar en una barra americana de esas… No es que estuviera bien, pero fue mejor de lo que yo me esperaba. Ganaba más dinero del que necesitaba para vivir y, sin los insultos de mi marido, enseguida se me pasó la depresión. Al cabo de unos meses, con mis ahorrillos, mi buena ropa y mi piso de alquiler, conseguí encontrar un trabajo de contable, que era lo que hacía antes. Así que dejé la barra americana… ¡Y aquí estoy! Bueno, os he contado mi historia para que os deis cuenta de que algunas mujeres se hacen putas no porque sean drogadictas, ni porque las obligue su chulo o una mafia, sino simplemente porque así consiguen salir adelante. Se volvió a producir un profundo silencio. -Cristina, tienes la palabra- dijo Josefa. Pero Cristina había enterrado la cara entre las manos. Sacudió la cabeza, negándose a contestar. -Bueno, después de ese testimonio tan impresionante, creo que lo mejor será dar por terminada la asamblea -dijo Mercedes-. Creo que todas necesitamos reflexionar sobre lo que hemos oído.

  • La sumisa consentida (parte 1)

    Una sumisa novata. Un Dominante experto. Un cuarto de hotel. Estás hecha un flan, no cabe la menor duda. Te has parado en mitad de la habitación del hotel, sin saber qué hacer, sin saber a dónde ir. Me miras con esa mirada entre temerosa y suplicante. Sé que estás pensando en salir corriendo y no volver a verme, lo que sería una auténtica pena. Te voy a hacer pasar una tarde maravillosa, una tarde que no olvidarás en tu vida, en la que todas tus fantasías se harán realidad, te he prometido. ¿Y si no puedo cumplir esa promesa tan arrogante? Porque, en realidad, depende también de ti. Y tú estás hecha un flan. Dejo mi bolsa de viaje en el suelo y me acerco a ti, deslizando la mano suavemente bajo tu melena, masajeándote el cuello con creciente energía, al tiempo que te atraigo hasta mí hasta que consigo abrazarte. -Ven, vamos a jugar a un juego. Ya verás como te va a gustar. No dices nada, pero dejas que te conduzca delante del espejo. -Mírate. Quiero que te veas en el espejo, pero no con tus ojos, sino con los míos. Quiero que veas tu cuerpo desnudo por primera vez, como voy a verlo yo por primera vez. Asientes, pero te has puesto aún más nerviosa. Tú corazón late a mil. Te recojo el pelo dentro de mi mano en un haz apretado, del que tiro suavemente para obligarte a levantar el mentón. Con la otra mano desabrocho el primer botón de tu blusa. Luego el siguiente. -¿Estás mirando como yo te dije? -te susurro al oído. -Sí… Bueno, creo que sí. He llegado al último botón. Tiro de tu blusa para sacártela de la falda y te la termino de quitar. Tus ojos recorren tu piel blanca en el espejo, como lo hacen los míos. Estás siendo obediente. Te gusta ser obediente. No te desabrocho el sujetador sino que te bajo una tira por el hombro. Tu pecho es tan perfecto como me lo imaginaba, ni grande ni pequeño, coronado por un pezón sonrosado que ya se empieza a despertar. Paso por él la yema del dedo, suavemente, casi sin rozarlo, y se arruga y se estira como buscando el contacto con mi dedo. -¿Lo estás viendo, ratoncito? ¿Estás viendo lo bonita que eres? -Por favor… -dices, y tú misma no sabes qué es lo que me pides, que siga o que me detenga. Tus manos se abren y se cierran a los lados de tu cuerpo. Me pregunto si de verdad eres capaz de verte como te veo yo, tan bella, tan inocente, tan joven. Llevo meses deseándote en mis sueños y ahora por fin te voy a tener. Quiero verte desnuda, expuesta a mi mirada codiciosa. Quiero pasar las yemas de mis dedos por cada centímetro de tu piel. Pero eso no me basta. Quiero meterme en tu mente, hacer que sientas lo que quiero que sientas: confianza y miedo, placer y dolor. Mientras pienso todo eso he acabado de quitarte el sujetador. Pero tú, rebelde, te has puesto las manos sobre los pechos. -Eso no puede ser, ratoncito. Voy a tener que tomar mis medidas para que esto no vuelva a ocurrir. Lo he dicho con voz suave, que sé que es la que más asusta. Alarmada, apartas las manos de tus pechos, aunque sabes que ya es demasiado tarde. Tus ojos nerviosos me persiguen. Abro mi bolsa de viaje y saco una cuerda de cáñamo, roja, muy suave, que desprende ese olor casi obsceno. Te cojo las manos y te junto las muñecas detrás del cuello. La cuerda forma un bucle que las rodea rápidamente, luego los extremos corren en direcciones opuestas, trepando por tus antebrazos. Hago un nudo y luego te paso los dos lados de la cuerda entre los brazos, entre las manos, dando vueltas en dirección perpendicular a la anterior. Cuando acabo tienes los brazos sólidamente unidos. Tus pechos se han levantado orgullosos. Planto mis manos sobre ellos y te los sobo sin miramientos. Ahora son míos. Te pellizco los pezones, los acaricio, los retuerzo. Tú quieres encorvarte, pero yo no te dejo. -Mírate, ratoncito -te susurro al oído-. Mira lo que hago contigo. Bajo la cremallera lateral de tu falda, que cae al suelo y se arremolina a tus pies. No has podido hacer nada por impedirlo. Tus piernas son blancas como dos columnas de mármol. Tu pubis es una sombra oscura bajo la tela de tus bragas. Te miras al espejo con mis ojos y estás nerviosa intentado averiguar dónde voy a tocarte a continuación. Pero yo te cojo en vuelo y me siento en la cama contigo en mi regazo, haciéndote un ovillo entre mis brazos. Te doy un beso, el primero, labios que apenas se rozan. -Te voy a dar una azotaina -anuncio-. No te preocupes, que no te va a doler… Al menos al principio. Luego te gustará que te duela. Querrás que te duela. Mientras te azote te explicaré cosas que sólo se pueden entender cuando estás atravesada en el regazo de un hombre, con el culo en pompa, sintiendo el picor de los azotes. Cuando termine volveré a llevarte frente al espejo y te enseñaré lo rojo que te habré puesto el culo. ¿Tienes miedo? -Sí -confiesas-. Bastante. -Bueno, ya verás que no es para tanto. ¿Empezamos? Sin esperar a tu respuesta te doy la vuelta de repente. Lo he hecho muchas veces, con mujeres más corpulentas que tú. Cuando te quieres dar cuenta estás bocabajo sobre mis piernas cruzadas, la cara apoyada en la cuerda que une tus brazos. -He cruzado las piernas para obligarte a poner el culo en pompa, así que sé buena y relaja esa espalda… ¡Así! Puedes levantar más el culo, que no te dé vergüenza… Tu respiración se ha vuelto entrecortada. Estás hecha un flan. Esperas el primer azote, pero yo alargo la mano y te vuelvo a masajear el cuello, luego la espalda, hasta que empiezas a relajarte. Tu pompis se arquea sobre mis muslos, ofreciendo su curva insolente. Llevas puestas unas braguitas blancas de algodón, muy discretas, pero que no esconden la fina arruga que marca la frontera entre el muslo y el culo, y la piel blanca de la asentadera justo por encima de ella. Es ahí donde te doy el primer azote, flojito. Tú lo acusas con una sacudida que te recorre el cuerpo y con una súbita inspiración. Tu cuerpo se relaja enseguida y yo sé lo que estás pensando… que no te ha dolido… que te ha gustado… que casi hubiera sido mejor que te hubiera dolido, porque que te gusten mis azotes te vuelve aún más vulnerable. Quiero aprovechar tu confusión, así que te doy otro azote igual en tu nalga izquierda, la que está pegada a mí. Luego te doy más azotes sobre la tela blanca de las bragas, alternando entre una nalga y otra. -Déjame que te explique una cosa, Beatriz -digo mientras prosigo con los azotes con un ritmo constante que te dice que no pienso parar por un buen rato-, algo que de lo que no te he hablado todavía. La sumisa debe entregarse al dominante… ¿sabes lo que quiere decir eso? No respondes. No quieres hablar conmigo mientras te azoto, es demasiado humillante. Te propino un par de azotes fuertes, para que comprendas que no me voy a andar con bromas. -Te he hecho una pregunta, Beatriz. Respóndeme. -¡Ay! ¡Sí! ¡Pues claro que sé lo que quiere decir! Quiere decir que tengo que obedecerte… Y es lo que estoy haciendo, ¿no? -No exactamente, ratoncito -digo mientras prosigo con los azotes al ritmo de antes-. Entregarte a mí quiere decir que te pones a mi disposición, que me das tu cuerpo para que yo disfrute de él. Hasta ahora no te he pedido que hagas nada por mí, todo ha sido para que tú aprendas a disfrutar de ti misma, porque te tengo muy consentida… Debes de ser la sumisa más mimada del mundo -te doy un par de azotes más fuertes para acentuar lo que acabo de decir-. Hasta te he dejado tus bragas puestas, porque sé lo que te altera ir sin ellas. Pero ahora ha llegado el momento de que te quedes completamente desnuda para mí. ¿Entiendes? -Sí -te apresuras a responder antes de que te castigue por no hacerlo-. Supongo que ahora es cuando me las vas a quitar… -No… Te las vas a quitar tú. Te voy a desatar los brazos para que seas tú misma la que me enseñes ese pompis tan bonito que tienes. -¡Ay! Hundes la cabeza entre los brazos para ocultar tu vergüenza. Yo aprovecho para deshacer las cuerdas que unen tus antebrazos. Cuando termino los estiras para desentumecerlos, pero sigues ocultando tu cara en la colcha. -¿Estás lista? Tuerces un poco la cara y veo que te has puesto muy colorada. -¡Por favor, no me pidas eso! Quítamelas tú, por favor. -No, Beatriz… ¿No dices que eres tan sumisa, tan obediente? Pues obedéceme. La obediencia se demuestra haciendo cosas que cuesta trabajo hacer. No te mueves. Yo vuelvo a pegarte, haciendo que cada azote sea ligeramente más fuerte que el anterior, para que comprendas que no vas a poder postergar lo inevitable. Por fin, tus manos temblorosas bajan por tus costados, agarran el elástico de la cintura de las bragas y lo empujan hasta tus muslos. En el proceso has tenido que arquear las caderas, sacando más el culo y mostrándome el botoncito marrón de tu ano. Te das cuenta y para esconderlo aprietas las nalgas, que han adquirido un precioso color sonrosado. Las acaricio. Los azotes han calentado tu piel, volviéndola suave como el terciopelo. -¡Así me gusta, ratoncito! Has sido una chica buena y obediente, yo ahora puedo disfrutar viéndote el culito, acariciándotelo… y azotándotelo -digo, reanudando la azotaina. Tú respondes moviendo las caderas al ritmo de los golpes. Estás muy excitada, lo sé. Pero tú te das cuenta del espectáculo que ofreces y vuelves a apretar las nalgas. -¡Mira, Beatriz, ya está bien de tonterías! Eres una mujer adulta, así que no pasa nada porque te vea el culo. Ya te he explicado que para ser sumisa tienes que ofrecerte a mí. -Perdona… Es que yo… no lo puedo evitar. Me da mucha vergüenza. -¡Pues te aguantas! Se acabaron las contemplaciones, Agarro las bragas y te las saco por los pies. -Abre bien la piernas. Quiero verte bien. -¡No, por favor! Sujetándote bien la cadera con mi brazo izquierdo, te levanto el culo y empiezo a propinarte azotes de los de verdad. Alarmada, levantas la cara de donde la escondías en la colcha. -¿Qué? Pican, ¿a que sí? Pues si quieres que pares ya sabes lo que tienes que hacer. Tus muslos se abren de par en par. Tu coño también está abierto, los labios mayores hinchados mostrando la humedad en tu interior. Los dos estamos jadeando. Puedo olerte. Tu culo está tan caliente que lo noto en la cara. -Así me gusta -digo con voz entrecortada. Mis dedos recorren tu trasero ardiente y no se detienen, rozan tu ano y se sumergen en la humedad de tu sexo. Cuando la punta de mi dedo llega a tu clítoris separas aún más las piernas y arqueas las caderas todo lo que puedes, ofreciéndote completamente a mí. -¡Muy bien! Por fin se descubre la verdad: eres una guarra. Quieres que siga, ¿no? -¡Por favor…! ¡Por favor…! -gimes. -Pues no. Vas a seguir tú. -¿Qué? -Lo que oyes. Ponte el dedito en el clítoris y acaríciate. -¡No, por favor! ¡Eso sí que no puedo hacerlo! -dices con voz de pánico. Sé que estoy muy cerca del límite… Estás a punto de decir tu palabra de seguridad y eso romperá el hechizo, ahora que estamos tan cerca. Vuelvo a acariciarte tu botón del placer hasta que noto tu cuerpo relajarse de nuevo. -No pasa nada, ratoncito… Entrégate… Déjate llevar. -¡Sí! ¡Si es lo que quiero hacer! -dices con voz lastimera. -Pues entonces obedéceme. Quiero que me des tu placer, el placer que tú misma te das. Has llegado muy lejos, no me defraudes ahora. Vuelves a enterrar la cara en la colcha. Pero tu mano se desliza bajo tu vientre hasta que tu dedo medio se aloja entre los labios de tu coño. Tímidamente al principio, luego con más decisión, empiezas a estimular tu clítoris con movimientos circulares. -¡Muy bien, ratoncito! Ahora no pares. Y no cierres las piernas, quiero ver cómo mueves ese dedito. Sueltas un gemido por toda repuesta. Has ladeado la cabeza sobre la cama para poder respirar mejor. Tienes los ojos cerrados y las mejillas encendidas. Reanudo los azotes. En cuanto los sientes te pones a temblar de placer. Tu dedo se mueve con más avidez. -¿Qué? Ahora te gustan los azotitos, ¿a que sí? Te estoy pegando flojito deliberadamente. Resoplas de frustración. -Por favor… -te quejas. -¿Por favor… qué? -Por favor… ¡más fuerte! -¡Ah! ¡Acabáramos, Beatriz! Tú lo que necesitas es que te peguen una buena paliza mientras juegas contigo misma, porque eres una chica muy salida, que se pasa todo el día mojada… ¿Verdad? Te estoy dando fuerte, buscando el punto que te satisfaga sin hacerte demasiado daño, pero tú gruñes y bamboleas las caderas con el ritmo con que gira tu dedo. Ajusto los golpes al mismo compás y nos ponemos a danzar los dos la danza del placer y del dolor. Mi verga lleva mucho tiempo erguida y quiere frotarse contra tu cadera, pero renuncio a darme ese placer porque quiero disfrutar más plenamente del tuyo. -¡Por favor! ¡Por favor! … ¿Puedo correrme ya? -¡Claro que sí, ratoncito! Córrete por mí… ¡Venga! Mientras te acercas al clímax te doy golpes cadenciosos, enérgicos, levantando mucho la mano para aumentar el dramatismo. Chillas, y no se sabe si es de dolor o de placer. Tú misma no lo sabes. Tu dedo ha adquirido un ritmo frenético, salvaje. Llegas, por fin, gritando y apretando tu vientre contra mis muslos. No dejo de azotarte hasta que tu cuerpo flácido sobre mi regazo me anuncia que tu orgasmo ha llegado a su fin. Copyright 2021 Hermes Solenzol

  • El BDSM en toda su rica variedad

    Leyendo foros y blogs se puede llegar a la conclusión errónea de que el BDSM consiste solamente en la dominación/sumisión (D/s). Nada más lejos de la realidad: las mismas siglas (que denotan las palabras Bondage, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo) revelan que se trata de un gran abanico de prácticas y estilos de vida. A menudo estas cosas se practican combinadas, pero no siempre es así y de hecho mucha gente se dedica exclusivamente a una o dos de estas facetas con exclusión de las demás. En particular, se suele dar el peligroso error de asumir que una persona es sumisa porque se deja atar, dar azotes, o porque viste de una determinada manera. Esto es una fuente de malentendidos, faltas de etiqueta o incluso maltratos. En español la cosas se complica porque sólo se emplean las palabras “dominante” y “sumisa” para definir roles, cuando estas palabras sólo se deberían emplear en el contexto de una relación D/s. En inglés existen los términos “top” (el que está “encima” y toma un papel activo) y “bottom” (el que está “debajo” y toma un papel pasivo), que se pueden aplicar a prácticas que están fuera del D/s, como el bondage o el sadomasoquismo puro. El erotismo languidece en la uniformidad y la rigidez de la reglas, lo suyo es la creatividad y la variedad. Porque el erotismo no es sólo sexo, es la expresión de emociones y vivencias que surgen del ser humano en toda su complejidad. Por eso he querido elaborar aquí una breve lista de las formas más corrientes que se dan dentro del amplio marco del BDSM. No me refiero aquí a actos concretos, sino a estilos de juego y de vida, cada uno con su propio lenguaje y sus propias normas. Como la lista es larga, explicaré en qué consiste cada cosa en sólo un par de frases, reservando una explicación más elaborada para artículos futuros. Dominación-sumisión - La persona sumisa acepta seguir las órdenes de la persona dominante, ponerse a su servicio y ser disciplinada por sus infracciones. Sadomasoquismo - El sadomasoquismo (SM) se puede practicar en una forma pura, independiente de la dominación-sumisión (D/s). Se busca simplemente el dolor erótico, quizás con algún elemento de humillación o de disciplina. Bondage - La atadura (bondage) se puede realizar como un fin en sí misma, sin elementos de D/s o SM, sino por su valor erótico y estético. Esto es particularmente cierto en el caso del “shibaru”, un estilo de bondage de origen japonés que es un auténtico arte. Fetichismos - Se atribuye un especial valor erótico a determinadas prendas de vestir (lencería, zapatos, botas, uniformes escolares, corsés, arneses, etc.), los materiales con que están hechas (cuero, PVC, goma…), partes del cuerpo (pies, culo), objetos o actos. Exhibicionismo y voyerismo - El exhibicionismo consiste en exponer el propio cuerpo para que los demás lo admiren. No suele tratarse del estereotipo del hombre que abre la gabardina, sino que en realidad se da más en mujeres que en hombres, como lo evidencia la gran colección de fotos y vídeos eróticos de fabricación casera que se encuentran hoy en día en internet. El voyerismo es el disfrutar viendo a otras personas desnudas o haciendo actos eróticos. Secuestro - Se trata de juegos de rol en los que la “víctima” es doblegada a la fuerza, atada, secuestrada y sometida a una serie de vejaciones que pueden llegar a la violación (¡fingida!). Al contrario que la D/s, donde la sumisión es voluntaria, en estos juegos se trata de vencer la resistencia de la víctima. En estos casos se habla de “no consentimiento consentido”, ya que el juego consiste en representar actos no consensuales (asalto, secuestro e incluso violación) pero a los cuales se ha dado consentimiento previo. Disciplina doméstica - Se trata de una forma de D/s que enfatiza la pareja monógama tradicional, en la que una de las personas asume el papel de “cabeza de familia” (en inglés, “head of household”) y la otra la de “tomada en manos” (en inglés, “taken in hands”). Se establecen una serie de reglas a seguir en la casa y cuando la “tomada en manos” no las cumple es castigada, normalmente con una severa azotaina en el culo. Disciplina doméstica cristiana (“Christian Domestic Discipline”, CDD) - Ésta es una variedad de disciplina doméstica practicada por cristianos fundamentalistas de EE.UU. con ideas extremas en temas sociales y políticos. Se condena de forma tajante la homosexualidad y el feminismo. El cabeza de familia es siempre el hombre, ya que se cree que la Biblia establece que la esposa debe obedecer al marido y que éste tiene derecho a castigarla físicamente. Papá / niña (“Daddy / babygirl”) - Relación D/s en la que el dominante adopta el rol de padre y la sumisa el de niña. El “papá” se encarga de dirigir, educar y aconsejar a su “niña” en múltiples aspectos de su vida. Aunque existen relaciones sexuales, se practican como adultos; esto no tiene nada que ver con el abuso sexual de menores. Pequeñitos (“Littles”) - Juego de rol en el que un adulto pretende volver a la infancia, para disfrutar de juegos de niños, abrazar a osos de peluche, ponerse pijamas de cuerpo entero y otras prendas infantiles. Otra persona adopta el papel de padre o de madre. No se dan azotes o demás castigos y no suele haber relación sexual. Tutela - Relación D/s en la que el dominante ejerce su poder sobre la sumisa como guía, maestro o mentor, con el objetivo de educarla, aconsejarla e imponerle una disciplina en su vida. Roles de animales - Juego de rol en el que uno de los participantes es tratado como un animal y el otro participante lo cuida y lo doma. Los más frecuentes son los, papeles de caballo (“pony-girl” o “pony-boy”) o de perro. Objetificación - Personas que aceptan servir como muebles, desnudos, atados o con ropa fetichista. No pretendo que esta sea una lista exhaustiva; seguro que me he olvidado de alguna práctica importante. Tampoco he seguido un orden preestablecido. Sólo quiero dar una idea de lo sumamente complejo que es el mundo BDSM y presentar algunas formas del mismo desconocidas para muchos. Siempre que se respeten las normas básicas de “seguro, sensato y consensual”, cada subcultura y estilo de vida debe ser respetado. Aunque algunas de estas formas no nos vaya personalmente, siempre es posible aprender algo de ellas.

  • Somos polvo de estrellas - encontrando sentido en el Universo

    Cuando contemplo la maravillosa descripción del Universo que ha creado la ciencia, encuentro que está llena de sentido “Sentido” podría definirse como algo más grande que nosotros mismos que le da propósito y dirección a nuestras vidas. El que nuestra vida tenga sentido es uno de los ingredientes de la felicidad, porque para la mayoría de las personas una vida que valga la pena debe tener propósito. Sentido y ética El sentido también es importante como fundamento de la ética. Los sistemas de valores pueden reducirse a unas pocas premisas fundamentales a partir de las cuales un código de ética puede desarrollarse de forma racional. Sin embargo, esas premisas son arbitrarias a menos que puedan referirse a algún otro saber, por ejemplo, ideas sobre lo que significa el ser humano o una descripción del mundo. Por ejemplo, el cristianismo y el islam basan su ética en la voluntad de Dios. Esto se basa en la creencia de que Dios creó el Universo y Su voluntad tiene prioridad sobre cualquier otra cosa. Sin embargo, este sistema de ética se desmorona cuando cuestionamos la fe en Dios, o la moralidad de someternos a la voluntad de un Dios que permite el sufrimiento. Otro ejemplo es el Utilitarismo, un sistema ético basado en maximizar la felicidad y minimizar el sufrimiento. A su vez, esto se basa en la creencia de que ser feliz y evitar el sufrimiento es el objetivo último de nuestra vida. De forma parecida, el Budismo tiene como objetivo final la superación del sufrimiento mediante la comprensión de nuestra naturaleza más íntima. Sin embargo, ser feliz y superar el sufrimiento se me antojan metas más bien miopes, que me dejan preguntándome: ¿no hay nada más en la vida? Nihilismo La creencia de que la vida carece de sentido se llama Nihilismo, que propone que nada tiene sentido. Incluso ser feliz y evitar el sufrimiento son objetivos espurios que, en sí mismos, carecen de sentido. Por lo tanto, establecer una base ética sobre ellos es también inútil. Mucha gente rechaza el Nihilismo porque conduce a una perspectiva cínica de la vida en la que nada de lo que hacemos tiene dirección ni propósito. Ello conduce a un tipo especial de sufrimiento: la angustia existencial. Muchos creen que la ciencia nos presenta una visión del mundo nihilista, ya que no puede encontrarse ningún sentido a los fríos datos que nos aporta sobre el Universo. Encima, la enormidad del espacio y del tiempo que nos revela la ciencia, el poder apabullante de energías y procesos, nos deja sintiéndonos completamente insignificantes. Un ejemplo humorístico de esta perspectiva nihilista y cínica lo vemos en la canción The Universe Song, de Monty Python, que aparece en su película El sentido de la vida. Después de enumerar un montón de números sin sentido sobre el Universo, la canción termina diciendo: "Así que, cuando te sientas inseguro e insignificante, recuerda lo increíblemente improbable que es tu nacimiento. Y reza para que haya vida inteligente en algún lugar en el espacio, porque desde luego no la hay aquí abajo en la Tierra." Monty Python, The Universe Song Existencialismo El Existencialismo dice que el único sitio donde podemos encontrar sentido es en nuestras propias vidas y en las tareas humanas. Es decir, que el sentido se encuentra dentro y no fuera de nosotros. Hoy en día esto se ha convertido en una creencia muy extendida en personas que rechazan la religión y adoptan un sistema de valores basado la racionalidad y la ciencia. Nuestra naturaleza cooperativa, nuestra empatía y nuestro sentido de solidaridad hacen que tenga sentido para nosotros luchar por mejorar la suerte de nuestros semejantes. Entre las ideologías políticas, el socialismo propone que el trabajar en pos de una sociedad igualitaria y libre es el objetivo que da sentido a nuestras vidas. Efectivamente, conseguir una sociedad utópica es un objetivo más grande que nosotros, por lo que puede proporcionar propósito y dirección a nuestras vidas. Problemas con el Existencialismo Sin embargo, concebir la ética exclusivamente en base a la felicidad y el sufrimiento humanos tiene sus problemas. Por ejemplo, consideremos el ecologismo: ¿cuál sería la base ética de proteger el medio ambiente y los ecosistemas? Se podría argumentar que los humanos necesitamos un medio ambiente saludable. Sin embargo, esto no es suficiente, podríamos ser perfectamente felices si se extingue una rara especie de insecto o planta. Y, sin embargo, nuestra intuición nos dice que la extinción de una especie es algo malo que debe evitarse incluso a un costo relativamente alto. Las leyes ambientales de la mayoría de los países desarrollados se basan en ese principio. Otro ejemplo es la ciencia. A menudo se dice que el valor de la investigación científica radica en las curas para enfermedades y otros beneficios materiales que nos proporciona. Si eso fuera cierto, deberíamos dejar de gastar enormes sumas de dinero en enviar sondas para explorar el Sistema Solar o haciendo investigación sobre física de partículas, porque esas empresas no aportan mucho a curar el sufrimiento o hacernos felices. Aunque no nos atrevamos a decirlo en voz alta, los científicos sabemos que hacemos ciencia más para perseguir el saber que sus aplicaciones. La ciencia casi siempre produce cosas buenas y cosas malas: energía nuclear y bombas atómicas; productos farmacéuticos y venenos ambientales; la internet y su capacidad para controlar nuestras mentes; terapia génica y manipulación genética. Por cada bendición hay una maldición. No es de extrañar que haya quien piense que debemos volver a una simple sociedad agraria sin ciencia ni tecnología, o incluso a ser los cazadores-recolectores que éramos antes de la Revolución Agraria. Hay incluso quien dice que el mundo estaría mejor sin ningún ser humano. Lo que defiendo en este artículo es que podemos encontrar sentido no sólo dentro de nosotros, sino también en nuestro exterior, en el mundo y el Universo. Esta idea la baso en conocimientos científicos y no en creencias religiosas. La evolución de todo Si tomamos perspectiva y contemplamos todo lo que ha descubierto la ciencia, veremos que el Universo no es una serie de procesos aleatorios. Al contrario, ha ido evolucionando desde el Big Bang en una dirección definida: un aumento de complejidad y organización. Y esto incluso se puede formalizar científicamente: la cantidad de información que necesitamos para describir el Universo ha ido aumentando con el tiempo. Al principio solo había partículas básicas: fotones, electrones, protones, neutrinos, etc. Cuando el Universo se enfrió lo suficiente, los electrones y protones formaron átomos de hidrógeno. La gravedad hizo que se formaran las estrellas, en cuyo interior el hidrógeno se transforma en helio. Luego, a medida que las estrellas envejecen, el hidrógeno se convierte en carbono y en los otros átomos ligeros de la tabla periódica. Al final de su vida las estrellas explotan en novas y supernovas, y colapsan formando estrellas de neutrones, dando origen a los átomos más pesados. Este polvo de estrellas flotando en el espacio en forma de nébulas da lugar a nuevas estrellas, que ahora tienen planetas a su alrededor donde se dan cita todo ese nuevo zoológico de átomos. En la Tierra, el carbono, el hidrógeno, el nitrógeno, el oxígeno y algunos otros átomos se organizaron para formar moléculas complejas y seres vivientes. Comienza la evolución, creando más y más formas de vida. Si bien es cierto que la evolución no avanza en ninguna dirección en particular, también es cierto que el algoritmo de la mutación genética combinada con la selección natural actúa para llenar cada nicho ecológico, creando seres de todos los tamaños y formas posibles (Stuart Kaufman, At Home in the Universe). Esto genera formas de vida simples, pero también animales grandes y complejos. Uno de ellos es el ser humano. La forma que tuvo el ser humano de ganar el juego de la selección natural fue desarrollar un cerebro grande que nos permite un comportamiento cooperativo basado en la transferencia de información, no solo en el presente sino también a través del tiempo, de generación en generación. Al igual que apareció la vida, la cultura hace acto de presencia como algo completamente nuevo. La ciencia es una forma de cultura, aportando herramientas asombrosas para extraer y organizar información. Así fue como nos convertimos en los ojos por los que el Universo se mira a sí mismo. Entre otras cosas, ahora sabemos que el Sol no es la única estrella con planetas capaces de desarrollar vida. Por lo tanto, el mismo proceso de la evolución terrestre, la búsqueda de nuevas formas y la eventual aparición de inteligencia, podría haber ocurrido en otros planetas. Millones de estrellas jugando a la ruleta de la vida y de la inteligencia. ¿Cuantos ganadores hay? Seguramente un montón. La jerarquía de los seres Cuando examinamos todo este proceso, nos damos cuenta de que está organizado de forma jerárquica. Con ello quiero decir que hay varios niveles discretos de complejidad, cada uno construido sobre el nivel inferior: física, química, biología, neurociencia, psicología, sociología. Tenemos una ciencia diferente para estudiar cada nivel. Esto no es por capricho, sino porque cada nivel tiene sus propias reglas que deben estudiarse por separado y no pueden deducirse de las reglas del nivel inferior (Ray Kurzweil, The Singularity Is Near: When Humans Transcend Biology). A esto se le llama emersión: el hecho de que en un momento determinado aparecen nuevas leyes, que coexisten con las leyes del nivel inferior pero que al tiempo constituyen fenómenos completamente nuevos. Así, las leyes de la química añaden novedad a las leyes de la física de partículas. Y cuando aparece la vida, sigue leyes que son diferentes de las leyes de la química. Y así sucesivamente con las leyes que gobiernan el sistema nervioso y las que gobiernan las interacciones humanas. ¿Qué causa la emersión? Desde un cierto punto de vista, la evolución y otros procesos que crean complejidad y auto-organización son algoritmos: sistemas de procesamiento de información que siguen ciertas reglas de computación para generar un resultado a partir de las condiciones originales (Charles Seife, Decoding the Universe; Seth Lloyd, Programming the Universe). Por ejemplo, el algoritmo de la evolución es: 1. generar mutaciones en el ADN; 2. traducirlos al fenotipo; 3. probar el fenotipo en el medio ambiente; 4. SI muerte, descartar la mutación; 5. SI supervivencia, amplificar la mutación al reproducirse; 6. Volver al paso 1 mientras se produce descendencia. Este algoritmo explora “paisajes” formados por todas las formas posibles de seres vivos, mientras que la selección natural elimina las formas que no se ajustan al entorno (Stuart Kaufman, At Home in the Universe, Investigations). De hecho, este algoritmo es también un producto de la evolución. La mutación no es aleatoria, como se pensaba anteriormente, sino que ha sido perfeccionada por el proceso de selección natural, de modo que algunas partes del ADN son más susceptibles a mutaciones que otras. Además, se crearon mecanismos específicos para generar variación genética, como la transposición de genes (Lynn Helena Caporale, Darwin in the Genome). ¿Un Universo con sentido? ¿Qué tiene que ver todo esto con encontrar el sentido de la vida? Intuitivamente le damos valor a la complejidad y la auto-organización que vemos en los seres vivos. También admiramos la inteligencia y la cultura, que consideramos un nivel superior a la mera vida. El hecho de que el Universo haya evolucionado progresivamente para crear la vida y luego a los seres humanos indica que somos parte de un proceso mucho más grande que nosotros mismos. Este proceso debería ser capaz de inspirarnos reverencia y asombro. Por lo tanto, no sólo podemos encontrar sentido en trabajando para el bien de la Humanidad, que al final no tiene sentido en sí misma, sino que la Humanidad y nosotros mismos tenemos sentido porque somos parte de un proceso más amplio que abarca toda la historia del Universo. ¿Continuará este proceso en el futuro, incluso más allá de la existencia de la Humanidad? Es tentador caer en la herejía de la teleología: el creer que la evolución tiene un objetivo particular, como producir seres humanos, o que el Universo tiene como objetivo producir consciencia o inteligencia. Esta idea ha sido condenada porque los objetivos son algo que tienen los humanos, no materia inanimada. Sin embargo, la agencia (hacer algo para lograr un resultado en particular) podría considerarse una propiedad de los seres vivos. Contemplando el pasado es inevitable concluir que el Universo ha evolucionado en la dirección de una creciente complejidad y auto-organización y que esto ha llevado a la aparición de organismos ricos en información e inteligencia. Transhumanismo De hecho, ahora mismo estamos creando ordenadores que almacenan toda nuestra información cultural al tiempo que generan información en cantidades ingentes. ¿Es ese el siguiente paso de la evolución del Universo? ¿Seguiremos formando parte de este proceso, o nos dejará atrás? El Transhumanismo es una corriente moderna de filosofía que, a partir de esta visión del Cosmos, propone que podemos encontrar sentido en el desarrollo futuro de la especie humana. Confía en que podamos avanzar de la mano de la inteligencia artificial en lugar de ser reemplazados por ella (Ray Kurzweil, The Singularity Is Near: When Humans Transcend Biology). Es posible que podamos hacer eso conectando nuestros cerebros directamente a los ordenadores, quizás eventualmente migrando nuestra consciencia a ellos. Conclusiones No se trata de que el Universo tenga sentido en sí mismo, sino de que seamos capaces de encontrar sentido en nuestras vidas cuando contemplamos cómo el Universo ha ido evolucionando para dar lugar a la consciencia, la inteligencia y la cultura. Somos los seres humanos los que somos capaces de asignar valor y belleza lo que está fuera de nosotros. Cuando miramos una ola al romper, una montaña nevada y un delfín, sabemos que son algo hermoso y valioso. Del mismo modo, cuando vemos cómo las estrellas son capaces de crear átomos y formar nebulosas con ellos, cómo se crean los planetas a partir de esas nebulosas, cómo surgen la vida, los sistemas nerviosos y la consciencia, no podemos evitar sentirnos llenos de admiración y asombro. No existimos independientemente del Cosmos, somos polvo de estrellas que se ha vuelto consciente. Lo que hacemos en nuestras vidas, el destino de la Humanidad, tiene importancia porque es parte de este asombroso juego cósmico. No sabemos a dónde irá el Universo desde aquí, pero de alguna forma sospechamos que el paseo va a valer la pena.

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